martes, 22 de noviembre de 2016

El Desarrollo Gasterópodo del Civismo



By   Edmundo Hernández Uribe:
           ¿Cuántas veces me han golpeado por ejercer mi ciudadanía? Desde “metiche”, “imbécil”, “desocupado”, ”desobligado” hasta “imbécil” y “pendejo” son pocos de los adjetivos que muchos habitantes de mi comunidad me han llamado por señalarles su falta de ciudadanía al estar estacionados en banquetas, tirar basura en las calles, pasarse los semáforos en rojo y más situaciones que afectan negativamente a otras personas  y sus libertades; muchas veces las respuestas son violentas defendiendo su libre albedrío, a menudo, mencionándolo como justificación, diciendo que “es sólo un ratito y no afecta a nadie” sin darse, o dándose cuenta de las consecuencias de sus actos a corto plazo; por ejemplo, si se estacionan en línea amarilla o en cochera me han dicho que como es sólo un momento y se moverían si es necesario, me pregunto: ¿Es correcto pensar de ésta manera? ¿Estoy atentando a su libre albedrío? ¿Atentan a nuestra ciudad y ciudadanía? Si, por el momento, no afecta y estoy dispuesto a corregir, pero sólo si es necesario, ¿De todos modos es correcto hacerlo? ¿Es ético?


 


Palabras Clave: Responsabilidad, Ciudadanía, Libertad, Dignidad Humana, Desarrollo Social Sostenible, Conciencia Moral.


 


Imaginemos cuántas veces al día, por lo menos en México, se cometen actos en contra de las leyes y normas marcadas: incontables. Pensemos en la ciudad y todo lo que ocurre en ella cotidianamente: la gente se estaciona incorrectamente, conduce a exceso de velocidad, tira basura en la calle, automovilistas invadiendo espacios de peatones y ciclistas, insultos entre muchas otras cosas que, algunos ciudadanos cometen y producen consecuencias para todos. Si las menciono por sí solas, comparándolas con crímenes como el narcotráfico, por lo menos yo, las percibo como insignificancias, pero no se trata de su magnitud, sino del hecho de que hay personas incidiendo con este tipo de conductas “pequeñas y simples” y pueden estar conscientes de la naturaleza del acto y sus consecuencias o  no estarlo.


¿Qué es la conciencia? Según Peralta-Fabi, la conciencia, en términos generales, es percatarse de las causas y consecuencias de cada una de las acciones así como de su existencia (Peralta-Fabi, 2013). Entonces, si ponemos en escena a una persona que se estacionó en una banqueta, invadiendo obviamente el espacio de los peatones, se le menciona que comete una infracción al estar de esa manera y la persona responde con “perdón, es que sólo es un momento en lo que voy al cajero, es que tengo prisa”. En ésta situación la persona que fue al cajero, según los pasados términos, está consciente sobre lo que hace y que es incorrecto, pues no se justifica diciendo que no sabía o que no era cierta la afirmación, lo hace declarando que como sólo era un momento junto con su prisa, le fueron motivos suficientes para infraccionar. En mi experiencia personal, es común encontrarse con actos muy similares, donde se conoce que se comete un crimen pero eso no cambia que se incida.


Para mí, el problema ético que propongo es que si conociendo las causas, consecuencias y la naturaleza del acto que se comete y en caso de que éste atente directa o indirectamente a la dignidad humana y desarrollo social sustentable, ¿por qué cometerlo? Se conoce como dignidad humana al hecho de no considerar a la persona como un mero medio, sino como un ser autónomo y soberano capaz de tomar sus propias decisiones y ejercer sus libertades, sino que son dignos del respeto (Cortina, 1996); también, definimos desarrollo social sustentable o sostenible como la satisfacción a todas las necesidades de la comunidad sin que lleguen a afectar a otras o el futuro de sí misma (UNESCO, SF). Uno de los objetivos para el buen desarrollo sostenible es mantener a las ciudades y comunidades inclusivas, seguras y eficientes en su materia vial (ONU, SF). Cuando la gente tira basura en la calle, las grandes cantidades de objetos contundentes pueden tapar las alcantarillas provocando caudales de agua por la vía pública; o cuando alguien se estaciona en un cajón reservado para personas con discapacidad (refiriéndome a una persona que no lo necesite) estorba a aquel ciudadano o ciudadana que sí debería de usar ese lugar; ambos actos, tomando en cuenta las definiciones anteriores, hacen que la ciudad pueda no ser inclusiva para ninguna clase de persona, es decir, que nadie sea capaz de usar y disfrutar los espacios públicos.


Después de haber hecho una encuesta rápida a algunos ciudadanos que encontré mientras caminaba por distintas partes de la ciudad, les hice dos preguntas: ¿Haz cometido alguno de éstos actos (estacionarse inadecuadamente, invadir banquetas, etc.)? ¿Por qué crees que tú y la gente lo hacen?. La mayoría respondió que sí han cometido algo similar junto con las siguientes tres oraciones: -Estamos en México, “no hay problema”. -Sólo es por unos momentos/una vez. -Pues porque los demás lo hacen (Encuesta: Ciudad y Yo, Hernández E. 2016). “Toda asociación cooperativa representa un modelo de organicidad que la diferencia sustantivamente de otras formas de asociación y que además imprime un perfil identitario común a todas las cooperativas, delineado fundamentalmente por los llamados principios cooperativos: asociación abierta y voluntaria; gestión democrática de los asociados; participación económica igualitaria de los asociados; autonomía e independencia; educación, entrenamiento e información; cooperación entre cooperativas; compromiso con la comunidad.” (Altez, Yara. 2008. P 14). En otras palabras, toda sociedad tiene un modelo el cual sigue diariamente.


Con algunos de los encuetados continué la conversación, 4 de ellos (una mujer joven, una mujer de edad avanzada, un hombre maduro y uno adolescente) mencionaron algo que creí muy interesante: “Como no estamos en E.E.U.U o en Europa, no se penan éstas cosas entonces se vale”. Si combino ésta declaración y la analizo con lo que comenta Altez complementando con el experimento del Flores Aguirre que propone que los grupos sociales pueden mejorar por sí solos y mostrar en los indicadores desarrollo positivo si se tiene el estímulo adecuado (extrayendo que el grupo seleccionado con el estímulo tiene mejores resultados en su desarrollo social e individual); (Flores, CJ. 2016) podríamos concluir que en México la gente no respeta espacios como banquetas o botes de basura porque no existe un estímulo positivo o alguna sanción al respecto, por ende la sociedad no podría desarrollarse de manera positiva.


La reproducción de conductas y rituales conduce al establecimiento de una cotidianeidad, la cual tiende a ser aspectos de la vida que formulan el acondicionamiento y/o el reacondicionamiento (LALIVE, C. 2008).  Entonces, las conductas que afectan, en general, a la ciudanía y la sociedad junto con su estructura son actos cotidianos porque fueron  parte de la historia del día a día de la ciudad, del país; es decir, los ciudadanos y autoridades permitieron que personas ejerzan sus libertades (aunque éstas afecten el bien común) a lo largo de la historia, no existen estímulos negativos (por lo menos no en la gran mayoría de los casos) a aquellos que atentan y menos positivos (directamente) a quienes sí logran respetar tirar su colilla de cigarrillo en el bote de basura.


Para mantener una sociedad equilibrada con enfoque sostenible, se debe de ejercer una forma en la cual todos los habitantes mantengamos sentidos éticos inspirados por mantener la dignidad humana en todos los sentidos y situaciones. Según la organización brasileña Ambiente & Sociedade, donde establece que para que los seres humanos y nuestras sociedades lleguemos a un estado de conciencia colectiva haciéndose responsables de los actos que se cometen (Ambiente & Sociedade, 2002). En sí, logrando generar que los habitantes logren responsabilizarse de lo que hacen día con día, es decir, que sean plenamente conscientes de lo que provoca echar una botella por la ventana, pasarse un alto o estorbar una cochera entre muchas otras cosas, según la organización brasileña, se lograría generar una sociedad sostenible en materia ambiental, cultural, vial, etc. Se debería de conocer un sentido del deber, de lo que somos responsables y conscientes. Según Platón, éste sentido los traduzco e interpreto de los diálogos que sostuvieron Sócrates y Critón, después de varias anécdotas, hablan sobre la corrupción en el ejercer del hombre; en general, el hecho de tener un deber con respecto a la sociedad es una característica primaria para pertenecer a ella, en las acciones uno debe de hacerlas libremente pero sin atentar la estructura, pues es lo que dicen las leyes y las leyes es un consenso de los hombres de, por y para la ciudad (Platón, 1973, 17-19).




En conclusión, para mí es muy importante recalcar la razón sobre el hecho de ser consciente y a parte responsable por los actos sobre todo si son atentados a otros ciudadanos. No es suficiente ser consciente, hemos visto que hay personas que pueden mostrarse en sus plenas facultades y reconocer que lo que hicieron afectó a otros y a final de cuentas no mostrar responsabilidad. Si no existe la responsabilidad difícilmente se logrará formar una sociedad sostenible, pues flaquea el sistema de la ética de la sostenibilidad y por ende, la comunidad mantiene en su cotidianeidad éste tipo de situaciones, mientras se permita que sucedan. Es por esto que decidí llamar éste escrito como “El Desarrollo Gasterópodo del Civismo”, porque el desarrollo cívico en la ciudad en situaciones tan simples pero tan cotidianas avanza de manera muy lenta o simplemente no avanza. Si pertenecemos a un grupo y éste está regido por la ética orientada hacia la dignidad humana, por lo menos seamos plenos, conscientes y ejercer nuestro actuar para no perturbar a otras personas o ciudadanos. Seamos un poco más efectivos en el desarrollo social que los caracoles en su caminar, en mi opinión muy personal debemos indignarnos con nosotros mismos para poder ver y analizar si lo que hago no está fastidiando al que tengo al lado, en estos momentos, lo que la ciudad necesita para poder mejorar, son los ciudadanos.


 




 


Referencias


Ambiente & Sociedade. (2002).  MANIFIESTO POR LA VIDA POR UNA ÉTICA PARA LA SUSTENTABILIDAD. Associação Nacional de Pós-Graduação e Pesquisa em Ambiente e Sociedade Brasil. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=31713416012


Altez, Y. (2008). Ética cooperativista y hermenéutica de la vida cotidiana. Fundamentos teóricos para la reflexión y el análisis. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales. 14() 13-29. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=17721677002


Cortina, A. (1996).  Ética. La vida moral y la reflexión ética. Madrid: Santillana.


Flores Aguirre, C J; Mateos Morfín, L R; (2016). Contribución de modelos animales para el estudio de desórdenes del comportamiento humano. PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica. 8() 1-24. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=333147069005


Hernández, E. (2016). Ciudad y Yo. [Encuesta hecha a mano a 16 personas]. Zona Metropolitana de Guadalajara. México.


Lalive D'Epinay, C. (2008). La vida cotidiana: Construcción de un concepto sociológico y antropológico. Sociedad Hoy. 9-31. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=90215158002


Peralta-Fabi, Ramón; (2013). ¿Es la consciencia un tema de ciencia?. Ciencia Ergo Sum, Noviembre-Febrero. 247-250. Recuperado de: http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=10428759010


Platón. (1973). Diálogos. México: Editorial Porrúa S.A. Pp 21-29.


UNESCO. (SF). Ciudades Sostenibles: Por Qué son Importantes. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Recuperado de: http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/wp-content/uploads/sites/3/2016/10/11_Spanish_Why_it_Matters.pdf


UNESCO. (SF). Educación para el Desarrollo Sostenible. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Recuperado de: http://es.unesco.org/themes/educacion-desarrollo-sostenible


 

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