martes, 29 de marzo de 2011

Ética de las profesiones. Flor Tanit Pérez Najar

Análisis del ejercicio profesional

Relaciones Internacionales



El contexto social actual en el que vivimos es de suma importancia para el ejercicio de las Relaciones Internacionales, puesto que es éste –aunado a otros como el económico, político y cultural- un factor que determina el comportamiento de los actores internacionales. Las exigencias éticas no siempre compaginan con la situación real (tales como casos de corrupción en las altas esferas políticas, presiones económicas, conflictos armados, etc); en estos casos, asegura Hortal, tenemos que encontrar “la forma de empalmar estas dos perspectivas, el texto y el contexto” (Hortal, 1994). Así pues, como internacionalistas, debemos aprender a ejercer nuestra profesión (en el ámbito que deseemos actuar: diplomacia, resolución de conflictos, seguridad, entre otros) con las mayores normas morales posibles dentro de la realidad en la que estamos inmersos.

La norma deontológica más importante para un internacionalista (y debería ser para todos los profesionistas) es el respeto a los derechos humanos, los cuales se encuentran plasmados en la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas. Asimismo, un internacionalista debe trabajar bajo los principios de responsabilidad, sostenibilidad ambiental y competencia.

La lógica Kantiana que enuncia que el ser humano debe ser tratado como fin y no sólo como medio, basandose en el principio de dignidad humana, es uno de los preceptos éticos que considero de suma importancia dentro del ejercicio profesional de un internacionalista.

Por otro lado, al ser las Relaciones Internacionales una disciplina tan amplia, es indispensable especializarse en un área, esto con el fin de ser lo suficientemente capacitados y competentes para ejercer la profesión de la manera más adecuada y responsable. Los profesionales que se dedican al estudio de las Relaciones Internacionales no siempre son individuos de la misma profesión (pueden ser abogados, economistas, historiadores, politólogos, etcétera), es por eso que un internacionalista debe aprender a convivir y trabajar con mentes formadas de distinta manera.

Los “usuarios” o “clientes” de un internacionalista pueden ser desde un organismo internacional, hasta el gobierno de un Estado, pasando por ONG’s y empresas transnacionales. Sin embargo, sea cual sea el campo de acción, es indispensable que se mantengan los valores éticos bien firmes, y no dejarse llevar por las presiones –que ignoran los principios éticos- que puedan existir en estos espacios laborales. Y además, tener siempre claro que la dignidad humana está por encima de todo.

Hortal, Augusto.(1994) Planteamiento de una Etica profesional. Universidad Pontificia de Comillas.

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