Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Monterrey
Campus Guadalajara
Ética, cambio climático y
desarrollo sustentable
Jesús
Eduardo Tostado Nieto
Guadalajara,
Jalisco
26 de Noviembre de 2015
Ética, cambio climático y
desarrollo sustentable
El calentamiento global es un problema que ha crecido de manera
exponencial en los últimos años, y actualmente representa una amenaza a la
estabilidad de nuestro sistema climático global, así como a la mayoría de los
sistemas económicos y poblacionales de la tierra. Este fenómeno es
principalmente causado por el incremento del dióxido de carbono en nuestra
atmósfera, el cual, a su vez, estimula el crecimiento del efecto invernadero de
la tierra. En congruencia con la magnitud del problema, en el año de 1987 se
mencionó por primera vez en el informe Brundtland el concepto de desarrollo
sustentable, el cual implica que se satisfagan las necesidades de las
generaciones actuales, pero sin poner en riesgo el bienestar de las
generaciones futuras. Sin embargo, en el intento de plantear la posibilidad de un
desarrollo auténticamente sustentable, se presentan ciertos dilemas éticos que
exponen las causas del problema y ponen sobre la mesa los retos sociales para lograr
dicho desarrollo.
Los países económicamente más poderosos son los principales emisores de
CO2, por lo que son también los estados moralmente más responsables del
problema. Sin embargo, ahora se habla del fenómeno de cambio climático como un
problema que le concierne a todos los países por igual.La ética para la sustentabilidad implica que cada estado identifique y
reconozca el impacto que sus operaciones tienen sobre el medio ambiente, pues
mientras esto no suceda, no se podrá llegar a acuerdo justos y realistas que
impulsen el desarrollo de una sociedad con patrones sustentables.
Por otra parte, la sociedad contemporánea tiene la idea de que entre más
bienes materiales posea, más alta es su calidad de vida, por lo que vivimos con
una ideología individualista y consumista
que requiere de una disponibilidad de recursos insostenible y considera al ser
humano valioso por lo que tiene y no por lo que es. Sin embargo, esta manera de
pensar contradice por definición a las ideas del desarrollo sustentable. La
ética para la sustentabilidad implica una permanente cooperación con el otro y
el reconocimiento de la dignidad humana como lo más grande que tenemos como
personas. De esta manera, la vida es absolutamente más importante que cualquier
bien material, por lo que la idea de consumismo no puede coexistir con la de
desarrollo sostenible.
Nuestra ideología individualista y consumista, combinada con el proceso
de desarrollo de las súper-potencias actuales y las aspiraciones de crecimiento
capitalista de los países tercermundistas en una sociedad inmersa en la
desigualdad, fungen como las principales causas del problema de cambio climático
y representan importantes retos éticos para poder dar una solución al problema
y lograr un desarrollo sustentable.
Desde
los inicios de la revolución industrial, las súper-potencias actuales basaron
su desarrollo económico, tecnológico e industrial en la quema de combustibles
fósiles, situación que representó impactantes emisiones de dióxido de carbono
(CO2) a la atmósfera. Como respuesta a esta situación, en el año de 1987 se
elaboró el informe Brundtland, donde ya se mencionaba que las políticas de
desarrollo actuales implicaban un costo medioambiental enorme. De acuerdo con
la teoría de Adolfo Sánchez, la libertad al
actuar y el conocimiento de la acción son las dos condiciones para poder
atribuir cierta
responsabilidad moral a un sujeto (Sánchez,
2006, p. 94), por lo que
desde el momento en que los estados actores estaban absolutamente conscientes
de las potenciales consecuencias y circunstancias de sus procesos de
desarrollo, se convierten en moralmente responsables del fenómeno de cambio
climático y de frenar el proceso de desarrollo sustentable, pues los niveles de
contaminación y de CO2 atmosférico
provocados por este desarrollo, realmente ponen en riesgo el bienestar de las
generaciones futuras.
Uno
de los ejemplos más evidentes es el caso de Estados Unidos, pues en los últimos
50 años este país es responsable del 27% de las emisiones de CO2 a nivel
mundial, mientras que a un país como Colombia
solo se le atribuye el 1% (Corpas, 2008, p. 26). La pregunta es ¿por qué
ambos estados tuvieran que tomar las mismas medidas de mitigación si uno es
mucho más responsable moralmente que el otro?
Uno
de los principales contra-argumentos a esta idea, es que no es posible señalar a los responsables directos
debido a que los ciudadanos de otros momentos en el tiempo ya no están aquí.
Sin embargo, resulta en un tema de injusticia social que los países menos
responsables del problema sean los que tienen menos recursos para desarrollar
planes de adaptación, por lo que eventualmente son los que van a experimentar
los peores impactos. De acuerdo con el Panel Intergubernamental de Cambio
Climático (IPCC), los protocolos necesarios para combatir el cambio climático
son bastante costosos, por lo que los países más desarrollados, que a su vez
son los más responsables del problema, son los únicos que van a poder financiar
dichos protocolos (Corpas, 2008, p.27). Por otra parte, E.U.A. fue uno de los
pocos países que no participó en el Protocolo de Kioto, un acuerdo cuyo
objetivo era reducir las emisiones de CO2 entre 3 y 8% (Maslin, 2004, p.118). La ética de la sustentabilidad implica reconocer a
cada uno de los actores (estados y corporaciones) e identificar sus respectivos
impactos ambientales, intereses y responsabilidades, pues esto resulta
indispensable para que las políticas y compromisos asumidos por cada actor
correspondan con su responsabilidad y sus condiciones específicas (Galano et al. 2003, p. 13).
En las últimas décadas, nuestro sistema capitalista se ha encargado de
difundir la idea de la enajenación del individuo, por lo que se ha dado más
importancia a la ética del tener sobre la ética del ser. Esta manera de pensar
ha provocado que la sociedad contemporánea considere al ser humano valioso por
lo que tiene y no precisamente por lo que es
(la dignidad humana pasa a segundo plano), situación que hace que nos
caractericemos por ser individualistas, materialistas y excesivamente
consumistas (Hernández, 2008, p.65). Una gran parte de la sociedad vive con la
idea de que entre más bienes materiales posean más alta es su calidad de vida,
por lo que se plantea el obtener más como un propósito siempre presente. Sin
embargo esta ideología desaparece las posibilidades de un desarrollo sustentable,
pues la ética de la sustentabilidad promueve a la dignidad humana como el valor más alto a ser
respetado y como base para reconstruir la relación hombre-naturaleza, y considera
necesario modificar nuestro pensamiento individualista y egoísta por uno de
cooperación y altruismo que tenga su base en la creación de relaciones con el
otro (Galano et al. 2003, p. 10-11).
Diversas empresas transnacionales, entre ellas Exxon, han ofrecido miles
de dólares a científicos e investigadores para que critiquen la certeza de los
resultados y apreciaciones publicadas por el IPCC (Hernández, 2008, p. 66). Sin
embargo, el mismo IPCC mostró que la temperatura global ha incrementado entre 0.3
y 0.6 Cº desde el siglo XIX. Por otro lado, el capítulo 4 de la “Agenda 21” de
la ONU, especifica que la excesiva demanda de recursos es generada por los
patrones de consumo insostenibles de la sociedad (principalmente de países
desarrollados), situación que ha provocado un importante deterioro
medio-ambiental e impide el desarrollo sostenible (ONU, 1992, pár. 5). La ética
para la sustentabilidad se caracteriza por considerar a la vida como más
importante que cualquier fin económico-político, por lo que un desarrollo
sustentable solo es posible mediante la preservación del ciclo de vida de la
tierra, en el que se dé el tiempo requerido para que los recursos del planeta
se renueven y la vida vuelva a florecer (Galano et al. 2003, p. 13).
La creciente brecha de desigualdad económica y la división entre países
ricos y pobres es hasta ahora uno de los mayores riesgos ambientales, por lo
que representa uno de los más grande retos para poder construir una sociedad
sustentable. Hoy en día nuestro mundo presencia una situación en la que hay
riqueza y miseria, tecnología de punta y hambruna, globalización de mercados y
marginación social, todo al mismo tiempo (Galano et al. 2003, p. 3). Esta
situación se contrapone directamente a las ideas para el desarrollo sostenible,
las cuales están íntimamente relacionadas con la teoría utilitarista. Dicha
teoría establece que se debe buscar el mayor bien para el mayor número de
personas posibles, por lo que mientras no se logre una distribución equitativa
de recursos y oportunidades, y se acorte la brecha de desigualdad, únicamente
las minorías más favorecidas pueden
acceder a un verdadero bienestar.
En primera instancia pareciera que la desigualdad nada tiene que ver con
el problema de sustentabilidad y cambio climático. Sin embargo, de nuevo el
capítulo 4 de la “Agenda 21” de la ONU menciona que la extrema desigualdad a
nivel mundial provoca una demanda excesiva y la posibilidad de un estilo de
vida insostenible en los sectores más favorecidos de la sociedad, lo que se
traduce en una enorme presión al medio ambiente. (ONU, 1992, párr. 5). Las
sociedades de los países económicamente más poderosos demandan una mayor
calidad de vida, situación que representa mayores emisiones de CO2, mientras que los países más pobres no tienen
siquiera la capacidad de desarrollar planes de mitigación contra el cambio
climático, por lo que cada vez se vuelven más vulnerables. De esta manera, la ética para la sustentabilidad
exige un pacto social basado en acuerdos que incluya los diferentes estilos
culturales de vida y producción,
promueva la integración de ciencia, tecnología y diálogo, e incluya a todos los
sectores que no son escuchados. Con la implementación de estos principios
éticos, se busca el desarrollo de sociedades sustentables mediante una
racionalidad alternativa que sea incluyente con la población que vive en la
pobreza y que eventualmente reduzca la brecha entre crecimiento y marginación (Galano et al. 2003, p. 8).
Conclusión
En conclusión, nos podemos
dar cuenta que como sociedad tenemos mucho camino por recorrer antes de poder
hablar de desarrollo sustentable. Sin embargo, no podemos solo sentarnos y
esperar a que los líderes mundiales decidan comenzar a actuar. El desarrollo
sostenible solo será posible si nuestra sociedad experimenta un cambio de
mentalidad en el que la dignidad humana se considere el valor más importante,
se respete la vida y al ciclo de vida terrestre por sobre todas las cosas, y se
propicie un comportamiento altruista y de cooperación en lugar de uno
individualista y consumista. La desigualdad es sencillamente incompatible con
el desarrollo sostenible, por lo que se tienen que implementar políticas
realmente incluyentes que propicien el bienestar de toda la sociedad. Por otro
lado, debemos de identificar y analizar
nuestro propio impacto medioambiental para eventualmente reducirlo al
mínimo, pues ya hemos llegado al punto en el que seguir con nuestros patrones
de producción, consumo y cooperación no es una opción. El desarrollo
sustentable representa la oportunidad de combatir al fenómeno de cambio
climático y garantizar la satisfacción de necesidades de las generaciones
venideras, pero para lograrlo hace falta un común acuerdo mundial en el que se
dejen de lado los intereses particulares y se comience a pensar de manera
utilitarista.
Referencias
Corpas, A. (2008). Aspectos éticos del
calentamiento climático global. Revista
latinoamericana de bioética, Vol.
(8.), pp.20-29 Recuperado de http://www.redalyc.org/pdf/1270/127012550003.pdf
Galano, et al. (2002, mayo 2-4).
Manifiesto por la vida, por una ética para la sustentabilidad. Simposio sobre la ética y desarrollo
sustentable. Simposio efectuado en la reunión del Comité Interesional del Foro
de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, Bogotá Colombia.
Hernández, R. (2008). Por una posición
ética de la comunidad internacional ante los peligros del cambio climático. Ciencia en su PC, Vol. (1), pp.64-71
Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=181317862006
Maslin,
M. (2004). Global warming, a very short
introduction. United Sates of America: Oxford.
ONU. (1992). Evolución de las
modalidades de consumo. Programa 21: Capítulo 4. En Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, división de Desarrollo
Sostenible. Recuperado de http://www.un.org/spanish/esa/sustdev/agenda21/agenda21spchapter4.htm
Sánchez, A. (1969). Ética [Versión Digital PDF] (1 edición). México: Crítica.
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