martes, 25 de noviembre de 2014

La ciencia en la sociedad actual

Miguel Ángel Rodríguez Macías
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
Campus Guadalajara
25 de Noviembre de 2014

La ciencia en la sociedad actual
Introducción:
            El avance científico y tecnológico de nuestra sociedad ha crecido de manera exponencial, explotando nuevas áreas del conocimiento prácticamente nuevas que existen desde hace no más de 20 años. Estos cambios han implicado un gran dilema ético acerca de lo que tenemos permitido hacer en un laboratorio. Como humanos, es demasiado egoísta creer que somos la raza superior y que podemos hacer todo lo que se pueda con la naturaleza; de esta manera disponemos de todo lo que hay a nuestro alrededor, pero al mismo tiempo y por la irresponsabilidad de generaciones anteriores, nuestro planeta enfrenta una serie de problemas que se han ido generando como reacción en cadena. Enfrentamos problemas climáticos, sobrepoblación en diversas regiones y falta de alimento en otras, por lo que la ciencia debe ayudar a resolverlos, pero no podrá hacerlo si no dejan que aplique las soluciones encontradas.

Palabras clave: Ciencia, tecnología, genética, transgénicos, biotecnología, monopolio, organismo.

Desarrollo:

"Tales verdades son objetivas en el sentido de que son verdaderas independientemente de lo que podamos querer o creer" (Rachels, p.75, 2007). Hoy en día se juzga el trabajo que realiza la ciencia en torno a la genética como algo malo, porque no se entiende lo que hacen dentro de un laboratorio y se crean juicios de valor, pobres en argumentos y falaces, creen que lo visto en algunas películas se convertirá realidad. No se busca el porqué de las cosas ni cómo funcionan. Por ello, es necesaria una cultura en la que la gente opine cuando se tiene conocimiento del tema, lea e investigue de temas de interés, para así construir juicios bien fundamentados y tomar una postura clara. Por otro lado, en nuestra sociedad se opina primero sin conocer, basándose en historias o comentarios que escucha en la calle y nunca se interesa por leer más a fondo.

          En un programa muy conocido de EU llamado "Jimmy Kimmel Live!", se entrevistaron a varios ciudadanos acerca de los GMO [1] (Organismos genéticamente modificados por sus siglas en inglés). Se les preguntó si comerían transgénicos y qué era lo que significaban las siglas; con excepción de una persona, todos contestaron que no lo harían, pero no pudieron decir el significado de estas siglas. Esto habla de cómo la sociedad está mal informada, poco preparada y primero rechaza algo que no entiende por el hecho de ser diferente y después se interesará en entender lo que está refutando.
Actualmente encontramos una gran cantidad de campañas contra alimentos genéticamente modificados, buscando que no entren a nuestro país. El principal argumento ético, es acerca de las compañías que monopolizan la venta de estas semillas. Según la organización no gubernamental Greenpeace “La contaminación transgénica de un centro de origen y diversidad genética de un grano representa el monopolio total del mismo” (Greenpeace, s/f). Pero entonces habría que preguntar ¿Qué es lo que está mal? ¿Los productos genéticamente modificados; o, las compañías que buscan enriquecerse a costa del producto, patentando y vendiendo a altos precios sus semillas?
Antes de analizar las preguntas, cabe aclarar qué son los alimentos transgénicos y cómo funcionan. Según Chamas se considera al alimento como transgénico cuando ha sido sometido a ingeniería genética, contiene aditivo de otro organismo sometido a ingeniería genética o fue elaborado utilizando un producto auxiliar. (Chamas, 2000). Viendo la definición, podemos decir que “lo que se hace es buscar, en un ser vivo (animal, planta, bacteria o virus) un gen que codifique una proteína; […] que intervenga en la maduración de los frutos o en la producción de un compuesto inhibidor de multiplicación viral” (Soledad & Rozowski, 2003).

            Contestando la primera pregunta, según la FAO “Hasta ahora no se ha observado, en ninguna parte del mundo, efectos nocivos comprobables del consumo de alimentos producidos con cultivos modificados genéticamente” (FAO, s/f en Los Tiempos, 2010), esto no significa que haya una verdad absoluta que diga que los nuevos alimentos no entrañen riesgo alguno sobre la salud, pero sí que los que se han generado estos días, tuvieron una rigurosa sistematización con la cual se demuestra que no son tóxicos y/o dañinos para los seres humanos, ya que según Chamas: “Los productos transgénicos deben cumplir los criterios de una Directiva Europea de 1997: que sea necesario y útil, seguro para la salud humana y el medio ambiente, y que sus características sean las declaradas y que, además, se mantengan en el tiempo.” (Chamas, 2000).

            Pasando al segundo cuestionamiento, la compañía puede presentar un entorno poco ético en la cual se apodera una idea utilitarista, que hace alusión a que el fin justifica los medios. Estas compañías creen que pueden patentar semillas para así vender a precios elevados ya que los consumidores se hacen dependientes de sus productos por la necesidad que hay en el campo. Están ayudando a los agricultores a cosechar mejores semillas, el cual sería un buen fin, pero ¿a qué medio? Enriqueciéndose en base a un mejor cultivo.

            Analizando estos dos cuestionamientos éticos, podemos darnos cuenta de que si los alimentos conocidos como transgénicos no se han comprobado como dañinos, pero las compañías son las que nos hacen cuestionarnos sobres monopolios y problemas económicos, entonces la campaña no debe ir dirigida a prohibir la entrada de estos productos, sino más bien buscar un sistema de competencia con productores para mejorar los servicios de todas y evitar manejos perjudiciales, ya que según Daniela Bargardi: “La ciencia se construye como un saber comprometido con la sociedad, en tanto búsqueda de superación de problemas y en ese sentido habría una responsabilidad compartida, pero no será culpable de los daños cometidos al dejar de lado los valores que imprescindiblemente debieran acompañar a los actos de quienes ejercen el poder de decisión.” (Bargardi, 2002).

            Por otro lado está el debate acerca del propósito que tienen las cosas en la naturaleza. Aristóteles incorporó esta idea en su sistema de pensamiento alrededor del año 350 a.C., cuando dijo que, con el fin de entender cualquier cosa, debían hacerse cuatro preguntas: ¿qué es?, ¿de qué está hecho?, ¿cómo llegó a existir? y ¿para qué sirve? Y de esta manera se sabría la “causa final” de todo organismo. (Citado en Rachels, p. 94, 2002)

            Podemos entender el propósito para el cual muchas de las cosas fueron hechas, pero no dejan que contestemos estas 4 preguntas básicas. Hay una teoría que podría contestar una de estas 4 preguntas: ¿cómo llegó a existir? Y la respuesta que se tiene es que al inicio de los tiempos en nuestro planeta todos los organismos eran exactamente iguales y fueron evolucionando en medida de sus necesidades. Si todos los organismos vivos, antes contenían las mismas características, deberíamos de poder ir un poco en reversa y darles a otros esa capacidad que perdieron durante la evolución por alguna u otra razón. Insertar ciertas características genéticas de DNA de una especie a otra podría darle tantos beneficios a la especie como a la nuestra, la evolución se ha dado y se seguirá dando, podemos ayudar un poco a que logren sobrevivir estas especies.

            En una entrevista realizada al astrofísico Neil Degrasse Tyson [2], habla acerca de la selección artificial y el uso que se le da a esta, no para envenenar gente ni para hacer “superplantas”. Este es un concepto muy importante, el cual habla de cómo los humanos aceleran el proceso evolutivo de las cosas. En el principio de la agricultura, los granjeros utilizaban este proceso para cultivar únicamente los productos con el fenotipo y genotipo deseado, eliminando así los que no eran del agrado para que sólo sobrevivieran los que ellos querían. Hoy en día se ha hecho la modificación genética, para que estas plantan dejen de ser vulnerables específicamente a cierto virus.

            Como menciona Ruy Pérez Tamayo en su libro “Ciencia, Ética y Sociedad”: “La ética del científico no es diferente de la del político, la del periodista o la del torero; el científico no es ni más culpable ni menos inocente que todos los demás, porque su ética no depende de su actividad profesional sino de su participación en la vida de la sociedad a la que pertenece como cualquier otro ser humano” (Pérez, p. 143, 1991), la creencia que se tiene de proyectos en genética que involucren ya sea plantas o animales, no debe ser tan mala, ya que por eso se habla de selección artificial: la planta evolucionará con el paso de los años para resistir enfermedades, lo único que intentan hacer es acelerar ese proceso de evolución.

Conclusión: 

            Los avances en ingeniería genética y biotecnología son una realidad y seguirán siendo desarrollados. Si bien no han representado un peligro hasta la actualidad, se ha sugerido un cambio en la manera de pensar de nuestra sociedad para así, promover campañas globales en las que se explique lo que sucede dentro de un laboratorio de manera simple y concisa. Así como se tiene una regulación para la producción de estos nuevos productos, no sólo se necesitan normas y códigos que delimiten el trabajo de la ciencia, sino que los ciudadanos logren entender que lo que se busca es crear una solución y no más problemas de los que vivimos en este planeta.


Referencias básicas:

-          Bargardi, D. (2002). CIENCIA Y SOCIEDAD. UNA MIRADA DESDE LA ÉTICA. Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy, (15) 175-180. Recuperado de http://redalyc.org/articulo.oa?id=18501517

-          Chamas, A. (2000). Alimentos transgénicos. Invenio, 3(4-5) 149-159. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=87730512

-          Rachels, J., & Millán, G. (2007). Subjetivismo. Introducción a la filosofía moral (p. 75). México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.

-          Reyes S., María Soledad, & Rozowski N, Jaime. (2003). ALIMENTOS TRANSGÉNICOS. Revista chilena de nutrición, 30(1), 21-26. Recuperado en 25 de noviembre de 2014, de http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-75182003000100003&lng=es&tlng=es. 10.4067/S0717-75182003000100003.

-          Tamayo, R. (1991). Ciencia y Ética. Ciencia, ética y sociedad (p. 143). México: El Colegio Nacional.

Referencias complementarias:

-          Alimentos transgénicos, ¿buenos o malos? (2010, May 2). Recuperado Noviembre 20, 2014, de http://www.lostiempos.com/diario/actualidad/vida-y-futuro/20100502/alimentos-transgenicos-buenos-o-malos-_68538_125873.html

-          Las intenciones de Monsanto. (n.d.). Recuperado Noviembre 25, 2014, http://www.greenpeace.org/mexico/es/Campanas/Agricultura--sustentable--y-transgenicos/Transgenicos-ni-maiz/Monsanto-en-el-mundo/





[1] https://www.youtube.com/watch?v=EzEr23XJwFY
[2] https://www.youtube.com/watch?v=TPBl5zEp3jo

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