David Hyram
Hernández Medina
hyrmed@gmail.com
Análisis del daño
medio ambiental que se presenta debido al turismo convencional, con enfoque en
su posible solución y los problemas éticos generados a partir de este.
El propósito de este ensayo será mostrar
las diferentes ventajas y desventajas, tanto medio-ambientales como sociales,
que rodean al turismo convencional, analizar los problemas éticos que generan
estas mismas; así como mostrar una posible solución que satisfaga, en buena
medida, estos problemas. La tesis será: “El turismo ecológico es una posible
solución a los problemas éticos causados por el turismo convencional en los
ámbitos social y medio-ambiental.”
Para llevar a cabo este escrito, en primer
lugar, se mostrará el impacto del turismo convencional en los ámbitos ambiental
y social, tanto positivos como negativos, en segundo lugar, se mostrarán los
problemas éticos que se crean y, finalmente, se analizará la cuestión para
determinar si, en efecto, el turismo ecológico podría ayudar a solucionarlos.
Este tema es relevante pues las personas
que viven a partir del turismo tienen derecho a una vida digna. Un derecho que
emana del mismo hecho de ser personas. Sin embargo ¿qué es lo que sucede si
este interfiere con el futuro de nuestro planeta y lo que habrá para futuras
generaciones?
En el desarrollo social el impacto será la
evolución de nuestra sociedad hacia un posible futuro en armonía con el medio
ambiente.
Palabras clave:
Ecología, desarrollo sustentable, justicia, dignidad,
turismo
“De acuerdo con un estudio realizado
por: Organización Mundial del Turismo (OMT) y el Consejo Mundial de Viajes y
Turismo (WTTC) se identificó que el turismo aporta una buena cantidad de
recursos economía de las naciones” (Mercado, 2012) no siendo México la
excepción. En las últimas décadas el turismo ha fungido como un impulsor de la
economía nacional, a tal grado que, en 2015, este sector constituyó el 8.7% del
producto interno bruto nacional (INEGI,2015) dejando una derrama económica de
16 mil millones de dólares gracias a los 28 millones de visitantes que
visitaron nuestro país, con un gasto aproximado de 72 dólares por día
(Informador, 2015), un número bastante considerable.
Este sector provoca grandes modificaciones en
las comunidades, al generar cambios en la infraestructura, como podrían ser:
construcción de nuevas vías de comunicación, mejora en los servicios públicos,
y generación de empleos, siendo que a este respecto se “generan aproximadamente
7.5 millones de empleos” (Mercado, 2012) a nivel nacional a raíz de esta
industria. Esto conlleva grandes beneficios a las comunidades residentes en las
zonas turísticas del país, pues con una mejor economía, su calidad de vida se
incrementa, esto incluyendo: mejoras en las escuelas, en las zonas
residenciales, en alimentación, etc.
Pero con un gran beneficio también se lleva
una gran responsabilidad, y con esto me refiero a la responsabilidad
medioambiental. México tiene grandes problemas en lo que respecta a este
asunto. Dentro de nuestra cultura no existe implícito un respeto hacia la
naturaleza, en lugar de ello pensamos más en metas a corto plazo con beneficios
económicos directos. A raíz de este tipo de mentalidad se han dado algunas
situaciones de notoriedad como por ejemplo “la creación de desarrollos sin
planeación, con metas a corto plazo y establecidas sólo para atraer la
inversión extranjera, sin importar las consecuencias sobre el ambiente y sobre
la gente. Con un turismo de masas creciendo a ritmo tan acelerado, la
depredación del capital natural de los ecosistemas está acabando con el valor
de las zonas y, por lo tanto, con la riqueza y bienestar de las comunidades.”
(Greenpeace, 2016) Esta depredación del capital natural se aprecia muy en
particular en la destrucción de zonas naturales para proveer espacio a zonas
hoteleras o inmobiliarias, como el manglar de Tajamar, que fue vendido por el
gobierno mexicano en dos mil 40 millones de pesos para dar lugar a la
devastación de 57 hectáreas que posteriormente se convertirían en un desarrollo
inmobiliario (Greenpeace, 2016).
El principal atractivo turístico de
nuestro país son nuestros ecosistemas tan variados y flora y fauna silvestre.
¿No es contradictorio que, para tratar de atraer más inversión, vayamos
mermando poco a poco nuestro principal atractivo? Y esto hablando sólo en
términos turísticos, a nivel económico la destrucción de ecosistemas como los
manglares, por ejemplo, genera una mayor pérdida que ganancia, pues, al fungir
como barreras contra huracanes, evitan la colisión directa con centros urbanos
costeros; sin ellos, los daños en temporada de huracanes se ven incrementados
exponencialmente. En otras palabras: “El gobierno mexicano gasta más en
prevenir o remediar la degradación ambiental que las supuestas ganancias
que obtiene de la comercialización de terrenos y que al final, representan
pérdidas para el país y sólo un beneficio económico para
los desarrolladores y las inmobiliarias” (Greenpeace, 2016).
Ahora
que ya se entiende un poco del contexto de los impactos que tiene el turismo
convencional y, sobre todo, se ha esclarecido la idea de que es esencial tomar
en cuenta a nuestro medio ambiente para poder dejar algo a nuestras
generaciones futuras, es necesario hablar de soluciones a este problema de
desarrollo sustentable. ¿Podría ser una solución el reducir el turismo para
poder tener un menor impacto en nuestros ecosistemas? Es aquí donde inicia un
grave dilema ético.
Si se
redujera la cantidad de turistas que visitan nuestro país año con año, así como
el mismo turismo interno, los niveles de contaminación generados bajarían
considerablemente. Iniciando desde la disminución en el dióxido de carbono
generado por los medios de transporte, pasando por la baja en la cantidad de
basura y desechos generados en las zonas turísticas hasta llegar, en última
instancia, a la detención de proyectos de infraestructura que destruyen en
estos momentos las riquezas naturales de nuestro país. A la larga esto
generaría un gran impacto medioambiental que beneficiaría a un enorme
porcentaje de personas, no sólo de nuestro país, sino de todo el globo. Sin
embargo, ¿qué pasaría con las millones de personas que viven y se benefician a
partir de actividades relacionadas con el sector turístico? ¿Sería justo para estas
personas que sacrifiquemos su derecho a una vida digna por un bien “mayor”?
Todos
los humanos nacemos con igualdad de derechos y dignidad, entendiéndose que
igualdad de derechos se refiere a que todos, por el hecho de ser humanos,
nacemos con un conjunto de derechos universales conocidos como derechos
humanos, los cuales son iguales para todas las personas y son garantizados por
todos los órganos legales del planeta ACNUDH. (2017); y dignidad entendiéndose como el valor intrínseco
que hace valiosos a los humanos, haciéndolos únicos e irrepetibles (Rachels,
2006, 204). Estos dos conceptos se han plasmado en documentos de suma
importancia para la sociedad, tales como la Declaración de los Derechos
Humanos, en la que se establecen los derechos básicos que toda persona posee
por el simple hecho de serlo y haber nacido.
-[En la Declaración de los derechos humanos]”
De acuerdo con el artículo primero “Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos (…)”. Igualmente, de acuerdo con el artículo 22
“Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a (…) la satisfacción
de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad
y al libre desarrollo de su personalidad”. Finalmente, el artículo 23(3)
establece que “Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración
equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una
existencia conforme a la dignidad humana (…)”. “(Aguirre-Pabón, 2011, 53)
En caso de que estas personas vivieran del turismo, y
su trabajo fuera remunerado más pobremente debido a la baja en el mismo, ¿no se
estaría atentando contra estos derechos y por consiguiente contra su dignidad
misma? Pues finalmente se estarían truncando su posibilidad de vivir una vida
digna que les permitiría estudiar y cultivarse, y por ende se atentaría contra
el libre desarrollo de su personalidad y su mente, en palabras del autor
Gerardo Reyes “las letras no entran cuando se tiene hambre”.
Inclusive
se podría considerar que se atenta contra la vida misma de este sector de la
población pues:
“de acuerdo con la Corte Interamericana de
Derechos humanos, el derecho a la vida “incluye no solamente el derecho de cada
ser humano a no ser privado de su vida arbitrariamente, sino también el derecho
a no ser impedido de tener acceso a las condiciones que garanticen una
existencia digna” (Aguirre-Pabón,2011,57)
Ahora
bien, si ya hemos visto que estaríamos atentando contra los derechos de estas
personas, regresemos a nuestra pregunta inicial. ¿Sería justo?
La
justicia en si tiene numerosos significados, pero “Desde una perspectiva
sociológica la justicia significa igualdad de oportunidades, superación de
distancias y liberación de situaciones humillantes, denuncia del orden
establecido y compromiso para el cambio de estructuras generadoras de
desigualdades.” (Gil Martínez, 1998, 151). Basándonos en esta definición, se
podría decir que, al privar a los habitantes de las zonas costeras de ciertas
posibilidades, no tendríamos igualdad de oportunidades. Muy por el contrario,
tendríamos una situación que se podría llegar a considerar de humillación para
con las personas en cuestión, ya que se les estaría considerando menos que los
demás y poniendo en una condición de desigualdad total.
Llegado
a este punto se podría pensar incluso que se está transgrediendo el principio
kantiano de tomar a los demás como un fin y no como un medio. Situación que va
en contra de la justicia misma pues “En sus diversas formas, la justicia
expresa una profunda y unitaria exigencia de que todo ser humano sea reconocido
y tratado como principio absoluto de sus propios actos, otorgándole valor de
fin y no de simple medio o instrumento” (Gil Martínez, 1998, 152)
Pensando
un poco en lo que sería la implementación de las políticas que reducirían el
turismo, estas serían impuestas por organismo gubernamentales que deliberarían
y en última instancia tomarían la decisión de llevarlas a cabo. No obstante,
las instituciones políticas, para poder actuar justamente deben buscar un bien
común y no el de unos cuantos (Gil Martínez, 1998, 151) por lo que el mismo
gobierno estaría actuando injustamente al tomar la decisión en función de un
balance costo-beneficio, y no pensando en el bienestar general.
Se
podría resumir, entonces, que, en caso de disminuir el turismo, la situación no
sería justa para aquellas personas que viven de ella, ni política ni
socialmente. Dicho esto, ¿debemos quedarnos cruzados de brazos, mientras
nuestro planeta se ve mermado, para no atentar contra nuestros iguales? Creo yo
que existe una posible solución a este problema que evitaría el dilema ético
generado por la anterior propuesta: el turismo ecológico.
El
turismo ecológico es un nuevo modelo que promueve que las personas convivan en
armonía con la naturaleza más que acabar con ella. Procura minimizar al máximo
su impacto medioambiental, así como apoyar a las culturas autóctonas y a los
centros de conservación de flora y fauna. (Organización mundial del turismo,
2017)
Este
nuevo modelo apoya por tanto que “La relación entre hombre y naturaleza no debe
ser de dominio incontrolado, sino de cuidado y de inteligente administración.
La relación entre hombre y naturaleza no debe ser de exclusión: o una u otra,
sino de colaboración, de simbiosis, de cooperación. “(Ballesteros, 1995, 34)
¿Por qué? Por lo que ya se ha mencionado. Nosotros, como seres humanos vivimos
de la naturaleza, necesitamos de ella para poder obtener todas y cada una de
nuestras materias primas, oxígeno incluido, y por tanto, además de procurar
dañarla lo menos posible, tenemos una obligación de cuidado para garantizar
así, nuestra propia supervivencia, incluso debemos tener consideración por
aquellas áreas en las que no tenemos un control, como las selvas vírgenes o los
bosques, pues estas son en última instancia las que nos proporcionan con aire
puro. (Ballesteros, 1995, 38) Esto es lo que se conoce como sustentabilidad.
Hablar
de sustentabilidad es hablar de una ética ambiental. Esta tiene su base en el
desarrollo sustentable, y por lo tanto comparten una visión y una serie de
creencias para poder conducir a una sociedad en el camino correcto hacia un
modelo sustentable.
“Los principios del desarrollo sostenible
parten de la percepción del mundo como una sola tierra con un futuro común para
la humanidad. “(Galano et. Al., 2002, 3) es decir, debemos pensar en que sólo
existe un planeta y también en qué estado lo dejamos a todos los futuros
habitantes de nuestro mundo, no únicamente a nuestros más cercanos. Para lograr
este escenario utópico en el que todas las personas comiencen a pensar de este
modo, se deben seguir los principios de la ética ambiental que, de algún modo,
“orienta los procesos y comportamientos sociales hacia un futuro justo y
sustentable para toda la humanidad.” (Galano et. Al., 2002, 3) pues promueve la
construcción de una nueva forma de pensar orientada, entre otras cosas, hacia
la creación de nuevos sistemas económicos que hagan posible una
reestructuración en los sistemas de producción, entre los que se encuentra el
turístico, que puedan hacer viables estilos de vida sustentables. (Galano et.
Al., 2002, 3) además de promover un cambio que nos permita ver la tierra como
algo más que una fuente de ingreso.
Vemos
pues, que debemos cambiar nuestra forma de pensar para poder implementar un
sentido ecológico a nuestras vidas, incluidas nuestras costumbres en el momento
de vacacionar. Sin embargo, la implementación de estos modelos se ve aún muy
lejanos pues “continúa predominando el viejo esquema utilitario, bajo la égida
de demandas reales o imaginarias y donde la naturaleza es vista simplemente
como un baúl de recursos a ser explotados, mucho más en función del presente
que del futuro” (Mendes dos Santos, 2003, 5). Sin una actitud consciente del
ciudadano común, la idea de sustentabilidad no pasará de ser más que eso, una
idea. (Mendes dos Santos, 2003, 5) Se debe actuar para poder llevar a cabo este
tipo de cambios que no aplican, únicamente, en el ámbito turístico, pues este
se vería como uno de los últimos afectados. El cambio en la mentalidad
afectaría a todo y a todos, es por esto que es tan necesario.
El turismo convencional, a pesar de dejar
una derrama económica considerable para el país y contribuir con un buen
porcentaje de su PIB, genera también un impacto ambiental negativo. Esto debido
a la gran contaminación generada así como a la destrucción de áreas naturales
para la construcción de infraestructura turística.
Una posible solución a este impacto
ambiental es la reducción del turismo, pero esto tendría repercusiones
negativas sobre los pobladores que viven de esta actividad. No sería justo para
ellos. La justicia tiene como cualidad particular que todos los seres humanos
somos iguales, valemos lo mismo y se debe buscar un bien conjunto, no
individual, así, al tomar decisiones que los afectaran no estaríamos siendo
justos e incluso, estaríamos transgrediendo sus derechos, los vetaríamos del
derecho a una buena remuneración económica y por tanto a la capacidad de llevar
una vida digna.
Por tanto, es necesario encontrar otra
solución, una que pueda satisfacer un desarrollo sustentable del turismo y que
sea justo con el porcentaje de la población que vive de él. Esta podría ser el
turismo ecológico, que pretende reducir al mínimo el impacto ambiental.
Sin embargo, esta situación está lejos de
ser implementada, pues aún existe una tendencia a un utilitarismo industrial,
que puede ser entendido como una filosofía que ve por el mayor bien de las
empresas más que por la sociedad, y que continúa viendo a la naturaleza como
una fuente de ingresos a corto plazo y sigue despreciando a la ética ambiental,
que basada en la sustentabilidad, promueve un cambio en los sistemas políticos,
sociales y económicos, así como en la forma de pensar de la sociedad para, de
esta manera, poder dejar atrás la situación de abuso en la que estemos
viviendo, y entrar a una nueva etapa en la que el hombre tome conciencia de su
relación de simbiosis directa con el entorno y comience a cuidar de la
naturaleza, ya no como dueño, si no como su protector y siempre con un enfoque
hacia el futuro y el bien común.
Referencias
básicas:
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DERECHOS HUMANOS Y LA FILOSOFÍA PRÁCTICA DE KANT. Vniversitas, 45-74. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=82522608003
2.
Ballesteros, J. (1995) Ecologismo
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3.
Galano, C., Curi, M., Motomura, O., Porto
Gonçalves, C., Silva, M., Ángel, F., Ángel, f., Borrero, J.M… Leff, Enrique.
(2002). MANIFIESTO POR LA VIDA POR UNA ÉTICA PARA LA SUSTENTABILIDAD. Ambiente & Sociedade. Recuperado de:
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4.
Gil Martínez, R. (1998) Valores Humanos y desarrollo personal. Madrid:
Editorial Escuela Española.
5.
Mendes dos Santos, G. (2003). Sustentabilidad sin bioética no se sustenta.
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http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33907601
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Rachels, J. (2006) Introducción a la filosofía moral. México: Fondo de cultura
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complementarias:
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http://sdt.unwto.org/es/content/ecoturismo-y-areas-protegidas
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