martes, 9 de mayo de 2017

Responsabilidad de las y los diseñadores en nuestra sociedad

Paloma Morán Palomar

Introducción
Responsabilidad social y diseño son dos temas que, por muy distantes que parezcan, están ligados de manera estrecha, ya que una idea o un diseño tiene la capacidad de llegar a millones de personas. Es por ello que los diseñadores somos responsables de actuar sobre las problemáticas sociales de nuestra actualidad, dejar de ver sólo por el ámbito empresarial y económico y comenzar a involucrarnos en causas sociales, en las situaciones actuales que verdaderamente merecen nuestra atención, los problemas que realmente merecen ser resueltos. “En este marco, la actuación del diseñador debe llevar a otros a movilizar sus capacidades en la búsqueda de su desarrollo y bienestar, debe siempre considerar que su trabajo puede incidir incluso sobre la forma de pensar o de ser de las personas; de allí su responsabilidad” (Gómez, 2014, p. 4).
Actualmente, existen sectores sociales desfavorecidos por sus condiciones económicas, físicas y sociales, tales como las personas con discapacidades, las personas indígenas, las personas ancianas y los niños, que cuentan con necesidades especiales, y es deber de los diseñadores ver por su bienestar y su dignidad humana e incluir dichas problemáticas en su agenda. Es posible que mediante proyectos de diseño se favorezca el desarrollo social, de manera que con nuestras acciones aportemos a un cambio en la forma de pensar de las personas y las empresas, creando así una cultura de responsabilidad social.

Palabras clave
Diseño, Desarrollo social, Desigualdad, Responsabilidad social, Ética.

Responsabilidad de las y los diseñadores en nuestra sociedad
Desarrollo
Los diseñadores industriales tenemos en nuestras manos el poder de alcanzar a una gran cantidad de personas a través de los objetos que diseñamos, por lo tanto nuestra labor no puede verse ajena a las problemáticas sociales de nuestro contexto. 
“Las crisis económicas, los cambios en el mercado laboral, los altos índices de desempleo, la inseguridad, la pobreza, la falta de inclusión productiva de algunas regiones, el envejecimiento de la población, incluso las consecuencias derivadas del cambio climático, redundan en problemáticas sociales que generan tensión frente a la imponente realidad de mercado, en muchos casos excluyente; de modo que se hace necesario revisar el rol del diseñador frente a estas situaciones que cada vez están generando una demanda de soluciones con alto valor social y cultural” (Gómez, 2014, p.3).
Hoy en día, existen diversas problemáticas tanto en nuestro país como a nivel internacional, pasarlas por alto o dar por hecho que alguien más se encargará de resolverlas e ignorar que somos parte del problema no nos exime de responsabilidad ante ellas. Las personas debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad ante cada situación y debemos tener la capacidad de identificar las áreas de oportunidad para actuar de acuerdo a nuestras capacidades. Es por ello que es importante visualizarnos “desde el enfoque acerca de qué estamos diseñando, pero también de cómo estamos diseñando, cómo gestionamos estos diseños, qué conciencia tenemos acerca de los intereses de para quién se diseña, y si existe un compromiso responsable con los efectos, sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales que generan estos diseños, desde la perspectiva de su producción, su uso y desuso” (Barrera, 2004, p. 4). Es necesario tomar en cuenta todos los factores involucrados en el proceso de desarrollo de un producto, desde la ideación hasta la producción, e incluso hasta el fin de vida de los productos, ya que en cada una de estas etapas, distintas personas se ven afectadas de manera directa e indirecta.
Por esta razón, los diseñadores industriales tenemos la responsabilidad de actuar en bien de la sociedad, no sólo generando valor económico, sino siendo actores que contribuyan a una mejor sociedad y al desarrollo integral de las personas. “Para algunos es suficiente que los diseños respondan a la demanda del mercado, para otros es importante que centremos nuestros esfuerzos en contribuir en la solución de las grandes problemáticas del país, mientras que algunos diseñadores piensan que el aporte está en la creación de empresa que genera empleo y aporta en la dinamización de la economía del país” (Barrera, 2004, p. 4).
De acuerdo a la ética utilitarista, actuar de manera correcta sería actuar de forma tal que generemos el mayor bien para el mayor número de personas. Es aquí donde debemos preguntarnos, ¿cuál es el mayor bien que se puede generar a partir del diseño? ¿Es el empleo de personas, el aporte a la economía, la satisfacción de necesidades de ciertas clases sociales?
“Bentham argumentó que hay un principio moral fundamental: el principio de utilidad. Este principio nos exige que, cuando tengamos que elegir entre diferentes acciones o políticas sociales, debemos elegir aquella que tenga las mejores consecuencias globales para todos los afectados” (Rachels, 2006, p. 148). Partiendo de esta lógica, se puede justificar el hecho de invadir un país con fuerzas militares, ya que esto traerá beneficios económicos y políticos para un mayor número de personas. Por lo tanto, el diseño y desarrollo de productos de la industria armamentística es completamente justificable, debido a que de manera directa estará contribuyendo a otra acción que traerá mayores beneficios a largo plazo y de manera global. 
Sin embargo, el mismo utilitarismo afirma que deben ser consideradas todas las personas afectadas por una acción, para entonces decidir cuál es la forma correcta de actuar. “Al decidir qué hacer, debemos, por tanto, preguntar qué curso de conducta promovería la mayor felicidad para todos aquellos que serán afectados. La moral requiere que hagamos lo que sea lo mejor desde ese punto de vista” (Rachels, 2006, p. 150). Aún así, existen problemáticas a las que el enfoque utilitarista no alcanza a englobar y, entonces, la situación del “mayor bien” se ve sustituida por “el menor daño”, dando por hecho que habrá una división entre personas afectadas y personas favorecidas. “Tendremos que reconocer […] que el utilitarismo es incapaz de percibir que los vínculos personales cuentan más que los elementos de la utilidad social; que el utilitarismo simplemente piensa en la cantidad de placer o felicidad en abstracto, en lugar de pensar en las personas a las que hará felices o infelices” (Álvarez, 2009, p.151).
Entonces, abrigarnos bajo un enfoque utilitarista sólo porque es conveniente a nuestro favor, es actuar de manera irresponsable. En cuanto a las guerras, los diseñadores hemos estado jugando un papel en la sombra, de manera discreta: el diseño y desarrollo de armas. Es verdad que un arma no es responsable de muerte alguna, sino la persona que dispara. Pero, ¿no sería igual de responsable la persona que, consciente del uso final del objeto, colaboró a tangibilizar la idea de un arma? “Es pertinente reconocer el papel de la ética en la evaluación de los desarrollos científicos-tecnológicos, toda vez que -tanto la ciencia como la tecnología- son, al final, productos de prácticas humanas. Es decir, como actividades sociales, tienen fines, intereses y encierran determinados valores” (Ledesma, 2012, p.16)
Muchas veces, se piensa, erróneamente, que la aportación del diseño radica en la comercialización de bienes y la generación de capital, de ahí que “el diseño entendido como herramienta de estrategia comercial produjo efectos secundarios no previstos: la obsolescencia programada y los productos hiper-especializados de usar y tirar” (Mañach, s.f., p.1). Debemos cuestionarnos si estas prácticas en realidad favorecen al desarrollo social o simplemente cumplen con el deber de generar ingresos para las empresas y están siendo, de nuevo, egoístas y cerrados al mundo de la conveniencia, de lo que para un individuo es favorecedor, pero para otros es dañino o simplemente irrelevante.
Como se menciona en el Código de Ética Profesional escrito por el ICSID (International Council of Societies of Industrial Design), “los diseñadores considerarán toda la cadena de valor, desde la producción hasta la venta y uso del producto. Los diseñadores reconocen que la humanización de la tecnología, la idea, el uso e incluso el disfrute del producto son parte de sus responsabilidad” (icsid, 2010, p. 2). Esto nos da a entender que los diseñadores industriales tenemos un deber más allá de la materialización de ideas, pero que este deber se encuentra en ellas,  en desarrollarlas de manera consciente. “Las organizaciones no deben tener como único objetivo la generación de bienes económicos para los empresarios, sino que deben generar beneficios para las comunidades a la cuales pertenecen” (Barrera, 2004, p.2)
Dentro de las problemáticas sociales en las que el diseño participa, se encuentra la desigualdad y la pobreza extrema que se viven en muchos países como México, ya que el diseño ha sido percibido durante mucho tiempo como un lujo, y no como un factor que puede beneficiar a los menos favorecidos. “El diseño es un lujo del que solo goza una pequeña camarilla que constituye la «élite» tecnológica, adinerada y cultural de cada nación. Las herramientas, camas, viviendas, escuelas, hospitales de que dispone el 90 por ciento de la población india nativa que vive en las «tierras altas» no han estado nunca cercanas al tablero de proyectos o la mesa de trabajo del diseñador” (Papanek, 1984, p. 72). Esto ha sido provocado principalmente por la ignorancia en cuanto a necesidades de las personas, “alimento, abrigo y vestido: de esta forma hemos descrito siempre las necesidades básicas del hombre; con el aumento de sofisticación hemos añadido: herramientas y máquinas. Pero el hombre tiene más necesidades básicas que el alimento, abrigo y vestido” (Papanek, 1984, p. 69), estas necesidades son las que garantizan los Derechos Humanos de las personas, y son problemáticas que aún se ven lejanas en el diseño industrial. 
Según la pirámide de necesidades de Maslow, las necesidades principales que una persona debe cubrir, son las fisiológicas; una vez cumplidas estas necesidades, las personas pueden aspirar a realizarse en otros niveles de necesidades. Esto nos lleva a pensar en si es más ético o más noble diseñar para proporcionar las necesidades básicas a quienes no las tienen, o diseñar para ayudar a personas de otras clases sociales a cumplir sus metas de reconocimiento o autorrealización. Ambas labores, están contribuyendo al desarrollo integral de las personas y al reconocimiento de la dignidad de éstas, por lo que diseñar para solucionar problemas de cualquiera de estos ámbitos puede ser considerado como un acto moralmente correcto. Sin embargo, viendo esta situación desde una perspectiva más amplia y global, podríamos jerarquizar el diseño de la misma manera que Maslow hace con las necesidades, poniendo como prioridad a las problemáticas que necesitan mayor atención en un contexto específico.
En México, la desigualdad social y económica es muy marcada, lo que genera una mayor necesidad en el involucramiento de los diseñadores en la vida cotidiana de todas las personas, no solo de quienes cuentan con el poder adquisitivo suficiente para acceder a objetos caros. “[En México] al 1% más rico le corresponde un 21% de los ingresos totales de la nación. El Global Wealth Report 2014 señala, por su parte, que el 10% más rico de México concentra el 64.4% de toda la riqueza del país. Otro reporte de Wealth Insight afirma que la riqueza de los millonarios mexicanos excede y por mucho a las fortunas de otros en el resto del mundo. La cantidad de millonarios en México creció en 32% entre 2007 y 2012. En el resto del mundo y en ese mismo periodo, disminuyó un 0.3%” (Esquivel, 2015, p. 7). Esto nos lleva a pensar en la gran fracción de la población a la que se deja aislada del diseño, y las prioridades de los diseñadores a la hora de evaluar los problemas a solucionar.
Otra problemática en la que el mundo del diseño participa constantemente de forma activa, es la degradación del medio ambiente. “Durante más o menos los primeros diez millones de años hemos dado por sentada la existencia del aire limpio y el agua limpia, pero hoy en día el cuadro ha cambiado drásticamente. Aunque son muy complejas las razones que han dado lugar al aire envenenado que respiramos y a los ríos y lagos contaminados, es preciso admitir que el diseñador industrial, y la industria en general, son corresponsables sin lugar a dudas de esta detestable situación” (Papanek, 1984, p. 69). Encontramos, entonces, otra situación en la que los diseñadores hemos permanecido ocultos y por lo tanto, en la que hemos tomado poca conciencia del alcance que nuestras decisiones pueden tener.
Esta problemática está ligada estrechamente con el respeto hacia los individuos y hacia nuestro ecosistema en general, ya que al dañarlo por actuar de manera irresponsable, también estamos atentando contra el bienestar de millones de seres vivos y, por lo tanto, estamos actuando de forma moralmente incorrecta. Como diseñadores, deberíamos optar por alternativas que optimicen los recursos y provoquen cada vez menos daño a nuestro ecosistema, por ejemplo el reciclaje, la reducción en la producción de plásticos y la manufactura con uso de energías renovables.
En el área de la sustentabilidad, también debe tomarse en cuenta el abuso animal que distintas industrias viven de manera habitual y sin consecuencia alguna. Me refiero a quienes experimentan con animales para el desarrollo de nuevos productos y tecnologías y a quienes los utilizan como materia prima para la fabricación de objetos vendibles. “En tanto que el bienestar de otros animales sea afectado por nuestra conducta, tenemos un estricto deber moral de tomarlo en cuenta, y su sufrimiento cuenta igual que el de cualquier sufrimiento similar experimentado por un ser humano” (Rachels, 2006, p. 159).
“El diseñador-planificador es responsable de casi todos nuestros productos y herramientas y de casi todas nuestras equivocaciones ecológicas. Es responsable por mala fe o por descuido, por haber despreciado sus posibilidades creativas responsables, por «no querer meterse en líos», o por querer «salir adelante como sea»” (Papanek, 1984, p. 69). Como diseñadores podemos contribuir a generar una cultura de ecología y respeto a la naturaleza, donde las personas nos deslindemos del antropocentrismo y comencemos a tomar consciencia del lugar que ocupamos en el mundo.
Es por ello que es importante que se enseñe el diseño desde una perspectiva ética, tomando en cuenta el poder que los diseñadores tenemos sobre la población y el alcance que nuestras acciones pueden tener en los individuos, en una comunidad, en el medio ambiente y en la educación. “La manera en que el diseño se va difundiendo como disciplina en México, se va reestructurando, ya que tiene que plantear una estrategia con enfoque de innovación social; y esto es porque cada objeto diseñado va penetrando en la sociedad, llegan a cualquier rincón y a cualquier persona, impactan en la vida de los seres humanos a través de un vínculo entre la cultura y la manera en la que la sociedad se relaciona a través desde la incidencia de estos objetos” (Villareal, 2015, p. 54).

Conclusiones
En conclusión, puedo decir que el papel del diseñador industrial en la sociedad es realmente importante debido al alcance que pueden tener las ideas. Ahí es donde radica la responsabilidad social en el diseño. Debemos ser muy cuidadosos durante todas las etapas del desarrollo del diseño, desde la detección de problemas a solucionar, la ideación, conceptualización y proceso creativo, hasta la producción, distribución, uso y deshecho de los objetos diseñados.
Creo que este tema es fundamental en cuanto a la dignidad humana, ya que como diseñadores deberíamos ver por el respeto de los Derechos Humanos y aportar por medio de acciones para garantizarlos a poblaciones vulnerables. De esta manera, el diseño industrial cobra un nuevo sentido, como un generador de bienestar humano.
También se debe actuar de manera ética por el beneficio de la mayoría, dejar de diseñar para el 1% de la población y comenzar a actuar por causas importantes, luchar contra la desigualdad y contribuir al medio ambiente, porque creo que cualquiera que tenga la oportunidad de hacer algo bueno por la sociedad, tiene la responsabilidad de hacerlo. Los diseñadores tenemos oportunidades de hacer un impacto en las personas todo el tiempo, está en nosotros decidir de qué manera lo haremos.

Referencias
Bibliografía básica:
Álvarez, I. 2009. Utilitarismo y derechos humanos. Plaza y Valdés editores: Madrid.
Barrera, G. 2004. Diseño con responsabilidad social. Primer Encuentro Nacional de Investigación en Diseño. Universidad Icesi. Recuperado de: https://www.icesi.edu.co/disenohoy/memorias/Barrera.pdf
ICSID. Abril de 2010. Code of professional ethics. Recuperado de: http://www.alliance-francaise-des-designers.org/media/14082/Icsid_Code%20of%20Ethics.pdf
Ledesma, E. 2012. Ética y valores 2. ST Editorial: México.
Papanek, V. 1984. Diseñar para el mundo real. Pollen: Barcelona.
Rachels, J. 2006. Introducción a la filosofía moral. Fondo de Cultura Económica: México.

Bibliografía complementaria:
Esquivel, G. Junio de 2015. Desigualdad extrema en México. OXFAM.
Gómez, Y. 2014. Diseño, responsabilidad social y desarrollo local. Recuperado de: http://www.creatividadysociedad.com/articulos/22/17_Gomez_Barrera.pdf
Mañach, A. (s.f.). Diseño y ética: una relación para cambiar el mundo. Recuperado de: http://www.esdi.es/content/pdf/article-toni-manach.pdf

Villareal, M. Junio de 2015. La responsabilidad social en la profesión del diseño industrial. Universidad Autónoma de Nuevo León. Recuperado de: http://eprints.uanl.mx/9719/1/1080259508.pdf

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