A aproximadamente cinco kilómetros de Periférico, a menos de 20 minutos de grandes fraccionamientos privados como Valle Real, Puerta de Hierro, El Palomar, Ciudad Bugambilias y el Club de Golf Santa Anita, en el poniente de la ciudad de Guadalajara, se encuentra la colonia de El Rehilete. En esta colonia las calles son de tierra, no existe alumbrado público ni alcantarillado, la presencia de elementos de Seguridad Pública es casi inexistente y sus residentes viven en condiciones precarias. Los días 20, 21 y 22 del mes de noviembre, como voluntario de la organización Un techo para mi país, asistí a la segunda ampliación en la colonia El Rehilete. El proyecto consistía en construirles una vivienda digna a 50 familias que habían aplicado a la organización con la ilusión de mejorar su estilo de vida.
El día 20 nos reunimos en una escuela ubicada a menos de 100 metros de la colonia, donde los aproximadamente 300 voluntarios dormíamos. Después de una breve introducción y capacitación iniciamos con el trabajo. Fuimos divididos en equipos, recibimos nuestro material y partimos. Al llegar al lote donde íbamos a construir la nueva casa, mismo lote donde vivía la familia, realmente me di cuenta de cómo viven aquellos en pobreza extrema. La familia, Carlos, Luz y sus dos hijitas, vivían en una choza construida con láminas de cartón, madera y plástico, el piso era de tierra, tenían un sólo foco para iluminar el interior y la letrina estaba prácticamente en el interior. Iniciamos el trabajo nivelando el terreno para poder construir la nueva vivienda. Poco a poco fuimos avanzando, colocando los cimientos, presentando la duela, instalando los paneles, acomodando el tejado y por último, el día lunes, instalando la puerta y las ventanas. Fue hasta las 3 de la tarde del día lunes cuando les entregamos su nuevo hogar, un hogar con suelo firme, paredes y techo adecuado, y fue en ese momento cuando el arduo trabajo de tres días, las dos noches que dormimos en el suelo, el frío que pasamos en las noches y el calor de las tardes nos demostró que todo lo que habíamos hecho valía la pena.
Convivir con la familia esos tres días, mientras juntos construíamos su futuro hogar, fue una experiencia realmente enriquecedora. Conocer como vivían me hizo recordar lo que el filósofo alemán, Immanuel Kant, dictaba en sus escritos. En la opinión de Kant, “…los seres humanos tienen “un valor intrínseco, esto es, dignidad”, que los hace valiosos “sobre cualquier precio”.sobre cualquier otra cosa” (Rachels, 2006; Pág. 204) Esta dignidad que todo ser humano tiene suele ser atropellada cuando distintos individuos se ven forzados a vivir en condiciones similares a las de los habitantes del El Rehilete.
Con un hogar digno la familia de Carlos y Luz cambiará su estilo de vida. Que ahora cuenten con suelo firme y techo estable les permitirá gozar de mejor salud, disfrutar de su hogar, cuidar de él y demás. Realmente ayudar a alguien no es simplemente darle dinero para que compre lo que necesite, ayudarlo es enseñarlo a hacer dinero. Existe un viejo dicho que dice algo así, “dale un pescado a una persona y come por un día, enséñala a pescar y comerá de por vida.” Personas como las que viven en El Rehilete en veces sólo necesitan un pequeño empujón para salir adelante, para salir de aquel hoyo en el que estaban atorados. Como ciudadanos, es nuestra responsabilidad ayudar a aquellos que sólo necesitan un empujoncito para salir adelante, es nuestra responsabilidad velar por los derechos de todos por igual, por mejores condiciones de vida universales y por mejores oportunidades para todos.
Rachels, J. (2009) Introducción a la filosofía moral. México: Fondo Cultural Económico.
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