La situación actual de país es lamentable. Un Estado en el que en épocas arcaicas y olvidadas, unos 30 años atrás, hablando desde un punto de vista retrospectivo y de forma nostálgica, podía brindar un estado de paz y armonía a sus gobernados; se ha convertido en uno enfermo y moribundo, débil sin un enfoque definido y con pocas esperanzas de trascendencia.
El Estado mexicano, si es posible referirse a él como tal, ha perdido su ontologización gracias a sus deficientes gobernantes que han permitido que un grupo de personas se conviertan en los factores reales del poder. El Estado, como Hobbes dijo en su momento, debe de ser un Leviathan; es decir, un ente que monopolice el poder, quitándole ese derecho de guerra, que cada persona tiene y que por naturaleza utiliza para la obtención de los recursos necesarios para su supervivencia, a sus subordinados para garantizarles una convivencia armónica y la protección de su patrimonio. Sin embargo, parece ser que México en lugar de ser aquel Leviathan, por flaqueza e ingenuidad ha decidido ser un inofensivo “poodle”, el cual con una palabra de los grupos de poder, como los cárteles del narcotráfico, la Iglesia e individuos acaudalados, se sienta, brinca y hace “truquitos”. En otras palabras, el Estado Mexicano ha permitido que un grupo de personas mantengan esos derechos de guerra y hagan un uso arbitrario de los mismos, mientras que los que no fueron los suficientemente afortunados para mantenerlos ven con impotencia como sus derechos y su patrimonio les son arrebatados sin regulación alguna.
Esta pasividad, que tanto distingue a nuestro gobierno, ha originado graves consecuencias en nuestra sociedad. Los integrantes de la misma, habiendo sido infectados por el mismo mal que a su papá gobierno, irónicamente esperan que todos sus problemas les sean resueltos por él, siendo que aquel papá no es más que un simple neonato que ni siquiera les es posible vérselas por si mismo. Considerando dicha situación, es evidente su imposibilidad para constituirse como un Estado verdadero. Esto a su vez ha originado que la sociedad en lugar de crear personas íntegras creen semi-hombres, a los que se les enseña a no pensar y que la forma más sencilla de vida es depender del gobierno. Utilizo el término de semi-hombres porque, como dijo Aristóteles, el hombre es un animal racional, sin embargo ¿qué sucedería si a su concepto de hombre le es eliminado el elemento del raciocinio? Es aberrante.
Es necesario que el Estado mexicano recupere su fuerza y haga uso de ella para restablecer la paz y la armonía. Estoy consciente de las consecuencias lógicas de lo anterior, que es la creación de un Estado totalitario como el que existía informalmente en México durante los 70’s y 80’s. No obstante a los atropellos y las violaciones de los derechos del ciudadano que inevitablemente ocurrirán, es la única solución a la deplorable situación actual del país.
Jesús Jiménez
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