martes, 22 de noviembre de 2016

Ser mujer en un mundo con estándares de belleza

Por: Ana Fernanda Guadarrama Reyes
1.      Presentación del tema, esquema e introducción
Cada cuanto escuchamos comentarios como “es buena persona, pero está gorda”, “quisiera parecerme a esa modelo” o “wow, ¡qué bonita! yo jamás seré como ella”; lamentablemente más de lo que quisiéramos. Hoy en día, miles de mujeres entran en un estado depresivo por ser discriminadas y hechas menos ya que sus cuerpos “no cumplen” con lo que es “bello” y “normal”, siendo comparadas con modelos de revistas o actrices a las cuales les han manipulado la imagen para aparecer más atractivas. La presión social es tan grande, que las mujeres hacen cosas impensables por entrar dentro de un supuesto estereotipo de belleza que las vuelve propensas a caer en enfermedades relacionadas con hábitos alimenticios; simplemente por el hecho de ser incluidas en algún grupo social o sentirse parte de algo.
Esta es una problemática sumamente relevante en el mundo desde hace muchísimo tiempo. Desde hace cientos de años han existido modelos de belleza que son arraigados por tanto hombres como mujeres para decir que “eso es lo bello” y quien no sea de este modo, está mal; dejando de lado los valores, sentimientos y personalidad y por ende, dando pie a pensamientos como que el cuerpo es lo único que cuenta y que sin tener un cuerpo “bonito” se carece de cualquier valor. 
Esta discriminación ha iniciado una revolución social de parte de todas aquellas mujeres que se sienten fuera de este grupo de chicas “selectas”, pues están cansadas de ser tomadas en cuenta únicamente por la forma de su cuerpo, diciéndoles que además, no son bellas si no son talla doble cero o tienen unos glúteos firmes y pechos redondos.
Este ensayo busca crear conciencia sobre la inclusión de las mujeres independientemente de su talla, color, forma de cuerpo, tamaño, peso, raza, etc puesto que son una parte importantísima de nuestra sociedad y que juegan un rol vital en actividades económicas, sociales, culturales, etc. Cuando las mujeres sean aceptadas, incluidas y respetadas, el crecimiento mundial será exponencial en todos los ámbitos, puesto que las mujeres podemos hacer aportaciones valiosas en cualquier sector. El empoderamiento de la mujer abarca muchos aspectos, implica educación, igualdad de oportunidades, respeto pero también inclusión y aceptación; cuando una mujer se siente segura de sí misma, es capaz de cambiar al mundo.
Palabras clave (Key words): Violencia Psicológica, Salud, Discriminación, Exclusión Social, Derechos Humanos, Comercialización del cuerpo femenino, Imagen Corporal.

2.      Desarrollo
Los estereotipos de belleza hacia las mujeres no se quedan simplemente en el quién es bella o no, van mucho más allá y llegan a convertirse en la raíz de varios problemas de mucho peso como lo son los desórdenes alimenticios, el uso del cuerpo y la imagen de la mujer como símbolo sexual y como mero medio comercial, así como violencia psicológica y en algunos casos, hasta física; violando de este modo, la integridad de la mujer y por ende atentando contra su bienestar y su felicidad.
Mucha gente atribuye estos problemas únicamente a las mujeres; responsabilizándolas de ser aquellas que se hacen daño unas a otras, sin considerar que hay más factores que han tenido una mayor influencia en el constante crecimiento de la cultura de exclusión y discriminación hacia las mujeres; y que de estas actitudes se han derivado muchas ramas que afectan el desarrollo femenino con plenitud.
Los medios de comunicación han tenido un rol muy importante en la percepción que se tiene de belleza; “una de las prácticas más habituales de la publicidad desde sus comienzos ha sido la de instrumentalizar a las mujeres para reducirlas a simples objetos dentro del mensaje” (Gasteiz, 1994, p. 85),  esto con el fin de tener mayor publicidad o llamar más la atención y tener más rating.  La comercialización del cuerpo femenino sigue siendo uno de los negocios más lucrativos en nuestra sociedad (Iriarte & Iriarte, 2011, p.35), se utilizan mujeres con una apariencia física considerada popularmente como “atractiva” y la modelan y modifican digitalmente para llegar al ideal de lo que la sociedad considera como bello, esto es, mujeres delgadas talla cero, con senos grandes, redondos y firmes, glúteos parados y de dimensiones más grandes de lo normal. Estas, “son  mujeres  que  aparecen  en  la  pantalla  desprovistas  de  cualquier  atisbo  de  personalidad  o  inteligencia,  cuyo   único  fin  es  adornar   el  cuadro” (Gasteiz, 1994, p. 85), la pregunta es, con el actual movimiento del empoderamiento de la mujer, ¿cómo es que estas actitudes de discriminación y objetivación no han saltado a la vista? Y más importante aún, ¿qué mensaje se le está mandando a todas las demás mujeres del mundo? Ninguno más que el que la mujer no es un ser integro merecedor de respeto ni de libertad para decidir el curso que quiere tomar con su cuerpo por miedo a ser juzgada y /o discriminada y rechazada, convirtiéndola en una mujer más insatisfecha consigo misma e infeliz.
Nadie ha sido capaz de cuestionar si lo que hacen los medios de comunicación es correcto o no, “dejar  atrapada  a  la  comunicación  en  el campo de la persuasión o del convencimiento es escapar a los principios de ética. Cuando el único  fin  es  seducir  y  persuadir  al  receptor  de  permanecer en el canal, encadenarlo al medio, estamos fuera de la ética” (Álvarez, 2008, p. 16) y más cuando la manera de mantenerlo atento es en base a la comercialización del cuerpo de una mujer.
Para tener un poco más claro el motivo de estas actitudes y poder entender mejor la razón de por qué hay más anuncios con mujeres “guapas” que de hombres, voy a citar el siguiente ejemplo extraído del libro Por qué los hombres se equivocan y las mujeres se confunden, en este hablan de como el hombre es el que tiene mayor control de la programación que se ve en la televisión, sin embargo, la que termina viéndolo más tiempo es la mujer. Según una encuesta representativa de Mediagruppe München, el hombre tiene el control de la programación un 47% de las veces mientras que la mujer únicamente el 21% (considerando que alguien más tiene control del televisor en el porcentaje restante) pero la mujer ve el televisor más que el hombre (Hertzer & Wolfrum, 2003, p. 272).
Esto nos hace entender el por qué las empresas de comunicación deciden ir tras el mercado de los hombres, suponiendo que ellos son los que tienen el control y a quienes deben de llegar, por lo que hacen uso de lo que a ellos les llama más la atención, como mujeres modelos que sólo sirven de adorno en la tele o a lado de cualquier producto, porque es más probable que lo compren si les llamó la atención la chavita que está parada junto. “Son todavía muchos los anuncios que recurren a la instrumentalización del cuerpo de las mujeres como técnica persuasiva: sectores como el del automóvil o el de productos de cuidado personal para el hombre” (Gasteiz, 1994, p. 84), que ya en sí es una actitud de discriminación y machista, cuando lo que están haciendo es alimentar también la mente de la mujer con sus imágenes que establecen niveles inalcanzables de belleza y por ende, frustración y depresión por parte de la mujer real que está viendo el anuncio. Sería difícil cuantificar el porcentaje de mujeres que se ven a sí mismas como objetos pero lo cierto es que el poder de los medios de comunicación y la influencia de la cultura pop son innegables (Iriarte & Iriarte, 2011, p.35).
Los medios de comunicación difunden noticias que refuerzan estereotipos y  prejuicios que convierten a la mujer en “objeto de la violencia y uso comercial” (Villegas, 20015, p 93), se convierten en meros objetos para “venta visual”, quitándoles por completo cualquier valor propio y cualquier aportación de diferentes índoles que puedan hacer, lo cual podemos llamar automáticamente, discriminación y por ende, una terrible falta a los derechos humanos de las mujeres. Tal como lo dice el Artículo 1 de la Declaración de los Derechos Humanos, “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” (Naciones Unidas, 1998), lo cual es completamente descartado con actitudes como las descritas previamente.  
La segregación de los grupos femeninos en ámbitos como el de la comunicación, ha puesto a “las mujeres como víctimas de la llamada discriminación múltiple, es decir, su condición de mujeres se cruza con otras variables que son motivo de discriminación. Se produce cuando afecta a personas que, por pertenecer a varios grupos en desventaja, sufren formas agravadas y específicas de rechazo y exclusión” (CONAPRED, 2015, 5), esto resulta en problemáticas de desarrollo para las mujeres y un rezago en lo que puede ser su carrera profesional, su desarrollo intelectual o incluso sus relaciones interpersonales y en cómo las personas en su entorno la toman en cuenta, lo que nos impide ser una sociedad de derechos plena porque persisten sistemas y subsistemas discriminatorios (CONAPRED, 2015, 5).
Aunado a esto, es importante hablar de lo que este tipo de estereotipos han causado en la mente y en el desarrollo psicológico de la mujer. Una de las peores consecuencias que tiene la difusión de estándares de belleza, es que son muy complicados de alcanzar y que producen un estado profundo de insatisfacción con el mismo cuerpo y de mucha infelicidad; pero esto no detiene a la población femenina, por lo que deciden ponerse a dietas o regímenes alimenticios extremistas que luego las llevan a tener trastornos alimenticios graves como la anorexia o la bulimia; […] el sexo femenino tiende a encabezar los trastornos de la alimentación […] (Camarillo, Cabada, Gómez & Munguía, 2013, p 54). Todos estos problemas de salud son muy delicados, por lo que es crucial que desde las más tempranas etapas de la vida de las mujeres, se detecte a los jóvenes preocupados por su ingestión alimentaria y su imagen corporal, para evitar que adopten conductas alimentarias restrictivas incorrectas que pongan en riesgo su vida (Camarillo et al, 2013, p 54).
Estos mensajes psicológicos supuestamente indirectos, taladran directamente en la mente femenina y ya no estamos hablando de únicamente mujeres de 30 años para arriba, estamos hablando de un daño a temprana edad (aprox 13-15 años) que fomenta la minimización del autorespeto, daña el autoestima y vulnera la dignidad (Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación, 2015, 4); es por esto que llegan a sufrir trastornos de salud que afectan su día con día, lo cual se refleja directamente en un estado de infelicidad profundo que puede llevar a otras afecciones más, como la depresión.
Para neutralizar este tipo de afecciones, […] se hace necesario emprender el diseño, elaboración, programación y ejecución de campañas informativo-educativas sobre la forma de ejercer una alimentación correcta y saludable que se refleje en un peso óptimo, y que destaque hábitos del bien comer, bien beber  y la adopción del ejercicio físico (Camarillo et al, 2013, p 55). También, es básico fomentar la educación y el amor por el propio cuerpo, “tenemos nuestro cuerpo, pero a la vez nuestro cuerpo nos tiene” (Montenegro, Ornstein & Tapia, 2006, p. 166) y nosotros somos los responsables de cuidarlo.
Hablemos un poco más sobre el cuerpo y su relación con el tema. Se ha dicho que el cuerpo es el envase en el que está depositado nuestro ser, nuestro escudo y nuestro santuario. El cuerpo refleja lo que sentimos y expresa lo que con palabras no podemos decir, sin embargo lo tomamos por sentado e incluso en ocasiones es maltratado para ser modificado a como creemos debe ser. Los estereotipos y estándares de belleza han creado imágenes corporales falsas a seguir.  “[…] el término imagen corporal pertenece al terreno de lo imaginario” (Montenegro, Ornstein & Tapia, 2006, p. 167), lo que lo convierte en una utopía surrealista de cómo debemos vernos pero en base a las características que nos ha metido la sociedad a la cabeza. Los estereotipos son “imágenes mentales muy simplificadas de alguna categoría de personas […] que van acompañados de una predisposición  favorable  o  desfavorable  hacia  cualquier  miembro  de  la  categoría  en cuestión” (Tajfel, 1984, p. 85). Estos son los que encarcelan a la mujer en la varias definiciones y perspectivas […] que se tiene hoy hacia lo femenino, lo cual  es una mirada fragmentada […] en la que se menoscaba el desempeño de la mujer y se la restringía únicamente al quehacer doméstico (Montenegro, Ornstein & Tapia, 2006, p. 167),  que la cataloga como objeto sexual, o como muchos estereotipos más que probablemente usted lector, ya haya escuchado antes.
Otra consecuencia de la discriminación por motivo de los estándares de belleza, es la violencia psicológica y física que sufren las mujeres. “La violencia mediática es aquella producida por los medios masivos de comunicación a través de publicaciones, difusión de mensajes e imágenes estereotipadas que promueven la sumisión y/o explotación de mujeres, que la injurian, difaman, discriminan, deshonran, humillan o que atentan contra su dignidad, su nombre y su imagen (Villegas, 20015, p 95). Clara violación a los derechos humanos, como lo dice el artículo 5 de la Declaración de los Derechos Humanos, “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes” (Naciones Unidas, 1984). Los medios de comunicación se han encargado de fortalecer la construcción de estereotipos negativos de género que resultan discriminatorios para la mujer y obstaculizan posibilidades de relaciones más igualitarias (Villegas, 20015, p 96), por ejemplo, ¿cuántas veces hemos escuchado que los hombres no quieren a una mujer porque no es tan bonita como xxx modelo?, o comentarios como “deberías de bajar de peso”, “¿no te quieres arreglar un poquito más?, dentro de muchos que se convierten en violencia psicológica para la mujer puesto que escucha repetidas veces que no es suficiente, que su valor va más allá de su inteligencia o su buen corazón, que solamente cuenta si es igual de bonita que las mujeres que aparecen en revistas o en la tele.
Otro factor importante es la importancia que se le da a la opinión masculina en base a nuestra apariencia física y nuestro rol como mujer. Nos han convertido en “mujeres escaparate”; “aquella que no tiene identidad propia, no es nada sin su compañero, todo lo que tiene lo ha conseguido a través de él, que es sólo el espejo en que se reflejan las cualidades, virtudes y conquistas del hombre. Simplemente esposa, amante o acompañante de...” (Gasteiz, 1994, p. 87). Los hombres no están listos para aceptar que una mujer puede ser igual o superior intelectualmente que él, por lo que nos empujan a ser sumisas y a únicamente cultivar nuestro físico por placer de ellos (Iriarte & Iriarte, 2011, p.36). La constante discriminación en los roles de género también ha hecho que las mujeres estén más orilladas a buscar seguir el estándar de belleza para ser mejor aceptadas, puesto que desde hace miles de años (incluso desde la época de los griegos), así hemos sido educadas, eso es lo que se nos ha transmitido de generación en generación, que las mujeres somos el objeto de placer y belleza que un hombre merece.
Finalmente, ¿cómo solucionar este tipo de conductas?, la respuesta es desde el corazón del intelecto, es decir, la educación. Educación en casa, instauración de un sistema educativo incluyente e igualitario en el que se eliminen roles de género y se aprenda a respetar a las mujeres y tratarlas como una persona con los mismos derechos y obligaciones que cualquier otra. Hay que dejar de fomentar la comercialización de la misma y la difusión de estereotipos que solamente dañan la integridad de la mujer.
3.      Conclusiones
La discriminación hacia las mujeres es un tema delicado pero muy presente el día de hoy. Tal como dicen las fuentes citadas previamente en este ensayo, la discriminación hacia las mujeres, relacionada específicamente con los estándares de belleza, tiene diferentes repercusiones negativas en el desarrollo íntegro de una mujer y que además violan sus derechos humanos, sin contar el atentado hacia su felicidad y su bienestar como parte de su desarrollo completo y efectivo, por parte de ideales o estereotipos que únicamente juegan con la mente y dañan el autoestima y merman la confianza.
Dentro de estas consecuencias se incluyen los trastornos alimenticios que perjudican gravemente la integridad física de las mujeres, tanto así que pueden llegar a generarles enfermedades graves como la anorexia y la bulimia que incluso las orillan a la muerte. Así como la violencia psicológica que sufren a diario al escuchar que no son lo suficientemente bonitas. Es una realidad que los medios de comunicación han tenido una influencia de mucho peso sobre la percepción que se tiene de una mujer; tanto de parte de la sociedad como de ella misma. Las mujeres han sido segregadas por su físico desde el inicio de los tiempos, siendo consideradas el sexo débil y aquel que sólo puede lucir por su servidumbre y su cuerpo. Esto está claramente reflejado en las revistas, fotografías y modelos a seguir que la prensa nos inculca desde siempre; estamos rodeados de publicidad sexista, que sólo busca disfrutar con el cuerpo de una mujer y de comercializarlo para sacarle todo el provecho posible.
Después de esta reflexión, la pregunta es, con el actual movimiento del empoderamiento de la mujer, ¿cómo es que estas actitudes de discriminación y objetivación no han saltado a la vista? Tal vez se deba a que llevamos años fomentando este tipo de actitudes y conductas sin darnos cuenta, siendo nosotros mismos los que juzgamos y hacemos menos a mujeres por sea cual sea su cualidad o su persona. Esto debería reemplazarse por una cultura de inclusión y respeto, lo más pronto posible. Es por esto, que es nuestro deber como sociedad fomentar el cumplimiento de los derechos de las mujeres independientemente del entorno en el que nos desarrollemos, esto, por medio de inclusión, respeto y valoración de las mujeres sin importar su físico. No más mujeres viviendo bajo la sombra de algo irreal y más mujeres empoderadas y orgullosas de ser quienes son en realidad.
4.      Referencias
Bibliografía Básica:
Álvarez, F. (2008). Pp 6-19 La Ética y los Medios de Comunicación. Universidad Politécnica Salesiana: Ecuador. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=467746250002
Camarillo, N; Cabada, E; Gómez, A; Munguía, E. (2013).  Prevalencia de trastornos de la alimentación en adolescentes. Pp 54-55, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado: México. Extraído de  http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=47326333008
Iriarte, I;  Iriarte, A. (2011). Paradigma Femenino: Una idea a la que le llegó su tiempo (1a  ed.). Pp 35-36, Estados Unidos: Xlibris Corporation.
Montenegro, M; Ornstein, C; Tapia, P. (2006). Pp 166-167 Cuerpo y corporalidad desde el vivenciar femenino. Universidad de Chile: Chile. Extraído de: http://www.redalyc.org:9081/articulo.oa?id=55412204
Villegas, T. (2015). Televisión, ética y violencia contra la mujer. Pp 91 – 107 T'inkazos: Revista Boliviana de Ciencias Sociales: Bolivia. Extraído de www.redalyc.org/pdf/4261/426143427006.pdf
Bibliografía Complementaria:
Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación. (2015). Discriminación de Género y Políticas Públicas. Pp 4-5, CONAPRED. Extraído de http://www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/DOSSIER%208%20MZO%20Dia%20Int%20Mujer_INACCSS.pdf
Gasteiz, V. (1994). Pp. 80-87 Participación de las Mujeres en los Medios de Comunicación de Euskadi y en la Publicidad. Instituto Vasco de la Mujer: Euskadi. Extraído de: www.emakunde.euskadi.eus/contenidos/informacion/pub_informes/es_emakunde/adjuntos/informe.09.participacion.mujeres.medios.comunicacion.publicidad.cas.pdf
Hertzer, K. & Wolfrum, C. (2003). Pp 272-274 Porque los Hombres se Confunden y las Mujeres se Equivocan. Robinbook: España.
Naciones Unidas. (1984). Declaración de los Derechos Humanos.
Tajfel, H. (1981). Grupos Humanos y Categorías Sociales. Herder: Barcelona. Publicado Originalmente por Cambridge University Press. Recuperado de www.quadernsdepsicologia.cat/article/download/596/568

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