martes, 6 de septiembre de 2011

Un Día Común por Juan Alberto Perez

Todos los días despierto pensando en diferentes cosas que han echo cambiar mi vida. Como me he convertido en un hombre adulto y como he intentado hacer lo mejor que pueda. Tuve una niñez muy dura, pero también una niñez con bonitos recuerdos y experiencias que han estado en mi camino. Entre semana todos los días manejo hacia la escuela y de regreso a casa pensando en todos los lugares en los que he estado y todas las decisiones que he tomado. Por años he creído que el camino que escogí fue un camino difícil, y que he vivido contra grandes obstáculos en mi vida. Desde cierto punto esto puede ser cierto, pero desde el punto de visa de Gustavito… He estado viviendo en un paraíso.

Conocí a Gustavito hace un par de meses mientras me pedía dinero para sobrevivir ese día. Mientras le ayudaba a su madre por su ceguera, Gustavito todo el día agonizaba bajo el sol y bajo los prejuicios para poder sobrevivir. En aquel tiempo él era tan solo un niño mas de los miles que hay pidiendo dinero en todo México, pero había algo diferente en ese niño de 11 años. Dure días intentado descubrir que había de diferente en él, un rompecabezas que poseía mi mente cada vez que lo miraba. El siempre esta sonriendo; el siempre trae toda esa energía que me gustaría tener cada mañana. Esa era definitivamente la diferencia, pero esto me trajo a una nueva incógnita mas profunda: ¿Por qué siempre esta sonriendo a pesar de todo el dolor que lleva en su espalda a tan temprana edad? Mi curiosidad fue incapaz de estar quieta, así que pregunté…

Comencé la conversación dándole un pequeño regalo con el cual pueda jugar mientras descansa. La felicidad en sus ojos no puede ser descrita, sin embargo me atrevo a decir que ese había sido uno de los mejores momentos hasta ese día. Así que ahí estuvimos platicando por algunos minutos conociéndonos el uno al otro y contándonos historias de la vida de todos los días. Me explico como era su vida. Para muchos seria un infierno en la tierra, mientras para el era toda una bendición. Gustavito desde niño pequeño fue abandonado por su padre, dejándolo a el y a su hermana a cargo de su madre que sufre de ceguera irreversible. Su hermana mayor había dejado la escuela y actualmente sufre de depresión. Me explico todas las cosas por las que pasaba hora por hora hasta terminar su día. Ahí me di cuenta que no hablaba con un niño, si no con un hombre. Gustavito no es un niño cualquiera, él es evidencia de grandeza y esperanza.

Nuestra nación hoy en día sufre mucho; las razones son una gran lista de características que hacen que este país viva en agonía. Creo que el problema es la juventud de nuestro país. La razón no solo es que el gobierno tenga problemas con narcotraficantes, pero la falta de atención que se le da a los futuros lideres de nuestro país. Según la CNDH (Comisión Nacional de Derechos Humanos) el 42.6% de niños Mexicanos viven en extrema pobreza. Esto significa que dos de cada tres niños sobreviven con salario mínimo. Esto no solo los afecta como individuos, si no también a sus familias y por ende a la sociedad. Muchos de estos niños terminan siendo criminales, se esconden detrás de las drogas o terminan muertos en guerras que no les pertenece. México necesita agentes de cambio que en vez de ser asesinos en serie sean científicos reconocidos. Esta todo en nuestras manos; todos somos víctimas de un crimen, pero podemos escoger no ser parte de este.

Al día siguiente de regreso a casa encontré a Gustavito esperándome en la puerta de mi edificio con su mama que se quebró en lagrimas al escuchar mi voz. Intento abrazarme mientras que yo sorprendido le ayudaba. Nos sentamos por algunos minutos platicando acerca de aquel gran niño que había cambiado nuestras idas. Para ella es su única razón de seguir viva, mientras para mi una razón para querer ser mejor persona y apoyar esta situación que agrede a nuestra sociedad. Los días han pasado y Gustavito ya no solo es un niño que me pide consejos o un libro para leer, si no también es mi amigo y lo que me hace creer que nuestra sociedad pueda cambiar. Le prometí ser su amigo y apoyarlo en lo que pueda ayudarle. Mientras el me prometió seguir siendo un gran ejemplo y dar lo mejor de si. El es solo un niño de miles que necesitan este tipo de ejemplo y atención. Estos niños necesitan una esperanza en que basarse. Si no se hace nada esta esperanza se envanecerá y vidas no serán cambiadas.

Bibliografía:

Chapa, J. (2004). Latino population growth, socioeconomic and demographic characteristics, and implications for educational attainment. SAGE: Journals Online, 36(2), Retrieved from http://0-eus.sagepub.com.millenium.itesm.mx/content/36/2/130.abstract doi: 10.1177/0013124503261320

Milenio, (2006, February 21). 42.6% de los niños vive en la pobreza. Retrieved from http://www.rel-uita.org/internacional/ddhh/mexico-pobreza.htm

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