Implicaciones
Éticas en el Consumo y la Distribución de drogas ilegales en México.
El narcotráfico es
un tema ardiente que no es ajeno para ningún mexicano. Diariamente los
noticieros nos presentan la ultima información referente al conflicto;
escuchamos, leemos y en el peor de los casos, presenciamos, asesinatos,
“narcofosas”, incautaciones, corrupción, infiltraciones electorales, espionaje
y demás actos criminales proferidos por narcotraficantes y gobierno por igual.
La sociedad
mexicana se encuentra por lo tanto entre dos fuegos, atrapada por la violencia,
el miedo y en la mayoría de los casos, por la desesperanza. Por si fuera poco,
este conflicto parece no encontrar una resolución pronta y ninguno de los
bandos parece ceder, la responsabilidad de un cambio recae, por lo tanto en la
ciudadanía. A pesar de que esta premisa parece evidente, han sido pocos los
ciudadanos que han intentado realizar o promover, con sus acciones, un cambio.
Se pueden mencionar algunos ejemplos destacables como el movimiento México por
la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por Javier Sicilia y apoyado por
miles de personas, pero a pesar de sus esfuerzos el resto de la ciudadanía
parece continuar pasiva ante este cobarde enfrentamiento (movimientoxlapaz.mx).
El problema que
busco plantear en este ensayo, no es en contra de la pasividad que parece
presentarse en gran parte de la ciudadanía, mi intención es la de evidenciar y
mostrar el problema ético que subyace en el consumo y la distribución de drogas
ilegales, así, se presenta la pregunta ¿por qué consumir drogas ilegales es un
problema ético?
La compra de drogas
ilegales merma a nuestro país. Tanto económica como socialmente, es un problema
ético porque las acciones del comprador desatan una reacción en cadena. Su
dinero es invertido en industrias ilegales como el lavado de dinero, secuestro,
compra de armas, asesinatos, corrupción entro otros delitos de igual gravedad.
La compra de drogas
ilegales es un acto egoísta, donde al buscar la felicidad y el placer propio se
afecta gravemente al resto de las personas. Basándonos en la definición del filosofo
James Rachels, “un agente moral responsable es aquel que se preocupa
imparcialmente por los intereses de cada una de las personas afectadas por sus
acciones” (Rachels, 2009, p.37).
Bajo este argumento
podemos entender que los compradores no son agentes morales responsables,
porque sus acciones afectan gravemente al resto de las personas que tienen la
desgracia de compartir la comunidad con ellos. El comprador no mide las
consecuencias de sus actos y el alcance que su brazo corruptor llega a tener, actúa
de manera injusta hacia el resto de sus conciudadanos al dejar caer sobre ellos
violencia y problemas de salud pública.
Un ejemplo de cómo
el comprador de drogas ilegales se convierte en financiador de actividades
fuera de la ley, se puede encontrar en los escritos de Menno Vellinga, donde
encontramos datos como el siguiente. “El comercio de drogas se ha convertido en el primer
generador de divisas extranjeras para México, con montos que van de 30 a 40 mil
millones de dólares estadounidenses anuales” (Vellinga, 2006,p.76). El consumo
de estas drogas han convertido a la industria del narcotráfico en una de las
industrias mas rentables, empleando a mas de 468 mil personas (Rios, 2010,p.2),
sin incluir oficiales del gobiernos y entidades de seguridad que se encuentran,
penosamente, en la nomina de estos grupos criminales.
Por otro lado, la adicción a estupefacientes es también un
problema ético, porque en primer lugar se está vulnerando lentamente la
autonomía de la persona que consume dichos estupefacientes. Como menciona el
filosofo alemán Immanuel Kant, el humano al poseer razón es acreedor de
autonomía, lo que le brinda libertad e igualdad sobre todos los seres humanos
que de igual manera poseen autonomía, las bestias, no tienen razón y por lo
tanto no poseen autonomía. De esa forma, la autonomía brinda la capacidad de
comparar y preferir que acciones son las que mas nos convienen pero esta ligada
a un imperativo categórico que dicta en primera instancia “Obra sólo de forma que puedas desear que la
máxima de tu acción se convierta en una ley universal”, de igual manera nos
obliga a actuar de manera “humana” y ver a las personas como un fin, nunca como
un medio (Rachels, 2009, p.210). Basado en estos argumentos podemos juzgar la
adicción desde dos puntos de vista.
Primero, el adicto decide ignorar que es poseedor de razón. Al
drogarse, vulnera lentamente su
autonomía, hasta llegar al punto de convertirse en una persona fuera de razón,
viviendo en un mundo alterno construido de fantasías proveniente de su
drogadicción. El adicto que llega a este punto se convierte en una carga para
al sociedad, ha dejado de ser persona para convertirse en cosa, en un saco de
órganos, dirigido por un cerebro descompuesto.
En segunda instancia basándonos en la idea del Zoon Politikon de Aristóteles, “…quien
no necesita ayuda, quien se basta a sí mismo, no forma parte de la ciudad: es
una bestia o un dios.” El hombre, es un animal social que
necesita de relaciones para completarse y que forma parte de un universo mas
grande que él mismo, forma parte de una comunidad y de un sistema hacia el cual
tiene responsabilidades.
El abuso de
sustancias trunca la manera de relacionarse de las personas. Primeramente la
mayoría de las drogas tienen efecto sobre el cerebro, nos hacen sentir más
fuertes, más capaces, relajados y hasta eufóricos, al abusar con estas
sustancias, muchas de ellas adictivas, creamos un desbalance para nuestro
cerebro y nuestro cuerpo, hasta aquí, podríamos decir, no hemos afectado a
nadie mas que a nosotros mismos. El problema siguiente es al convertirse la
afición, en adicción, en esta instancia la necesidad por la dosis de droga es
tanta que se recurre al robo, la manipulación o la violencia, la adicción nubla
el juicio y comienza a ser problema de la sociedad y de la familia. El adicto
ve a las demás personas como medios para lograr su cometido final, drogarse y
consecuentemente, viola el criterio Kantiano antes mencionado, de no utilizar a
las personas como medios (Rachels, 2009, p.210).
Finalmente el consumo de drogas ilegales es un problema ético
desde el punto de vista del vendedor. El narcotraficante
ve al consumidor de drogas como un medio para alcanzar riqueza, fama, poder; el
consumidor es un simple escalón para alcanzar su bienestar.
Este tema es el mas
complicado de analizar porque al
discernir el perfil del narcotraficante
nos encontramos con seres humanos que a lo largo de su vida se les han negado
necesidades tan básicas como un techo, educación, cariño, familia y desde luego
empleo digno y remunerado. Aunque se necesite de cierto perfil psicológico para
incurrir en crímenes violentos, la mayoría de los empleados del narcotráfico,
sicarios, menudistas, transportistas y hasta campesinos, son personas que
carecen de educación y de móviles para alcanzar una vida digna (Ríos, 2010, p.2).
A pesar de esto, la
acción sí puede ser juzgada, el vender drogas implica vender “armas de
destrucción”, se están comercializando sustancias que terminan por enganchar a
las personas en un circulo de vicios (compra, paga con lo que puedas, droga)
que en sus peores consecuencias termina en muerte y en el mejor de los casos,
en una persona rehabilitada, que a pesar de comenzar una “nueva vida” ya ha
perdido mucho. El narcotraficante, al igual que el adicto, actúa de manera egoísta,
velando por su beneficio a pesar de que este venga con consecuencias negativas
para el resto de la comunidad a la que ellos pertenecen.
Podríamos pensar
que estas personas, están en libertad de hacer con su cuerpo lo que les plazca.
Utilizando argumentos basados en el emotivismo y subjetivismo simple, estas
personas se guían por sentimientos y no existe crítica hacia ellos, pues no
compartimos el mismo contexto y mucho menos, los mismos sentimientos (Rachels,
2009, p.65). La realidad de las cosas es que sus acciones, afectan no solo a
sus compañías inmediatas sino a todos los habitantes de este trágico país. Con
su compras, logran sostener la industria cobarde del narcotráfico. Para darse
una idea, según reportes de la PGR el día 9 de febrero de 2012 aseguraron 15
toneladas de metanfetaminas, lo que representa 58 mil millones de pesos en
perdidas para el narcotráfico, por otro lado la revista Forbes coloca al
narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán como el billonario numero diez en
nuestro país. El dinero del narcotráfico proviene de los consumidores. A pesar
de estos datos contundentes, existen puntos de vista contrarios a lo establecido
previamente.
Desafortunadamente, como consecuencia de los actos previamente enunciados, el tejido social en México ha sido vulnerado a tal punto en que el personaje del narcotraficante es motivo de admiración, al narcotraficante se le reconocen, erróneamente, virtudes como el valor, la generosidad o la lealtad. Claramente nos estamos dirigiendo como sociedad a lo que Hobbes llamaría un “Estado de Naturaleza”. El estado ha fallado como Leviatán, ha fallado como proveedor del mínimo requerido para una sociedad de beneficio mutuo y estas funciones han pasado a manos del crimen organizado. Ejemplo de esto, fueron las declaraciones que el presidente Felipe Calderón Hinojosa hizo al presidente peruano Ollanta Humala, donde reconoce que el narcotráfico ha suplido funciones del Estado como la recolección de impuestos (Europa Press, Abril 2012).
Otra muestra de que el tejido social esta desgarrado, son algunas muestras culturales que ejemplifican el pensar de algunos grupos sociales. Históricamente los corrido han funcionado como “voz del pueblo”, como una manera de acercar el pensamiento de la comunidad al gobierno o al resto de las poblaciones del país, en nuestra época, el corrido continua cumpliendo estas funciones, sin embargo, demuestra la concepción amoral que se tiene del narcotráfico. En algunas canciones de bandas norteñas se aprecian letras como la siguiente, “Tengo un escuadrón de muerte, pistoleros que no fallan Soy un hombre sanguinario, sin temor a las batallas, Tengo una historia de guerra, Que mi carrera respalda” (Komander, 100 Balazos al Blindaje). En la mayoría de las canciones pertenecientes a esta corriente musical se mantiene la misma constante de alabar las labores del narcotráfico.
Finalmente y como botón de muestra de la ideología emotivista que predomina en la sociedad mexicana, encontramos la carta publicada por la actriz Kate del Castillo en su cuenta de Twitter, en ella, exhorta al narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, el criminal más buscado por el FBI, a traficar con amor. A traficar por el bien de la gente y para el beneficio de México. Un ejemplo del carácter emotivista de esta carta se encuentra en la siguiente frase, “No creo en la moral ya que varía enormemente entre el ser humano” ( del Castillo, 2012). Aunque esta llamada al “Chapo” Guzmán parece hasta cierto punto razonable, mi consideración, es que no se puede ver a un narcotraficante como un héroe, eso solo habla de lo mal que estamos socialmente, que creemos mas en la delincuencia que en instituciones como la familia. Para que un país funcione, los ciudadanos deben de apreciar la importancia de que existan instituciones como la familia, como las leyes, como las universidades, estas instituciones son, la mayoría de las veces, las encargadas de unificar el tejido social mexicano. En la familia se construyen los valores que a su vez, construyen las leyes, la oferta educativa provee al individuo de oportunidades para continuar el proceso hacia una sociedad mas equitativa y mejor preparada.
Finalmente y como conclusión me gustaría proponer una solución alternativa al problema del narcotráfico en Mexico. Basándome en el plan implementado por Sergio Fajardo en Medellín, Colombia[1], creo firmemente en que el problema reside en la ciudadanía y en la falta de equidad entre los miembros de nuestro país. Éticamente considero que los personajes en puestos privilegiados, y me refiero a nosotros, que contamos con educación, recursos económicos y sociales, no estamos haciendo nuestra parte por formar una sociedad incluyente que brinde las mismas oportunidades educativas y laborales a los miembros de la sociedad que, al ver imposibilitado su progreso por la falta de oportunidades, recurren al narcotráfico. Debemos crear primeramente una cultura en donde se satanice al consumidor de drogas. Un ejemplo parecido podría ser el de los “Diamantes de Sangre” en África, se creo, globalmente una campaña para evitar la compra de diamantes que no estuvieran certificados y que fueran medio de financiamiento para guerra cobardes en África, guerra cobarde, tal como en México. Si el consumo de drogas se viera socialmente como algo absurdo, cobarde y se vinculara con los asesinatos que acontecen a diario, en lugar de verse como algo cool o artístico, quizás podríamos paralizar el negocio del narcotráfico.
Por otro lado, existe el debate de la legalización de las drogas. Sin duda, combatir al narcotráfico frontalmente, como la he hecho el gobierno actual, no ha rendido frutos, la legalización de las drogas, por lo tanto, se presenta como una alternativa al problema. Sin embargo, esto es algo posible en sociedad educadas y que tienen detrás de ellas instituciones funcionales, ejemplo de esto son algunos países europeos y Canadá. Estos países tienen mínimos niveles de pobreza, la brecha de marginación es muy reducida y en general su población esta educada y viva dignamente. En contraste, México es una país, donde mas de la mitad de sus habitantes viven en la pobreza y casi 20 millones viven en niveles de pobreza comparables a los que se viven en África.
La sociedad mexicana no esta lista para la legalización de las drogas, ni siquiera para las llamadas “drogas blandas”, vivimos en una sociedad fragmentada donde las instituciones son fácilmente corruptibles y franqueables. Vivimos en una sociedad donde el ídolo de masas dejo de ser el futbolista y ahora el que aglutina admiraciones es el narcotraficante, el cual con su enorme poder es capaz de comprar el poder de un Estado corrompible y que no cuenta con un marco legal apropiado ni con el apoyo social mínimo, el narcotraficante, ha llegado a tal posición en que es hasta capaz de comprar el perdón divino (El Universal, Febrero 2012).
Esto debe causar enojo en la sociedad, hasta que no seamos capaces de cortar el flujo económico y humano que el narcotráfico requiere, con educación, con igualdad de oportunidades, con un trato justo y equitativo, actuando éticamente en nuestra vida profesional y diaria, pero más importante, exigiendo un cambio a los políticos, para que se termine la corrupción, se fortalezcan las instituciones de justicia y se le extienda la mano a aquellas personas a las que el narcotráfico ha llegado primero. Es hora de actuar.
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Material
Complementario.
El Universal. (2012, February
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Una factura muy alta - Salud -
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