martes, 9 de mayo de 2017

Análisis del daño medio ambiental que se presenta debido al turismo convencional, con enfoque en su posible solución y los problemas éticos generados a partir de este.

David Hyram Hernández Medina
hyrmed@gmail.com
Análisis del daño medio ambiental que se presenta debido al turismo convencional, con enfoque en su posible solución y los problemas éticos generados a partir de este.

El propósito de este ensayo será mostrar las diferentes ventajas y desventajas, tanto medio-ambientales como sociales, que rodean al turismo convencional, analizar los problemas éticos que generan estas mismas; así como mostrar una posible solución que satisfaga, en buena medida, estos problemas. La tesis será: “El turismo ecológico es una posible solución a los problemas éticos causados por el turismo convencional en los ámbitos social y medio-ambiental.”
Para llevar a cabo este escrito, en primer lugar, se mostrará el impacto del turismo convencional en los ámbitos ambiental y social, tanto positivos como negativos, en segundo lugar, se mostrarán los problemas éticos que se crean y, finalmente, se analizará la cuestión para determinar si, en efecto, el turismo ecológico podría ayudar a solucionarlos.
Este tema es relevante pues las personas que viven a partir del turismo tienen derecho a una vida digna. Un derecho que emana del mismo hecho de ser personas. Sin embargo ¿qué es lo que sucede si este interfiere con el futuro de nuestro planeta y lo que habrá para futuras generaciones?
En el desarrollo social el impacto será la evolución de nuestra sociedad hacia un posible futuro en armonía con el medio ambiente.      

Palabras clave:
Ecología, desarrollo sustentable, justicia, dignidad, turismo

            “De acuerdo con un estudio realizado por: Organización Mundial del Turismo (OMT) y el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) se identificó que el turismo aporta una buena cantidad de recursos economía de las naciones” (Mercado, 2012) no siendo México la excepción. En las últimas décadas el turismo ha fungido como un impulsor de la economía nacional, a tal grado que, en 2015, este sector constituyó el 8.7% del producto interno bruto nacional (INEGI,2015) dejando una derrama económica de 16 mil millones de dólares gracias a los 28 millones de visitantes que visitaron nuestro país, con un gasto aproximado de 72 dólares por día (Informador, 2015), un número bastante considerable.
 Este sector provoca grandes modificaciones en las comunidades, al generar cambios en la infraestructura, como podrían ser: construcción de nuevas vías de comunicación, mejora en los servicios públicos, y generación de empleos, siendo que a este respecto se “generan aproximadamente 7.5 millones de empleos” (Mercado, 2012) a nivel nacional a raíz de esta industria. Esto conlleva grandes beneficios a las comunidades residentes en las zonas turísticas del país, pues con una mejor economía, su calidad de vida se incrementa, esto incluyendo: mejoras en las escuelas, en las zonas residenciales, en alimentación, etc.
 Pero con un gran beneficio también se lleva una gran responsabilidad, y con esto me refiero a la responsabilidad medioambiental. México tiene grandes problemas en lo que respecta a este asunto. Dentro de nuestra cultura no existe implícito un respeto hacia la naturaleza, en lugar de ello pensamos más en metas a corto plazo con beneficios económicos directos. A raíz de este tipo de mentalidad se han dado algunas situaciones de notoriedad como por ejemplo “la creación de desarrollos sin planeación, con metas a corto plazo y establecidas sólo para atraer la inversión extranjera, sin importar las consecuencias sobre el ambiente y sobre la gente. Con un turismo de masas creciendo a ritmo tan acelerado, la depredación del capital natural de los ecosistemas está acabando con el valor de las zonas y, por lo tanto, con la riqueza y bienestar de las comunidades.” (Greenpeace, 2016) Esta depredación del capital natural se aprecia muy en particular en la destrucción de zonas naturales para proveer espacio a zonas hoteleras o inmobiliarias, como el manglar de Tajamar, que fue vendido por el gobierno mexicano en dos mil 40 millones de pesos para dar lugar a la devastación de 57 hectáreas que posteriormente se convertirían en un desarrollo inmobiliario (Greenpeace, 2016).
El principal atractivo turístico de nuestro país son nuestros ecosistemas tan variados y flora y fauna silvestre. ¿No es contradictorio que, para tratar de atraer más inversión, vayamos mermando poco a poco nuestro principal atractivo? Y esto hablando sólo en términos turísticos, a nivel económico la destrucción de ecosistemas como los manglares, por ejemplo, genera una mayor pérdida que ganancia, pues, al fungir como barreras contra huracanes, evitan la colisión directa con centros urbanos costeros; sin ellos, los daños en temporada de huracanes se ven incrementados exponencialmente. En otras palabras: “El gobierno mexicano gasta más en prevenir o remediar la degradación ambiental que las supuestas ganancias que obtiene de la comercialización de terrenos y que al final, representan pérdidas para el país y sólo un beneficio económico para los desarrolladores y las inmobiliarias” (Greenpeace, 2016).
            Ahora que ya se entiende un poco del contexto de los impactos que tiene el turismo convencional y, sobre todo, se ha esclarecido la idea de que es esencial tomar en cuenta a nuestro medio ambiente para poder dejar algo a nuestras generaciones futuras, es necesario hablar de soluciones a este problema de desarrollo sustentable. ¿Podría ser una solución el reducir el turismo para poder tener un menor impacto en nuestros ecosistemas? Es aquí donde inicia un grave dilema ético.
            Si se redujera la cantidad de turistas que visitan nuestro país año con año, así como el mismo turismo interno, los niveles de contaminación generados bajarían considerablemente. Iniciando desde la disminución en el dióxido de carbono generado por los medios de transporte, pasando por la baja en la cantidad de basura y desechos generados en las zonas turísticas hasta llegar, en última instancia, a la detención de proyectos de infraestructura que destruyen en estos momentos las riquezas naturales de nuestro país. A la larga esto generaría un gran impacto medioambiental que beneficiaría a un enorme porcentaje de personas, no sólo de nuestro país, sino de todo el globo. Sin embargo, ¿qué pasaría con las millones de personas que viven y se benefician a partir de actividades relacionadas con el sector turístico? ¿Sería justo para estas personas que sacrifiquemos su derecho a una vida digna por un bien “mayor”?
            Todos los humanos nacemos con igualdad de derechos y dignidad, entendiéndose que igualdad de derechos se refiere a que todos, por el hecho de ser humanos, nacemos con un conjunto de derechos universales conocidos como derechos humanos, los cuales son iguales para todas las personas y son garantizados por todos los órganos legales del planeta ACNUDH. (2017); y dignidad entendiéndose como el valor intrínseco que hace valiosos a los humanos, haciéndolos únicos e irrepetibles (Rachels, 2006, 204). Estos dos conceptos se han plasmado en documentos de suma importancia para la sociedad, tales como la Declaración de los Derechos Humanos, en la que se establecen los derechos básicos que toda persona posee por el simple hecho de serlo y haber nacido.
 -[En la Declaración de los derechos humanos]” De acuerdo con el artículo primero “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos (…)”. Igualmente, de acuerdo con el artículo 22 “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a (…) la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”. Finalmente, el artículo 23(3) establece que “Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana (…)”. “(Aguirre-Pabón, 2011, 53)
En caso de que estas personas vivieran del turismo, y su trabajo fuera remunerado más pobremente debido a la baja en el mismo, ¿no se estaría atentando contra estos derechos y por consiguiente contra su dignidad misma? Pues finalmente se estarían truncando su posibilidad de vivir una vida digna que les permitiría estudiar y cultivarse, y por ende se atentaría contra el libre desarrollo de su personalidad y su mente, en palabras del autor Gerardo Reyes “las letras no entran cuando se tiene hambre”.
            Inclusive se podría considerar que se atenta contra la vida misma de este sector de la población pues:
“de acuerdo con la Corte Interamericana de Derechos humanos, el derecho a la vida “incluye no solamente el derecho de cada ser humano a no ser privado de su vida arbitrariamente, sino también el derecho a no ser impedido de tener acceso a las condiciones que garanticen una existencia digna” (Aguirre-Pabón,2011,57)
            Ahora bien, si ya hemos visto que estaríamos atentando contra los derechos de estas personas, regresemos a nuestra pregunta inicial. ¿Sería justo?
            La justicia en si tiene numerosos significados, pero “Desde una perspectiva sociológica la justicia significa igualdad de oportunidades, superación de distancias y liberación de situaciones humillantes, denuncia del orden establecido y compromiso para el cambio de estructuras generadoras de desigualdades.” (Gil Martínez, 1998, 151). Basándonos en esta definición, se podría decir que, al privar a los habitantes de las zonas costeras de ciertas posibilidades, no tendríamos igualdad de oportunidades. Muy por el contrario, tendríamos una situación que se podría llegar a considerar de humillación para con las personas en cuestión, ya que se les estaría considerando menos que los demás y poniendo en una condición de desigualdad total.
            Llegado a este punto se podría pensar incluso que se está transgrediendo el principio kantiano de tomar a los demás como un fin y no como un medio. Situación que va en contra de la justicia misma pues “En sus diversas formas, la justicia expresa una profunda y unitaria exigencia de que todo ser humano sea reconocido y tratado como principio absoluto de sus propios actos, otorgándole valor de fin y no de simple medio o instrumento” (Gil Martínez, 1998, 152)
            Pensando un poco en lo que sería la implementación de las políticas que reducirían el turismo, estas serían impuestas por organismo gubernamentales que deliberarían y en última instancia tomarían la decisión de llevarlas a cabo. No obstante, las instituciones políticas, para poder actuar justamente deben buscar un bien común y no el de unos cuantos (Gil Martínez, 1998, 151) por lo que el mismo gobierno estaría actuando injustamente al tomar la decisión en función de un balance costo-beneficio, y no pensando en el bienestar general.
            Se podría resumir, entonces, que, en caso de disminuir el turismo, la situación no sería justa para aquellas personas que viven de ella, ni política ni socialmente. Dicho esto, ¿debemos quedarnos cruzados de brazos, mientras nuestro planeta se ve mermado, para no atentar contra nuestros iguales? Creo yo que existe una posible solución a este problema que evitaría el dilema ético generado por la anterior propuesta: el turismo ecológico.
            El turismo ecológico es un nuevo modelo que promueve que las personas convivan en armonía con la naturaleza más que acabar con ella. Procura minimizar al máximo su impacto medioambiental, así como apoyar a las culturas autóctonas y a los centros de conservación de flora y fauna. (Organización mundial del turismo, 2017)
            Este nuevo modelo apoya por tanto que “La relación entre hombre y naturaleza no debe ser de dominio incontrolado, sino de cuidado y de inteligente administración. La relación entre hombre y naturaleza no debe ser de exclusión: o una u otra, sino de colaboración, de simbiosis, de cooperación. “(Ballesteros, 1995, 34) ¿Por qué? Por lo que ya se ha mencionado. Nosotros, como seres humanos vivimos de la naturaleza, necesitamos de ella para poder obtener todas y cada una de nuestras materias primas, oxígeno incluido, y por tanto, además de procurar dañarla lo menos posible, tenemos una obligación de cuidado para garantizar así, nuestra propia supervivencia, incluso debemos tener consideración por aquellas áreas en las que no tenemos un control, como las selvas vírgenes o los bosques, pues estas son en última instancia las que nos proporcionan con aire puro. (Ballesteros, 1995, 38) Esto es lo que se conoce como sustentabilidad.
            Hablar de sustentabilidad es hablar de una ética ambiental. Esta tiene su base en el desarrollo sustentable, y por lo tanto comparten una visión y una serie de creencias para poder conducir a una sociedad en el camino correcto hacia un modelo sustentable.
 “Los principios del desarrollo sostenible parten de la percepción del mundo como una sola tierra con un futuro común para la humanidad. “(Galano et. Al., 2002, 3) es decir, debemos pensar en que sólo existe un planeta y también en qué estado lo dejamos a todos los futuros habitantes de nuestro mundo, no únicamente a nuestros más cercanos. Para lograr este escenario utópico en el que todas las personas comiencen a pensar de este modo, se deben seguir los principios de la ética ambiental que, de algún modo, “orienta los procesos y comportamientos sociales hacia un futuro justo y sustentable para toda la humanidad.” (Galano et. Al., 2002, 3) pues promueve la construcción de una nueva forma de pensar orientada, entre otras cosas, hacia la creación de nuevos sistemas económicos que hagan posible una reestructuración en los sistemas de producción, entre los que se encuentra el turístico, que puedan hacer viables estilos de vida sustentables. (Galano et. Al., 2002, 3) además de promover un cambio que nos permita ver la tierra como algo más que una fuente de ingreso. 
            Vemos pues, que debemos cambiar nuestra forma de pensar para poder implementar un sentido ecológico a nuestras vidas, incluidas nuestras costumbres en el momento de vacacionar. Sin embargo, la implementación de estos modelos se ve aún muy lejanos pues “continúa predominando el viejo esquema utilitario, bajo la égida de demandas reales o imaginarias y donde la naturaleza es vista simplemente como un baúl de recursos a ser explotados, mucho más en función del presente que del futuro” (Mendes dos Santos, 2003, 5). Sin una actitud consciente del ciudadano común, la idea de sustentabilidad no pasará de ser más que eso, una idea. (Mendes dos Santos, 2003, 5) Se debe actuar para poder llevar a cabo este tipo de cambios que no aplican, únicamente, en el ámbito turístico, pues este se vería como uno de los últimos afectados. El cambio en la mentalidad afectaría a todo y a todos, es por esto que es tan necesario.
El turismo convencional, a pesar de dejar una derrama económica considerable para el país y contribuir con un buen porcentaje de su PIB, genera también un impacto ambiental negativo. Esto debido a la gran contaminación generada así como a la destrucción de áreas naturales para la construcción de infraestructura turística.
Una posible solución a este impacto ambiental es la reducción del turismo, pero esto tendría repercusiones negativas sobre los pobladores que viven de esta actividad. No sería justo para ellos. La justicia tiene como cualidad particular que todos los seres humanos somos iguales, valemos lo mismo y se debe buscar un bien conjunto, no individual, así, al tomar decisiones que los afectaran no estaríamos siendo justos e incluso, estaríamos transgrediendo sus derechos, los vetaríamos del derecho a una buena remuneración económica y por tanto a la capacidad de llevar una vida digna.
Por tanto, es necesario encontrar otra solución, una que pueda satisfacer un desarrollo sustentable del turismo y que sea justo con el porcentaje de la población que vive de él. Esta podría ser el turismo ecológico, que pretende reducir al mínimo el impacto ambiental.
Sin embargo, esta situación está lejos de ser implementada, pues aún existe una tendencia a un utilitarismo industrial, que puede ser entendido como una filosofía que ve por el mayor bien de las empresas más que por la sociedad, y que continúa viendo a la naturaleza como una fuente de ingresos a corto plazo y sigue despreciando a la ética ambiental, que basada en la sustentabilidad, promueve un cambio en los sistemas políticos, sociales y económicos, así como en la forma de pensar de la sociedad para, de esta manera, poder dejar atrás la situación de abuso en la que estemos viviendo, y entrar a una nueva etapa en la que el hombre tome conciencia de su relación de simbiosis directa con el entorno y comience a cuidar de la naturaleza, ya no como dueño, si no como su protector y siempre con un enfoque hacia el futuro y el bien común. 

















Referencias básicas:
1.      Aguirre-Pabón, J. O. (2011). DIGNIDAD, DERECHOS HUMANOS Y LA FILOSOFÍA PRÁCTICA DE KANT. Vniversitas,  45-74. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=82522608003
2.      Ballesteros, J. (1995) Ecologismo personalista. Madrid: Tecnos
3.      Galano, C., Curi, M., Motomura, O., Porto Gonçalves, C., Silva, M., Ángel, F., Ángel, f., Borrero, J.M… Leff, Enrique. (2002). MANIFIESTO POR LA VIDA POR UNA ÉTICA PARA LA SUSTENTABILIDAD. Ambiente & Sociedade. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=31713416012
4.      Gil Martínez, R. (1998) Valores Humanos y desarrollo personal. Madrid: Editorial Escuela Española.
5.      Mendes dos Santos, G. (2003). Sustentabilidad sin bioética no se sustenta. Interciencia, 28.  Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33907601
6.      Rachels, J. (2006) Introducción a la filosofía moral. México: Fondo de cultura económica.

Referencias complementarias:
  • ACNUDH. (2017). ¿Qué son los derechos humanos? Recuperado 25 Abril, 2017, desde http://www.ohchr.org/SP/Issues/Pages/WhatareHumanRights.aspx
  • EL INFORMADOR. (2015). EL Turismo deja 16 mil MDD de derrama económica en 2014. Recuperado 11 Febrero, 2017, desde http://www.informador.com.mx/economia/2015/568206/6/turismo-deja-16-mil-mdd-de-derrama-economica-en-2014.htm
  • Greenpeace mexico. (2016). Turismo Depredador. Recuperado 11 Febrero, 2017, desde http://www.greenpeace.org/mexico/es/Campanas/Oceanos-y-costas/Que-amenaza-a-nuestros-oceanos/Turismo-depredador/
  • Greenpeace mexico. (2016). ¿Cuánto cuesta un manglar?. Retrieved 11 Febrero, 2017, from http://www.greenpeace.org/mexico/es/Noticias/2016/Enero/Cuanto-cuesta-un-manglar/
  • Inegi. (2015). PIB y cuentas nacionales Turismo. Recuperado 11 Febrero, 2017, desde http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/cn/tur/
  • Mercado Vargas, H. (2012). "EL TURISMO Y SU IMPACTO EN LA ECONOMÍA DE MÉXICO Y DEL ESTADO DE MICHOACÁN". Recuperado 11 Febrero, 2017, desde http://www.eumed.net/rev/turydes/12/mvpc.html
  • Organización mundial del turismo. (2017). Ecoturismo y Áreas protegidas. Retrieved 13 February, 2002, from http://sdt.unwto.org/es/content/ecoturismo-y-areas-protegidas


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