Florencia Durón Delfín
México y la ética no se llevan
México y la ética no se llevan
Introducción:
Según el Banco Mundial, para que un país funcione se necesitan ciertos “capitales” que lo ayuden a prosperar y a tener una “riqueza de nación”. Estos capitales incluyen un capital natural (riqueza natural), capital construido (infraestructura), capital humano (salud, nutrición, educación, libertad) y finalmente, capital social (confianza en políticos y democracia, comportamiento cívico)[1]. México tiene muchas deficiencias en estos capitales, pero sobre todo, está extremadamente bajo en capital social, ¿y por qué? Porque no tenemos otro capital que, según Adela Cortina, es imprescindible para que un país prospere: el capital ético.
Cortina define el capital ético como el “conjunto de valores morales por los que una sociedad apuesta y son imprescindibles para construir un mejor futuro”. Aunque “valores morales” no suene meramente tan atractivo como “infraestructura” o “salud”, el capital ético es la base para que todos los demás capitales se puedan desarrollar correctamente; según Cortina, los valores morales a la larga influyen en la economía y la política[2]. México está estancado en economía, en educación, en política, incluso en el futbol, porque nuestro país y la ética no se llevan; y nuestro país y la ética no se llevan porque México está estancado en mentalidad. Es un círculo vicioso que lleva a consecuencias terribles, como las que pasamos en nuestro país. Por ejemplo, es muy difícil fortalecer el capital social cuando nuestros políticos crean reformas o decisiones que únicamente los benefician a ellos o a los ricos y poderosos en lugar de a lo más necesitados. O campañas electorales que son manipuladas por los medios de comunicación para que gane el candidato que más les conviene. ¿Quién va a confiar en una democracia así? Y mientras México no consiga un capital ético que no sólo afecte a los gobernantes o gente poderosa, sino absolutamente a todos sus habitantes, va a ser difícil que el país progrese, sin importar cuantas inversiones atraigamos o cuantos egresados de la universidad produzca el país.
I. Mentalidad de retroceso.
El mayor problema de México es la falta de ética de sus habitantes, y la raíz de este problema es la mentalidad del mexicano. No me atrevo a escribir “ciudadanos”, ya que un ciudadano es aquel que se interesa y participa en la vida política. Ahí comienza el problema de mentalidad mexicana: a muchos habitantes no les interesa tener ni construir un mejor país, tampoco se preocupan por la política de su sociedad, no son autónomos, ni tampoco solidarios[3]. No sirve de mucho tener a gente preparada, inteligente, trabajadora, pero con una mentalidad donde los actos moralmente correctos y éticos sólo retroceden (y no al revés); esa mentalidad hace casi imposible que México pueda avanzar. Varias veces he escuchado entre mis amigos ingenieros una frase muy peculiar: “la diferencia entre el 90 y el 100 es un iphone”; y aquella persona que tal vez tenga un iphone, pero decide no sacarlo porque no quiere copiar en el examen, es visto como un tonto en lugar de una buena persona. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a esta mentalidad? Sucede que México vive en la cultura de “el que no tranza no avanza”. La corrupción, por ejemplo, es una mezcla entre falta de cultura de responsabilidad, ética del cuidado y ética kantiana. Jamás nos ponemos a pensar en los demás y nos enfrascamos en una sociedad civil sumamente egoísta. No sé si la gente se de cuenta del daño que crea en la sociedad cuando comete un acto corrupto. Me imagino que han de tener una idea, pero no creo que entiendan el hecho de que cada acto corrupto rompe leyes para buscar el beneficio personal, e inevitablemente, termina corrompiendo a la sociedad. Deberíamos ser más como Kant en este sentido: pensar en reglas universales antes de realizar cada acto y hacer lo correcto. Pero esto no es tan fácil si no se tiene una educación adecuada: la educación es para la acción; aunque parece que en México esto no se ve reflejado. Los valores se quedan escondidos o terminan convirtiéndose en “antivalores”. Se nota que la mayoría de la nación vive en un nivel de ética pre convencional/convencional, incluso aquellos que se supone deberían ser las personas con mayor moral: nuestros policías, políticos, funcionarios públicos, intelectuales, o los mismos estudiantes universitarios. Los que se supone que deberían poner el ejemplo son los primeros que caen en los niveles de ética más bajos, y es así como comienza el camino de la corrupción. Insisto, si las autoridades no pueden demostrar un nivel alto de ética, para tan siquiera impedir que los demás cometan delitos, entonces definitivamente estamos en una crisis.
II. La educación: raíz de una sociedad ética
Una adecuada formación ética empieza desde la familia, y muy específicamente, desde los papás. Por más potencial que tenga un niño, es muy difícil que llegue a crecer como un hombre de bien cuando tenía el ejemplo del papá metiéndose en la fila del “super”, pagando una mordida o evadiendo impuestos. Una cultura que debería ser inculcada en todas las personas, pero sobre todo en los niños, es la ética del cuidado, o en otras palabras, la empatía[4]. Mucho se ha comentado de la crueldad de los niños en las escuelas, y aunque esto tiene que ver con otras variables como la edad y la inmadurez, creo que el famoso “bullying” se pudiera evitar, en parte, si los padres inculcaran una ética del cuidado a sus hijos. La ética del cuidado tiene mucho que ver con sensibilizar a las personas y hacerlos empáticos: ponerse en el lugar de los demás. De manera que, si los niños (y también adultos) tuvieran una ética del cuidado, no molestarían a sus compañeros por el hecho de que “está mal y me van a castigar”, sino porque estarían conscientes de la humillación y la burla que el otro niño sufrirá. Aunque parece un razonamiento muy maduro para un niño de primaria o secundaria, no está de más recordar que la inteligencia emotiva se enseña, y toda persona (sin importar su edad) debería de preguntarse esta sencilla pregunta antes de actuar en contra de alguien: “¿me gustaría que me lo hicieran a mí?”. Creo que esta ética del cuidado es un complemento básico para que se cumpla la justicia, y es parte de una sensibilización que en México mucha gente no tiene. Tiene que ver con la “inteligencia sintiente” donde “somos a la vez sentimiento y razón; de forma que ni nuestros sentimientos son puramente irracionales ni nuestra razón fría e insensible”[5]
III. Gobierno: el mayor reflejo de la falta de capital ético en México.
Otros que reflejan la falta de capital ético y porque “México y la ética no se llevan” es nuestro Sistema Judicial. El principal trabajo de este poder es el de aplicar una justicia redistributiva; es decir, su principal labor es inculpar a aquellos que cometen delitos y sancionarlos; ahora parece que ni eso pueden hacer. La justicia en México (totalmente invadido por la corrupción y la impunidad) parece ser inexistente; el gobierno se hermana con aquellos funcionarios que les conviene, o que son sus “amigos” y los protege ante situaciones donde merecen ser castigados. El caso más reciente y llamativo de esto es el de la Guardería ABC; es increíble que la Suprema Corte de Justicia admita que se violaron garantías en el caso, pero no logró encontrar a ningún responsable. Me parece una burla e incluso una falta de respeto a los papás de los niños que fueron víctimas de este caso de negligencia; “no puede haber un accidente donde hay una violación grave de garantías”[6]. Y como lo explicó de manera excelente la ensayista Geraldina González de la Vega “(esto equivale) a un árbitro que saca una tarjeta roja sin decir qué jugador la merece.” Lo importante aquí es que, si los ciudadanos acuden al sistema jurídico mexicano para exigir respuestas y estos se niegan a cooperar, ¿qué hacer entonces? Es un golpe fuertísimo para practicar la justicia y la democracia en México.
Por si fuera poco, los militares, policías y gobernantes completan su papel de villanos en la sociedad cuando incluso violan los derechos humanos de los propios ciudadanos. De estos casos podemos encontrar demasiados: indígenas asesinados en Guerrero por militares, la guerra contra el narcotráfico; incluso aquí en Guadalajara, el 28 de Mayo del 2004 varios grupos a favor de la homosexualidad y en contra del neoliberalismo salieron a las calles a manifestarse, aprovechando la atención que había en Guadalajara por la tercera Cumbre de Jefes de Estado de América Latina, el Caribe y Unión Europea. Los policías para pronto salieron a luchar y tratar de detener a estos manifestantes; al final, el saldo fue de 19 casos de tortura, 15 detenciones arbitrarias, 73 retenciones ilegales, 55 de tratos crueles, inhumanos y degradantes, y 73 casos de incomunicación[7]. Lo peor de todo es que destacadas figuras del ámbito político jalisciense como Ramírez Acuña, Emilio González, e incluso figuras de la Iglesia Católica inculparon a los manifestantes, y jamás aceptaron las denuncias por parte de las víctimas.
Conclusión:
Son muchos los sectores donde vemos la falta de ética de nuestros habitantes: política, empresas, instituciones, escuelas, pero el primer sector donde empieza la mentalidad de “tranzar” y donde se supone que debería de empezar la educación de la ética es en la familia. “La familia es el primer modelo de las sociedades políticas”[8]; es decir que la manera como los hijos se comportan en la familia es un adelanto de cómo se comportarán en la sociedad. Por eso es tan importante que el cambio empiece desde el núcleo de la sociedad: los niños. Además de todos los valores que se supone se deben inculcar en la familia, (honestidad, responsabilidad, respeto, tolerancia) se necesita que los niños tengan una enseñanza emotiva para ser felices, ser positivos, amar al prójimo; además de una ética del cuidado y un cumplimiento de la justicia. Podemos reajustar el sistema educativo para que la educación cívica tenga un papel más importante dentro del plan de estudios de la SEP; o que los exámenes valieran un porcentaje menor, ya que la mejor manera de aprender es por medio de tareas, no “macheteando” para un examen un día antes (además de que reduce las probabilidades de que los niños copien). Se pueden hacer varias modificaciones pero, si la nueva educación y mentalidad no comienzan por la familia, las demás modificaciones no tendrán mucho impacto. Nosotros como ciudadanos deberíamos darle más importancia a la educación familiar, incluso dar cursos a parejas que están apunto de ser padres, porque en caso de conseguir un capital ético, las consecuencias en los demás capitales serían impresionantes.
Bibliografía:
[1] Cortina, A. (2008). Ciudadanía: verdadera levadura de transformación social. México: Limusa.
2 Cortina, A. (2008). Ciudadanía: verdadera levadura de transformación social. México: Limusa.
[3] Cortina, A. (2008). Ciudadanía: verdadera levadura de transformación social. México: Limusa.
[4] Gilligan, C. (1982). In a different voice: Psychological theory and women's development. Cambridge, MA: Harvard University Press.
[5] Cortina, A. (2006). Principales teorías éticas. Monterrey: Antología de lecturas, ITESM.
[6] Félix, L. R. (s.f.). Movimiento por la justicia 5 de Junio- Hermosillo, Sonora. México. Recuperado el Junio de 2010, de http://www.movimiento5dejunio.org/abc/2010/06/22/lorenzo-ramos-felix-habla-sobre-amparo-a-socia-de-abc/
[7] Ortiz, J. H. (28 de Mayo de 2007). La Jornada Jalisco. Recuperado el Junio de 2010, de http://www.lajornadajalisco.com.mx/2007/05/28/index.php?section=opinion&article=002a1pol
[8] Rousseau, J. J. (1985). El Contrato Social. Altamira: Sarpe.
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