Por: Mariajose P
Las empresas son parte fundamental de nuestra sociedad, pues cada una incide fuertemente en la configuración ética de la misma. Por esto es importante recalcar el papel de sus directivos, pues en ellos reside la aplicación ética de las estrategias y acciones que van a seguir sus corporaciones así como la definición de una cultura organizacional que promueva valores para que todas las personas que la conforman, encuentren en ella su autorealización laboral.
En la actualidad estamos acostumbrados a vivir con corrupción, injusticias, falta de valores y equidad y a medir la utilidad de las empresas únicamente por su valor monetario. La explicación más fácil es debido a la falta de ética empresarial.
Todo sería muy diferente si como empresas nos enfocáramos y concentráramos en generar más empleos, cuidar la ecología y hacer las cosas bien. Es por esto que se necesita generar un nuevo marco ético cotidiano, con nuevos modelos de gestión, de dirección, de organización, orientadas hacia una sociedad sin supresión, solidaria.
En conclusión, para poder lograr una sociedad más ética, es necesario configurar y gestionar una cultura organizacional ética en cada empresa. Ya sea adecuando la cultura actual o formando una nueva, en la que todos los afectados tengan una participación activa, para lograr un cambio estructural sin contratiempos y que sea fácil de adaptar dentro de la empresa y también fuera de ella.
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