martes, 25 de noviembre de 2014

¿Y tú, eres feminista?

J. Carolina Gil Olvera
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¿Y tú, eres feminista?

Tras preguntarles a 20 mujeres si se consideraban feministas, recibí respuestas que me hicieron reflexionar en torno a este tema. Y es que después de haber investigado las variables que repercuten en el feminismo me di cuenta de que el problema a veces no es provocado precisamente  por  las personas que no nos dan nuestro lugar sino las mujeres mismas, quienes no abren sus ideologías hacia otros horizontes, ésto debido a la ignorancia. La semana pasada me tomé la libertad de platicar con 10 jóvenes provenientes de una zona humilde (pongámosle grupo A) y con 10 compañeras de la universidad (grupo B), Al preguntar si se consideraban feministas en el caso del grupo A fueron 8 las que me dijeron que no y en el caso del grupo B fueron 6. Admitiré que antes de empezar con esta mini encuesta esperaba que más de mis compañeras de universidad respondieran que sí se consideraban feministas.
Lo interesante es que ambos grupos comparten variables, las cuales son independientes a su condición económica, la falta de conocimiento es una de ellas, es decir, no saben qué es o se quedan con la idea de que esta teoría representa la inversa del machismo: un grupo de mujeres locas que quieren aplastar al hombre, fue lo que comentó una jóven del grupo A. En la segunda variable y la que considero la más alarmante es la de aquellas jóvenes que comentaron que conocían la teoría feminista pero que simplemente no se consideraban parte de ello, pues el plan de vida opta por algo más “tradicional” conocer a alguien, casarse, tener hijos; otras se ven más atraídas por sus ideologías argumentando que el deber de la mujer es el establecido por la sociedad e inclusive otras que dicen que la mujer no tiene la capacidad de ejercer ciertas cosas por su cuenta.
El feminismo no es lo antagónico al machismo, el machismo consiste en la discriminación basada en la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres; el feminismo, por otra parte, ampara que mujeres y hombres somos iguales tanto en derechos como libertades, es decir, hasta un hombre puede ser feminista y abogar por las libertades que se le niegan sólo por ser hombre: como lo es la supresión emocional. Comparar machismo con feminismo es como argumentar que la pobreza  y la lucha contra la pobreza son la misma teoría.
El feminismo ha tenido presencia a lo largo de la historia, de no ser así hoy por hoy nosotras como mujeres no podríamos usar pantalones, no podríamos votar, no tendríamos siquiera la oportunidad de ir tras nuestra independencia económica pues ni siquiera tendríamos acceso a una educación formal, tendríamos inclusive negado el uso de analgésicos durante el parto; como dice el dicho: no tendríamos voz ni voto. Es por eso que es de vital importancia que la sociedad (no solo las mujeres) en la actualidad sigan apelando por esta teoría, no sólo por nosotras sino por ellos. El contexto histórico que tomaré será el del feminismo social.
El feminismo social es una corriente en la cual “se consderaba que la situación de las mujeres es el indicar clave del nivel de progreso y civilización de una sociedad” (Ocampo, 2009, p.135). Ahora bien, según el índice de desigualdad de la UNDP, México se encuentra posicionado en el lugar 71, en cuanto a la participación de mujeres de más de 15 años comparada con la de los hombres es alarmante, la tasa de mujeres es de 45 mientras que la del hombre es de 80. Dichos datos confirman que la desigualdad de género en México es aún un problema real.
“El género es una construcción cultural sobre el sexo, esto es, que la feminidad y la masculinidad son formas de ser mujer y hombres determinadas por la cultura y la sociedad” (Beauvoir 1949, 9.873), aunque una gran parte de ésta misma sea víctima de este tipo de relatividad cultural y no cuente con los recursos para hacerse de una ideología más amplia, me parece más lamentable cuando una mujer tiene las armas y el conocimiento para formarse de manera independiente y profesional y aún así no tienen intención de ejercer ese derecho. Ahora bien, optar por esto no hace referencia a que las mujeres no deban formar una familia o tener hijos. Sin embargo, nos enfrentamos a un problema de desarrollo, pues las mujeres no participamos tanto en la sociedad.
Esta falta de aportación permite la entrada de la feminización de la pobreza, “a pesar de que la mayoría de las mujeres se incorporan al mercado de trabajo, un gran porcentaje lo realiza en condiciones de desigualdad, obteniendo una remuneración mucho menor que los varones, aunque cumplen la misma tarea” (Varela, 2005).
En México nos enfrentamos a un gran problema en cuanto a este tema, pues hay mujeres que no están interesadas en el asunto en lo más mínimo y quienes lo están no tienen las mismas oportunidades que los hombres. Es evidente que México necesita más integración como sociedad, en la que la ideología se sus ciudadanos no se vea nublada por una cultura que limita no sólo a la mujer  sino a toda la población en general.
A pesar de que los derechos humanos nos proporcionan un marco universal de estándares para la integridad y dignidad para toda la población, es evidente que la cultura aún sigue siendo un obstáculo para lograr una equidad de género real. Empezando por aquellas personas que de manera voluntaria y con una preparación no ejercen todos los privilegios con los que cuentan.
¿Es posible afrontar los efectos simultáneos de la división sexual, social e internacional del trabajo? ¿Cómo pensar la solidaridad altermundista sin invisibilizar a las mujeres y relegar a un segundo plano el género en las luchas? ¿Cómo reconocer las contradicciones de raza y clase del feminismo sin disolver este proyecto de transformación social y convertirlo en una miríada de identidades fragmentadas? (Masson, 2011).
No se trata de abogar sólo por las mujeres, de hecho, si así ha sido (en su mayoría) es porque la sociedad (es decir, tanto hombres como mujeres) hemos permitido que se nos vea con inferioridad. Nos hemos creído inclusive la mentira de que no podemos hacer más de lo que la sociedad nos impone. El feminismo es una teoría que indiscutiblemente merece ser adoptada por todos, no sólo para darle fin a una cultura que minimiza a la mujer sino a una cultura que se ha encargado de reprimir a la sociedad en general.
Es momento de que la población se abra a un tipo de ideología distinta, en la cual  haya igualdad para todos, es momento de hacer uso de aquellos derechos y libertades que nos fueron otorgados por gente que luchó y sigue luchando por un trato equitativo de géneros, es momento que como mujeres le demos fin a esta desigualdad, la erradicación de ésta es controlado por sus víctimas. “Solamente cuando las mujeres empiezan a sentirse en su casa sobre esta tierra demuestran con brillantez que no es la inferioridad de las mujeres lo que determina su insignificancia histórica: su insignificancia histórica las condena a la inferioridad” (Beauvoir, 1949, p.215). Dejemos de ser parte del grupo que se limita a hacer las labores impuestas por nuestra cultura, somos seres racionales y con capacidades, merecemos ser tratados con igualdad.
El feminismo nos incumbe a todos, aunque se trate de una mujer cuyo plan de día sea formar una familia y tener hijos, no debería considerar que la igualdad de géneros no es parte de su ideología. Ser feminista es ser independiente, equitativo, es no estar estructurado ni pensado por preceptos sociales, es luchar por los derechos que por nacimiento adquieres, ¿te consideras feminista?











Referencias.
Beauvoir, S. (1969). El Segundo Sexo (Catedra ed., Vol., pp.-912). Buenos Aires, Pablo Palant.
(2009, 12). Construcción y análisis de los paradigmas feministas. Recuperado 11, 2014, de https://www.dropbox.com/home/Z%20NO%20ENTRAR%20AQU%C3%8D/MATERIALES%20PARA%20INVESTIGACI%C393N%20NO%20MOVER/Materiales%20para%20ensayo%20de%20%C3%A9tica%20AliceOJ/G%C3%A9nero%20y%20feminismos
(2013, 12). Gender Inequality Index . United Nations Development Programme Human Development Reports.
Masson, Sabine, & Castro Gómez, Pilar. (2011). Sexo/género, clase, raza: feminismo descolonial frente a la globalización: Reflexiones inspiradas a partir de la lucha de las mujeres indígenas en Chiapas. Andamios8(17), 145-177. Recuperado en 25 de noviembre de 2014, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632011000300008&lng=es&tlng=es.

Rachels, J., & Millán G. (2007) Introducción a la filosofía moral. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Valera, N. (2010, 12). Feminismo para principiantes. SCielo. Recuperado 11, 2014, de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1669-57042010000100020&lang=pt

Vega Montiel, Aimée. (2010). Las mujeres y el derecho humano a la comunicación: su acceso y participación en la industria mediática. Revista mexicana de ciencias políticas y sociales52(208), 81-95. Recuperado en 25 de noviembre de 2014

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