lunes, 30 de noviembre de 2015

¿Qué más quiere que limpie seño? El trabajo doméstico en México y América Latina.

Eduardo Merino.
A01630088
Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey.

¿Qué más quiere que limpie seño? El trabajo doméstico en México y América Latina.

El trabajo domestico remunerado se ha vuelto uno de los trabajos más populares en América Latina, el empleo es arduo y lleno de responsabilidades. A cualquier trabajo se le trata con dignidad, es decir, es valioso, pero al trabajo domestico remunerado no se le reconoce así, en mayor parte por su estatus de informalidad. Sin prestaciones sociales y sin la protección de la ley se presta para que a las mujeres que ejercen esta labor se les trate como personas de segunda categoría. Los prejuicios y la discriminación están presentes, y sus derechos humanos pasan desapercibidos.
Palabras clave: dignidad, derechos humanos, trabajo, prestaciones sociales.
Para regresarle la dignidad a estas personas, el trabajo domestico remunerado debe de formalizarse y se deben proveer prestaciones sociales. “En ningún lado se ve la importancia social del trabajo como base de la dignidad personal, como fuente de estabilidad y desarrollo de las familias o como contribución a la paz de las comunidades”(Somavia J., 2015).  Al no estar formalizado, no se garantiza el cumplimiento de las normas que defienden los derechos de los trabajadores.
Pero, ¿será realmente necesario? Después de todo esta actividad tiene cientos de años de existencia y no es hasta ahora que se busca formalizar ese tipo de trabajo. Para responder la pregunta es necesario observar la situación de las trabajadoras domesticas. ¿Qué es lo que sucede con estas mujeres? En el trabajo de Borgeaud-Garciandía, que estudia la dominación de las trabajadoras domésticas y trabajadoras de maquiladoras, menciona que su vida privada se ve anulada por la vida en el trabajo. “Al igual que para las obreras, la dominación que sufre la trabajadora doméstica reposa sobre la absoluta disponibilidad de su tiempo” (Borgeaud-Garciandía, Lautier, 2014, pág. 10). El trabajo toma completo control sobre sus vidas, quitándoles su libertad y autonomía, que, según Kant, es una extensión de la dignidad, pues es una ley independiente de los objetos del querer (Kant, 2003,pág 57) .Y eso sin mencionar los prejuicios y discriminación que sufren las empleadas domesticas.
En América latina una gran mayoría de empleadas domésticas son inmigrantes e indígenas, “En 2005, se calculaba que el 11.8% de las trabajadoras del hogar que viven en los lugares donde prestan sus servicios, eran mujeres indígenas”(CONAPRED, 2008),lo cual las posiciona en una situación de desventaja social. “Estas poblaciones presentan niveles de acceso a la salud, la educación, el empleo, los ingresos, la justicia y la deliberación política muy inferiores a los de los blancos”(CEPAL, S.F.). En estudios realizados a estudiantes universitarios de Lima Perú se demostró que la orientación política conservadora influye en el trato discriminatorio a las minorías, entre ellas las empleadas domesticas (Rottenbacer, Jan, 2015, pág. 7). También demuestran que las personas de orientación política conservadora están de acuerdo con que las empleadas domesticas deben de tomar un rol servil hacia sus empleadores, y estos deben de tomar una actitud dominante y “ejercer un rol paternalista, controlador y vigilante hacia el comportamiento de las empleadas domésticas, que involucra percibirlas como menores de edad carentes de cualquier derecho laboral y proclives hacia la haraganería, la deshonestidad o incluso el robo”( Rottenbacer, Jan, 2015, pág. 12).  Todos estos prejuicios impiden la legitimización del trabajo doméstico como un empleo digno, y aunque estos estudios se realizaron únicamente en la ciudad de Lima Perú, las tendencias de discriminación se pueden observar en toda América Latina.
Pero los prejuicios y desigualdad no solo se ven reflejados en casos tan obvios, como el de explícitamente prohibirles el acceso a un balneario publico. Sino también se observa en las situaciones mundanas del día a día. La doctora de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires describe en su trabajo que el trabajo doméstico no es intrínsecamente degradante, sino que esta característica surge de la dinámica de las relaciones interpersonales entre empleadas y empleadores(Gorbán, 2013, pág. 68), y esto se ve reflejado en la comida, ya que a la trabajadora domestica, que se le trata como inferior, la mayoría de las veces solo se le da de comer lo que es considerado sobra o innecesario. Habrá quien diría que la diferencia en la comida no es tan importante, pero “La identidad se construye a base de semejanzas, el sentido de pertenencia que genera seguridad está en gran medida vinculado a la sensación de formar parte de una comunidad que reconoce a sus integrantes”(Azuela M., 2015, El Universal), todas las diferenciaciones que le hagamos a la persona resultan en la perdida de la dignidad,  generarían la sensación de no ser merecedoras a los mismos derechos humanos que gozan los demás. Otra causa de este problema es la misma terminología que usamos para referimos al trabajo de estas mujeres. Una de las mayores dificultades para la formalización del trabajo doméstico es la ambigüedad del trabajo. Se les refiere como si fueran parte de la familia, lo cual “disfraza la relación laboral que existe entre ella y sus patrones. Se define su actividad como ayuda, no como un trabajo que requiere de capacitación para su desempeño o que es regido por obligaciones y derechos laborales”(Goldsmith, 1992, pág. 8) “Esta ambigüedad es patente en la inclusión de los trabajadores domésticos en el censo de 1930 en el rubro de la población económicamente inactiva (al lado de estudiantes, menores, amas de casa y desempleados)”.
La formalización del empleo dará reconocimiento al trabajo de estas mujeres, y en consecuencia, sus derechos humanos. “En la mayoría de los países latinoamericanos las trabajadoras domésticas están aún sujetas a una legislación especial que las pone en desigualdad de condiciones en relación con el resto de los ocupados.”(Valenzuela,  Mora, 2009, pág. 12). Por lo menos en México se está progresando para que estos derechos humanos se defiendan. Recientemente se registró el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar el pasado 17 de septiembre del 2015 ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal (Animal Político, 2015). Esto no es resultado del esfuerzo reciente. Mary Goldsmith Corelly, de la Universidad Autónoma Metropolitana, encontró alrededor de 30 sindicatos de trabajadoras del hogar en diferentes estados de la Republica Mexicana  desde el año 1920 hasta 1950 (Goldsmith M., 1992, pág.76).
 Pero la formalización del trabajo domestico también tiene sus desventajas. Muchos empleadores pagan una cantidad considerablemente mayor al salario mínimo a sus empeladas. Pero con la formalización del trabajo existe la posibilidad de que se le pagara a muchas empleadas domesticas no más que el mínimo. También habrá quien se resista porque con el trabajo formal, también llegan los impuestos. Muchos argumentan que las condiciones de trabajo de las empleadas domesticas en la actualidad son más que buenas, y en algunos casos podrían serlas, sumándole la falta de impuestos. Mary Goldsmith habla que durante su investigación se topó con varios casos en los que las mismas empleadas se resistían a la sindicalización porque sus patrones las trataban bien,  “Lo mismo que tenían los del sindicato me daban los patrones... las horas de trabajo y los días de descanso... Teníamos derecho a desayunar, a comer. Yo no comprendí por qué querían formar un sindicato, decían que deberíamos de trabajar pocas horas. (B.H., 67 años, separada, trabajadora de entrada por salida, originaria de Morelos)”(Goldsmith M., 1992, pág. 86). Pero cual es el precio de los derechos humanos, por más justos que sean los empleadores, sin un contrato, no hay garantía de que se respeten los derechos humanos. No nos tenemos que andar dando palmaditas en la espalda a nosotros mismos diciendo, ‘yo si les pago muy bien y les doy de comer …’ tenemos que reconocer que se les está faltando al respeto a estas personas, que de manera implícita se les dice que, por difícil que sea el trabajo, no es lo suficiente para ser un empleo digno de prestaciones sociales y es menor que el empleo de los demás.  Azuela nos hace reflexionar: “Quienes asumen que las trabajadoras del hogar son receptoras de beneficencia […] hace falta que imaginen a uno de los “suyos” en condiciones similares. Lo menos que esperan las empleadoras para sus hijos y esposos es que cuenten con contratos de trabajo que les garanticen los derechos mínimos: horario, seguro médico, pago justo, vacaciones, jubilación, [etc.]” (Azuela, 2015, El Universal).
Conclusión:
En el contenido de este ensayo no observamos la situación en la que las mujeres que se dedican al trabajo domestico no solo son discriminadas, sino también son privadas de los beneficios básicos del empleo. Cualquier otro empleado tiene un numero de derechos y beneficios que le dan seguridad, dignidad y , sobretodo, le protegen sus derechos, sin embargo a las mujeres que trabajan en el hogar no se les protege así. La formalización del trabajo domestico no es un capricho, no es una escusa para pedir más dinero y vacaciones. Es un grito desesperado para que se reconozcan sus esfuerzos; para mantener su dignidad; para que se les considere por lo que realmente son, parte de la clase trabajadora que, igual que todos, lucha todos los días para sacar a sus familias adelante y contribuir en su país. No estamos lejos de que este trabajo se vuelva un verdadero empleo digno, ellas ya cumplen con todas las obligaciones, solo faltan beneficios. 



REFERENCIAS
Principales:
Borgeaud-Garciandía, N. Lautier, B. (2014). La personalización de la relación de dominación laboral: las obreras de las maquilas y las empleadas domésticas en América Latina. Revista Mexicana de Sociología, Enero-Marzo, 89-113. 
Goldsmith, M. (1992). Sindicato de trabajadoras domésticas en México: (1920-1950). Política y Cultura, otoño, 75-89. 
Gorbán, D. (2013). El trabajo doméstico se sienta a la mesa: la comida en la configuración de las relaciones entre empleadores y empleadas en la ciudad de Buenos Aires.Revista de Estudios Sociales, Enero-Abril, 67-79. 
Rottenbacher de Rojas, Jan Marc. (2015). Trato discriminatorio hacia empleadas domésticas y segregación socio-espacial en balnearios de Lima. Revista de Psicología, . 242-275. 
Valenzuela, M. Mora, C. (Eds.).(2009) Trabajo doméstico: un largo camino hacia el trabajo decente. Santiago, Chile: Oficina Internacional del Trabajo.
De apoyo:
Azuela M. (2 de febrero del 2015). Sushi para la sirvienta. Recuperado el 25 de octubre del 2015, de EL UNIVERSAL Sitio web: http://m.eluniversal.com.mx/notas/articulistas/2015/02/74625.html
Dr. Juan Somavia. (2015). Valorar la dignidad del trabajo. Recuperado el 25 de octubre del 2015, de UNITED NATIONS DEVELOPMENT PROGRAMME Sitio web: http://hdr.undp.org/es/content/valorar-la-dignidad-del-trabajo
Kant I. (2003). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. México DF: Porrúa.
S.A. (2000). La Discriminación Étnica y Racial en América Latina y el Caribe. Recuperado el 25 de Octubre del 2015, de CEPAL Sitio web: http://www.cepal.org/cgi bin/getProd.asp?xml=/prensa/noticias/comunicados/0/5550/P5550.xml&xsl=/prensa/tpl/p6f.xsl

S.A.(18 de septiembre del 2015). Las trabajadoras del hogar ya tienen sindicato. Animal Político.

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