MARIA JOSÉ RIZO OLVERA
A01221974
Ética, persona y sociedad
Mas de alguna vez hemos escuchado esta frase como advertencia en el consumo de algún producto como lo es el alcohol o cigarros, inclusive la nueva versión que publicitan establecimientos comerciales como cierta tienda departamental que hasta cambió el sentido de esta línea que dice: nada con medida, todo con exceso, que en su afán de crear una mentalidad de consumo terminó reflejando una característica básica del ser humano y de nuestra sociedad.
La vida conforme han pasado los años se ha convertido en un ir y venir constante de pendientes, movimiento, trabajo, estrés, las aseguradoras han ganado más dinero protegiéndote; no de un grave accidente sino de las gastritis y ulceras que produce el apuro con el que vivimos todos los días. El exceso está presente en todos los aspectos de nuestra vida diaria, tratamos de comernos al mundo o él nos devora a nosotros primero?
El exceso se ha convertido en el protagonista de las actividades y situaciones a las cuales nos enfrentamos todos los días, seguramente más de alguno se sentirá identificado. Cuantas veces las tarjetas de crédito están hasta el límite y estamos todos endeudados y no sabremos qué hacer cuando llegue la factura a fin de mes. Cómo los anuncios publicitarios nos incitan a consumir cosas que ni necesitamos. En el asunto de la comida si consumimos alimentos que engordan, buenísimos nos enfermaremos, elevaremos nuestro nivel de colesterol, pero si no comemos más que lechuguita fresca seguramente acabaremos con una anemia terrible. O los que no ponen límites y tienes hijos rebeldes que no quieren hacer nada con su vida o los que ponen límites de más y dejan a su hijo todo tímido y traumado. No se diga de los adictos al trabajo que nunca ven a su familia o los que en algún momento decidieron empezar a beber o consumir alguna droga y ya no pudieron dejar de hacerlo. Inclusive en el campo del amor, como es posible pensar que tener el amor en exceso es malo, pues hasta en eso, si no se tiene cuidado, se pueden convertir en relaciones enfermas y de dependencia.
Todo esto no es más que el deseo de las personas a querer más y más, a nunca estar satisfecho, pero sobretodo a querer mas de aquello que nos produce placer o una salida rápida porque no sabemos decir, hasta aquí. Aristóteles tenía razón en afirmar que la felicidad se alcanza cuando las personas encuentran ese punto medio en las cosas que hacen y vuelven de ese valor un hábito y una virtud llamada templanza. La templanza es la virtud que nos dota de conciencia sobre lo que hacemos y nos permite tener un panorama amplio sobre los riegos, beneficios y oportunidades de nuestra vida. Es moderarnos y encontrar el equilibrio entre lo que nos produce placer y lo que tenemos que hacer. Para lograr esto tienes que empezar a buscar nuevos sentidos pero sobretodo no creer que los placeres que se venden en la televisión nos van a ser del todo felices. Tener templanza es dominar mis impulsos, saberme con la libertad de decidir y tener fuerza de voluntad, ser congruentes con nuestro modo de pensar y de actuar y seguramente eso nos hará mas felices y nos ahorrara muchísimas vergüenzas y frustraciones.
La vida es un conjunto de decisiones, si queremos que esas decisiones nos lleven al lugar exacto en donde queremos estar es importante, llevar una vida al punto, es decir una vida donde a través del orden, de conocer nuestras cualidades y defectos y donde veamos más allá de egoísmo podamos encontrar el camino menos empedrado hacia lo que realmente nos gusta y nos hace felices.
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