sábado, 5 de julio de 2014

¿Realmente estaremos tan ciegos?

Edgardo Gutiérrez Trujillo A01225652
Ética, persona y sociedad


Abstract:
A través de dos importantes experiencias, Camina Providencia y Eco-Providencia, las cuales son intervenciones sociales, me topé con diversos problemas éticos que desataron una serie de reflexiones en mí sobre nuestra conducta como individuos y como sociedad ante personas discapacitadas y el medio ambiente. Este ensayo es el desarrollo de esas reflexiones, que a través de una argumentación basada en teorías éticas, serán el pilar para justificar que nuestra intervención tiene un peso positivo en el desarrollo moral de nuestra comunidad.

Palabras clave: Eco-Providencia, Camina Providencia, igualdad, sociedad, comunidad, empatía, justicia social, problemas éticos, ética de la sustentabilidad, utilitarismo, teoría del contrato social, imperativo categórico.
La moral y la ética siempre han sido un tema de interés para mí. Me fascina el método de investigación que se realiza para argumentar a favor o en contra de algún dilema ético y el proceso de reflexión que se usa para encontrar las razones que apoyen tus argumentos, y así, poder defender tu postura y quizá cambiar la opinión de alguien. Pero mi contacto con estos dilemas éticos fue siempre meramente teórico. Nunca me había visto involucrado directamente con uno.

Mi primera experiencia fue con el evento público Camina Providencia. Donde el objetivo era recorrer las banquetas de la zona desde los zapatos de alguien ciego, de la tercera edad, en muletas, en silla de ruedas, o hasta aquellos que llevan a pasear a sus bebés en carriolas. Fue grande mi sorpresa al encontrar tanta deficiencia en el diseño de las banquetas. Estas estaban llenas de hoyos, demasiado inclinadas o con escalones que bloqueaban el paso a personas en silla de ruedas o para alguien de la tercera edad, algunas cocheras bloqueaban toda la banqueta provocando que tuvieras que bajarte de esta para continuar tu camino, y el colmo era la carencia de rampas para discapacitados en las esquinas. Jamás me hubiera puesta a pensar que una banqueta tenía que tener un diseño adecuado. ¡Jamás!

Esta experiencia desato una serie de reflexiones tanto de mi forma de ser como también de mi forma de ver el mundo. Me di cuenta que para el diseño de  banquetas, espacios públicos y el transporte, no toman en cuenta a las personas discapacitadas y de la tercera edad. Asumimos que ellos deben adaptarse a nuestro estilo de vida cuando creo que si fuera al revés sería más sencillo. No solo estamos hablando de banquetas, sino de incontables centros comerciales, lugares turísticos y estacionamientos con muy poca o ninguna consideración para estas personas. Tenemos la tendencia a excluirlas pues ellas representan un sector pequeño de nuestra población. Debido a esto la infraestructura de nuestra ciudad esta solo pensada para las personas con piernas que pueden moverse libremente esquivando todas las deficiencias de nuestras banquetas.

Ignorar a este sector es violar su integridad y su derecho a ser tratados con igualdad. Es una violación directa a sus derechos humanos. La teoría ética de Kant defendería su dignidad como un valor intrínseco de toda persona y condenaría nuestro comportamiento pues “La dignidad, la identidad y la autonomía de las personas aparecen como derechos fundamentales del ser a existir y a ser respetado” (Ambiente y Sociedad, 2002, p. 7).

Pero ya que tocamos el tema de la discriminación, no solo hablemos del diseño de las banquetas, sino también del diseño urbano de nuestra ciudad. Al reflexionar sobre este problema también me puse a pensar en qué otro sector de nuestra población estamos menospreciando. No fue difícil generalizar un simple problema de banqueta con un problema cultural. El plano urbano de Guadalajara es en sí discriminador pues está pensado para automovilistas, excluyendo a los sectores de la población como los peatones y ciclistas.

Al construir nuevas calles de la ciudad solo pensamos en como disminuiremos el tráfico ampliándolas a tres carriles o construyendo más y más tramos de estas. Lo hacemos sin pensar en la cantidad de gente que  utiliza el espacio en la banqueta o plantearnos mejores alternativas para solucionar el tráfico como una mejor infraestructura para el transporte público y ciclo vías. Esto es una clara discriminación a las minorías. La ética utilitarista dice que, al actuar debemos considerar los intereses de todas las personas como iguales y tomar la decisión que traiga el mayor beneficio para el mayor número de personas tomando en cuenta estos intereses. En este caso, se ignora al mayor número de personas,  los transeúntes, para el beneficio de unos cuantos (Rachels, 2006, p. 151-152).

La justica debe ser igual para todos los sectores de la sociedad. Tenemos que velar por los intereses de todos, puesto que somos parte de una misma comunidad que garantiza los derechos de cada individuo. Es por eso que debemos pelear por banquetas y espacios públicos que puedan ser aprovechados por cualquier tipo de ciudadano, tanto discapacitados como personas de la tercera edad; tanto pobres, como ricos. Son nuestros derechos como ciudadanos  pues como diría Hobbes bajo la teoría del contrato social, todos debemos aportar a la sociedad y salir beneficiados pues es un convenio mutuo entre individuos para el bienestar general (Rachels, 2007, p. 223-225).

La segunda experiencia fue nuestra intervención ética. Esta, consiste en detectar tocones de árboles y reportarlos al ayuntamiento con el objetivo de que este saque los tocones y en su lugar se ponga un árbol. También fue un verdadero golpe para mí ver la poca importancia que le damos a la tala de árboles y la gran cantidad de tocones que había en una zona bastante forestal. Esto me sirvió para preguntarme: Si hay tantos tocones en esta zona, ¿Cuántos tocones habrá en zonas menos verdes, o en toda la ciudad, o cerca de mi casa?

No estamos conscientes del daño que le causamos al ecosistema, además ¿Lo haremos por las razones correctas? Nuestra población está creciendo y se necesita espacio para construir casas y tiendas de comida para subsistir, pero muchos de los tocones eran de árboles que fueron cortados porque bloqueaban un anuncio, o la vista de la fachada de alguna casa o establecimiento.

Cortar un árbol para mejorar la vista de tu establecimiento, de tu casa,  y cortar árboles para construir calles sin un correcto plan de reforestación es imperdonable. Algunas personas creen que la naturaleza esta para servirnos. Bajo la teoría del derecho natural esto sería una idea aceptable puesto que esta teoría dice que la naturaleza ha sido creada para que el hombre la utilice como medio para sus fines (Rachels, 2007, p. 94).  Pero por el contrario nosotros somos dependientes de la naturaleza, ya que no podríamos sobrevivir sin ella.

La tala de árboles para el beneficio de un determinado sector de la población es un acto desastroso. Debemos regir nuestra conducta bajo una nueva ética que fomente el cuidado no solo de nosotros sino de nuestro ecosistema. Tenemos que aprender a vivir “junto” con él y no “de” él. “La ética para la sustentabilidad demanda un nuevo pacto social. Este debe fundarse en un marco de acuerdos básicos para la construcción de sociedades sustentables que incluya nuevas relaciones sociales, modos de producción y patrones de consumo” (Ambiente y Sociedad, 2002, p. 7).                                                                       

La naturaleza es imprescindible para nuestra supervivencia pero no la tratamos con el respeto que se merece. Esto puede ocasionar severos problemas que quizá en un futuro sean irreparables. Kant diría que obremos con una máxima tal que queramos que se convierta en una ley universal y creo que el respeto y cuidado de nuestros recursos naturales, que a la larga será beneficioso para los seres humanos, podría ser tratada como una norma universal (Rachels, 2007, p. 210).

¿Pero cuál será realmente el problema de este asunto? Yo propongo que no solo es un problema cultural sino también un problema económico-social. Nuestro modelo económico propone a los recursos naturales como bienes que deben ser explotados hasta el final sin importarle las consecuencias que podrían ocasionar en el futuro, y esto genera una idea de consumismo y poco cuidado para la naturaleza.

 La sociedad no es solo el factor determinante para cuidar del medio ambiente. ¿Cómo podemos exigirle a una sociedad que se comporte de manera respetuosa hacia el ecosistema cuando nuestro mismo sistema económico propicia el consumo y explotación del mismo? Muchos ven a la naturaleza como recursos que deben ser explotados y es por ello que no les importa su cuidado. Debemos modificar la política del consumo para crear una conciencia que vea hacía el futuro de nuestro planeta. La ética de la sustentabilidad promueve esta consciencia para crear un gran legado para las siguientes generaciones y nos informa que 

“Es necesario actuar con prudencia en la gestión y ordenación de todas las especies vivas y todos los recursos naturales, conforme a los preceptos del desarrollo sostenible. Sólo así podremos conservar y transmitir a nuestros descendientes las inconmensurables riquezas que nos brinda la naturaleza.” La prudencia sería una de las virtudes que defiende platón para un comportamiento ético adecuado (Educadores por sostenibilidad, 2011, par. 2).

Después de esta ardua reflexión sobre Camina Providencia y la intervención Eco-Providencia, puedo concluir, basándome en diversas teorías éticas, que las causas por las que estamos peleando son las correctas. La intervención social puede resultar ser una manera efectiva de lograr un cambio mostrando no solo la unidad y solidaridad de las personas que comparten tu punto de vista sobre el problema sino también el deseo de cambio y la mejora de la ciudad, y con ello nuestra sociedad.

La igualdad entre las personas y el cuidado de nuestro ecosistema son temas importantes que residen en los problemas sociales, económicos y culturales en nuestra sociedad, y considero que una intervención social tiene el peso suficiente para sembrar la semilla del cambio y poco a poco ir cambiando nuestra mentalidad para acercarnos así a un mejor futuro. Pues a veces falta gritar para que te escuchen. Espero que un futuro más personas se animen a llevar a cabo este tipo de intervenciones. El cambio es fácil de lograr, solo nos falta dar el primer paso.


Referencias

Educadores por sostenibilidad. (2011). La Solidaridad como requisito de sociedades sostenibles. Recuperado de http://www.oei.es/decada/boletin068.php
Rachels, J. & Millán, G. (2007). Introducción a la filosofía moral. México, D.F: Fondo de Cultura Económica.
Ambiente & Sociedad. (2002). Manifiesto por la vida. Recuperado de http://www.scielo.br/pdf/asoc/n10/16893.pdf

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