lunes, 1 de diciembre de 2014


Fahrenheit 451 y la censura e indiferencia hacia la  información

Paulina Márquez Rubio


Ray Bradbury (1920-2012) es uno de los autores de ciencia ficción más aclamados del siglo XX, no sólo por sus cautivantes narrativas, sino por su habilidad de criticar los errores y prejuicios de la sociedad en sus novelas y cuentos.  Demostró  continuamente  su  desdén  y  desconfianza  hacia  las  nuevas  tecnologías,  viéndolas  como  un recurso  que  aquellos  en  el  poder  usarían  para  controlar  a  la  población.  Con  acontecimientos  recientes  en México  como  lo  ocurrido  en  Ayotzinapa,  Guerrero,  y  en  Ferguson,  Estados  Unidos,  se  está  evidenciando  cada vez más que no estaba tan equivocado en sus predicciones del futuro.

Fahrenheit 451, publicada en el año de 1953, es el mejor ejemplo.

La historia sigue al bombero Montag, quien vive en una época futura (no hay año definido). En este futuro, el gobierno ha cambiado la profesión de los bomberos de protectores de la sociedad a provocadores de incendios. Incendios de libros. Los habitantes tienen terminantemente prohibido ser propietarios de cualquier ejemplar, y aquellos que tienen bibliotecas deben sufrir el castigo de verlas reducidas a cenizas.
Todo parece ir bien en la vida de nuestro héroe, hasta que un día, regresando del trabajo, conoce a su vecina, una muchacha de 16 años llamada Mildred, quien hace que se comience a cuestionar y reflexionar acerca de su vida. Mildred y su familia hacen  cosas  que  Montag  encuentra  muy  extrañas:  no  ven  la  televisión,  se  sientan  a  platicar.  Mildred  sale  a caminar  sólo  por  el  placer  de  hacerlo.  No  va  a  la  escuela  porque  hacía  preguntas  en  clase  y  los  maestros decidieron  que  aquello  interrumpía  el  proceso  de  aprendizaje  de  los  otros  alumnos.  Después  de  que  ella  y  su familia  desaparecen  misteriosamente,  Montag  va  descubriendo  cuán  controlada  está  la  sociedad  por  el gobierno,  y  se  da  cuenta  de  lo  idiotizadas  que  viven  las  personas  en  sus  televisiones  (pantallas  gigantes  que abarcan cuartos enteros), en sus carros último modelo y en la falsa ilusión de que son felices. 

Si bien la historia en sí es genial como novela, me interesa más analizar qué tan acertado estaba Bradbury en sus consideraciones del futuro. 



DESINFORMACIÓN Y APATÍA

Bradbury se pronunciaba particularmente en contra de la influencia nociva de la televisión en manos de aquellos en el poder. Se dio cuenta de que "no sólo colonizaba la atención de los espectadores, sino también su intelecto
y  sus  emociones"  (Patai,  2013,  pp.  42).  Tal  y  como  descubriera  César  Augusto  en  el  siglo  I  a.C.,  las  imágenes cargan un enorme significado y pueden ser utilizadas para transmitir un mensaje e influir en las emociones del receptor,  sin  importar  la  veracidad  de  lo  que  se  comunica.  Augusto  hizo  uso  de  grandes  esculturas, edificaciones, y monedas para demostrar su poder a través y más allá de su imperio, pues las grandes distancias y los pocos medios que había de comunicarse a través de ellas hacían complicada la desmitificación de dichas imágenes.

Mandó también inscribir en enormes pilares de cobre un documento titulado "Res Gestae", donde se ensalzaba a sí mismo y relataba cómo él había sido un restaurador de la paz en la república romana. Señala Luca Canali,
uno de los estudiosos de dicho texto, que encuentra curioso que "mientras Augusto más se acercaba a formas monárquicas, más se esforzó por señalar que no había nada novedoso en su acción, sino que se trataba de una simple vuelta a las costumbres de los antepasados." (Canali, citado por Cruz, 009).

El problema ético de esta situación, que aún no ha desaparecido en nuestra sociedad, radica en la falsedad de este  tipo  de  propaganda,  ya  sea  por  omisión  o  por  mentira.  En  Fahrenheit  451,  al  final  de  la  novela,  Montag observa cómo la ciudad en la que vivía es destruida por un misil nuclear. En un estado de guerra, esto quizá no resultaría tan sorprendente, pero hasta ese día las personas habían vivido, ignorantes, bajo la fantasía de que su país estaba completamente en paz. Estaban tan obsesionados con sus televisiones y carros de lujo, que ninguno de  ellos  se  interesó  en  lo  que  pasaba  fuera  de  su  pequeña  realidad,  mientras  que  los  gobernantes  tomaron provecho de ello e hicieron lo que se les venía en gana. En la actualidad los medios de comunicación rara vez nos dan toda la información, y en el caso de la televisión, los programas de más éxito jamás hacen mención a temas de importancia como la inseguridad del país o la corrupción del gobierno. Son programas hechos para distraer a la  población  y  mantenerla  contenta.  En  la  novela,  la  misma  persecución  de  Montag  es  un  montaje.  Al  final, habiéndole  perdido  la  pista,  terminan  asesinando  a  un  individuo  que  nada  tenía  que  ver  con  él,  pues  lo importante no era lo que se llevara a cabo, sino el espectáculo y la culminación del mismo. "Pan y circo", que le dicen.

Esto  representa  un  atentado  a  nuestra  dignidad.  Como  individuos,  todos  tenemos  derecho  a  ser  autónomos, tanto  en  nuestras  acciones  como  en  nuestros  pensamientos.  Cuando  un  medio  de  comunicación  como  la televisión  se  vuelve  tan  masivo,  y  con  tan  poco  contenido  de  calidad  como  es  la  costumbre,  se  promueven  el sedentarismo y la apatía intelectual. La gran mayoría de programas en los canales de mayor influencia del país se basan en los "lean forward moments", técnicas como música, uso de la cámara y actuaciones que pasan tan rápido  y  son  tan  intensas,  que  no  dan  momento  al  cerebro  de  que  las  asimile  y  las  reflexione.  Por  esto,  la televisión es preferible a los libros desde la perspectiva del espectador: implica menos actividad, pues no exige ningún esfuerzo comparada con los libros. Piskur et al. (2014) identifican seis niveles de participación social en el
ser humano: 

1)  Prepararse  para  hacer  una  actividad  con  otras  personas,  2)  estar  rodeado  de  otras  personas,  3) interactuar con otros sin hacer contacto físico, 4) hacer una actividad con otros, 5) ayudar a otros y 6)
contribuir en beneficio de una comunidad.

En la novela, algunos personajes como la esposa de Montag no llegaban ni siquiera al primer nivel. Aunque se preparaba para participar en un programa de televisión, no era con el afán de convivir con otras personas, sino sólo para sentir que era parte de ese mundo que consideraba la máxima aspiración en su vida. Otros personajes como Montag y el capitán Beatty, con trabajos llegan al cuarto. La familia de Mildred tenía la disposición para llegar al sexto nivel, pero el gobierno lo consideró un peligro para su plan de sociedad y los hizo desaparecer. Si bien en nuestra sociedad actual todavía no estamos en un nivel tan bajo de socialización, es un recordatorio de algo que podría llegar a ser si seguimos por el camino de la indiferencia y la apatía.

El vivir atados a lo que nos imponen desde arriba los empresarios y dueños de los principales medios de difusión de información, que suelen ser beneficiosas a sus propios intereses, es un atentado hacia nuestra autonomía. Como  seres  racionales  y  participantes  de  una  comunidad,  merecemos  saber  la  verdad  y  poder  tener  varios puntos de vista para juzgar efectivamente a una persona o evento. Aun  así,  el  problema  cuando  esto  ocurre  (en  particular  en  el  caso  del  Internet),  es  que  tenemos  acceso  a  tal cantidad de información, que nos desensibilizamos. Podemos saber al instante y en la palma de nuestra mano
acerca  de  todas  las  cosas  horribles  que  pasan  en  el  mundo  y  sin  embargo,  perdemos  el  sentido  de  conexión hacia  dichos  eventos.  (Patai,  2013).  El  ver  lo  que  ocurre  alrededor  del  mundo  a  través  de  una  pantalla  puede hacer parecer estos asuntos distantes, a pesar de que nos incumban directamente. Es bueno ver que injusticias como lo ocurrido en Guerrero son traídas a la luz pública y expuestas no sólo nacional sino internacionalmente.

Nos hacen darnos cuenta (o recordar, si habíamos decidido olvidarlo) que nuestro país está muy, muy lejos de ser  perfecto,  y  que  todos  debemos  alzar  la  voz  y  pronunciarnos  en  contra  de  las  prácticas  de  intimidación  y crimen  que  son  tan  tristemente  comunes  por  parte  del  gobierno.  Gracias  al  Internet,  esta  meta  se  ve  más
cercana que nunca. Como menciona Winner (1997):

En  el  mismo  hilo,  la  democracia  también  florecerá  mientras  las  personas  usen  la  comunicación  por ordenadores  para  debatir  problemas,  publicar  opiniones,  organizar  movimientos,  participar  en
elecciones  [¼].  El  prospecto  de  comunicación  interactiva   y  de  "muchos-a-muchos"  alimentará  una
nueva  visión  de  la  ciudadanía  y  de  la  sociedad  política.  [¼]  En  este  escenario  sociotecnológico,  la
autoridad del gobierno centralizado y de las burocracias simplemente se desvanecerá.

Un  argumento  para  justificar  esta  situación  podría  ser  que  somos  más  felices  al  no  conocer  las  injusticias  que hay alrededor de nosotros. Pero, ¿qué tan real es la felicidad que nos provoca la ignorancia? J.S. Mills, teórico del utilitarismo, identifica dos tipos de placeres: los superiores (que considera, son los intelectuales y morales) y los inferiores (necesidades del cuerpo). Él decide que es mejor ser un hombre culto en busca de cada vez más conocimiento que alguien "hueco" a quien es fácil calmar con comida y otros placeres inferiores (Cortina, 1996). En  Fahrenheit  451,  los  seres  humanos,  bajo  la  tutela  del  gobierno,  han  ido  olvidando  la  importancia  de  los placeres superiores, admitiendo incluso que se quemen los libros como fuente de conocimiento e imaginación, sucumbiendo así a una existencia limitada a actividades banales. Como afirma el capitán Beatty en un pasaje de
la novela:

Si  no  quieres  que  un  hombre  se  sienta  políticamente  desgraciado,  no  le  enseñes  dos  aspectos  de  una misma cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno o, mejor aún, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa llamada guerra. [¼] Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuánto maíz produjo Iowa el año  pasado.  Atibórralos  de  datos  no  combustibles,  lánzales  encima  tantos  «hechos»  que  se  sientan abrumados,  pero  totalmente  al  día  en  cuanto  a  información.  Entonces,  tendrán  la  sensación  de  que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices.

CENSURA E INSEGURIDAD

Hoy  en  día  vemos  campañas  políticas  donde  los  presidentes  de  los  municipios  y  gobernadores  en  los  estados aseguran  al  mundo  que  todo  va  perfecto,  que  están  gobernando  de  la  mejor  manera  posible  y  que  están haciendo  obras  para  beneficiar  a  los  habitantes,  cuando  en  realidad  hay  estados,  en  especial  aquellos  con menos  recursos  como  Guerrero,  Oaxaca  y  Chiapas,  en  los  que  se  vive  un  ambiente  de  violencia  y  miedo  a  las consecuencias  que  pudiera  tener  el  alzar  la  voz,  no  sólo  por  parte  del  crimen  organizado,  sino  también  del gobierno. Y es precisamente por esto, por el miedo tan arraigado al gobierno y a los líderes del narcotráfico, que el resto del país no se entera de lo que ocurre. La selectividad en la información que se transmite al público general en los medios masivos de comunicación no es  un  tema  reciente,  y  menos  para  México.  Prácticamente  desde  la  creación  de  los  periódicos,  la  política ha tomado las riendas de ellos y los ha usado en su favor; ya sea para mejorar su imagen, o para degradar la de sus opositores. A través de los años, diversos personajes e instituciones se han rebelado contra este sistema, pero la corrupción y el crimen organizado han ido amenazándolos o eliminándolos uno por uno, tanto para silenciarlos como para intimidar a otros que pudieran llegar a seguir su ejemplo.

Desde la aparición de las primeras constituciones, la libertad de expresión ha constituido uno de los derechos fundamentales del hombre, como reafirma el artículo 6º. de la Constitución Política Mexicana, el cual establece que:

La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso  de  que  ataque  a  la  moral,  los  derechos  de  tercero,  provoque  algún  delito  o  perturbe  el  orden
público; el derecho a la información será garantizado por el Estado.

¿Cómo confiar el cumplimiento de esta ley al Estado, que estadísticamente es el que más violencia impone hacia los periodistas?

De enero a septiembre de 2014, se documentaron 222 agresiones a la prensa mexicana. "De ese total, 94 fueron ataques físicos, 40 actos de intimidación, 37 amenazas, 23 detenciones arbitrarias, tres asesinatos a periodistas y el ataque a las instalaciones de un medio de comunicación." (Pantoja, 2014) De estos incidentes, se considera que más de la mitad fueron orquestados por un funcionario público.

El  mismo  Bradbury  sabía  que  esto  ocurría  en  su  país.  En  Fahrenheit  451,  los  libros  son  quemados  por  ser considerados  un  mal  para  la  sociedad.  No  sólo  hay  personas  que  los  esconden  en  sus  casas  y  que  están dispuestas  a  morir  con  ellos  si  eso  es  lo  que  evitará  que  sean  arrastrados  hacia  una  vida  apática  y  banal  por obligación, sino que hay quienes se exilian a sí mismos de las ciudades y se aprenden libros de memoria para que no les pueda ser arrancado ese conocimiento. Asimismo, en una carta a los republicanos, declaró que en su país había "tanto miedo, que ya nadie tiene derecho a estar asustado." (Fox, 2011.) 

Actualmente en México vivimos en un estado de desinformación debido a los filtros que tienen los principales medios de comunicación sobre las noticias, además de la censura que es impuesta a los periodistas que tratan de  informar  acerca  de  las  injusticias  que  ocurren  en  el  país.  El  miedo  a  ser  atacado  por  difundir  información sensible de algún funcionario o persona importante es una constante en nuestro país. Mužíková et al., citados por  Yesil  (2014)  explican  que  hay  dos  tipos  de  censura.  El  primero  es  aquel  ejercido  por  el  gobierno,  círculos religiosos, políticos quienes prohíben la publicación del material. El segundo, que es causa de preocupación por las implicaciones que trae consigo, es la auto-censura. Es la que ejerce el propio periodista o escritor para evitar problemas,  tales  como  crear  controversia,  oponerse  a  oficiales  del  gobierno,  etc.  En  México  no  hay  seguridad para los periodistas, y en algunos casos llegan incluso a perder la vida por ejercer su derecho a la libre expresión.

Según la PGR (El Universal, 2014), desde el año 2000 han sido asesinados 102 periodistas, convirtiendo a México en uno de los lugares más peligrosos para ejercer dicha profesión. En  las  manifestaciones  de  apoyo  por  la  desaparición  de  los  43  normalistas  de  Guerrero,  se  han  mostrado fotografías de militares vestidos como civiles, que llegaron al Zócalo y horas más tarde fueron vistos realizando acciones violentas. Las personas en las redes sociales afirman que la manifestación fue completamente pacífica, pero  hacia  el  final  de  la  misma,  aparecieron  individuos  que  quemaron  la  puerta  del  Palacio  Nacional,  que  no tenían nada que ver con los protestantes. Esta clase de mala publicidad lo único que busca es desprestigiar las marchas y hacer que los manifestantes se conviertan en el enemigo.



En mi opinión, las preocupaciones de Bradbury no estaban infundadas, y en muchos aspectos acertó. En lo que falló, sin embargo, fue en creer que la sociedad sería subyugada sin luchar. El internet (algo que no pudo haber previsto) es el medio que han tomado los ciudadanos para reportar lo que realmente ocurre en el mundo, en especial  en  ciudades  y  países  que  tienden  a  ser  sensacionalizados  por  los  periódicos  y  noticieros.  Y  si  bien nuestro  gobierno  está  sostenido  en  una  base  podrida  y  corrupta,  la  accesibilidad  de  la  información  está volteando  el  panorama  en  beneficio  del  pueblo,  haciendo  que  nos  demos  cuenta  de  la  mentira  que  nos  han estado  contando  todos  estos  años,  una  mentira  como  la  del  gobierno  de  Montag.  Una  mentira  en  la  que  a nuestro  gobierno  le  importamos,  en  la  que  el  crimen  es  erradicado  de  sus  filas,  en  la  que  cualquier  persona puede  tener  acceso  a  una  educación  de  calidad,  en  la  que  los  derechos  humanos  son  respetados  y  se  hace justicia en los tribunales. 

La diferencia esencial, una ventaja que no podemos darnos el lujo de perder, es que nosotros nos hemos dado cuenta a tiempo. Ahora es necesario educarnos, protestar, actuar, informarnos y participar en nuestra sociedad más que nunca. El país nos pertenece a nosotros, a la gente, y está en nuestras manos recordarle eso a aquellos que nos quieren mantener bajo su yugo.





Bibliografía

Básica

Cortina, A. Ética. La vida moral y la reflexión ética. (1996). Santillana, Madrid. 1996.

Patai, D. (2012). Ray Bradbury and the Assault on Free Thought. Springer Science Business Media New York, (50), 41-47.

Piskur, B., Daniëls, R., Jongmans, M. J., Ketelaar, M., Smeets, R. J. E. M., Norton, M., et al. (2014). Participation and social participation:
Are they distinct concepts? Clinical Rehabilitation, 28(3), 211-20.

Yesil MM. The Invisible Threat for the Future of Journalism: Self-Censorship and Conflicting Interests in an Increasingly Competitive Media
Environment. International Journal of Business and Social Science 2014 03;5(3).

Winner, L. (1997). Technology Today: Utopia or Dystopia? Social Research, 64(3), 989-1017

Complementaria

Bradbury, R. (1953). Fahrenheit 451. New York: Ballantine Books. (Las traducciones son mías).

Cruz, N. (1984). Revista de Historia Universal. Historia de la PUC, vol. 1°, pp. 63-112. Santiago de Chile.

Fox, D. (2011). Fahrenheit 451: The Burning of American Culture. (California Polytechnic State University).

Otero,  S.  (17  de  junio  de  2014).  102  periodistas  muertos  en  el  país,  en  14  años.  Periódico  El  Universal.
http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2014/102-periodistas-muertos-en-el-pais-en-14-anios-1017462.html 

Pantoja,  S.  (22  de  Octubre  de  2014).  Cada  29  horas  hay  una  agresión  contra  periodistas  en  México:  Artículo  19.  Revista  Proceso.

http://www.proceso.com.mx/?p=385448 

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