lunes, 30 de noviembre de 2015

Identidad social: ¿agresión a los derechos?



Clarissa Nayabei Mora Carranza
Introducción
Sin duda alguna, todo individuo ha pasado por la etapa de pertenencia a un grupo social, e incluso dentro de la sociedad en que nos desarrollamos estamos ya categorizados, a este acto se le conoce como identidad social, la cual conlleva a algunos beneficios en forma individual como también encierra un problema ético, el cual todos conocemos como discriminación y ¿a qué se deben dichos actos de desprecio? La respuesta tiene muchas aristas, resultando una ellas la ya mencionada identidad social, que es donde se incuban las ideas de supremacía étnica, entre otras. Argumento que sirve de pretexto para violentar la dignidad humana de los individuos que no pertenecen a ese grupo social. Por lo antes expuesto este ensayo se enfoca en explicar como es que el acto de identidad social puede traer consigo, conductas de exclusión, distinción y eliminación, bajo el argumento de que la pertenencia a un grupo o identidad social es clave para el correcto desarrollo humano, analizando los problemas que esta práctica también implica a nivel ético y moral en la vida de cada individuo involucrado.

Palabras clave: Dignidad humana, derechos humanos, igualdad, discriminación, imparcialidad, desarrollo humano, identidad social, desarrollo moral.



La discriminación ha sido uno de los temas más transcendentales dentro de las sociedades del mundo; en México seis de cada diez personas perciben la situación socioeconómica como uno de los principales factores que provocan discriminación seguido por la apariencia física, la edad y el sexo, estas son las condiciones por las cuales la población ha sentido que sus derechos no han sido respetados (CONAPRED, 2010). Desde el primer instante en el que realizamos una critica hacia una cultura, religión o a una forma distinta de vivir estamos realizando actos de poco respeto hacia la diversidad y a su vez poniendo en juicio el derecho de igualdad.

            Henri Tajfel, creador de la teoría de identidad social, enfocó su investigación en los criterios de categorización, etnocentrismo y comparación en torno a la apreciación de la identidad social. Señaló que es a través de los criterios anteriormente mencionados, que los individuos que conforman a un grupo minimizan las diferencias entre ambos grupos y de esta manera ven al suyo como el más prometedor (Tajfel, 1984). Es por medio de este tipo de análisis que se llegan a tomar conclusiones de prejuicio hacia al resto de los individuos que no pertenecen a dicha categoría considerada como la mejor y que por lo tanto afecta negativamente al individuo que se excluye del mencionado grupo social. Tajfel también mencionó que “ por muy rica y compleja que sea la imagen que los individuos tienen de sí mismos en relación con el mundo físico y social que les rodea, algunos de los aspectos de esa idea son aportados por la pertenencia a ciertos grupos o categorías sociales” (Tajfel, 1981, p. 255, citado por Canto & Moral, 2005, p. 81) dando a entender que gran parte de nuestro autoconcepto va a estar conformado por la identidad social.

Si bien es inevitable para la especie humana y para su desarrollo como individuo el comportamiento de pertenecía e identidad dentro de una sociedad, también es inevitable no percatarse que en ese instinto del ser humano se provocan actos de exclusión que atentan contra la dignidad humana, la principal fuente para el surgimiento de los derechos humanos, y que, de acuerdo con Kant, un valor innato con el cual nacen todos los seres humanos y por ello merecen un trato especial y digno que favorezca su desarrollo como persona (Cortina, 1996).

Entonces ¿es realmente necesario hacer sentir a alguien inferior y denigrar a un individuo por no tener las características o cualidades que nuestra identidad en la sociedad impone? Pongamos como ejemplo una cruda etapa en la historia del ser humano, la segunda guerra mundial, categorizada como la etapa de mayor discriminación racial. Hitler tenía la noción de que las peculiaridades de cada ser humano así como las actitudes y habilidades se determinaban por su supuesto origen racial, donde todas las razas poseían rasgos inseparables que se iban pasando por generaciones y ningún individuo iba a poder superar dichas cualidades que eran connaturales de la raza y que para los nazis, también intervenían en la mentalidad, el razonamiento y la inteligencia. Los nazis tenían la errónea ideología de que las razas consideradas superiores tenían el derecho y la obligación de someter e incluso exterminar a todas aquellas que eran inferiores. Como se puede ver, para los nazis el único valor que poseía un ser humano se encontraba en su pertenencia a un linaje humano ya definido, al grado de que postularon un orden de razas en la que resaltaban que no todas eran iguales, lo que desarrollo un intento de exterminio de aquellas consideradas inferiores (Ushmm.org, 2015), sin embargo, es incuestionable que el nazismo no habría triunfado en aquella época si no hubiera sido por el ciudadano alemán y el sentido de identidad y pertenencia que tenían hacia dicha ideología.

Este suceso de la historia destaca las consecuencias negativas que pueden tener el sentido de pertenencia e identidad dentro de una sociedad, donde existen perdidas de derechos y se violan muchos de los fundamentos morales entre los que destaca el de toda vida es sagrada o la condición de imparcialidad la cual prohíbe la perversidad e injusticia al momento en el se trata a un individuo de forma distinta cuando no existe ni una razón justificable o valida para ello, además de que excluye cualquier clase de intento que infiera que los integrantes de un grupo en particular son moralmente inferiores (Rachels & Ortiz, 2007, pp. 35-36 ).

No obstante ¿se puede decir que la identidad social perjudica? Distintos autores señalan lo contrario por ejemplo, Valera (1997) menciona que la relación entre individuos y grupos enriquecen a la sociedad con diversos significados socialmente ideados. Además, hace referencia en que el enfoque que Tajfel propone en su teoría de identidad social tiene un enfoque más grupal que individual pero no primordialmente social. No obstante, si bien es cierto que Tajfel se basó en ese comportamiento repetitivo y evidente que se hace dentro de distintos grupos de personas, cabe señalar que una sociedad está formada por las interacciones que tienen entre sí los individuos que conforman dichos grupos, por lo que sus investigaciones si tienen un enfoque meramente social.

Asimismo Scandroglio & Martínez (2008) también mencionan que a través de esta necesidad de comparación, se otorga una tendencia individual a querer mejorar, tomando como alusión los puntos positivos del grupo con el que se está haciendo la comparación, por lo que hace énfasis en que por medio de la categorización se logra distinguir con mayor precisión las virtudes que poseen los individuos que conforman mencionado grupo social y así tratar de habituarse a ellas. Si bien la afirmación anterior es en parte cierta debido a que las virtudes se logran destacar a través de la categorización, no necesariamente significa que lo que se pretende es mejorar para obtener un bien común, en la actualidad el objetivo principal al hacer este tipo de comparaciones es llegar a ser el “mejor” en esa cualidad con la cual se hace la comparación, que por lo general desemboca en actitudes de arrogancia. Además, tal hábito de definición entre cada sujeto y por consiguiente de clasificación en grupos acentúa por un lado las diferencias existentes entre las personas de distintos grupos, y por el otro las semejanzas que poseen los individuos que constituyen la agrupación señalada, que por consecuencia genera la formación de estereotipos sociales y con ello la de prejuicios (Cortina, 1996), todo ello desarrolla actos que agravian al ser humano y es debido a los malos juicios morales que las personas e incluso sociedades pueden llegar a realizar, ya que al hacer este tipo de actos toman como guía los sentimientos, sabiendo que son irracionales, hacía el individuo o grupo de individuos al cual juzgan, recordando que un juicio moral debe de estar siempre sustentado en buenas razones, puesto que de lo contrario se cae injustificablemente en actos de discriminación (Rachels, 2007, p. 36).

De igual manera, los grupos que pasan por prejuicios y discriminaciones también llegan a ser estigmatizados y con ello devaluados en medio de la sociedad, con un estatus relativamente bajo y con poco poder dentro de la misma (Hogg & Vaughan, 2010). Para ejemplificar lo anterior esta el caso de la devaluación de la mujer en la sociedad, a la cual se le impedía su participación en asuntos relevantes de un país ya que se consideraba un ser inferior al hombre y cuyas principales funciones consistían únicamente en la maternidad y el servicio al mismo, por lo que no tenía ni voz ni voto (Gutiérrez, 2010, p. 68). Aunque esta situación ha ido mejorando con el paso de los años, donde ya se le reconoce a la mujer sus derechos, es de importancia destacar que esta concepción de inferioridad tan significativa y que marcó la vida de la mujer a través de la historia, es debido a los prejuicios que existían hacia ella, atentando una vez más hacia la integridad y a la dignidad de la mujer como el ser humano que es.

No obstante, tomando un enfoque en el desarrollo moral de las personas y su relación con el hábito de identidad, muestra que el ser humano, por lo general, se queda en la etapa convencional del desarrollo moral y esta etapa se caracteriza porque comprende el deseo de ser considerado virtuoso por las personas del grupo cercano siguiendo y manteniendo la perspectiva de la colectividad de la cual se hace referencia sin tener en cuenta las posibles consecuencias de su actuar, es decir “el interes egoísta se expande abarcando los intereses particulares del grupo de referencia” (Patiño, 2006, p. 79). Así, el nivel convencional no es el mayor grado de desarrollo moral por lo que no busca ir más allá de los intereses grupales y por consiguiente tampoco va en la búsqueda de un bien común (Patiño, 2006).


Conclusión
Tomando en consideración todo lo expuesto con anterioridad, la identidad social llega a ser indispensable en el desarrollo personal de cada individuo puesto que es necesario que una persona se sienta identificada o perteneciente a un grupo, pero esta necesidad de identidad llega a desviarse y a atentar contra principios morales basicos al tomar como prioridad criterios irracionales como los sentimientos  ya sean de aprobación o de repudio hacías algunos individuos según ciertas características como el género, estatus economico, raza, entre otros, llegando incluso a tomar acciones que atentan contra los derechos humanos de las personas y por consiguiente denigrando a dichos individuos. Es más que evidente que no es necesario atentar contra la dignidad humana cuando se busca una identidad dentro de la misma sociedad, siempre hay que guiarse de manera imparcial y justa obrando para el beneficio de las personas, incluyendo los intereses de todos los seres humanos y no solamente del grupo perteneciente, teniendo siempre presente que todo individuo por el simple hecho ser quien es, es ya un ser valioso y merece un trato digno.

  


Referencias básicas

Bárbara Scandroglio & Jorge S. López Martínez . (2008). La Teoría de la Identidad Social: una síntesis crítica de sus fundamentos, evidencias y controversias. España: Psicothema.
Canto Ortiz, Jesús M.; Moral Toranzo, Félix. (2005). El sí mismo desde la teoría de la identidad social. Escritos de Psicología - Psychological Writings, Septiembre.
Cortina, A. Ética. La vida moral y la reflexión ética. (1996). Santillana, Madrid. 1996.
Gutierréz, A. (2010). La mujer y los derechos humanos. Una perspectiva en la sociedad venezolana. Argumentos, 23(64), 267-290. Retrieved from http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=59518491012
Hogg, M., & Vaughan, G. (2010). Psicología social. Madrid [etc.]: Médica Panamericana.
Patiño, S. (2006). desarrollo moral. En Ética actual y profesional. Lecturas para la convivencia global en el siglo XXI(75-99). México: Thompson.
Rachels, J., & Ortiz Millán, G. (2007). Introducción a la filosofía moral. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Tajfel, H. (1981). Human groups and social categories. Cambridge: Cambridge University Press (Versión española Tajfel, H. [1984]. Grupos humanos y categorías Sociales. Barcelona: Herder).
Valera, S. (1997). Estudio de la relación entre el espacio simbólico urbano y los procesos de identidad social. Revista De Psicología Social, 12(1), 17-30


Referencias complementarias

Consultores Marnic, S. (2015). CONAPRED. Consejo Nacional para Prevenir la Discriminacion. Retrieved 24 October 2015, from http://www.conapred.org.mx/index.php?contenido=pagina&id=424&id_opcion=436&op=436
Ushmm.org,. (2015). Víctimas de la era nazi: ideología racial de los nazis. Retrieved 22 October 2015, from http://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007792


No hay comentarios:

Publicar un comentario