César Elihú Haro Neri
Abstract. El
propósito principal del presente ensayo es analizar, desde una perspectiva
ética, el acto de la guerra. Como es común pensar, el acto de la guerra no
tendría cabida alguna para ser analizada a partir de la ética; sin embargo, las
teorías de acción correcta nos pueden dar un amplio margen para entender por
qué pudiera surgir. El tema fue abordado a partir las teorías éticas del
contrato social, el egoísmo ético, el utilitarismo y la teoría de la guerra
justa. En cada caso, se utilizaron dos conflictos bélicos de gran relevancia
histórica: la Revolución francesa y la Segunda Guerra Mundial. Cada teoría es
explicada, en cada conflicto, desde una manera en la que el lector pueda
contextualizarse en la época; es decir, se explica lo que tal vez las personas
pensaban, pero siguiendo el razonamiento de cada teoría.
***
La
pregunta principal que muchos se han hecho es la de por qué surgen las guerras
o si éstas son justificables. Para algunos, como santo Tomás de Aquino, las
guerras surgían y eran justas si seguían tres rubros: “primero, si es declarada
por la autoridad socialmente competente; segundo, si responde a una causa justa
y, tercero, si con ella se pretende reestablecer o buscar la paz” (Castañeda,
2003, p.26). Lo anterior obedece a la teoría de la guerra justa que se tratará
más adelante. No obstante, lo principal a tratar en este ensayo es un análisis
de por qué surgen las guerras siguiendo las líneas de razonamiento de diversas
teorías de acción correcta.
Contextualicémonos
en el siglo XIX, el inicio de la Revolución francesa. Este movimiento se
caracterizó por ser el primero que buscó derrocar una monarquía absolutista y
regirse por una democracia. Esta monarquía provocó un gran descontento en la
población francesa a causa de las múltiples injusticias que se cometían en
contra de ella; en contra de un contrato social. Sin embargo, la desobediencia
civil fue la consecuencia de la violación del mismo gobierno hacia el contrato
social. Según Rachels (2009, p. 246), “la desobediencia civil es, de hecho, el
medio de protesta más natural y razonable”. La desobediencia civil surge a
partir de la violación de los derechos o la falta de inclusión de las leyes a
sectores de una población.
Precisamente,
durante la revolución francesa el pueblo fue el sector más desprotegido a
comparación de la aristocracia que disfrutaba de todos los beneficios de un
contrato social. En respuesta, el pueblo decidió romper este contrato por el
simple hecho de que no estaba incluido en él. “Los privados de derechos quedan,
de hecho, dispensados del contrato que de otra manera les exigiría apoyar el
arreglo que hace posibles esos beneficios” (Rachels, 2009, p.246).
Hoy en
día, las guerras carecen de justificaciones válidas para llevarse a cabo. Es
notable que el comportamiento humano en las guerras rebase cualquier definición
de la moral y la racionalidad. A diferencia de las guerras antiguas, los
soldados se trataban como seres iguales, honorables y de digno respeto. Tal vez
ahora el pensamiento de un soldado ante su enemigo es: “soy un pobre diablo al
igual que tú, atrapado en una guerra que no es mía y por tanto no vales nada al
igual que yo” (Jaramillo, 2005, p. 21). Todo el sentido de moral se pierde
causando un estado de completo descontrol. Un descontrol que sería semejante a
lo que propone Hobbes en su “estado de naturaleza”. Básicamente, el estado de
naturaleza obedece a que no hay un gobierno que rija a la población, por lo
tanto, ésta será libre de hacer lo que quiera. Volviendo al ejemplo de la
Revolución francesa, a pesar de haber un gobierno éste no se concentraba en las
necesidades de la población, por lo que el descontrol y la impunidad reinaban
en la sociedad.
Como dice
Rachels (2009, p. 227) en su Introducción
a la filosofía moral, las cosas no estarían fuera de control porque las
personas fueran malas, sino por las cuatro condiciones de la vida humana:
igualdad de necesidades, escasez, igualdad esencial del poder humano y el
altruismo limitado. Primero, la igualdad de las necesidades se refiere a que
todos necesitamos de las mismas cosas para sobrevivir. Segundo, la escasez es
el hecho de que necesitamos trabajar para conseguir esas cosas, a pesar de que
no alcancen para todos. Tercero, la igualdad esencial del poder humano alude a
que nadie es superior a los otros para que se imponga. Por último, el altruismo
limitado hace nos obliga a no suponer que a la hora en que nuestros intereses
entren en conflicto con los de los demás, ellos se apartarán.
Evidentemente,
se puede concluir que otra manera en la que puede surgir un conflicto armado,
siguiendo la teoría del contrato social, es si se ven afectadas estas
necesidades básicas. Tal vez las que se vieron más dañadas durante la
revolución francesa fueron la necesidad por las cosas para sobrevivir y la
igualdad esencial del poder humano. Enfatizando en el último, “algunos son más
astutos y fuertes que otros, pero incluso el más fuerte puede ser derrotado por
los otros, si se unen” (Rachels, 2009, p. 227). La unión de un pueblo
disgustado fue más fuerte que el poder absolutista de un rey.
Al
redactar este ensayo pensé en utilizar otro ejemplo de conflicto armado para
analizar la teoría del egoísmo ético; sin embargo, la revolución francesa se
presta, tal vez no tan extensa como el contrato social, a un claro análisis de
ésta teoría. El egoísmo ético es una teoría que carece de cualquier definición
de deberes morales y naturales; es decir, el deber hacia otras personas
“simplemente porque son gente que podría ser ayudada o dañada por lo que
hacemos” (Rachels, 2009, p.130). Al contrario, es una teoría que exalta el
individualismo y la búsqueda por satisfacer los propios intereses. Nos invita a
que consideremos nuestras necesidades primero que las de los demás. En mi
opinión, es una teoría que refleja el estado natural del ser humano ya que
podremos ser las personas más generosas del mundo, pero nuestras necesidades
siempre irán primero. Ahora bien, antes de la revolución francesa tal vez la
población se tomó muy en serio esta teoría. A causa de la escasez de alimentos,
la pobreza, los robos, etc. la gente comenzó a protegerse a sí mismos y sus
intereses; no importaba si en el proceso se dañaba a alguien. Por lo tanto, el
descontrol y la impunidad se hicieron presentes.
No
obstante, esta teoría no prohíbe que en el proceso de velar por los intereses
propios se incluyan los de los demás. Puede ser que al final muchas personas
compartan mismos intereses y se terminen ayudando unas a otras. O si se quiere
ver de otra manera, contrario a la teoría kantiana, se pueden usar a las
personas que comparten mismos intereses como medios para llegar a un fin;
satisfacer nuestras necesidades. “El egoísmo ético dice que una persona debe
hacer aquello que, a la larga, realmente va en su mejor interés” (Rachels,
2009, p. 132).
Entonces,
¿cómo se vio esto reflejado en los franceses? A como yo lo veo, en el proceso
en el que cada francés veía por sus necesidades básicas para sobrevivir en esa
sociedad salvaje, tal vez surgió en la cabeza de cada uno el ideal de cambiar
las cosas; un interés. Al sumar todos estos ideales se convirtieron en un ideal
común. Esto no rompe con la teoría del egoísmo ético porque si recordamos,
puede ser que al final muchas personas compartan lo mismo y se terminen
ayudando.
Pero,
¿existe algún caso contrario? En alguna clase de ética mi profesora mencionó
que “el egoísmo ético es ser éticos”. Al momento no podía concebir cómo esta
teoría podía ser considerada como ética si al final exaltaba el egoísmo de cada
persona. Entonces ella dio un ejemplo
que me dejó todo más claro. Dijo que el egoísmo ético nos hace ser éticos
porque al sólo ver por nuestras necesidades e intereses, estamos respetando la
autonomía de la otras personas; es decir, no nos entrometemos en sus asuntos.
Entonces,
volviendo al tema central, creo que el país que no respeta para nada la
autonomía o soberanía de una nación son los Estados Unidos. Como se ha visto a
través de la historia este país ha sido el causante de muchos conflictos en
países que no tienen nada que ver con él. Se dice que ellos apoyaron el golpe
de estado en Chile con Pinochet, la Guerra de Corea y, la más famosa de todas,
la Guerra de Vietnam. Pero, ¿en qué se relaciona esto con el egoísmo ético?
Precisamente porque este país se entromete en los asuntos políticos de las
naciones. “La política de estar al pendiente de los otro es una intromisión
ofensiva en la intimidad de otras personas; esencialmente se trata de una
política de entrometerse en los asuntos de otros” (Rachels, 2009, p. 133). Si
se rebasa la línea del egoísmo ético, y por tanto la de “estar al pendiente de
los demás”, se podría caer en el altruismo; ética que Ayn Rand concebía “como una
idea totalmente destructiva” (Rachels, 2009, p. 135).
Jeremy
Bentham, quien formuló por completo la teoría del utilitarismo, dijo: “la
moral, no es cuestión de complacer a Dios, ni es cuestión de fidelidad a reglas abstractas. La moral es simplemente el
intento de producir tanta felicidad en el mundo como sea posible” (Rachels,
2009, p.151). Aunque parezca algo extremo, tal vez muchas guerras encajan en el
perfil del utilitarismo. La Revolución francesa, la Independencia y el papel de
los Aliados en la Segunda Guerra Mundial son ejemplos de conflictos bélicos en
los que la “felicidad en el mundo” fue mayor que la infelicidad. No obstante,
creo que la guerra que cumple mayormente con esto fue la Segunda Guerra
Mundial. Si recordamos, la participación de los Estados Unidos hizo que la
guerra cambiara de rumbo completamente. En teoría, Estados Unidos decidió
entrar para luchar por aquellos que morían por culpa del nazismo y sus
atrocidades.
Entonces,
comenzando con el análisis de esta guerra partiremos del principio fundamental
de la moral según Bentham: el principio de la utilidad. Este principio dice que
cuando se tenga que tomar una decisión, en este caso política, se debe elegir
aquella que tenga los mayores beneficios para los afectados. Bentham sugirió
que se debe de partir de dos cosas. La primera, considerar un estado en el que
quisiéramos que todos viviéramos. En este caso, por ejemplo, sería la paz en
Europa o la derrota de los nazis. La segunda, es actuar de manera que logremos
este estado. Por lo tanto, para lograr la paz y la victoria, Estados Unidos
decidió participar en la guerra. La Segunda Guerra Mundial se justificaría
porque la teoría utilitarista nos pide que hagamos todo lo que sea necesario
para alcanzar la felicidad. Como Jaramillo (2008) dijo:
Una
comprensión generalmente aceptada de que la guerra es un mal mayor, y de seguro
el peor de todos los males que podamos provocar conscientemente, se conduce de
modo utilitarista hacia la conclusión de que el mejor camino para resolverla es
también el más rápido. Luego, los medios más terribles e indiscriminados se
aceptan con tal de impedir que se prolonguen o agraven los daños humanitarios (p.
19).
Esto
reafirma que el utilitarismo permite cualquier medio, independientemente si es
cruel o no, para lograr un estado global de felicidad para todos los afectados.
En el caso de las guerras, es obvio que las bajas humanas serán incontables;
sin embargo, si esto favorece a que más personas sean felices, entonces está
permitido.
A
diferencia de las teorías de “acción correcta” que necesitan un proceso
analítico para adaptarlos a ejemplos de la vida cotidiana como la guerra,
existe una teoría para justificar la guerra. A esta teoría se le llama de la
guerra justa. La teoría parte de un principio fundamental: “todos tenemos
derecho a defendernos frente a las agresiones de otros” (Serrano, 2001, p. 294).
Santo
Tomás de Aquino dijo que una guerra es justificable si: “primero, es declarada
por la autoridad socialmente competente; segundo, responde a una causa justa y,
tercero, si con ella se pretende reestablecer o buscar la paz” (Castañeda,
2003, p.26). Tomás de Aquino describe que la concordia y la caridad son
virtudes necesarias para alcanzar la paz. Dice que estas virtudes sólo se
alcanzan con la fe. Por lo tanto, para él los paganos o no creyentes no podrán
buscar o restablecer la paz porque no son hombres de fe (Castañeda, 2003, p.
31). A pesar de que Tomás de Aquino fue uno de los que reflexionaron acerca de
esta teoría, existe una limitante acerca de que la guerra es justificable sólo
para los cristianos.
A pesar
de que la premisa de esta teoría es cierta, la línea entre defenderse de la
agresión y otras justificaciones incorrectas es muy delgada. Es decir, son
injustificables porque sólo buscan dañar o conquistar a otros. Agustín de
Hipona dijo: “la guerra no se justifica más que en la medida en que sea el
único medio de reparar una injuria, cuyo autor se niegue a repararla”
(Jaramillo, 2005, p. 17).
Luigi
Ferrajoli es otro analista contemporáneo de la teoría de la guerra justa.
Precisamente él es el teórico que ha presentado las limitaciones de esta
teoría. Su principal argumento es el hecho de que la guerra no puede
denominársele como legal. Ferrajoli afirma que sólo se le puede llamar de dos
formas: justificable o ilícita. Dice que una guerra es justificable por
“razones extra-jurídicas, por ejemplo, económicas, políticas y hasta morales;
incluso podría ser considerada ilícita cuando no existan normas de derecho que
la prohíban” (Jaramillo, 2005, p. 24). Por otro lado, “…pero nunca podrá ser
calificada de legal porque guerra y derecho son elementos que se contradicen,
en tanto el derecho es un instrumento de regulación y limitación de la fuerza”
(Jaramillo, 2005, p. 24).
A mi
parecer, la guerra es el acto más despreciable a la que el ser humano ha
llegado. No concibo la idea de quitarle la vida a nuestros semejantes. Sin
embargo, como muchas cosas en esta vida
hay que ser objetivos. ¿Qué país no se defendería ante la invasión de otro? O
simplemente, ¿estaríamos dispuestos a aceptar alguna agresión física sin
responderla? Cuando me surgió la idea del tema para este ensayo inmediatamente
la rechacé porque no pensé que hubiera alguna teoría ética que pudiera
respaldar este acto. Ahora bien, no digo que todas las guerras habidas y por
haber son justificables ya que las guerras de hoy no buscan establecer la paz.
Al contrario, buscan dejar en claro qué nación es más fuerte.
Con
toda la información que recabé me di cuenta que no se habla para nada del papel
de un soldado durante un conflicto. Me intriga esta cuestión porque si no fuera
por los soldados, quién pelearía las guerras. La desventaja más grande de un
soldado es que toda la vida seguirá órdenes. Con esto quiero decir que aunque
un soldado tenga ideales éticos muy claros, éstos pasarán a segundo plano
porque su único deber es seguir órdenes. En ocasiones estarán en lo correcto si
se trata de defender a la nación en donde nacieron; lamentablemente, en muchas
ocasiones los actos humanos no se rigen por ideales justificables.
Al
haber hecho este análisis sobre los argumentos éticos por los cuales pudiera
surgir una guerra, me quedo con el aprendizaje de que las teorías éticas pueden
llevarse más allá de la persona. Me refiero a que todo en nuestra vida
cotidiana puede analizarse y fundamentarse mediante teorías de acción correcta.
En este caso, la ética y la moral no sólo deben quedarse en las personas sino
que pueden llegar a ser los cimientos de los ideales de una nación. Como se
pudo observar en los ejemplos, si todas aquellas teorías que fundamentan a la
ética no son sólidas en una nación, pueden llevar al surgimiento de un
conflicto armado (por ejemplo el contrato social y la Revolución francesa).
La
reflexión que me queda, después de un arduo semestre, es que las teorías éticas
son esenciales para saber regir nuestra vida. Éstas nos dicen por qué
deberíamos comportarnos como es correcto. Además, nos dan la posibilidad de
saber argumentar y, por consiguiente, defender nuestros ideales y pensamientos.
No obstante, es posible hacer un análisis más allá de la persona, como la guerra,
y lograr fundamentar con estas teorías muchas acciones que, a primera
instancia, parecen carecer de fundamentos y, por lo tanto, despreciables.
Referencias
Castañeda, F. (2003). Sobre la posibilidad de la guerra
justa entre fieles y paganos en Tomás de Aquino . Revista de Estudios Sociales,
(14) 26-37. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81501403
Giraldo Ramírez, J. (2008). Rawls, la validación de la
guerra justa. Co-herencia, 5(8) 1-27. Recuperado de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77411616002
Jaramillo Marín, J. & Echeverry Enciso, Y. (2005). Las
teorías de la guerra justa. Implicaciones y limitaciones. Revista Científica
Guillermo de Ockham, 3(2) 9-29. Recuperado de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105316854001
Rachels,
J. (2007). Introducción a la filosofía moral. México, D.F.: Breviarios.
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