Varias han sido las pláticas que he tenido con diversos amigos, en las que cuestionamos la situación política, económica, social de nuestro país. Muchas inconformidades son expuestas, se apuntan varios núcleos causantes de la problemática del país, se dan soluciones para tener una mejor calidad de vida; sin embargo casi nunca se habla de métodos que pueden ser implementados por nosotros. Bien se puede tener una buena discusión sobre cómo estaría mejor el país, pero la mayoría de las veces buscando culpables y sin tomar en cuenta nuestras responsabilidades como ciudadanos.
Creo que el joven de hoy se da cuenta de su entorno y siente alguna inquietud sobre ello. Al joven de hoy le gusta plantear problemáticas. El joven actual está preocupado por las condiciones en las que vivirá en el futuro. Este razonamiento podría indicar que sólo estamos interesados en nuestro bienestar. Sin embargo, también estamos sensibilizados hacia las personas que no se encuentran en nuestra situación social, también nos inquietan las injusticias por las que pasan otros, por su bienestar. Reflexionamos sobre un país en donde no haya impunidad, donde la educación sea una de calidad, donde la inseguridad no sea el tema principal en los noticieros, donde la sociedad avanza en conjunto y el país crece en unidad. Nos encanta analizar en qué condiciones se vivirá en el futuro.
Lo triste es que no nos gusta tomar acción. Nos interesa más satisfacer nuestros gustos, tener pláticas con amigos, cumplir con la escuela como preparación para “ser alguien en la vida” (o debería decir en MÍ vida). Muy pocos buscan la manera de participar en el mejoramiento, algunos lo hacen si la oportunidad de hacerlo llega a las puertas de su casa. Quizá es porque “Es más fácil escribir diez volúmenes de principios filosóficos que poner en práctica uno solo de sus principios” (León Tolstoi).
Podemos tener mucho conocimiento filosófico, tener en claro principios éticos universales, pero hace falta tomar acción. Podemos aprovechar este curso como plataforma para involucrarnos en distintos ámbitos. Una vez que estemos poniendo en práctica nuestros conocimientos, servir como ejemplo para nuestras amistades, invitarlas a participar, exponerles los beneficios, para que después, ellos inviten a más y más gente. No hay que creer que la acción de uno solo no puede tener impacto, pues por uno se empieza. Les aseguro que si adquirimos el hábito, los resultados se empezarán a ver. Será difícil al principio, pero poco a poco nos iremos sensibilizando e iremos aportando más a la sociedad.
Es hora de pasar del joven reflexivo, al joven que hace.
Creo que el joven de hoy se da cuenta de su entorno y siente alguna inquietud sobre ello. Al joven de hoy le gusta plantear problemáticas. El joven actual está preocupado por las condiciones en las que vivirá en el futuro. Este razonamiento podría indicar que sólo estamos interesados en nuestro bienestar. Sin embargo, también estamos sensibilizados hacia las personas que no se encuentran en nuestra situación social, también nos inquietan las injusticias por las que pasan otros, por su bienestar. Reflexionamos sobre un país en donde no haya impunidad, donde la educación sea una de calidad, donde la inseguridad no sea el tema principal en los noticieros, donde la sociedad avanza en conjunto y el país crece en unidad. Nos encanta analizar en qué condiciones se vivirá en el futuro.
Lo triste es que no nos gusta tomar acción. Nos interesa más satisfacer nuestros gustos, tener pláticas con amigos, cumplir con la escuela como preparación para “ser alguien en la vida” (o debería decir en MÍ vida). Muy pocos buscan la manera de participar en el mejoramiento, algunos lo hacen si la oportunidad de hacerlo llega a las puertas de su casa. Quizá es porque “Es más fácil escribir diez volúmenes de principios filosóficos que poner en práctica uno solo de sus principios” (León Tolstoi).
Podemos tener mucho conocimiento filosófico, tener en claro principios éticos universales, pero hace falta tomar acción. Podemos aprovechar este curso como plataforma para involucrarnos en distintos ámbitos. Una vez que estemos poniendo en práctica nuestros conocimientos, servir como ejemplo para nuestras amistades, invitarlas a participar, exponerles los beneficios, para que después, ellos inviten a más y más gente. No hay que creer que la acción de uno solo no puede tener impacto, pues por uno se empieza. Les aseguro que si adquirimos el hábito, los resultados se empezarán a ver. Será difícil al principio, pero poco a poco nos iremos sensibilizando e iremos aportando más a la sociedad.
Es hora de pasar del joven reflexivo, al joven que hace.
Gustavo Alonso Martínez Ayala
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Este artículo de Gus me fascinó!! Interpela pero a la vez propone, visualiza el perfil de un joven que puede convertirse en factor de cambio para generar un mejor país.
ResponderEliminar¡Abrazos!
Alice.
Y la foto genial!
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