domingo, 6 de julio de 2014

Papi Gobierno

Juan Diego Cervantes Pérez
A01261848
Ética, persona y sociedad.
Introducción:
La acción ciudadana es indispensable para el cuidado de la naturaleza y del medio ambiente; y será decisiva para la preservación del entorno en el que vivimos. Somos habitantes de un país en el que no hay muchas oportunidades laborales: la gente pobre es cada día más pobre, y la gente más adinerada ve crecer su fortuna con cada día que transcurre. La delincuencia, narcotráfico e inseguridad son temas tan trillados en nuestro México que ya hasta actuamos con indiferencia ante éstos. Viviendo en un país con tantas desventajas y dificultades sociales ¿cómo es posible que nosotros, como pueblo, podamos generar algún tipo de cambio? Pues bien, si de esta manera nos planteamos lo anterior, la respuesta podría resultar obvia: Nosotros, como sociedad, no podemos ser responsables de que se genere algún tipo de cambio en nuestro país y en nuestro entorno porque todas las desventajas que se nos presentan nos sobrepasan con creces. Lamentablemente, y hoy por hoy, esa es la mentalidad que tiene el mexicano. Temas tan importantes como el de la sustentabilidad, la naturaleza y la preservación del entorno en el que vivimos, en los cuales me quiero centrar en este escrito, resultan ser temas en los que solamente el gobierno debe hacerse responsable, a pesar de la importancia primordial que tienen para cada uno de nosotros. Del mismo modo, nos puede parecer tan cómo depender siempre del gobierno para que nos dé lo que necesitamos y que nos solucione nuestros problemas,  para que al final terminemos convirtiéndonos en parásitos sociales.  Lo anterior lo aprendí a través de los proyectos que realizamos por parte de la clase de ética, los cuales consistían de los cuales hablaré más delante.
 Palabras clave: Ética, Derecho natural, Antropocentrismo, Aristóteles, Egoísmo Ético, Utilitarismo, sociedad, bienestar, #Ecoprovidencia.




Desarrollo:
 “El mundo es un orden racional, con valores y propósitos que son partes integrales de su misma naturaleza. Todo en la naturaleza tiene propósito” (Rachels, 2013, p. 94). La cita anterior es referente a la teoría del derecho natural, establecida por Aristóteles, la cual nos habla acerca del equilibrio que existe en la naturaleza al haber un motivo específico por el que cada piedra, árbol y galaxia concurre y, al ausentarse alguno de éstos seres existentes, el orden natural de las cosas se vería afectado irremediablemente. El anterior argumento aborda perfecta y acertadamente el tema de nuestro proyecto de labor social #EcoProvidencia, proyecto en el cual nos dedicamos a la búsqueda de árboles en las calles de la zona de Providencia que ya hayan sido talados y mutilados deliberadamente por personas dueñas de locales, negocios o residencias que decidieron que dichos árboles eran estorbosos para ellos. Después, y por equipos, nos dimos a la tarea de adoptar a esos árboles talados, conocidos como muñones, y de esta forma poder reportarlos ante las autoridades para al final remover dichos árboles muertos y replantarlos. Una vez replantados, nos dedicamos a encontrar adoptantes para estos nuevos árboles, con el fin de que cuidaran y velaran por su correcto desarrollo y crecimiento.
Los motivos por los cuales se talaron dichos árboles no argumentan de ninguna forma el impacto negativo tan fuerte que está sufriendo nuestro medio ambiente, puesto que, pudiéndonos sustentar en Aristóteles, los árboles son fundamentales para la vida y para la existencia del ser humano, ya que resultan ser, literalmente, los pulmones de nuestra ciudad.
 No hace falta ser conocedor de Aristóteles y su teoría del derecho natural para saber el daño y el impacto tan fuerte que provoca la tala de árboles. Aunque dicha teoría está fundamentada principalmente en el antropocentrismo, el cual nos dice que el ser humano es el principal ser de la creación y que los demás seres sólo sirven de medios para la subsistencia de éste, conforme han pasado los siglos nos hemos dado cuenta de que cualquier factor de desequilibrio natural afecta en gran medida a la existencia del hombre mismo. Sin embargo, el antropocentrismo es un tema muy interesante al momento de hablar de sustentabilidad y medio ambiente, pues esta teoría filosófica, según la RAE, “sitúa al hombre como centro del universo” (Real Academia Española, 2001, Antropocetrismo). Un desequilibrio natural provocaría la pérdida de ecosistemas y seres vivos, convirtiéndose en una amenaza y un atentado contra la misma existencia del ser humano. La doctrina anterior es muy parecido a la teoría del egoísmo ético, la cual nos habla del bienestar que cada individuo debe buscar. Desde el punto de vista del autor, ambas teorías tienen similitudes en cuanto al aspecto de la importancia que existe en el cuidado que debe de haber a seres o individuos ajenos a nosotros para buscar beneficios últimos hacia nuestra persona.
“El egoísmo ético es la idea de que cada quien debe buscar exclusivamente su propio interés” (Rachels, p. 128). Esta teoría de pensamiento indica que nosotros, como individuos, debemos hacer aquello que sea más benéfico para nosotros mismos, promoviendo nuestros propios intereses así como los intereses de otros. El egoísmo ético puede resultar muy contribuyente si queremos abordar el tema del cuidado de la naturaleza, puesto que el propósito de ésta, retomando un poco el tema del antropocentrismo, es servirle al propio ser humano. Pero veamos el término “servicio” desde un punto de vista a largo plazo, en lugar de uno inmediato. Los árboles son recursos naturales de tal importancia que han permitido el desarrollo de las civilizaciones a lo largo de los siglos. Se pueden extraer diversos materiales de ellos para obtener madera, papel, caucho, resina, entre otros. Pero ciertamente su propósito de existencia es mucho más profundo que el de ser talados y mutilados deliberadamente con el simple fin de producir madera para que nosotros podamos tener nuestras casas bellamente amuebladas. Es bien sabido que los árboles aportan al ambiente el oxígeno que necesitamos para vivir. Y no solo eso: también son responsables de limpiar y purificar el aire contaminado de la ciudad, el cual respiramos día a día a cada instante. Al acabar con estos seres, estamos destruyendo nuestras propias posibilidades de tener una mejor calidad de vida, de vivir en un sano medio ambiente y de que las generaciones que nos preceden puedan tener un futuro en el que aún se puede respirar aire fresco.
Por lo tanto, si seguimos las normas del egoísmo ético, debemos tomar cartas en el asunto y luchar por mantener íntegro el entorno natural en el que vivimos, pues ésto nos causaría un bienestar a largo plazo.
Nosotros como individuos, siguiendo al egoísmo ético, debemos velar mayoritariamente por nuestro propio interés y bienestar. Muchos de los vecinos y dueños de negocios de Providencia llegan a considerar que el hecho de tener un árbol en frente de su local, negocio u hogar es negativo para sus propios intereses, pues los árboles obstruyen la visibilidad hacia sus negocios y les genera molestias al tener que limpiar la basura que dichos árboles producen. Lo que ellos realmente están considerando es su bienestar inmediato y no caen en la cuenta de que los árboles son muy importantes para que la vida y la biodiversidad se sigan desarrollando.
 Al ver lo anterior desde el punto de vista del contrato social, que es “un acuerdo que crea condiciones que nos permite preocuparnos por los demás” (Rachels, 2006, p. 224) estaríamos generando un bienestar, no solo a nosotros mismos, sino también en la sociedad si todos realizáramos la acción egoísta de cuidar nuestros propios árboles. El contrato social “nos pide que cumplamos reglas imparciales que buscan el bienestar de todos. La esencia del contrato es que otros ya han acordado lo mismo” (Rachels, 2006, p. 224). Viendo ésto desde el punto de vista del cuidado del ambiente, todos nosotros, como individuos y ciudadanos que somos, podemos generar un cambio al cuidar nuestros propios árboles y al realizar labores sociales para así alcanzar un bienestar social general.
 El contrato social vela por alcanzar un bien último, tanto en el ámbito individual como en el general, entrelazando así el concepto de egoísmo ético con el pensamiento utilitarista, igualmente importante al hablar sobre este tema. Según el utilitarismo, “La regla fundamental de la moral es actuar de modo que produzcamos mayor felicidad en este mundo, en la medida de lo posible […]” (Rachels, p.149) y “la felicidad de cada persona cuenta como igual” (Rachels, 2006, p. 149). Lo anterior quiere decir que a la ética utilitarista le interesa más el bienestar y la felicidad general que la del individuo. Como dice el utilitarismo, las personas deben actuar de tal manera que se busque la mayor felicidad posible. El involucrarnos en labores ambientales y cuidar nuestro entorno puede generar una mayor felicidad para la sociedad en un futuro, pues el tener un cuidado con nuestro medio ambiente podría beneficiar a las siguientes generaciones, y de esta forma hacer que tengan un entorno más agradable para vivir. Este punto es de gran relevancia, pues al ser agentes ambientales no sólo nos estamos enfocando en alcanzar un beneficio directo a nosotros mismos, sino que también estaríamos contribuyendo a la felicidad futura que las próximas generaciones pudieran alcanzar.
Conclusión:
La tala indiscriminada de árboles es un problema muy grave al que nos enfrentamos hoy en día. Es un tema que no solamente es de importancia para gobernantes y gente de poder, sino que es un asunto que influye directamente en la vida de toda la sociedad. Fue  bastante desconcertante para mí salir a las calles de la ciudad, desprendiéndome de la burbuja de comodidad que me proporciona el transportarme en vehículo particular, y el darme cuenta de todo lo que en realidad está pasando a mi alrededor. Francamente, no tenía idea de lo fuerte que está la situación de la tala ilegal de árboles, y el quitarme la venda de los ojos y observar la realidad en la que me encuentro me ha dado la motivación necesaria para tratar de generar un cambio en el lugar en el que vivo, por pequeño o insignificante que éste pueda parecer. Por conclusión, puedo afirmar que lo más cómodo para nosotros es quejarnos de lo mal que nos trata el gobierno y de las carencias que tenemos por culpa suya. Pero falta mucho más que eso para generar un cambio. El cambio ocurre cuando uno mismo se propone a realizarlo; no solo para su propio beneficio, sino también para el de los demás.


  
Referencias
Real Academia Española. (2001). Antropocentrismo. En Diccionario de la lengua española (22.a ed.). Recuperado de
Rachels, J. (2006). Introducción a la filosofía moral. México: Fondo de cultura económica.

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