Justos pagan por pecadores
Milena Duarte 1225159
Aún recuerdo la ilusión con la que visualice mis primeras vacaciones en un país ajeno, imaginaba los nuevos lugares, las nuevas culturas, las nuevas personas que conocería; era fascinante imaginar el nuevo horizonte que se avecinaba, lastimosamente gran parte de esta ilusión se desvaneció al llegar a la barrera migratoria. Ya que por “el solo hecho” de ser ciudadano de un país en el cual se producen y se trafican al exterior más de 500 toneladas de cocaína anualmente recibes un trato diferente al resto de las personas.
Los colombianos tienen como requisito tramitar visa para ingresar a aproximadamente 178 países y solamente a un aproximado de 20 países tienen derecho a la libre circulación, sin contar que después de todo el tramite realizado que no es nada sencillo deben pasar por el penoso cruce migratorio en los aeropuertos, donde pareciera que existen filas especiales para personas procedentes de países con problemáticas: sociales, políticas e inclusive religiosas. Todo lo contrario sucede con otros ciudadanos, tal es el caso de los nuestro vecino país Venezuela ya que ellos cuentan con libertad de tránsito a aproximadamente 111 países.
Venezuela y Colombia son países hermanos que comparten muchas costumbres, están constituidos por una cultura muy parecida y prácticamente la línea fronteriza que los separa es un río; sin embargo se puede apreciar la sobresaliente diferencia entre el trato que le otorgan a unos y a otros.
A pesar del gran esfuerzo que realiza el gobierno Colombiano implementando programas de concientización a la ciudadanía a cerca de los riesgos y consecuencias que conllevan el tráfico de drogas y la creación de planes que reactivan la economía nacional por medio de nuevos empleos no consigue los objetivos deseados ya que a algunas personas prefieren arriesgar su vida siendo “mulas” y conseguir dinero fácil y rápido que laborar como un ciudadano común.
Pagamos por los pecadores la mayoría de los colombianos que no estamos relacionados en ninguno de estos negocios ilícitos, ya que por el solo hecho ser parte de esta patria de la cual por cierto me siento muy orgullosa. Se siente el miedo, el rechazo, las miradas acusadoras e inclusive podría decir que se siente la discriminación a la hora de dar un paso fuera de tu lugar de origen.
Cualquier individuo tienen derecho a la dignidad humana, a ser respetado como persona, “la dignidad es inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales inalienables” (Inter-American Institute of Human Rights.), Pacto internacional de derechos civiles y políticos.
Es evidente que todo acto tiene su consecuencia pero me pregunto e invito a que las personas que se cuestionen así mismas, si alguna vez no lanzamos opiniones o propagamos nuestros prejuicios regularmente mal fundados sobre alguna persona, algún acto o inclusive problemática.
Esta es una problemática social muy grande, que tiene como raíz intereses económicos ilícitos inmensos para los cuales no se les aprecia algún avance, mejora o solución inmediata, y tal vez un solo individuo no pueda cambiar la realidad pero como menciona el dicho “El bien se empieza por casa” y somos parte de una sociedad donde tenemos amigos, manejamos tecnologías, somos parte de una red gigante que si juntamos nuestros valores éticos muchos de los actos e incluso perjuicios negativos muchas cosas pueden cambiar.
Bibliografía
Pacto internacional de derechos civiles y políticos ; Protocolo facultativo del pacto internacional de derechos civiles y políticos.. San José, Costa Rica: IIDH, 1992. Print.
"ColombianosEnElExterior :: - Inicio."ColombianosEnElExterior :: - Inicio. N.p., 1 Jan. 2005. Web. 6 Sept. 2011.
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