Laura Edith F. Blásquez Glez.
Mujeres de 20 años son ‘‘robadas’’ en La Piedad
En
San Juan del Fuerte, la Piedad, es común encontrarse con que las mujeres que
tienen alrededor de 20 años tienen el deber de casarse, obviando que al ser
mayor de 20 años eres “quedada y será más difícil que te roben” ¿Robar? Sí. En
ese poblado michoacano y en varios otros pueblos alrededor, los hombres acechan
detenidamente a la mujer que les gusta para después llevarla
a vivir con él en lo que hoy en día conocemos como “unión libre”. Así
comienza su relación de pareja y después de congeniar, la pareja decide casarse
o no.
Existen
ciertas variantes en esta situación, comenzando por elementos que contrastan
bastante. Las reglas sociales determinadas en los pueblos, comprenden total
autoridad por parte de los adultos. En una familia, el padre tiene la última
palabra y lo último que quiere es que su hija sea presa para malos rumores o protagonista de los chismes del pueblo.
A lo
largo de los años se ha luchado por progresar y sin duda ya no nos sorprende
como sociedad, lo que sorprendía hace 20 años. En este sentido, la sociedad
incluso de los pueblos de mente cuadrada, debe hacerse flexible y aceptar los
cambios que contraen fenómenos como globalización o modernización incluso para
esos pequeños poblados.
El
escenario que consideré para mi objeto de estudio se sitúa en las afueras de La
Piedad, Michoacán. Este lugar en específico se denomina San Juan del fuerte.
Pude presenciar la fecha más importante del año para sus habitantes, 2 de
Febrero: Día de la Virgen de San Juan, ya que los tíos de mi mamá son del
pueblo.
Esta
fiesta implica suma importancia para todos los habitantes del pueblo y no es lo
mismo ir un día común y corriente, que ir el día que llega la Virgen.
Las
20añeras, como mi sujeto de estudio, se la pasan desde que despiertan hasta la
hora de la misa, preocupadas por su arreglo personal y eligen la mejor
vestimenta para lucir más guapas que las demás. Los hombres de otros poblados
como Degollado, Yurécuaro, Zamora, etc. van a la fiesta como si la intención
fuera cazar a las mejores mujeres.
Las
cuestiones para delimitar mi tema de investigación son: ¿De qué depende que
cambie la identidad del sujeto de investigación y de su familia?, ¿Por qué una
joven siente la necesidad de casarse en la edad establecida que instauraron
generaciones anteriores?, ¿Quién o cómo se genera la presión social?, ¿Qué
papel juega la ética y la moral en las acciones de los sujetos de investigación
(jóvenes mujeres)?, ¿Por qué el qué dirán o el criterio popular, puede
determinar la existencia de una persona?
En la
vinculación de conceptos, después de la observación, se fueron suscitando situaciones en las que es fácil identificar
la ética, la identidad y la profesión. Gracias a ‘‘Introducción a
la filosofía moral’’, escrito por
James Rachels, me fue posible ligar ética, moral, presión social,
libertad, obstáculos de la libertad, valor ético y mujer en sociedad actual con
mi tema, causas mismas del problema ético central de éste.
Mediante
este ensayo pretendo explicar una contradicción ética que surge de este evento:
entre las costumbres y los valores morales que están en juego, contra las
nuevas modalidades de un matrimonio.
Primero
que nada, es importante entender la ética y la
moral, como “el estudio de la bondad o maldad de la conducta humana” (Sáenz, 2007) . De esta manera,
será más fácil asociar los términos de la asignatura con la realidad cotidiana.
Cabe señalar que la moral son las normas, principios y razones que un sujeto ha
analizado y establecido como la línea directriz de su propia conducta. Mientras
que por otro lado, la ética es el origen externo de las normas.
Cada
individuo decide cómo ejercer su libertad y en qué basarse para construir su
propia moral. Sin embargo, a veces se crean ciertas empatías entre sujetos
y se alían porque poseen una manera
similar de pensar. En este sentido, con la idea de que son la mayoría; se
critica, se adjetiva, se juzga, etc. Es fácil porque “todos” piensan así.
Las
jóvenes en edad casadera de San Juan, viven así porque quieren. Se exponen como
carnada, porque creen que son carnada. Pero esto no está bien, pues como cita
Rachels, “Usar a la gente” típicamente significa vulnerar su autonomía: su
capacidad de decidir por sí misma cómo vivir su propia vida, de acuerdo con sus
propios deseos y valores. (Rachels, 2009, 21) La noción de sí mismas es de una
figura femenina destinada a no trabajar, no sobresalir, obedecer a un marido,
responsabilizarse de un marido, cocinar, educar niños y nada más.
Partiendo
de ahí, surge la presión social, totalmente ejemplificada por la voz del pueblo
en éste caso. “Heidegger, expresó ideas similares a la guía de conducta puesta
en los dictados provenientes de la moda y la propaganda” (Sáenz, 2007) , mediante el término
“das man” que significa literalmente “se”.
“Se dice que”. En San Juan, es totalmente palpable el efecto del “se
dice que”, ya que la presión social es una fuente que orienta y empuja la
conducta no sólo de las jóvenes del pueblo. Se anula la posibilidad
de la autenticidad: un mundo que nos dicta lo que ‘‘deberíamos’’ hacer y no lo
que cada uno quiere ser. Ésta carga es mayor para la mujer.
Los
individuos suelen cuestionarse si ser diferente y levantar con orgullo sus
creencias es lo mejor. La presión social
es una fuente que orienta y empuja la conducta y muchas veces por culpa de ésta,
dejamos de hacer lo que en realidad queremos. ‘‘La soltera, especialmente entre
20 y los 30 años, sufre la presión de amigos y parientes bien intencionados que
le preguntan a menudo acerca de sus planes y proyectos matrimoniales. ’’
(Anton, 1993, 50)
Se le
llama quedada a una mujer que pasa la edad socialmente “adecuada” para casarse
y se queda soltera. (Las adecuaciones varían según las costumbres y tradiciones
de la sociedad en general). Sin embargo, si una mujer en el supuesto ejercicio
de su libertad, decide hacer su vida sin estar en compañía de un hombre, es
señalada y vista como un bicho raro.
Hoy
en día el término ‘‘quedada’’ es empleado gracias a la estigmatización a partir
de un prejuicio social. Se puede sustentar con la teoría de Gilligan de
convencionalidad, ‘‘en el nivel convencional, el razonamiento ya no sólo abarca
la perspectiva individual del propio interés, sino, además, el deseo de ser
considerado ‘‘bueno/a’’ por las personas que conforman el grupo de referencia y
la necesidad de normas para regular la convivencia’’ (Hernández, 2006, 78).
Por
ignorancia, las jóvenes veinteañeras tienen una idea de que si el pueblo no lo
acepta, no debe hacerse. ‘‘En las costumbres tradicionales, lo que es, es lo
correcto, y así es porque son tradicionales, y de este modo contienen en sí
mismas la autoridad de los espíritus ancestrales. Cuando llegamos a las
costumbres tradicionales, estamos al final de nuestro análisis’’ (Rachels,
2009, 41). Las jóvenes tienen miedo a sentir que están perdiendo la oportunidad
de casarse cuando tienen la posibilidad de hacerlo; así mismo, tienen miedo de
decepcionar a su familia y a no casarse pensando en que si no se casan, es
porque físicamente no les atraen a los hombres. Pero, ¿qué es miedo? Según Raúl
Gutiérrez define al miedo como ‘‘una perturbación emocional por la amenaza de
un peligro inminente’’. El peligro inminente de San Juan del Fuerte es no
casarse. Ese miedo las hace inseguras y
al mismo tiempo entran en constante cuestionamiento sus acciones, según Simone
de Beavoir, es porque se conciben como ‘‘ser para otro’’ y al no haber la
existencia del otro, por lo tanto no ‘‘soy’’.
Otro
eje importante de investigación, es la mujer en sociedad. Actualmente, se lucha
por mantener igualdad entre los derechos de los hombres y las mujeres, sin
embargo, son cambios difíciles para las sociedades más conservadoras como San
Juan del Fuerte. La mentalidad es cerrada, las decisiones son tomadas “Dios
mediante” y difícilmente las mujeres son independientes de un marido.
No
obstante, se ha visto con el paso del tiempo que las mujeres manifiestan sus
aires de superación y optan por alternativas para realizarse. Alternativas
impensables para el pueblo, como estudiar, trabajar o simplemente, hacer una
vida de soltera.
Es
muy difícil para las personas más cerradas y con mayor edad, enfrentarse a
problemas que los orillan a hacerse flexibles, por ejemplo hablando de una
mujer exitosa sin una figura varonil a su lado.
Lo
que me sorprendió en la práctica, fue que cuando llegué, las cuatro primas de
mi edad ya estaban robadas, embarazadas o por lo menos bajo la mira de alguien
que las fuera a robar pronto.
Cuando
llegue a la plaza (el lugar en el que se festeja el evento), me sorprendí con
la emoción que todas las personas proyectaban; en su manera de vestir, de
peinar, de caminar e incluso de observar a los demás. La explicación de mi
interpretación de su “emoción”, es que para mucha gente; el único día del
año para estrenar ropa es el 2 de
Febrero.
Ahora
explicaré una contradicción ética que surge de este evento: entre las
costumbres y los valores morales que están en juego, contra las nuevas
modalidades de un matrimonio.
La
ética y la identidad juegan un papel importante en el contraste de cómo se
quiere aparentar un perfil apto para el qué dirán y cómo se es o se piensa
auténticamente.
Mi
objeto de estudio en esta investigación es el impacto que crea el qué dirán en
todos los habitantes del pueblo San Juan del Fuerte. Por lo tanto, me basé en
observaciones para determinar actitudes que denotan el temor a ser criticado.
La
vida de las jóvenes que se presentan a la fiesta de la visita de la virgen,
comúnmente es así: Nacen en una familia de bajos recursos, cursan la primaria y
se ven con la obligación de trabajar lo antes posible. No tienen acceso a
internet y hay un teléfono por cada cinco casas aproximadamente; por lo tanto
no tienen más aspiraciones mayores a lo que tienen. Los modelos de vida ya
están predeterminados por las hermanas mayores o por la misma costumbre que se
inculca desde corta edad.
El
día dos de Febrero, es muy diferente a los 364 días restantes del año. Ese día,
es el momento preciso para aparentar ser quién quieres ser. Mostrando una
máscara, que esto es actuar para representar ‘‘como sí’’; ante esto existe una
pérdida de autenticidad del ‘’yo soy, yo quiero’’. Es decir, se olvida tu estilo de vida para
aparentar que eres una joven bonita y preocupada por su aspecto, una joven
vestida al último grito de la moda, una joven ideal para ser digna de ser
robada. Sabiendo lo que pensó Kant, que ‘‘todos los seres humanos tienen un
‘‘valor intrínseco, esto es, dignidad’’,
que los hace valiosos sobre cualquier precio’’ (Rachels, 2009, 204). Satisfacer
las expectativas de los hombres que se dirigen a San Juan, es la única meta
próxima de todas las 20añeras solteras.
Aquél
día una prima de 20 años me presentó a su novio. Le pregunté desde cuándo eran
novios, y ambos extrañados por la pregunta, mi prima contestó sin titubear ni
sentirse avergonzada: “Me robó hace dos meses y medio, y llevo dos meses de
embarazo”.
En un análisis más personal, me dio gusto
verla feliz con él, pero me cuestioné seriamente la frase “qué dirá el pueblo”.
Betty no lucía avergonzada y sus papás tenían muchas atenciones con ella. Me
acerqué a mi tía y le dije: “¿Cómo ve tía?”, ella me dijo: “Pues uno nunca
quiere que se hable mal de sus hijos.” Y me sonrió. Nunca voy a olvidar que
después de un rato, me dijo también: “No decepciones a tus papás, es una pena
muy grande.”
La
palabra decepción retumbó en mis oídos. ¿Decepción? ¿Después de que se actúa
con total naturalidad ante el pueblo? Contrastante ¿no? Es indudable que por
amor no das la espalda a tus hijos, pero en los padres de mentalidad más
cerrada, choca la idea de dar de qué hablar. Por eso, otras tías contestan ante
estos cuestionamientos: “uno tiene que vivir con la cruz que Dios nos manda” y
pretenden actuar como si no importaran las circunstancias. Situación que
refleja una doble moral, pues perpetúan costumbres de falta de respeto a la
decisión de las mujeres, ser robadas, pero al mismo tiempo son muy religiosas.
Viri
es una joven de 20 años que no tiene novio, no se ha casado y dice no tener
intereses en contraer matrimonio. Viri vive en San Juan pero trabaja en la
Piedad cosiendo rebosos. Para profundizar en mi investigación, le dije a Viri
este comentario para ver su reacción: “Me acuerdo que hace no mucho estábamos
jugando en los arboles y las alfalfas, ahora todas tienen hijos, están casadas,
o robadas”. Ella sólo se reía pero me dijo: “Es que no he conocido al
indicado”.
El
día de la fiesta, escuché más de una vez comentarios de lástima refiriéndose a
la soltería de Viri. De mi abuelo, de varios tíos con los que hablé de las
robadas y hasta de sus padres. “Pobrecita, está bien triste porque no tiene una
pareja, ni se la han robado” mi abuelo comentó.
En
este sentido, es más palpable aún la manifestación de lástima por aquellas
jóvenes que no pueden casarse, como si fuera una incapacidad de encontrar
marido.
¡Qué
ironía! Que las limitaciones sean impuestas por “la mayoría” y no por la falta
de capacidades personales, que el qué dirán es más importante a escucharse a sí
misma, que cual ganado, la manera de encontrar marido es exponiéndose y
satisfaciendo la vista de un hombre.
Puede
decirse que son posturas válidas porque son parte de las costumbres de una
sociedad determinada. Pero las mujeres tienen que tener un razonamiento moral,
esto es ‘‘la capacidad o habilidad para distinguir lo que está bien o lo que
está mal a partir de nuestros juicios’’ (Hernández, 2006, 77), y así elegir
ante su propio juicio la edad y persona con la cual quieren casarse. Y
finalmente que puedan llegar a un estado posconvencional de autonomía.
Para
concluir, “no faltan personas que rechazan la ética, dando a entender que es
algo similar a la hipocresía”. Y realmente no es por ese lado la intención de
la ética. Simplemente el hecho de partir de la distinción del bien y el mal, implica
una reflexión personal hacia la trascendencia
y la felicidad.
Las
jóvenes en edad casadera de San Juan, viven así porque quieren. Se exponen como
carnada, porque creen que son carnada. La noción de sí mismas es de una figura
femenina destinada a no trabajar, no sobresalir, obedecer a un marido,
responsabilizarse de un marido, cocinar, educar niños y nada más.
Deberían
aprovechar lo que tienen sin conformarse a limitarse por lo que establecen los
demás o la mayoría, deberían informarse y conocer sus derechos
independientemente si se les quiere imponer algo o no; pero cada persona
construye su destino y defiende sus creencias por el hecho de ser seres
racionales. Por lo tanto, mediante este trabajo me permití aventurarme en ese
mundo, el mundo de quien se deja manipular. Y a ti… ¿te urge que te roben?
Fuentes bibliográficas:
Anton, L. (1993) La decisión de ser madre para la mujer de hoy: realización y libertad personal o dolor y frustración? Barcelona: Editorial: Gedisa.
Cortina, A; Martínez, E. (2001) Ética. Madrid: Akal.
Hernández, A. (2006) Ética actual y profesional. México:
Thomson.
Martínez, E. (2000) Ética para el desarrollo de los pueblos.
Madrid: Trotta.
Rachels, J. (2009) Introducción a la filosofía moral. México: FCE.
Sáenz, R. G. (2007) Introducción a la ética. México:
Editorial esfinge.
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