lunes, 2 de mayo de 2016

Vida en Prisión

Benjamín Rubio Anguiano
A01630034
“Lo gracioso es que estando afuera de prisión era un hombre honrado, recto como una flecha. Tuve que entrar en prisión para convertirme en un criminal.”                  - King & Darabont (1994)
Vida en Prisión
Abstract
Actualmente, pensando en México, vivimos en una sociedad donde se construyen prisiones como se construyen condominios o departamentos. En realidad, muchas de las prisiones actuales se han construido para que los presos “VIP” tengas más comodidades y lujos de los que podrían tener afuera. Muchas veces se dice que se encarcela a ciertas personas por protección, para que no sean asesinadas, así mismo, muchos rumores aseguran que las nuevas prisiones están equipadas con túneles de escape de los cuales se niega ante las redes de comunicación.
Cuando hablamos de prisiones, cualquier persona puede tener su punto de vista, hay personas y enfoques a favor de que las personas sean castigadas siendo encerradas cuando cometen un crimen, y hay personas que opinan que es inhumano lo que hacen dentro de las prisiones y por ende, que estas instalaciones deberían ser cerradas. Además siempre se ha cuestionado si las prisiones son para castigar a las personas o para tratar de reintegrarlas a la sociedad.
Quise empezar este ensayo con la frase de la película Sueños de fuga porque, como lo dice el personaje principal de la película “Andy Dufresne”, muchas veces las personas se corrompen aún más cuando están dentro que cuando están fuera. ¿Qué es lo que ocasiona que este fenómeno suceda? Aunque claro, no siempre se cumple esta norma, ya que hay muchos casos de personas que se han superado estando dentro, tal vez hasta han terminado sus estudios, pero esos casos son contados, la realidad es muy diferente. Las condiciones de las prisiones dependen mucho del lugar donde se construya y para quien se construye y quién pone el presupuesto, tal vez se escude la construcción detrás de los ingresos que el gobierno aporta, sin embargo, muchas veces hay más intereses de por medio de los que se puede reconocer.
Palabras clave: Ética, prisiones, utilitarismo, penitenciario, contexto, castigo, libertad, respeto.
El trato en las prisiones no siempre es como se pinta, a veces los que tienen el poder son los guardias, a veces son los presos, a veces solo unos cuantos. Por lo que el comportamiento dentro de las prisiones cumple normas sociales muy diferentes de las que hay afuera en el mundo, ya que no siempre los que presentan autoridad son los que la tienen. Además, al no tener contacto con el mundo exterior, se deben adaptar nuevas reglas para poder sobrevivir, por lo que muchas veces, el más fuerte es el que sobrevive y el más débil tiene dos opciones, o seguir siendo débil hasta no poder más o convertirse más fuerte y ser parte de todas estas estructuras que se han ido formando dentro de las prisiones.

Rachels (2006) señala:
No hay duda de que Kant lo pensó. En su opinión, los seres humanos tienen “un valor intrínseco, esto es, “dignidad” que los hace valiosos “sobre cualquier precio”. Otros animales, por contraste, tienen valor sólo en tanto que sirven a los propósitos humanos. (p. 204)
Kant afirma que es adecuado que las personas vayan a las prisiones porque como ya lo mencionó todas las personas tienen un valor intrínseco, no nos deberíamos de dañar porque debemos respetar al otro porque al igual que nosotros tenemos un mismo valor, lo que nos intenta decir es “respetar nuestra racionalidad”. Si el delincuente es culpable de sus actos es porque le faltó el respeto a lo que Kant considera lo más importante; nuestra dignidad, por lo tanto no hay por qué lamentarse que los individuos culpables vayan a la cárcel y esto es a lo que Kant se refiere a la retribución, devolverle al delincuente la mala acción que cometió y esta retribución debería ser de la misma magnitud que su agresión (Rachels, p.209). Sin embargo, en mi opinión, siempre he cuestionado eso, solo hemos estado alimentando un ciclo de venganza, una persona me hace algo malo, yo se lo regreso. En la primaria cuando jugábamos a la pelota y la pelota se iba a la secundaria y uno se dirigía hacia ella, algún muchacho de la secundaria la agarraba y la pateaba lo más fuerte que podía con tal de molestarte, ya que tú ya casi la tomabas y él la alejaba de ti. Muchos amigos míos decían que cuando llegaran a la secundaria también iban a patear la pelota a los de primaria porque cuando ellos eran niños les hicieron lo mismo. ¿La retribución es lo más adecuado? Porque no cortar esa el ciclo de venganza y tratar de perdonar.
Si el castigo no es la solución, entonces ¿Cuál es?
Rachels (2006) menciona:
Jeremy Bentham, el gran teórico utilitarista, dijo que “todo castigo causa daño: todo castigo es malo en sí mismo”. Con esto quiso decir que el castigo siempre implica tratar mal a la gente, sea quitándole su libertad (encarcelándola), su propiedad (multándola), o incluso su vida (pena capital). (p. 208)
Por lo que menciona Rachels respecto a lo que dijo Bentham tiene mucho sentido, ya  que la vida en la penitenciaría se trata de quitarle la libertad a las personas, pero a diferencia de lo que piensan los demás, no sólo se le quita la libertad a los presos, sino, a todos los que laboran en este espacio, cada una de las personas dentro pierden el contacto con el mundo exterior y crean su propio mundo, donde los dioses pueden llegar a ser los guardias y los presos más fuertes, por lo que, para poder sobrevivir, debes respetarlos. Este micro-mundo es tan complicado que en la película de Sueños en fuga un personaje cumple su sentencia de 50 años en la cárcel por lo que debe de salir de la prisión, ya debe de “continuar” con su vida, pero en verdad cumplir los 50 años dentro ¿le sirvió de algo?, ahora es viejo, no sabe cómo acoplarse, al nuevo trabajo que tiene, a su nueva cama, a su vida y finalmente decide suicidarse. Si así va a ser para todos los presos, la sentencia debería  durar menos o tal vez dejarlos en la cárcel toda su vida.     
En el libro de Rachels se focaliza un capítulo sobre el debate Kantiano y Utilitarista sobre el castigo, donde se cuestiona si es bueno o malo, si es justo o injusto. ¿Y qué es lo que pasa en México? “El penitenciarismo moderno mexicano persigue como fin último la readaptación o reinserción del delincuente a nuestro entorno social, a diferencia del antiguo penitenciarismo que a lo más que aspiraba era ejecutar un castigo para disuadir a futuro a quien violara el orden legal.” (Cocoa, 2007, p 171).  Al parecer este enfoque utilitarista, busca reintegrar a los individuos a la sociedad pero no siempre todo es lo que parece o solo se le cambia el nombre para parecer que se hace algo nuevo dentro de las instalaciones pero no es todo verdadero. Las cárceles han cambiado en su mayoría a “centros de rehabilitación”, sin embargo, más que ser un centro rehabilitador, es un centro desrehabilitador. Algo tan simple como suena la palabra rehabilitar, es en realidad un atentado a la autonomía de las personas, dice Kant, ya que al trata de moldear a la persona como quiere que actúe, no se le deja ser. Pero dejarla ser ¿es algo bueno? ¿Qué importa más? El bien común de la sociedad, intentando mejorar a un individuo para que deje de ser un peligro o quitarle su autonomía.
Foucault menciona que el fracaso ha sido inmediato, y registrado casi al mismo tiempo que el proyecto mismo. Desde 1820 se constata que la prisión, lejos de transformar a los criminales en gente honrada, no sirve más que para fabricar nuevos criminales o para hundirlos todavía más en la criminalidad (Casal, 2011). Sin embargo, desde entonces se sigue repitiendo el mismo patrón de inclusión, aunque está comprobado, inclusive se han hecho muchas acciones de cambiar esta, la gente lo sabe, todos lo saben, sin embargo, no se hará un cambio porque eso implica esfuerzo e invertir, cosa que los responsables de hacerlo no lo harán.
Ahora, lo que pasa en las prisiones está ligado fuertemente con la gestión del sistema judicial penal y con las presiones que reciba el establecimiento tanto de parte de los políticos o personas interesadas en dichas acciones, así como los ciudadanos en general, aunque estos últimos no son tan tomados en cuenta. Por esta razón, cualquier intento de reforma del sistema penitenciario debe formar parte de un programa enfocado a hacer frente a los desafíos que plantee la totalidad del sistema de justicia penal.
Según Ayuso (2000), actualmente la prisión se ha convertido en una intitución social con objetivos cada vez más complejos y contradictorios. Mientras que en un principio, los establecimientos penales fueron creados para ofrecer una nueva forma de sanción, ahora, dichos establecimientos se enfretan al reto de mantener objetivos contradictorios como la responsabilidad del orden y a su vez, la seguridad que a veces entra en conflico con las exigencias de un tratamiento que ayude a los reclusos a conseguir un sentido de responsabilidad.
Dentro de los diferentes ámbitos en los que se llevan adelante tareas educativas, el Servicio Penitenciario constituye un escenario muy delicado, porque los sujetos que reciben esta formación integran grupos sociales de alta vulnerabilidad y marginalidad (Piñones & Nuñez, 2014).
Por la naturaleza de estos lugares, así como lo menciona Piñones & Niñez, son poblaciones vulnerables y marginadas, donde no todos están encerrados porque deben estarlo, tal vez solamente estuvieron en el lugar equivocado, en un tiempo inadecuado. Si las personas que están dentro son inocentes, no se les debería castigar, iría en contra de la justicia, y de su derecho a la libertad.   
La gestión penitenciaria debe actuar dentro de un marco ético. Sin un sólido contexto ético, la situación en la que a un grupo de personas se le otorga una considerable autoridad sobre otro puede fácilmente devenir en un abuso de poder. (Coyle, 2009). El contexto ético no es sólo una cuestión de la conducta de cada miembro del personal penitenciario hacia los reclusos. En todo el proceso de gestión, desde arriba hasta abajo, debe prevalecer el sentido de que la privación de la libertad debe tener una base ética. El énfasis por parte de las autoridades penitenciarias en el cumplimiento de los procesos correctos, la exigencia de eficacia operativa y la presión para cumplir determinados objetivos de gestión, si no existe una previa consideración de los imperativos éticos, pueden desembocar en situaciones muy inhumanas.
Marx no se equivoca al entender que la inmoralidad es sinónimo de alienación, de extrañamiento y pérdida de identidad del individuo por estar vendido a otro o dominado a otro (Camps, 2004). Por lo que en el caso de las prisiones, viene a ser la pérdida de identidad propia, ya que ahora forma parte del sistema penitenciario y como tal, se debe acatar a sus reglas. Donde al momento de que un individuo entre al lugar, deja de ser “Pedro” o Juan” para convertirse en el preso “1234” o “7485”.
Conclusión
Dentro de esta discusión existen muchos puntos a favor y en contra con respecto a las vidas en las prisiones. Esta discusión ha estado latente desde hace mucho tiempo, a pesar de que se intenta hacer algo para cambiar las condiciones en las que viven los presos, nos hemos dado cuenta que esto no mejora en gran impacto. Se ha dicho que las personas pierden su identidad para convertirse en un solo número, Kant como lo mencionamos dice que los seres humanos tenemos un valor, pero si alguien atenta a la dignidad de otra debemos de castigarlo, yo pienso que el castigo es necesario pero no usarlo para provocar miedo, así como lo dije, si seguimos así el ciclo continuaría, si debemos reintegrar a los presos pero se debe de trabajar en todos los ámbitos, debemos de trabajar los ciudadanos, los presos, los culpables y los inocentes, los gobernadores, los guardias. También es importante cambiar las estructuras políticas que regulan las prisiones, ya que de nada sirve que todos sean más conscientes de la situación, si se siguen teniendo las mismas condiciones inhumanas. El cambio empieza desde lo más pequeño, intentando otros modelos de reintegración social de los que ya existen, nos cegamos tanto cuando hablamos de delincuentes, que nos llegamos a olvidar que son seres humanos, ya es tiempo de dejar los prejuicios de lado. Abrirnos a lo posibilidad de un mundo diferente, donde todo se puede hacer mejor, donde éstas medidas tan extremas no sean necesarias, porque existe algo mejor.    









Bibliografía

Ayuso, A. (2000). La intervención socioeducativa en el tratamiento penitenciario. Pedagogía social: Revista interuniversitaria (6), 73-99.
Casal, C. (2011). Entrevista sobre la prisión: el libro y su método Michel Foucault. Magazine littéraire , 1-3.
Coyle, A. (2009). La Administración Penitenciaria en el Contexto de los Derechos Humanos (2ª Edición ed.). Reino Unido: Centro Internacional de Estudios Penitenciarios.
Piñones, J., & Nuñez, M. (2014). El libro-recluso. Las bibliotecas en el sistema penitenciario chileno actual. Revista Interamericana de Bibliotecología , 37 (1), 47.
Rachels, J. (2006). Kant y el respeto a las personas. En J. Rachels, Introducción a la filosofía moral (G. Ortiz, Trad., págs. 204-210). México: Fondo de Cultura Económica.
Camps, V. (2004). La Crisis de la Ética Moderna. En V. Camps, O. Guariglia, & F. Salmeron, Concepciones de la ética (págs. 11-19). Madrid: Trotta.
Complementaria
Marvin, N. (Productor), King, S., Darabont, F. (Escritores), & Darabont, F. (Dirección). (1994). Sueños de fuga [Película]. Estados Unidos.
Coca Muñoz, J L; (2007). El sistema penitenciario mexicano: a un paso del colapso. IUS.  Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla A.C., () 168-187.                        Recuperado de http://webmail.redalyc.org/articulo.oa?id=293222926010

 

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