Fahrenheit 451 y la censura e indiferencia hacia la información
Paulina Márquez Rubio
Ray Bradbury (1920-2012) es uno de los autores de ciencia ficción más aclamados
del siglo XX, no sólo por sus cautivantes narrativas, sino por su habilidad de criticar
los errores y prejuicios de la sociedad en sus novelas y cuentos. Demostró continuamente su desdén y desconfianza hacia las nuevas tecnologías, viéndolas como un
recurso que aquellos en el poder usarían para controlar a la población. Con acontecimientos recientes en México como lo
ocurrido en Ayotzinapa, Guerrero, y en Ferguson, Estados Unidos, se está
evidenciando cada vez más que no estaba tan equivocado en sus
predicciones del futuro.
Fahrenheit 451, publicada en el año de 1953, es el mejor ejemplo.
La historia sigue al bombero Montag, quien vive en una época futura (no hay
año definido). En este futuro, el gobierno ha cambiado la profesión de los bomberos
de protectores de la sociedad a provocadores de incendios. Incendios de libros.
Los habitantes tienen terminantemente prohibido ser propietarios de cualquier ejemplar,
y aquellos que tienen bibliotecas deben sufrir el castigo de verlas reducidas a
cenizas.
Todo parece ir bien en la vida de nuestro héroe, hasta que un día, regresando
del trabajo, conoce a su vecina, una muchacha de 16 años llamada Mildred, quien
hace que se comience a cuestionar y reflexionar acerca de su vida. Mildred y su
familia hacen cosas que Montag encuentra muy extrañas: no ven la televisión, se sientan a platicar. Mildred sale a caminar
sólo por el placer de hacerlo. No va a la escuela porque hacía preguntas en clase y
los maestros decidieron que aquello interrumpía el proceso de aprendizaje de los otros alumnos. Después de que ella y su familia desaparecen misteriosamente, Montag va descubriendo cuán controlada está la
sociedad por el gobierno,
y se da cuenta de lo idiotizadas que viven las personas en sus televisiones (pantallas gigantes que abarcan cuartos enteros), en sus carros último
modelo y en la falsa ilusión de que son felices.
Si bien la historia en sí es genial como novela, me interesa más analizar
qué tan acertado estaba Bradbury en sus consideraciones del futuro.
DESINFORMACIÓN Y APATÍA
Bradbury se pronunciaba particularmente en contra de la influencia nociva
de la televisión en manos de aquellos en el poder. Se dio cuenta de que "no
sólo colonizaba la atención de los espectadores, sino también su intelecto
y sus emociones" (Patai, 2013, pp. 42). Tal y como descubriera César Augusto en el siglo I
a.C., las imágenes cargan un enorme significado y pueden
ser utilizadas para transmitir un mensaje e influir en las emociones del receptor,
sin importar la veracidad de lo que se comunica. Augusto hizo uso de grandes esculturas, edificaciones, y monedas para demostrar
su poder a través y más allá de su imperio, pues las grandes distancias y los pocos
medios que había de comunicarse a través de ellas hacían complicada la desmitificación
de dichas imágenes.
Mandó también inscribir en enormes pilares de cobre un documento titulado
"Res Gestae", donde se ensalzaba a sí mismo y relataba cómo él había sido
un restaurador de la paz en la república romana. Señala Luca Canali,
uno de los estudiosos de dicho texto, que encuentra curioso que "mientras
Augusto más se acercaba a formas monárquicas, más se esforzó por señalar que no
había nada novedoso en su acción, sino que se trataba de una simple vuelta a las
costumbres de los antepasados." (Canali, citado por Cruz, 009).
El problema ético de esta situación, que aún no ha desaparecido en nuestra
sociedad, radica en la falsedad de este tipo de
propaganda, ya sea por omisión o por mentira. En Fahrenheit 451, al
final de la novela, Montag observa cómo la ciudad en la que vivía es
destruida por un misil nuclear. En un estado de guerra, esto quizá no resultaría
tan sorprendente, pero hasta ese día las personas habían vivido, ignorantes, bajo
la fantasía de que su país estaba completamente en paz. Estaban tan obsesionados
con sus televisiones y carros de lujo, que ninguno de ellos se interesó en lo que pasaba fuera de su pequeña realidad, mientras que los
gobernantes tomaron provecho de ello e hicieron lo que se les
venía en gana. En la actualidad los medios de comunicación rara vez nos dan toda
la información, y en el caso de la televisión, los programas de más éxito jamás
hacen mención a temas de importancia como la inseguridad del país o la corrupción
del gobierno. Son programas hechos para distraer a la población y mantenerla contenta. En la novela, la misma persecución de Montag es un montaje. Al final, habiéndole perdido la pista, terminan asesinando a un individuo que nada tenía que ver
con él, pues lo
importante no era lo que se llevara a cabo, sino el espectáculo y la culminación
del mismo. "Pan y circo", que le dicen.
Esto representa un atentado a nuestra dignidad. Como individuos, todos tenemos derecho a ser autónomos, tanto en nuestras acciones como en
nuestros pensamientos. Cuando un medio de comunicación como la
televisión se vuelve tan masivo, y con tan poco contenido de calidad como es
la costumbre, se promueven el sedentarismo y la apatía intelectual. La gran
mayoría de programas en los canales de mayor influencia del país se basan en los
"lean forward moments", técnicas como música, uso de la cámara y actuaciones
que pasan tan rápido y son tan
intensas, que no dan momento al cerebro de que las asimile y las reflexione. Por esto, la televisión es preferible a los libros desde
la perspectiva del espectador: implica menos actividad, pues no exige ningún esfuerzo
comparada con los libros. Piskur et al. (2014) identifican seis niveles de participación
social en el
ser humano:
1) Prepararse para hacer una actividad con otras personas, 2) estar rodeado de otras personas, 3) interactuar con otros sin hacer contacto físico,
4) hacer una actividad con otros, 5) ayudar a otros y 6)
contribuir en beneficio de una comunidad.
En la novela, algunos personajes como la esposa de Montag no llegaban ni
siquiera al primer nivel. Aunque se preparaba para participar en un programa de
televisión, no era con el afán de convivir con otras personas, sino sólo para sentir
que era parte de ese mundo que consideraba la máxima aspiración en su vida. Otros
personajes como Montag y el capitán Beatty, con trabajos llegan al cuarto. La familia
de Mildred tenía la disposición para llegar al sexto nivel, pero el gobierno lo
consideró un peligro para su plan de sociedad y los hizo desaparecer. Si bien en
nuestra sociedad actual todavía no estamos en un nivel tan bajo de socialización,
es un recordatorio de algo que podría llegar a ser si seguimos por el camino de
la indiferencia y la apatía.
El vivir atados a lo que nos imponen desde arriba los empresarios y dueños
de los principales medios de difusión de información, que suelen ser beneficiosas
a sus propios intereses, es un atentado hacia nuestra autonomía. Como seres racionales y participantes de una comunidad, merecemos saber la verdad y poder
tener varios puntos de vista para juzgar efectivamente
a una persona o evento. Aun así, el problema cuando esto ocurre (en particular en el caso del Internet), es que tenemos acceso a tal cantidad
de información, que nos desensibilizamos. Podemos saber al instante y en la palma
de nuestra mano
acerca de todas las cosas horribles que pasan en el mundo y
sin embargo, perdemos el sentido de conexión hacia dichos eventos. (Patai, 2013). El ver lo que ocurre alrededor del mundo a
través de una pantalla puede hacer parecer estos asuntos distantes, a
pesar de que nos incumban directamente. Es bueno ver que injusticias como lo ocurrido
en Guerrero son traídas a la luz pública y expuestas no sólo nacional sino internacionalmente.
Nos hacen darnos cuenta (o recordar, si habíamos decidido olvidarlo) que
nuestro país está muy, muy lejos de ser perfecto, y que todos debemos alzar la voz y pronunciarnos en contra de las prácticas de intimidación y crimen que son
tan tristemente comunes por parte del gobierno. Gracias al Internet, esta meta se
ve más
cercana que nunca. Como menciona Winner (1997):
En el mismo hilo, la democracia también florecerá mientras las personas usen la
comunicación por ordenadores para debatir problemas, publicar opiniones, organizar movimientos, participar en
elecciones [¼]. El prospecto de comunicación interactiva
y de "muchos-a-muchos" alimentará una
nueva visión de la ciudadanía y de la sociedad política. [¼] En este escenario sociotecnológico, la
autoridad del gobierno centralizado y de las burocracias simplemente se desvanecerá.
Un argumento para justificar esta situación podría ser que
somos más felices al no conocer las injusticias que hay alrededor de nosotros. Pero, ¿qué tan real
es la felicidad que nos provoca la ignorancia? J.S. Mills, teórico del utilitarismo,
identifica dos tipos de placeres: los superiores (que considera, son los intelectuales
y morales) y los inferiores (necesidades del cuerpo). Él decide que es mejor ser
un hombre culto en busca de cada vez más conocimiento que alguien "hueco"
a quien es fácil calmar con comida y otros placeres inferiores (Cortina, 1996).
En Fahrenheit 451, los seres humanos, bajo la
tutela del gobierno, han ido
olvidando la importancia de los placeres
superiores, admitiendo incluso que se quemen los libros como fuente de conocimiento
e imaginación, sucumbiendo así a una existencia limitada a actividades banales.
Como afirma el capitán Beatty en un pasaje de
la novela:
Si no quieres que un hombre se sienta
políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma
cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno o, mejor aún, no le des ninguno. Haz
que olvide que existe una cosa llamada guerra. [¼] Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando
la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado,
o cuánto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos «hechos» que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan,
tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices.
CENSURA E INSEGURIDAD
Hoy en día vemos campañas políticas donde los presidentes de los municipios y gobernadores en los estados aseguran al mundo que todo va
perfecto, que están gobernando de la mejor manera posible y que están haciendo obras para beneficiar a los habitantes, cuando en realidad hay estados, en especial aquellos con menos recursos como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, en los que se vive un
ambiente de violencia y miedo
a las consecuencias que pudiera tener el alzar la voz,
no sólo por parte del crimen organizado, sino también del gobierno. Y es precisamente por esto, por el
miedo tan arraigado al gobierno y a los líderes del narcotráfico, que el resto del
país no se entera de lo que ocurre. La selectividad en la información que se transmite
al público general en los medios masivos de comunicación no es un tema
reciente, y menos
para México. Prácticamente desde la creación de los periódicos, la política ha tomado las riendas de ellos y los ha
usado en su favor; ya sea para mejorar su imagen, o para degradar la de sus opositores.
A través de los años, diversos personajes e instituciones se han rebelado contra
este sistema, pero la corrupción y el crimen organizado han ido amenazándolos o
eliminándolos uno por uno, tanto para silenciarlos como para intimidar a otros que
pudieran llegar a seguir su ejemplo.
Desde la aparición de las primeras constituciones, la libertad de expresión
ha constituido uno de los derechos fundamentales del hombre, como reafirma el artículo
6º. de la Constitución Política Mexicana, el cual establece que:
La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial
o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden
público; el derecho a la información será garantizado por el Estado.
¿Cómo confiar el cumplimiento de esta ley al Estado, que estadísticamente
es el que más violencia impone hacia los periodistas?
De enero a septiembre de 2014, se documentaron 222 agresiones a la prensa
mexicana. "De ese total, 94 fueron ataques físicos, 40 actos de intimidación,
37 amenazas, 23 detenciones arbitrarias, tres asesinatos a periodistas y el ataque
a las instalaciones de un medio de comunicación." (Pantoja, 2014) De estos
incidentes, se considera que más de la mitad fueron orquestados por un funcionario
público.
El mismo Bradbury sabía que esto ocurría en su país. En Fahrenheit 451, los libros son quemados por ser
considerados un mal para la
sociedad. No sólo
hay personas que los
esconden en sus casas y
que están dispuestas a morir
con ellos si eso es lo que evitará que sean arrastrados hacia una vida apática y banal
por obligación, sino que hay quienes se exilian
a sí mismos de las ciudades y se aprenden libros de memoria para que no les pueda
ser arrancado ese conocimiento. Asimismo, en una carta a los republicanos, declaró
que en su país había "tanto miedo, que ya nadie tiene derecho a estar asustado."
(Fox, 2011.)
Actualmente en México vivimos en un estado de desinformación debido a los
filtros que tienen los principales medios de comunicación sobre las noticias, además
de la censura que es impuesta a los periodistas que tratan de informar acerca de las injusticias que ocurren en el país. El miedo a
ser atacado por difundir información sensible de algún funcionario o persona
importante es una constante en nuestro país. Mužíková et al., citados por Yesil (2014) explican que hay
dos tipos de censura. El primero es aquel ejercido por el gobierno, círculos religiosos, políticos quienes prohíben
la publicación del material. El segundo, que es causa de preocupación por las implicaciones
que trae consigo, es la auto-censura. Es la que ejerce el propio periodista o escritor
para evitar problemas, tales como crear controversia, oponerse a oficiales del gobierno, etc. En
México no hay seguridad para los periodistas, y en algunos casos
llegan incluso a perder la vida por ejercer su derecho a la libre expresión.
Según la PGR (El Universal, 2014), desde el año 2000 han sido asesinados
102 periodistas, convirtiendo a México en uno de los lugares más peligrosos para
ejercer dicha profesión. En las manifestaciones de apoyo por la desaparición de los 43 normalistas de Guerrero, se han mostrado fotografías de militares vestidos como
civiles, que llegaron al Zócalo y horas más tarde fueron vistos realizando acciones
violentas. Las personas en las redes sociales afirman que la manifestación fue completamente
pacífica, pero hacia el final de la misma, aparecieron individuos que quemaron la puerta del Palacio Nacional, que no tenían
nada que ver con los protestantes. Esta clase de mala publicidad lo único que busca
es desprestigiar las marchas y hacer que los manifestantes se conviertan en el enemigo.
En mi opinión, las preocupaciones de Bradbury no estaban infundadas, y en
muchos aspectos acertó. En lo que falló, sin embargo, fue en creer que la sociedad
sería subyugada sin luchar. El internet (algo que no pudo haber previsto) es el
medio que han tomado los ciudadanos para reportar lo que realmente ocurre en el
mundo, en especial en ciudades y países que tienden a ser sensacionalizados por los
periódicos y noticieros. Y si bien nuestro gobierno está sostenido en una base podrida
y corrupta, la accesibilidad de la información está volteando el panorama en beneficio del pueblo, haciendo que nos
demos cuenta de la mentira que nos
han estado contando todos estos años, una mentira como la
del gobierno de Montag. Una mentira en la que a nuestro
gobierno le importamos, en la que el crimen es erradicado de sus filas, en la que cualquier persona puede tener acceso a una educación de calidad, en la que los
derechos humanos son respetados y se hace justicia en los tribunales.
La diferencia esencial, una ventaja que no podemos darnos el lujo de perder,
es que nosotros nos hemos dado cuenta a tiempo. Ahora es necesario educarnos, protestar,
actuar, informarnos y participar en nuestra sociedad más que nunca. El país nos
pertenece a nosotros, a la gente, y está en nuestras manos recordarle eso a aquellos
que nos quieren mantener bajo su yugo.
Bibliografía
Básica
Cortina,
A. Ética. La vida moral y la reflexión ética. (1996). Santillana, Madrid.
1996.
Patai, D. (2012).
Ray Bradbury and the Assault on Free Thought. Springer Science Business Media New
York, (50), 41-47.
Piskur, B.,
Daniëls, R., Jongmans, M. J., Ketelaar, M., Smeets, R. J. E. M., Norton, M., et
al. (2014). Participation and social participation:
Are they distinct
concepts? Clinical Rehabilitation, 28(3), 211-20.
Yesil MM. The
Invisible Threat for the Future of Journalism: Self-Censorship and Conflicting Interests
in an Increasingly Competitive Media
Environment.
International Journal of Business and Social Science 2014 03;5(3).
Winner, L. (1997).
Technology Today: Utopia or Dystopia? Social Research, 64(3), 989-1017
Complementaria
Bradbury, R.
(1953). Fahrenheit 451. New York: Ballantine Books. (Las traducciones
son mías).
Cruz,
N. (1984). Revista de Historia Universal. Historia de la PUC, vol. 1°, pp. 63-112.
Santiago
de Chile.
Fox, D. (2011).
Fahrenheit 451: The Burning of American Culture. (California Polytechnic
State University).
Otero,
S. (17 de junio de 2014). 102 periodistas muertos en el país, en 14 años. Periódico El Universal.
http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2014/102-periodistas-muertos-en-el-pais-en-14-anios-1017462.html
Pantoja,
S. (22 de Octubre de 2014). Cada 29
horas hay una
agresión contra periodistas en México: Artículo 19. Revista Proceso.
http://www.proceso.com.mx/?p=385448
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