Mi rutina diaria es algo que podríamos llamar monótona. Empiezo el día metiéndome a bañar. Al terminar de arreglarme, desayuno, tomo las llaves de mi carro y salgo a las calles. El destino no siempre es el mismo sin embargo, la ruta que tomo sí.
Al salir de mi casa ingreso a la avenida López Mateos Sur, avenida que inicia en la entrada a Tlajomulco de Zúñiga y termina al llegar al Periférico Sur. Esta es una avenida de ocho carriles, cuatro para cada sentido. La carga vehicular siempre es pesada pues todos lo vehículos que ingresan a la ciudad desde el sur del estado entran por aquí, sean automóviles, camionetas, camiones o trailers.
Fue hasta hace poco que abrí mis ojos y me di cuenta de lo difícil que es ser un peatón en dicha avenida. Salí de mi casa con la ilusión de ir a la farmacia. Yo sabía que la farmacia mas cercana estaba a menos de cien metros de mi casa sin embargo, del otro lado de la avenida. Busque el puente peatonal mas cercano y note que este estaba a casi medio kilómetro de mi ubicación. Camina hasta este, esquivando automóviles que querían ingresar a la avenida, motociclistas transitando por la banqueta y corriendo pequeños tramos en los que no existía una banqueta. Fue hasta que llegue a mi casa que me puse a pensar en lo difícil que es ser un peatón en esta ciudad. Me tomó poco mas de media hora en ir a una farmacia a menos de 100 metros de mi casa.
Desde esa experiencia, al ir manejando, me he estado fijando en los peatones, como actúan, cada cuanto hay un puente peatonal y como actúan los conductores hacia ellos. Es lógico enojarse al ver a un peatón cruzar la avenida corriendo, esquivando automóviles, arriesgando su vida y a la vez recibiendo insultos. Uno puede pensar, ¿qué acaso son tontos? ¿Qué no sabes que un carro no los puede esquivar con facilidad?
En su obra, Introducción a la filosofía moral James Rachels habla de relativismo cultural. Habla de la diferencia entre culturas, como cada una de ellas tiene diferentes costumbres y que lo que para uno es correcto, para otro va en contra de sus creencias. Rachels propone intentar entender a los demás, no cambiarlos ya que las normas de cada sociedad son igualmente validas a la de cualquier otra. Así logramos conseguir convivencia pacifica y armoniosa.
En el caso de los peatones, los que conducen tienen que tomar en cuenta que los peatones no lo hacen, que crecieron viendo las calles desde otro punto de vista, no necesariamente erróneo sino diferente. El peatón puede no estar conciente de li difícil que es ir al volante, transitando las vías congestionadas de la ciudad y esquivando obstáculos, mientras que el conductor puede no estar conciente de lo difícil que es moverse a pie de manera vulnerable, expuesto a accidentes viales y llegar a tu destino a tiempo, sano y salvo.
Es la diferencia en educación lo que lleva a cada individuo, conductor o peatón, a actuar de la manera en la que actúan y considerarla lo correcto. Para el peatón el cruzar una avenida esquivando automóviles, arriesgando su vida, para llegar a su destino a tiempo puede ser una conducta aceptable mientras que el conductor la puede considerar idiótica, inaceptable e incorrecta en su totalidad. Ambos individuos pertenecen a una cultura, por así llamar su entorno social, diferente y es por eso que sus creencias divergen de tal manera.
Como en todo escrito, no está de mas proponer una solución, en este caso relativista. Para que ambos individuos lleguen a convivir es necesario hacerles ver a través de los ojos del otro. Cabe recalcar que esto no es intentar cambiar su forma de pensar sino sensibilizarlos. Siendo optimistas, esta actividad llevaría a que ambos exijan sus derechos y pidan al Estado, quien es aquel que impone las normas, mejores condiciones de vida. Sea cual sea la solución que emplee el Estado, sean mas puentes peatonales, un mejor sistema de transporte publico o un semáforo a media avenida, si nadie le hace saber cuan grande es el problema, nunca se tomaran cartas en el asunto.
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