ITESM Campus Guadalajara
Ética, persona y sociedad
Profesora: Dra. Alicia Ocampo
Kenia Denisse Machado Hernández
A01220267
Discriminación
laboral por género: ¿Por qué no se nos permite ser partícipes de la vida
laboral, de la misma manera que los varones?
“Yo creo que ser mujer es como ser
irlandés: todos dicen que eres importante y bueno, pero te ponen en un segundo
lugar siempre”
Iris
Murdoch
En la frase anterior, podemos ver
reflejado el pensamiento de muchas personas en la actualidad, las cuales opinan
que las mujeres son seres más débiles y por tanto, menos importantes o capaces,
que los hombres. Sin embargo ¿es
correcta esta noción que se tiene sobre la mujer? ¿No tenemos los mismos
derechos que un hombre? En el mundo laboral es muy común detectar
discriminación hacia las mujeres, pues en muchas compañías los puestos altos en
la jerarquía de la empresa son ocupados por varones, y en caso de ser ocupados
por una mujer, muchas veces no reciben el mismo sueldo que recibiría un hombre
en su misma posición.
¿Sería correcto permitir que se nos siga
denigrando así, simplemente por no ser varones? Las mujeres no somos ni menos
capaces ni inferiores al hombre, debemos defender nuestra dignidad y valor como
personas. A continuación, intentaré dear algunas de las razones por las que las
mujeres también deberíamos ser consideradas para ocupar puestos altos en las
jerarquías de las empresas, así como un sueldo justo, que vaya acorde al
puesto. Si seguimos permitiendo estas injusticias, nuestro lugar, como mujeres,
jamás será respetado, y seguiríamos siendo esos “seres inferiores y menos
capaces” que algunos hombres nos consideran.
En
el pasado, la mujer se dedicaba únicamente a las labores domésticas. La lucha por la igualdad de género ha implicado la búsqueda
de liberación de los determinismos de carácter biologista o esencialista, con
los cuales se ha afirmado que el papel de la mujer se debe enfocar en las
actividades domésticas y de cuidado. Por esta razón, en este segundo modelo
existe un fuerte interés por promover la participación activa de las mujeres en
el ámbito laboral, político y económico; lo cual implica que éstas se liberen
de los roles en los que tradicionalmente han estado recluidas, como la
maternidad y el trabajo doméstico. (Ocampo, 2009, p. 12)
Tomando en cuenta lo
anterior, la raíz del problema está en las prácticas del pasado: las mujeres se
dedican al hogar, mientras los hombres trabajan. Esta idea se ha conservado y,
sobretodo en la cultura mexicana, está muy arraigada, por lo que es difícil que
en las empresas se acepte contratar mujeres para puestos altos, y si es que
llegan a alcanzarlos, difícilmente les pagan lo mismo que le pagarían a un
varón. Mi postura ante esta problemática comienza a reflejarse a partir
pensamiento Kantiano: Todos los hombres tienen dignidad, y valen por igual. Merecemos ser
tratados de manera que ese trato se le pudiera dar a cualquier otro ser humano,
y que a la vez, todo el mundo considerara que ese comportamiento es correcto
(que sea universalizable). (Rachels,
2006: 195,196). Sin embargo ¿dónde queda el papel de la mujer en esto? La
teoría posteriormente fue completada por Seyla Benhabib, en su teoría de la
ética del cuidado, en la que ya incluye el papel de la mujer en la ética. Más
que hablar de dignidad, ella hablaba de un cuidado recíproco entre todos los
seres, y ello incluía el respeto e igualdad por el simple hecho de ser seres
humanos, no por ser hombre o mujer eras más o menos importante que cualquier
persona el otro género. (Amorós, 2000: 404)
En cuanto a la discriminación
de género, existen muchos puntos de vista, algunos a favor de que se llegue a
una igualdad, otras que defienden que las mujeres se tienen que dedicar al
hogar y nada más.
Un ejemplo de personas que
van en contra de mi postura es Elizabeth Fox-Genovese, quien asegura que el
tema de la discriminación por género en el ambiente laboral únicamente está
siendo exagerada por muchas personas. Asegura que dependiendo del grupo social,
las diferencias entre hombre y mujeres son variadas, pero que no son tan
grandes como la gente asegura. Según su artículo “Claims that women face
discrimintation in the workplace are exaggerated” asegura que dicha
discriminación es prácticamente nula en la actualidad. Acompañando este punto
de vista, está el de Elizabeth Larson, quien asegura que “modificar las
políticas laborales puede traer resultados negativos, pues les daría un trato
preferencial a las mujeres […] Estas modificaciones únicamente se han buscado
por parte de los grupos feministas [y no por varones interesados esta
problemática]” (Larson, 1998)
Sin embargo, mi postura es
muy distinta. Considero que hombres y mujeres son capaces de realizar el mismo
trabajo, y según varios estudios, las mujeres muchas veces son más veloces que
los hombres o arrojan mejores resultados que los hombres en el mismo puesto.
Con esto no busco afirmar que la mujer es superior en el trabajo, sino que
hombre y mujer valen por igual y deberían, por ende, recibir el mismo trato,
sueldo y responsabilidades.
Como ya mencioné, la base del
problema son las creencias de antaño, en el que la mujer era madre, ama de casa
y atendía a su marido. El varón, por otra parte, trabajaba, traía comida a casa
y él no hacía nada que tuviera que ver con labores domésticas: ese era el
trabajo de la mujer.
Sin embargo ¿Hay más razones
detrás de esto, para poder discriminar así a la mujer? Sí las hay, una de las
principales es que los dueños de empresas, quienes dan los empleos, prefieren
contratar hombres. Una de las ideas que apoyan a que hagan esto es que las
mujeres que desean formar un hogar, por ejemplo, al estar embarazadas tienen
derecho a tener una incapacidad en el trabajo, misma que debe ser pagada como
si ella continuara trabajando. Esto, para los jefes en las empresas, representa
una pérdida, pues es “trabajo que no se está haciendo” y dinero que se está
pagando por ello. En esos casos, consideran que es mejor contratar un hombre,
que estará allí todo el tiempo, salvo en sus periodos vacacionales.
Las mujeres no pueden
únicamente apoyarse en el gobierno, y esperar a que esto se solucione, tenemos
que tomar cartas en el asunto. Poco a poco hemos ido eliminando esa brecha
existente entre los salarios de hombres y mujeres en el mismo puesto.
Yo creo que una mujer sí es
capaz de alcanzar la independencia económica de la misma manera que el varón
puede hacerlo. A pesar de esto, aún tenemos un largo camino que recorrer para
poderlo lograr. Comparando ganancias en Estados Unidos, el 92% de las mujeres
menores de 20 años ganan el mismo salarios que un hombre en su mismo puesto.
Entre los 21 y 24 años de edad, el 85%reciben salarios equivalentes, mientras
después de los 25 y antes de los 34, solo el 78% ganan un sueldo equivalente al
de un varón. (Larson, 1998).
Efectividad en el liderazgo por posición y género
|
||
|
Hombres
|
Mujeres
|
Ejecutivo, CEO, Alto mando
|
57.7
|
67.7
|
Reporte directo al
supervisor, posiciones medias, administradores
|
48.9
|
56.2
|
Gerentes de nivel medio
|
49.9
|
52.7
|
Supervisores
|
52.5
|
52.6
|
Contribuidor individual
|
52.7
|
53.9
|
Otros
|
51.3
|
55.1
|
Total
|
51.3
|
55.1
|
(Zenger Folkman Inc, 2011)
Estudios como el anterior
demuestran un grado de efectividad menor en los varones que son líderes en
empresas y equipos de trabajo. Se evaluaron diversas competencias para poder
obtener esos resultados, y las mujeres sobrepasaron las expectativas, superando
a los hombres. En el estudio se incluyeron diversas opiniones que dieron las
mujeres, quienes afirmaban sentir una mayor presión por no cometer un error, y
mostrar su verdadero valor a la organización, demostrando su capacidad.
“Tenemos que trabajar más duro que los hombres para demostrar nuestro valor”
mencionaba una de ellas. (Zenger,2012)
Un ejemplo claro, y el cual
en su momento me preocupó mucho, es el que había hasta hace pocos años. En el
Ejército mexicano, en la Fuerza Aérea, a las mujeres no se les permitía
formarse para ser piloto aviador. Cuando me preguntaban ¿Qué quería
estudiar? dos ideas venían a mi cabeza:
“Quiero ser piloto” o “Quiero ser médico”. Me entristecía la simple idea de
que, por ser mujer, no podía perseguir mi primer sueño, a pesar de que yo
consideraba que una mujer podía ser tan buena piloto como cualquier hombre. Sin
embargo, las políticas para poder ser candidato a entrar a la escuela de
aviación fueron modificadas, y así, el año pasado se graduó la primer piloto
aviador mujer en México. Hoy mi impedimento para entrar no fue mi género, sino
un problema de la vista, pero de no haberlo tenido, me hubiera encantado poder
perseguir ese sueño, luchar por mis derechos como mujer y demostrar que soy
igual de capaz que un hombre para un puesto de esa importancia.
La mayoría de las teorías éticas,
se basan en el varón para realizarlas. “Los hombres dominan la vida pública, y
en la política y los negocios las relaciones que se tienen con otras personas
son típicamente impersonales y contractuales […] No es de sorprender, entonces,
que las feministas crean que a filosofía moral moderna incluye un prejuicio
masculino” (Rachels, 2006, 262). Cuando todas estas teorías fueron hechas, se
consideraba que las mujeres tenían preocupaciones distintas a la de los
varones, por lo que merecían un trato distinto, derechos diferentes y por lo
tanto, beneficios desiguales a los de los hombres. En el pasado las mujeres no
eran partícipes de la vida pública, el hogar y dar amor debían de ser sus
preocupaciones, esta es la razón de que quedaran excluidas de la vida moral.
Sin embargo, lo anterior dicho, el no haber sido
consideradas en la formación de las primeras teorías morales, no quiere decir
que no seamos agentes morales iguales a los hombres, y que eso nos impida
llevar una vida de igualdad con ellos. Como mujeres, el cambio comienza en
nosotras, tenemos que hacer valer nuestros derechos y demostrarle al mundo que
somos capaces de hacer igual o mejor las cosas que los varones. Así como
podemos ser amas de casas, y madres; podemos igual ser empresarias, gerentes,
líderes de equipos o proyectos, etc. Nuestro desarrollo moral puede ser tan
alto como el de un hombre, y somos capaces de tomar decisiones igual de buenas
que las de ellos. Somos tan capaces como ellos de poder tomar una decisión que
no sólo nos beneficie a nosotras o a nuestra familia, sino que sea benéfica
para todas las demás personas con las que vivimos en comunidad, e incluso,
podemos tener conductas que trasciendan esas fronteras, y puedan ser tomadas
como un ejemplo en todo el mundo.
Una mujer es igual de
importante, valiosa y digna que un hombre, defendamos nuestro lugar, y
hagámonos respetar. Si queremos ser tomadas en cuenta al igual que los hombres
para poder obtener un puesto alto en cualquier trabajo, debemos perder el miedo
a luchar, y no rendirnos con el primer “no puedes”. Somos seres humanos, al
igual que los varones, y ello implica que valemos lo mismo y merecemos ser
tratadas con las mismas oportunidades que ellos.
Si bien, las mujeres hemos
conseguido la equidad en varios aspectos, como el que ahora podamos votar, o
podamos ir a la universidad, actividades que, antaño, no se podían realizar;
aún queda un gran camino por recorrer para llegar a la equidad de género.
Algunas mujeres ya han logrado abrirse las puertas en el mundo laboral, algunas siendo
emprendedoras, otras escalando poco a poco en sus trabajos. Si ellas han
logrado un cambio en sus vidas, podemos lograr que ese cambio de generalice, y
que todas las mujeres podamos tener la oportunidad de crecer, de ser tomadas en
cuenta, y de tener la misma importancia que un varón en cualquier trabajo.
Como mencionó alguna vez el
ex secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, la equidad de género
es más que una simple meta. Es una condición para poder sobrellevar los retos
que tenemos hoy en día por todo el mundo como disminuir la pobreza, promover el
desarrollo sustentable y construir un buen gobierno
Bibliografía:
·
Amorós, C (2000)Tiempos de
feminismo. Madrid, España: Ediciones Cátedra.
·
Fox-Genovese, E (2001) Claims that women face discrimination in
the workplace are exaggerated. Opposing
viewpoints. Recuperado de: http://alturl.com/8h6sp
·
Larson, E (1998). Women do not need affirmative action. Opposing viewpoints. Recuperado de: http://alturl.com/999mp
·
Murphy, E. (2008) Women still earn less tan men because of sex
discrimination. Opposing Viewpoints. Recuperado de: http://alturl.com/bn9ej
·
Ocampo, A. (2009) Manual de
feminismos. México: Inmujeres
·
Rachels, J. (2006) Introducción
a la filosofía moral. México: FCE
·
Zenger, J (2012). Are women better leaders than men?. Business Harvard Review. Recuperado de:
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