lunes, 26 de noviembre de 2012

¿Un mundo feliz?


¿Un mundo feliz?
Análisis de un dilema ético – Jesús Daniel E. García García
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Introducción y Planteamiento del dilema.
Muchas veces he soñado con un mundo feliz, muy feliz …
Un mundo sin guerras, sin hambre y sin dolor, donde la tragedia no tiene cabida en él, una perfecta utopía donde la estructura social funciona armónicamente sin fallo alguno y los individuos están felices con su rol en la sociedad. Un mundo donde todos tienen lo que desean y nadie desea lo que no puede obtener.
Pero No.
Una felicidad sin límites es ¿verdaderamente una felicidad? Si nunca experimentamos el miedo, la incertidumbre, el hambre o el dolor ¿cómo podríamos estar seguros de experimentar felicidad? Si esta fue siempre innata en nosotros, una felicidad “perfecta y continua”. ¿Una felicidad falsa?.
El escritor británico Aldous Huxley nos planeta en su obra “Un mundo feliz” (1932) una sociedad post-moderna muy sistematizado, estratificada y sumamente estructurada. Una “utopía” donde se han erradicado todos los problemas del mundo pero al igual se ha eliminado la individualidad, la religión, la libertad científica e incluso la capacidad de sentir y de crear lazos emocionales entre los individuos de la sociedad. Un mundo tan perfectamente condicionado y programado que resulta espeluznante solo de imaginarlo.
Esta distopía que nos plantea Huxley parte del condicionamiento que se les da a los individuos antes de nacer y años después de su nacimiento durante su etapa crítica de aprendizaje con procesos como la “hipnopedia”, la cual consiste en repetir simples lecciones mientras el niño duerme con el fin de adaptarlo mejor a la sociedad. Cabe mencionar que los lazos madre-hijo no existen e incluso esta idea resulta obscena para la sociedad; todas los personas son “producidas” en masa desde un laboratorio operado por el gobierno y cuidando que se cumplan con las condiciones necesarias según a la casta social a la que sean destinados a pertenecer. Este proceso da como resultado individuos perfectamente condicionados, obedientes y felices con la casta y trabajo al que pertenecen. Personas que son “felices” con lo que tienen porque no pueden siquiera desear algo más, ya que no existe dentro de su condicionamiento inicial.
Los estratos sociales son muy marcados y se diferencian notablemente por las diferencias físicas e intelectuales entre los individuos de una casta u otra, mientras que el obrero es tonto, chaparro y feo, los de mayor clase son inteligentes, altos y muy apuestos. Lo curioso de todo es que nadie desea estar en el lugar de nadie más, ya que todos fueron concebidos para estar donde están. Es una especie de destino prediseñado, lo trae consigo felicidad para todos por igual. Además para evitar la innata cualidad humana de curiosidad y reflexión, el gobierno reparte una droga sin efectos secundarios para que las personas se relajen y alejen de la sociedad en los momentos en que sus pensamientos sean contrarios al régimen establecido.  
Anexo a este mundo perfecto existen regiones “salvajes” donde aún imperan los lazos emocionales y valores clásicos de la sociedad pero los problemas como la pobreza, el dolor y la guerra son muy latentes. Durante la historia un habitante de esta sociedad salvaje es llevado a la distante “utopía” y encara las comodidades de la tecnología pero también los horrores de la sociedad carente de alma, como él la describe. Por otro lado, los ciudadanos ven con desprecio y asco la manera en que el salvaje se comporta, les confunde que tenga sentimientos y que pueda experimentar tragedia, dolor y tristeza.
Al final, el salvaje decide aislarse de esta sociedad como único método para huir de esta nueva y vacía realidad. Y durante su último intento desesperado por escapar del acoso de los habitantes generado por sus costumbres distintas, decide quitarse la vida.
Durante toda la obra el concepto de la felicidad y del bienestar es muy fuerte, es por ello que en este ensayo analizaremos la idea de felicidad bajo una visión aristotélica y utilitarista. Nos planteamos dos preguntas importantes: ¿vale la pena despojar a la sociedad de toda su humanidad, individualismo y capacidad de sentir/pensar libremente en pro de una felicidad continua y universal para todos sus miembros? Y ¿si la felicidad es condicionada no es felicidad verdadera?
Estamos ante un caso muy claro donde encontramos que en primer lugar, nuestro problema es una solución para varios conflictos. Como vemos en la obra, el mundo condicionado y sistematizado ha dado fin al hambre, a la guerra, a las enfermedades pero el costo de esto es muy, muy alto … entonces si una solución se transforma en problema ¿cómo podremos determinar si conviene o no aceptar la idea?
Debemos analizar lo que se pone en juego aquí, (que ciertamente es mucho) como: la libertad de expresión, la humanidad y la dignidad humana pero por otro lado tenemos la “panacea” a todos los problemas que tanto afectan a nuestro mundo. ¿Sería injusto pensar en dar prioridad a la libertad si por esa decisión miles de vidas son salvadas? Y si la respuesta es afirmativa ¿Qué clase de “vida” estaremos dando a nuestros habitantes de esta sociedad? ¿es de verdad una vida digna? O ¿solo una fácil solución a los problemas sociales?
¿Es posible ponerle un precio al bienestar/felicidad universal? La libre expresión, los sentimientos, la individualidad … parece ser que el costo es demasiado alto. El conflicto interno aquí es reflexionar críticamente y decidir si vale la pena despojarnos de nuestro sentido humano para mantener un bienestar universal constante o defender nuestro simple derecho de pensar y sentir libremente antes que cualquier cosa.

Palabras clave: utopía, distopía, felicidad, utilitarismo, virtud, bienestar




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Análisis.
Antes de tomar una postura ante el dilema y comenzar a plantear posibles soluciones, vamos a analizar rápidamente el concepto de felicidad bajo la postura Aristotélica y Utilitarista.
Aristóteles afirmaba que la felicidad está en la vida virtuosa. Una vida feliz esta encauzada por la razón ( por el hecho de ser seres racionales) y tiene que ver con la prudencia y moderación de los deseos para no llegar al exceso ni al defecto. Para este viejo filósofo griego, la virtud era alcanzada en el justo medio ante dos ideas extremas. Otra idea enriquecedora era la concepción que se tenía del Estado, el cual consideraban la forma más perfecta de sociedad, teniendo como prioridad facilitar una vida buena y digna a los ciudadanos. Aristóteles creía que solo en las polis el hombre podía desarrollarse plenamente.
Mientras que Aristóteles confiaba en que la razón es lo que nos lleva a la felicidad, la idea utilitarista es más simple:
“Producción del máximo bienestar para el máximo número de personas”

O si lo vemos desde el utilitarismo negativo:

“Evitar la mayor cantidad de dolor para el mayor número de personas”

Aunque muy criticado, por la gran dificultad de poder cuantificar la felicidad o el bienestar de cada individuo, el utilitarismo nos servirá para analizar con más profundidad las posibles soluciones a nuestro dilema.
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Alternativas Analizadas.
Volviendo al planteamiento principal vemos que bajo el pensamiento Aristotélico la razón es lo que nos llevará a una vida feliz, el análisis, la reflexión para poder vivir en el justo medio. Por tanto podemos descartar la idea de un mundo utópico como se plantea en el libro, el ser humano encadenado a vivir bajo un mismo condicionamiento no tiene capacidad de análisis ni de pensamiento crítico por lo tanto su vida no puede ser encauzada a la felicidad. Es muy notorio que una sociedad que no piensa tiene más probabilidad de caer en los excesos (como en la obra los ciudadanos dependían de drogas estupefacientes) y por lo tanto de no llegar a un desarrollo pleno del ser porque a pesar de que Aristóteles cree que El Estado tiene el deber de facilitar una vida a los ciudadanos no siempre sucede de la mejor manera.
Ahora si pensamos como utilitaristas veríamos el panorama muy claro. La solución no es otra sino optar por una vida sistematizada en pro de este anhelado bienestar universal, sin duda, el sueño de todo utilitarista. Claro esto si pensamos en la felicidad como algo cuantificable, lo cual es simplemente imposible. Cada ser humano tiene un concepto distinto de la felicidad y aunque esta postura parezca solucionar muchos problemas y ofrecer bienestar inmediato, esto no quiere decir que garantice la felicidad de sus participantes. Además si pensamos en que de esta manera evitaremos todo el dolor y sufrimiento que puede llegar a experimentar un individuo, parece absurdo si quiera pensar en felicidad. ¿Felicidad condicionada? ¿artificial? ¿Sin alma?
Pienso que en parte la tragedia es un tanto necesaria en la vida como la alegría ya que sin esta, la felicidad pierde significado alguno.
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Solución y Conclusiones.
Para poder pensar en una solución viable reflexioné mucho acerca de las limitaciones que tendríamos si estuviéramos bajo una sociedad distópica de este tipo. ¿La inhibición de la expresión emocional y del pensamiento?
¡Suena espantoso! Si la capacidad de sentir y razonar son la cualidad más maravillosa que posee el ser humano. No podemos despojarnos de nuestra humanidad, no podemos dejar atrás nuestra esencia y dignidad si se nos ofrece una posible alternativa a los problemas sociales. Si me imagino en un mundo pre-programado, donde todos han perdido su individualidad pero nadie sufre hambre ni enfermedad entonces pienso en una especie de mundo habitado por maquinas que solo viven y experimentan lo que se les pide que hagan, no hay cabida a los sueños, los deseos ni las pasiones, es una existencia vacía y sin alma de la cual preferiría morir de hambre que dejar de soñar tan solo un minuto.
Aunque la civilización tuviera comprada su existencia bajo esta estructura social, no estaríamos cumpliendo ni una idea utilitarista ni aristotélica ya que a pesar de ofrecer “bienestar” este se le esta dando a un ser sin capacidad de análisis, no podemos esperar hacer felices al mayor número de personas si nadie en la sociedad comprendiese lo que es ser feliz si quiera.
Es por esto que tengo mi postura muy clara y después de analizarlo puede concluir que los mundos perfectamente felices no existen. No podemos despojar al ser humano de lo que lo hace humano, sino la felicidad no sería más que un objetivo vacío. Los hombres cuando son condicionados pierden parte de su vida, de su esencia  y cuando no son capaces de sentir ni pensar eso los convierte en no más que máquinas.
Muchas veces he soñado con un mundo feliz, muy feliz …
Y bueno prefiero seguir soñando.


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Bibliografía.

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Aparicio Cabrera, Abraham. (2009). Felicidad y aspiraciones crecientes de consumo en la sociedad postmoderna. Revista Mexicana de Sociología, Enero-Marzo, 131-157.

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Zurriaráin, Roberto Germán. (2008). El utilitarismo ético en la investigación biomédica con embriones humanos. Persona y Bioética, 16-28.


Material Complementario.
"Aristóteles: la ética de la felicidad « conFilosofía." conFilosofía. N.p., n.d. Web. 19 Nov. 2012. .

Antillano, Pablo. "La sociedad posthumana nos alcanza: La profecía de Huxley ." PostConvencionales 1 (2010): 57-73. Print.




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