Introducción:
El sufrimiento es
un misterio humano, tan semejante es el misterio que muchas corrientes lo han
intentado descifrar. En el texto se expondrán dos perspectivas que contrastan
el sufrimiento. La primera es la católica, donde se buscará entender la
teología para comprender su perspectiva. La siguiente será teoría filosófica
utilitarista donde se planteará su postura general para deducir su perspectiva
hacia el sufrimiento. Ambas se plantearán sus posturas generales en relación al
sufrimiento, después de analizar con el tema de la eutanasia. De esta forma
bajando los conceptos y convirtiéndolos más tangibles.
La temática del
sufrimiento y las diferentes perspectivas que tienen es importante para la
felicidad ya que es parte diaria de la vida humana. Es algo de lo que las personas
no pueden escapar, es decir, es uno de los misterios más grandes de la
naturaleza humana. El intentar entenderlo puede llegar a traer paz.
Key words:
Sufrimiento,
Felicidad, Reditio Completa, Dolor, Redención, Pecado, Resurrección, Utilitarismo,
Eutanasia, Buena Muerte, Distancia
Perspectiva Católica y
Utilitarista del Sufrimiento Humano con referencia a la Eutanasia
El sufrimiento es
algo de lo que ninguna persona puede escapar, ya que este parece ser casi
inseparable de la existencia humana (Juan Pablo II, 1984, pg. 2). Apoyados de la antropología humana vemos
la exclusividad que tiene el ser humano o homo
sapiens para sufrir, es decir ningún otro ser viviente experimenta el
sufrimiento como nosotros. Santo Tomas de Aquino explicaba que los humanos
somos seres reflexivos, por lo que hacemos la reditio completa, damos vuelta sobre nosotros mismos; tenemos
conocimiento de nuestra propia actividad (Navarro, 1984, pg. 48). Es decir, sabemos que sufrimos.
El sufrimiento nace del dolor, el dolor según la RAE toma dos vertientes
dentro de su definición y le da una dualidad de sentido. La primera habla de
una sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o
exterior (Real Academia Española, 2001). Este es dolor físico o biológico y es considerado
necesario para la supervivencia humana, ya que invoca la reacción del cuerpo
después de sufrir una experiencia lastimosa (Markman, s.f.). La segunda
definición expone al dolor como un sentimiento de pena y congoja (Real Academia
Española, 2001). Esta abarca el dolor moral, donde la psicología lo plantea
como un esfuerzo necesario para aferrase a sentimientos negativos; y este al
dejarlo actuar sobre nosotros se convierte en sufrimiento (Mager, 2014).
La perspectiva católica del sufrimiento comienza con el cuestionamiento de ¿Por
qué un Dios que es tan bueno, permite tanto sufrimiento? Una pregunta que puede
llegar a cuestionar la existencia de un Dios y más de un Dios bueno. La sagrada
escritura ejemplifica este mismo dilema dentro del Antiguo Testamento en el
libro de Job. Un hombre bueno que sin ninguna culpa es probado por innumerables
sufrimientos, pierde toda su familia y todos sus bienes. Las personas lo
cuestionan de que probablemente cometió algún mal, ya que ven sus penas con son
de justicia. (Juan Pablo II, 1984, pg. 5). Job siendo realmente inocente,
acepta el misterio de su sufrimiento. La revelación dentro de la historia de
Job es que el sufrimiento tiene un carácter de prueba. (Juan Pablo II, 1984, pg. 6). Esta es una temática que cubre al antiguo
testamento, el planteamiento del sufrimiento no siempre como castigo si no como
prueba, corrección, reconstrucción o purificación impuesto por un Dios
misericordioso; uno que prueba a los que ama como el oro entra en el
crisol del fuego para ser purificado. (Juan Pablo II, 1984, pg. 6). Este Dios
invita a modificar la pregunta inicial, dejar de cuestionar el por qué y
comenzar a caminar de la mano del para qué.
“Porque Dios amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, si no que
tenga Vida eterna.” (Juan, 3:5) Estas palabras pronunciadas por Cristo en su
conversación con Nicodemo, introducen a la acción salvífica que es él mismo. (Juan
Pablo II, 1984, pg. 7). La
explicación más acertada para entender esta acción es a través de una analogía:
es como si saliendo de tu casa te das cuenta que hay unas lombrices en el piso
y te compadeces de las lombrices por lo que decides convertirte en lombriz para
enseñarles que hay más en la vida que simple tierra y pasto. Esa es la magnitud
de la creencia católica que tiene consigo Jesucristo. El tema de salvación cae en el vencimiento del
sufrimiento definitivo que reside en los dos más grandes males que son el
pecado y la muerte. El pecado lo destruye en la cruz y la muerte la vence en su
resurrección, donde nos regala la esperanza de la vida eterna. (Juan
Pablo II, 1984, pg. 7).
Dios entregó a su hijo de tal manera que esta
toca con sus propias manos el sufrimiento humano, y todo por amor. En su paso por la tierra busco
siempre acercarse a los rechazados de la sociedad, a los enfermos, a los
perseguidos; tal como lo predica en las bienaventuranzas que son dirigidas a
los pobres de espíritu, a los que lloran, a los que tienen hambre y sed de
justicia, es decir a los que son probados por el sufrimiento en su vida
terrenal. Tanto se acercó a ese sufrimiento que asumió este sufrimiento en sí
mismo. (Juan Pablo II, 1984, pg.
7).
Todo este sufrimiento tiene culmine en la pasión de Cristo, donde el mismo
de la naturaleza de Dios, sufre como hombre (Juan Pablo II, 1984, pg.
10). El que nunca pecó como dice San
Pablo “A quien no conoció el pecado, le hizo pecado por nosotros” (Corintios, 55:8).
Un momento clave donde revela el afrontamiento cristiano hacia el sufrimiento
es en el monte de Getsemaní donde Jesús oró, “Padre mío, si es posible, que
pase lejos de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mateo,
26:39) y agregando “Si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se
haga tu voluntad” (Mateo, 26:42). La lección de estas palabras es la humildad y
reverencia que tiene Cristo hacia el plan de su Padre. El no entiende
completamente este plan, por lo que dice que no sea como yo quiero, si no como
quieres tú; esta es la clave del afrontamiento cristiano hacia el sufrimiento.
Humildad, confianza y sobre todo amor. Un amor lleno de fe que al pasar por
algún padecimiento que no puede librado, solo reclina la cabeza y levanta el
corazón, confiando que su plan es más grande y complejo.
Todo esto tiene consumación en la cruz, donde su misión es completada.
Cristo sin culpa alguna propia, cargó sobre sí todo el mal creado por el
pecado; este sufrir de Cristo se convirtió en el precio de la redención del sufrimiento
total (Juan Pablo II, 1984, pg. 13). El redentor sufre en vez del hombre, y por el hombre. Pero la creencia es
que todo hombre puede ser partícipe del sufrimiento de Jesús, ya que este ha
abierto parte de su sufrimiento a las personas, gracias a que el mismo en su
sufrimiento se hizo participe en nuestros sufrimientos (Juan Pablo II,
1984, pg. 13). En la carta a los
Colonenses el apóstol Pablo hace una aportación muy fuerte al tema, al escribir
con son de felicidad “Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y complemento
en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo,
que es la Iglesia.” (Colosenses, 1:24) Pablo
se alegra ya que a través de Cristo logro convertir en su sufrimiento un
significado de salvación. Pero Pablo, ni nadie podría hacerse participe del
sufrimiento sin presenciar la resurrección, ya que esta es la esperanza de que
dentro de la debilidad del sufrimiento Jesús nos presentó el Reino de los
cielos (Juan Pablo II, 1984, pg. 15).
Jesús no escondió el sufrimiento a sus discípulos, “El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.” (Mateo, 10:38),
refiriéndose que para seguirlo necesita uno aceptar las tribulaciones y
vivirlas junto a él. Conforme el ser humano toma su cruz, está siendo cualquier
malestar, y se une a la cruz de Cristo, este se releva en el sentido salvífico
del sufrimiento. Por eso San Pablo recibe al sufrimiento con son de alegría, ya
que dejo al espirito consolador de Cristo actuar dentro de él. El ser humano
termina percibiendo dentro de su sufrimiento la paz interior, una paz que solo
puede ser alcanzada por Cristo, ya que te invita a padecer junto a él.
Por lo que para concluir dentro de
la perspectiva del sufrimiento católico nos presentan varias temáticas
generales. El sufrimiento viene con son de prueba, una prueba que tiene un fin
siempre mayor del que el humano puede pensar, ya que no pensamos como Dios.
Esta temática se enfoca en el para qué del sufrimiento, y lo plantea como un
regalo que da Dios para el crecimiento y purificación de las personas. La
siguiente temática es el sufrimiento vencido en la cruz por amor que trae
consigo Jesús, que presenta a sus seguidores la posibilidad de no sufrir solos,
si no sufrir junto a él. Es decir, al sufrir, Cristo te está regalando la
posibilidad de unirte más a él y a su vez te asegura de que no cargaras solo
esa cruz. Que a su vez este acercamiento a Cristo carga consigo una esperanza
de salvación, ya que quien participa en el sufrimiento de Cristo se hace más
digno de estar en su reino y lo dice la sagrada escritura, “porque sufrimos con
él para ser glorificados con él” (Romanos 8:17). Por lo que el sufrimiento se
convierte en un camino personal que comparte uno con Cristo para llegar a él,
ya que todo lo mundano se disuelve y realmente deja de importar cuando uno
comprende que el fin último es estar junto a él en su reino.
La siguiente perspectiva de
sufrimiento es la Utilitarista, por lo que es necesario contextualizar. Esta
corriente nace en el fin del siglo XVIII y el inicio del siglo XIX, donde
surgían nuevas ideas que iban al par de revoluciones tal como la francesa,
donde ideas tales como “igualdad, libertad y fraternidad” resonaban mucho en el
occidente. Esta corriente comenzó a ser desarrollada por David Hume
(1711-1776), pero mayormente aterrizada por Jeremy Bentham (1748-1832) y John
Stuart Mill (1806-1873) (Rachels, 2006, pg. 147-148). Todos los autores se
agarraron de la sinergia de cambio que existía en esa época, lo cual los llevó
a replantear la manera de ver ética y la moralidad (Rachels, 2006, pg. 147-148).
Bentham planteaba la moralidad no
como buscar complacer a un Dios, si no como simplemente la búsqueda de la mayor
felicidad. Lo describió en su libro The
Principles of Morals and Legislation, comentando que el principio más
importante en las reglas morales es el de utilidad, que proclama que en las
situaciones donde se necesita elegir entre diferentes acciones, se tome la que
produzca mayor felicidad (Rachels, 2006, pg. 148). De Bentham continuo un
seguidor cercano a él, John Stuart Mil; que replanteó el planteamiento de su
maestro: Mill explicó que en la búsqueda de la mayor felicidad siempre se va a
imponer el egoísmo propio, por lo que el utilitarismo se necesita redirigir a
la felicidad común, a la felicidad para todos aquellos que serán afectados
(Rachels, 2006, pg. 149-150).
Por lo que el Utilitarismo puede
reducirse en tres puntos. El primero es que la acción solo puede ser juzgadas
en relación a las consecuencias, no es acto en sí. Ejemplificando, el matar a 1
por la felicidad de 3 es justificable. El
segundo punto es para elegir entre consecuencias se necesita buscar la que
produzca mayor felicidad, por lo que necesitas cuantificarla. El tercer punto
reside en que la felicidad de cada persona cuenta por igual. (Rachels, 2006,
pg. 164). El utilitarismo planteado es
el clásico, este está muy ligado a una teoría filosófica llamada hedonista, que
en resumen busca la felicidad, como bien último. (Cortina, 1996, pg. 4) Los utilitaristas modernos se intentan
separar algo de esta tendencia ya que comentan que la felicidad no se busca por
sí sola, es decir la felicidad es una respuesta de cosas buenas (Rachels, 2006,
pg. 167). De tal forma que realmente la
temática fuerte del utilitarismo son las consecuencias, y buscar entender la
consecuencia que produzca mayor felicidad.
Ya teniendo un poco de contexto en
relación a la teoría filosófica del utilitarismo podemos bajarla al aspecto del
sufrimiento. En la búsqueda de la felicidad, el utilitarista busca reducir a
toda cuesta el sufrimiento. Es decir, no le ponen un sentido fuerte al
sufrimiento, y lo ven como una consecuencia completamente negativa. Al
plantearlo como una consecuencia negativa buscan evitarla y enfocarse en
encontrar la felicidad. Gracias a que tienen un enfoque en las consecuencias,
nunca erigirán sufrir. Enfrentando la realidad de que en la vida uno va a
sufrir, el utilitarista busca reducir el sufrimiento al mayor número de
afectados para así incrementar la felicidad.
Una temática tangible del sufrimiento donde resaltará el contraste de
opiniones de las dos corrientes católica y utilitarista es con tema de la
eutanasia. La eutanasia se conoce como la buena muerte, la RAE lo define como la intervención deliberada para poner fin a
la vida de un paciente, sin perspectiva de cura (Real Academia Española, 2001).
Para entender a fondo se necesita hacer una distinción entre la distancia; esta
aplica solo al enfermo terminal ante la inminencia de una muerte inevitable,
por lo que es aceptable dejar de hacer cualquier procedimiento arriesgado u
oneroso y aceptar condición humana junto con medios normales que la medicina
puede ofrecer (Correa, 2006, pg. 254). La eutanasia es más enfocada en causar la muerte por piedad con el fin de
eliminar radicalmente los sufrimientos de un ser humano (Correa, 2006, pg.
251). Esto hace que la eutanasia sea
un tema del sufrimiento.
Para contextualizar, ejemplificar y entrar en debate ético utilizaremos dos
ejemplos uno con la perspectiva católica y otra utilitarista. El primero es un
sacerdote llamado Luis De Moya, este después de un accidente de auto se
convirtió tetrapléjico (De Moya, 1996, s.p), el segundo es un escritor
llamado Ramón Sampedro, este se tetrapléjico después de un accidente ocasionado
por un clavado mal calculado al mar. El contraste de ambos es que De Moya tomó
la postura católica, encontrando un sentido a su sufrimiento; mientras Sampedro
con un enfoque utilitarista enfocándose en el infierno que decía vivir peleó
por su derecho a la eutanasia. Sampedro planteaba que la eutanasia era
trascendental y se aseguraba de hacer la distinción entre suicidio. Comentaba
que cuando la muerte humana tiene como fin librarse de un sufrimiento
dramático, siempre sobrevive la bondad humana, este siendo una manera de
acceder a la bondad divina (Sampedro, 1996, pg. 84). En el otro caso el Padre
De Moya no considera la eutanasia como una alternativa, al contrario, se siente
muy afortunado, al recargarse en su fe ha ido comprobando que hasta los días
más duros son soportables. Ve su sufrimiento como si él fuera un
multimillonario que solo ha perdido 10 pesetas (De Moya, 1996, s.p). Mismo
problema diferente enfoque.
El cuestionamiento ético es en
relación a la ética de la eutanasia, el postulado católico está en contra,
mientras que el utilitarista a favor. Los utilitaristas como he mencionado
anteriormente consideran que alcanzar la felicidad es el fin último, todas las
otras cosas son deseables solo como medios para ese fin (Rachel, 2006, pg.
166). Por lo que consideran que lo hombres tienen derecho a acabar con su vida
cuando consideran, desde un punto de vista racional, esta no les ha hecho más
que proporcionar sufrimiento (Tasset, 2011, pg. 173). Los utilitaristas
consideran su muerte como un derecho para eliminar su sufrimiento, mientras la
contra parte sostiene que la vida humana es don de Dios, de modo que Él solo
puede decidir cuándo terminarla (Rachels, 2006, pg. 152). Los utilitaristas
levantan el cuestionamiento “Si la disposición de la vida humana estuviera tan
reservada como dominio peculiar del todopoderoso que fuera una vulneración de
su derecho por parte de los hombres disponer de sus propias vidas, sería
igualmente criminal actuar a favor de la preservación de la vida como en aras
de su destrucción. Si me aparto de una piedra que cae sobre mi cabeza, estoy
alterando el curso de la naturaleza e invado el dominio especial del
todopoderoso, al prolongar mi vida más allá del período que, por las leyes
generales de la materia y el movimiento él me había asignado” (Tasset, 2011,
pg. 174-175). Es decir, al juicio del todo poderoso no podríamos buscar
prolongar la vida.
Los católicos consideran inmoral
el compartir la intención suicida de otro, ayudarle a realizarla mediante
eutanasia significa hacerse colaborador, o en algunos casos autor (Correa,
2006, pg. 251). Es decir, al juicio católico el homicidio intencional de
inocentes siempre es incorrecto (Raches, 2006, pg. 152). Todo deriva de que
para los católicos el fin último es llegar a la vida eterna y a su juicio la
eutanasia (siendo un sinónimo de matar) no es el camino. En contraste los
utilitaristas consideran que llevar acabo la eutanasia es moral, porque no está
dañando a otros (Rachels, 2006, pg. 154), estos hablan de que “la moral ya no
tiene que interpretarse como fidelidad a algún código dado por una deidad o
algún conjunto de reglas inflexibles” (Rachels, 2006 pg. 150), consideran que,
si matarlo le daría escape a su dolor, la acción seria moralmente correcta (Rachels,
2006 pg. 150).
Los
utilitaristas consideran que no es el simplemente vivir por un periodo largo de
tiempo, si no el vivir bien; de esta forma buscando siempre la felicidad. No
les hace sentido la necesidad de vivir en sufrimiento. No es la cantidad de
vida, si no la calidad de esta (Tasset, 2011, pg. 175-176). Hacen el
cuestionamiento de que una vida en sufrimiento ya no produce más que un mínimo
bien a la sociedad, por lo que no tiene sentido prologar la vida de uno para
causar una pequeña ventaja a la sociedad (Tasset, 2011, pg. 177). No se les
hace proporcional el sufrimiento con el bien que producen. Consideran que una
persona viviendo en sufrimiento como el Padre De Moya o Sampedro, no viven más
que un infierno; por lo que están en su derecho de quitarse la vida. Los
católicos ven el sufrimiento como un camino para llegar a Dios. Por eso a el
Padre De Moya no le interesa quitarse la vida ya que ha tomado su sufrir como
su propio camino para llegar a Dios, Dios a su vez siendo un sinónimo de felicidad.
Conclusiones:
Las dos
corrientes exponen puntos contrastantes en relación a la ética de la eutanasia.
Los utilitaristas no logran comprender como un Dios que es benévolo permitiría
que las personas sufran tanto antes de la inevitable muerte, su versión de un Dios
benévolo es uno que permitiría la eutanasia porque no busca que sufras
(Rachels, 2006, pg. 164). Pero el Dios católico permite el sufrimiento para que
puedan llegar a él. Los utilitaristas no comprenden la vida en el sufrimiento,
mientras que los católicos le ponen un simbolismo que refleja al mismo
Jesucristo. En cuanto al acto, los utilitaristas ven la eutanasia no como un
asesinato, si no como una acción que produce un bien mayor, mientras que los
católicos lo ven como un sinónimo de un asesinato. El finalizar la vida está
reservado al creador, ven esta como un don de Dios; no consideran que los
humanos tienen derecho de acabarla. Los utilitaristas consideran que los
humanos están en su derecho ya que la vida es de su propiedad. Para no
generalizar todos los posibles casos nos enfocamos en Padre De Moya y Sampedro.
Considerando como filtro principal la felicidad producida mi postura en el caso
específico mencionado anteriormente es estar a favor de Padre De Moya, que con
un enfoque católico logro convertir su vida que en papel podría lucir
miserable, en una vida de felicidad. La visión utilitarista nunca llega a la
aceptación de la realidad, lo que llevo a Sampedro a suicidarse. Con la
aceptación de su realidad Padre De Moya logro generar más felicidad, lo que
justifica su ética. El fin último de la perspectiva utilitarista es llegar a la
felicidad, la eutanasia corta el camino, no se logra llegar. Haciendo un acto
cotidiano de la eutanasia, ambiguamente se trazaría la línea del sufrir, es
decir cualquier sufrimiento se consideraría apto para brindar la eutanasia. El
sufrimiento bien llevado forja carácter, lo que camina hacia la felicidad. Con
todo esto concluyo que la perspectiva católica del sufrimiento es más ética que
la utilitarista, gracias a que brinda más felicidad.
Bibliografía:
Básica:
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Complementaria:
Mager, D. (Enero,
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