viernes, 9 de mayo de 2014

La solidaridad y la justicia social

Lari Alonzo Cruz
A01222280
Mayo 09, 2014

Abstract:
El objetivo del siguiente trabajo es analizar la desigualdad social que se vive dentro de México y América Latina desde una perspectiva ética que pueda auxiliar al lector a adoptar una postura ante esta situación que se vive en todo el mundo en general. Se analizarán distintas teorías éticas, sus posturas, contrapartes e implicaciones. 

La solidaridad y la justicia social
Toda mi vida he admirado a mis padres. Desde que recuerdo, siempre los vi como personas trabajadoras honradas y muy responsables. Personas que siempre hacían lo correcto, por las razones correctas. De la misma manera, admiraba a mis hermanos mayores. Tenían sus obligaciones y las cumplían con responsabilidad y obediencia, de una manera extraordinaria desde mi infantil punto de vista. Una de las cosas que más disfrutaba era salir a caminar con mis papás por las tardes al parque cuando el trabajo lo permitía así. Platicábamos de distintas cosas y me encantaba que me contaran sobre su vida y darme cuenta de cómo a pesar de las dificultades que ambos enfrentaron desde su infancia, lograron llegar a una mejor calidad de vida para nuestra familia con esfuerzo y trabajo constante.
Mis padres querían que entendiera que mi destino está en mis manos. Que puedo lograr cualquier sueño que tenga a pesar de la adversidad, ya que mi voluntad y disciplina pueden sacarme adelante. Fue así que entendí que cuando una persona se encuentra en necesidad, si bien, no es su deseo estar así, tampoco tiene la voluntad necesaria para cambiar su estado.
Todo tenía sentido, todo parecía estar en donde debía estar. Sin embargo, había algo que no me dejaba tranquilo cada vez que en la calle, alguien se acercaba a mi papá para pedir una moneda y viéndolos directo a los ojos, sin dudar ni un momento, respondía con un contundente “no”. No podía evitar sentir que algo estaba mal. ¿Por qué? No entendía bien qué podía ser. Existen personas con algún tipo de discapacidad que les impide trabajar o ser contratados, pero ¿qué sucede con los demás? Todos aquellos que son jóvenes todavía, que están sanos (en apariencia por lo menos). ¿Qué pasa en sus mentes que los hace pedir dinero en vez de anhelar un trabajo bien pagado para luchar por una mejor calidad de vida? Y ¿por qué yo no podía evitar pensar qué debía ayudárseles de alguna manera?
En una cultura como la mexicana, es muy probable que durante nuestra infancia, todos hayamos recibido instrucciones de nuestros padres de compartir y de ayudar a quien lo necesita siempre que esté dentro de nuestras posibilidades. La solidaridad es un valor que forma parte del contrato social. De manera general, toda sociedad acepta apoyar a quien necesita ser asistido y en algún momento recibir ese mismo auxilio, si es el caso. Una vez aclarado y con esa idea en mente, es necesario preguntarnos: ¿estoy haciendo suficiente por los demás?  Si tomáramos la premisa de “ayudar a los demás siempre que tengamos la posibilidad” como una directriz de vida, estaría claro que en México no es así y para darnos cuenta de eso basta ver la desigualdad. A donde quiera que miremos podemos notar la diferencia de sectores. Según el CONEVAL en 2012, en México, el mismo país que posee al hombre más rico del mundo, existían 53.3 millones de personas en condiciones de pobreza y 11.5 millones más en condición de pobreza extrema. Esto quiere decir que no solo carecen de los servicios básicos como agua, luz y gas, sino que tampoco poseen los medios para satisfacer sus necesidades de alimentación (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2014).  
Al mismo tiempo, la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, establece en su artículo 25 que "toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios (…) tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad" (Derechos Humanos, 2014). De esta manera, todas las personas que no están en condiciones de hacerlo deberían ser apoyadas para vivir de manera digna mientras encuentran los medios para mantenerse por sí mismos  ¿cierto? ¿Quiere decir esto que todos aquellos que llevan un estilo de vida solvente se están comportando de una manera no ética? Vista de una manera literal, “dar siempre que tengamos la posibilidad”, implicaría dar hasta no poder más, hasta quedar con lo mínimo posible para vivir, pero ¿acaso la ética nos exige siempre actuar de manera desinteresada?
Si retomamos la teoría utilitarista propuesta por Jeremy Bentham y John Mill, probablemente sí, ya que para ellos, el fin de la moral es producir tanta felicidad y bienestar en el mundo como sea posible. De esta manera, todos nos veríamos obligados a promover y hacer lo necesario para conseguir que todos estemos en igualdad de condiciones (Rachels, 2011).
Por otra parte, el egoísmo ético (una teoría normativa de cómo deber ser nuestro comportamiento) propone en la siguiente premisa: "nuestro único deber es hacer aquello que es lo mejor para nosotros mismos" (Rachels, 2011). El egoísmo ético asegura que no existe ninguna necesidad de comportarnos en todo momento de manera abnegada, ya que todo ser humano es necesitado y vulnerable, por lo cual que actúa siempre para satisfacer sus propias necesidades, aunque éstas no impiden la acción altruista ni una genuina preocupación por los demás.
El egoísmo ético ofrece tres argumentos principales por los cuales el altruismo y la caridad no son convenientes. La Real Academia Española define al altruismo como la diligencia en procurar el bien ajeno inclusive acosta del propio (RAE, 2014) Ayn Rand, escritora y filósofa de origen ruso argumentaba que el altruismo es sacrificio, que la vida propia no debe sacrificarse por el bien de otros (Rachels, 2011, p129).
Sin embargo, no solo aquel que es altruista se ve afectado por su práctica al privarse de tiempo personal para su realización como individuo. También existen consecuencias negativas para quienes reciben beneficios de estas personas.  ¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo es posible que ayudar a los demás sea negativo e incluso contraproducente? A simple vista, podría parecer que el altruismo solo posee consecuencias positivas, sin embargo esto no es necesariamente cierto. Se necesita de un análisis más profundo para descubrir lo que se encuentra en el fondo. Solo nosotros mismos podemos satisfacer nuestras necesidades y deseos individuales. Al ofrecer caridad a los demás, su dignidad se ve afectada ya que es tratada como alguien incapaz, como una persona sin autonomía. ¿Por qué es esto? Kant aseguraba que el valor de los seres humanos se encuentra "por encima de cualquier precio". Que son agentes racionales y la encarnación de la ley moral misma ya que se dieron cuenta de su deber y lo cumplen impulsados por su razón. Por lo tanto, para respetar esta racionalidad, siempre deben de ser tratados como fines y nunca como meros medios y para esto, es necesario que haga pleno uso de su raciocinio o autonomía.
Es en este punto en el que la Responsabilidad juega un papel decisivo en el análisis del tema. La responsabilidad es la capacidad del ser humano de ser libre, ya que de lo contrario, no sería responsable de sus actos, pues sus acciones responderían a factores externos a su “libre albedrío” (Ordieres y McCadden, 2010). A su vez, la libertad plena es responsabilidad, ya que cada persona responde por sí misma y por sus actos al reflexionar, valorar y elegir (Enríquez, 2007, p30). De vuelta en la responsabilidad, ésta implica tener que rendir cuentas de cada acto al tener un deber que cumplir, ya que cada derecho conlleva un deber (Ordieres y McCadden, 2010).  Al vivir en sociedad, el hombre adquiere la capacidad de lograr sus fines y llegar a un perfeccionamiento, puesto que el crecimiento personal y desarrollo humano poseen una naturaleza adherida al crecimiento de la sociedad (Ordieres y McCadden, 2010). De esta manera, la responsabilidad social puede ser definida como: “el compromiso que adquiere cada individuo de la sociedad para cumplir integralmente con la finalidad de la misma considerando el bien económico, social y humano d todos sus integrantes y demostrando el respeto por la persona humana y los valores éticos propios de la comunidad para la construcción del bien común y la justicia” (Ordieres y McCadden, 2010, p136).
El individualismo, tendencia filosófica que, con ayuda de la inseguridad y violencia vividas México, parece estar presente en cada vez más ciudadanos, es en pocas palabras la creencia que “defiende la autonomía y supremacía de los derechos del individuo frente a los de la sociedad y el estado” (RAE, 2014). Sin embargo, Fernando Savater hace un llamado a entender la verdadera naturaleza del individualismo: “El individualismo no es, o no debe ser una forma de escapar de las obligaciones respecto a la sociedad, sino precisamente una forma de afrontar nuestra vida común con los otros. Lo que quiere decir el individualista, la actitud de la perspectiva individualista, es que cada persona tiene que ser consciente de su capacidad de acción, de su capacidad intervención, de su responsabilidad en el conjunto de los demás; que no se puede ser simplemente parte de un engranaje, parte de un organismo general como los corales, formados por muchos seres unidos indisolublemente. El individualismo es una posibilidad de intervención social a partir de la responsabilidad de una persona, pero no una posibilidad de desligarse totalmente y de abandonar la sociedad, entre otras cosas porque somos seres irremediablemente sociales.” (2000, p22)
¿A qué se refiere Savater con “seres irremediablemente sociales”? Es muy probable que haya tenido en mente una idea como la que Rodríguez, Frade y Martin presentan en su libro: “La persona es (…) no soledad, sino apertura a la comunidad; se encuentra inserta en una familia, en un medio social, en una cultura y en una época que ciertamente no ha escogido (…) los otros no nos limitan, sino que nos hacen ser y crecer.” (1996, p92).
Después de analizar el tema de la desigualdad y la acción que cada persona toma antes esta situación desde tantos puntos de vista, teorías y creencias,

Referencias
Enríquez, A. (2007) Ética y valores: un enfoque constructivista. México: Prentice Hall.
Lozano, Frade y Martin (1996) Ética. México: Alhambra Mexicana.
Ordieres y McCadden (2010) Fundamentos para una ética ciudadana. México: McGraw Hill.
Rachels, J. (2011) Introducción a la filosofía moral. México: FCE.
Savater, F. (2000) Los caminos para la libertad, ética y educación. México: Ariel
Referencias Complementarias
Derechos Humanos.net (2014) Declaración Universal de los Derechos Humanos. Recuperado de: http://www.derechohumanos.net/normativa/normas/1948-DeclaracionUniversal.htm?gclid=CIeEiNqHzLwCFaZAMgod1hcASA
Diccionario de la Real Academia Española (2014) Altruismo. Recuperado de: http://lema.rae.es/drae/?val=altruismo
Diccionario de la Real Academia Española (2014) Individualismo. Recuperado de: http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=individualismo
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (2014) Medición de Pobreza de los Estados Unidos Mexicanos 2012.  Recuperado de: http://www.coneval.gob.mx/Medicion/PublishingImages/Pobreza%202012/CUADRO%201_POBREZA_2012_CON_COMBUSTIBLE.jpg
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2014) Indicadores de pobreza y pobreza extrema utilizadas para el monitoreo de los ODM en América Latina. Recuperado de: http://www.edac.cl/cgi-bi/getprod.asp?xml=/MDG/moticias/paginas/1/40211/P40211.xml&xal=/MDG/tpl/p18f-st.xsl&base=/MDG/tpl/top-bottom-xsl 



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