martes, 1 de noviembre de 2011

La Justicia, Un Problema Mundial por Angel R. Melgoza C. A00809879

La Justicia, Un Problema Mundial
“No es posible que una persona pensante viva en nuestra sociedad sin querer cambiarla”.- George Orwell

El sistema económico se comienza a derrumbar, las disparidades que existen cada vez son mayores entre habitantes ricos y pobres, así como en entre las naciones. En Estados Unidos, el país más poderoso del planeta, se puede apreciar claramente el gran abismo que existe: los 400 estadunidenses más ricos tienen una riqueza neta combinada mayor que la de 150 millones que están en los estratos más bajos; y el uno por ciento posee una riqueza mayor que el 90 por ciento de los habitantes. Los ajustes que hacen los gobiernos para rescatar a los bancos, se imponen directamente sobre las condiciones de vida de la gente, en especial la de menos recursos. De esto no puede más que derivarse una crisis política que ya está plenamente expuesta. Un movimiento de indignados se ha formado en todo el mundo, y se les siguen sumando más personas que exigen mayor justicia en la distribución de la riqueza del planeta.
“No estamos destruyendo nada, sino siendo testigos de cómo el sistema se destruye a sí mismo” escribe Slavoj Zizek. Según lo menciona Zizek, los indignados no son unos soñadores, ya que incluso el sistema en el poder ha suprimido la capacidad para soñar y hace referencia a la hegemonía cultural que se ha logrado imponer. Vivimos una libertad en la que va implícita la esclavitud y subordinación, así se ha desarrollado el sistema y se nos presenta como casi imposible de abandonarlo; Sin embargo Zizek nos recuerda que el problema no es la corrupción o la codicia, sino el sistema que nos empuja a rendirnos. Zizek nos convoca a no dejar la resistencia, a no ser parte del mismo sistema, no sucumbir ante la comodidad que esto pueda representar sino exigir un verdadero cambio.

“Ser indignado es fácil, pero luchar es diferente” menciona Paco Gómez. Ser indignado es fácil, dice Gómez, razones hay de sobra para indignarse, pero los motivos nunca han faltado, hace cinco años, y hace 10, y hace 20 o 30 existían también. Este sistema es el mismo hoy que hace 50 años, continúa Gómez, ha cambiado el lenguaje, las técnicas, algunas de las trampas, pero el sistema es el mismo y por eso resulta tan ingenuo querer "arreglarlo". Gómez presenta un comentario mucho menos optimista que Zizek, Paco nos enfatiza que en los países de primer mundo nadie quiere un cambio, ya que este traería consigo un mayor compromiso y por ende esfuerzo o una disminución de comodidad, como se le decida ver, la sola idea de justicia y de equidad social, dice Gómez, es incómoda e incomoda. Gómez demuestra su enojo al mencionar que él no está indignado sino “cabreado, emputado, harto, dolido, herido, menospreciado, ninguneado e, imagino, aislado. No creo que la indignación colectiva de los pocos haga cambiar a los muchos” Al contrario de los auto denominados “indignados”, que no consideran que se deba cambiar el sistema capitalista sino dejarlo ser simplemente sin intervenciones gubernamentales y mayor igualdad, Gómez se presenta reacio ante su opinión de que es necesario tumbar el sistema e inventarse otro, porque hasta que eso no pase, según Gómez, seguiremos atrapados en la indignación pero no estaremos construyendo alternativas.

Es cierto que las diferencias entre ricos y pobres en Estados Unidos son enormes, pero también es cierto que la mayoría de los ricos de Estados Unidos no escapan a la tributación y en 2007, 10% de los habitantes más ricos pagaron alrededor del 55% de todos los impuestos federales. Los más ricos del 1% pagan el 28,1% de los impuestos federales. ¿Por qué en México no sucede lo mismo?

En 2010 en México existían 47 millones de pobres (pobreza multidimensional) según las cifras oficiales del CONEVAL. El CONEVAL clasifica distintos tipos de pobreza y distintas clasificaciones donde los habitantes que sufren carencias sociales se consideran y la población se clasifica en: población con pobreza extrema (11.7%), población con pobreza moderada (40.3%), población vulnerable por carencias sociales (32.3%), población vulnerable por ingresos (6.5%) y población no pobre y no vulnerable (21.8%). En un estudio realizado en 2008, la OCDE encontró que la desigualdad había aumentado en 17 de 22 países en tan sólo dos décadas, aunque las condiciones varían considerablemente según el país. En Suecia y Dinamarca, el 10 por ciento más rico tiene ingresos cinco veces mayores que los del 10 por ciento más pobre. En los Estados Unidos, la proporción es de 14-1. El promedio de la OCDE es 1-9. México tiene la más alta, 27-1.

La pobreza no es cuestión de suerte sino que se ha ido desarrollando a partir de la estructura que ha tomado la sociedad. El nacer en la pobreza implica generalmente morir en ella, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, el hijo de un obrero sólo tiene el 10% de probabilidades de convertirse en profesionista. La lucha que llevan a cabo actualmente los indignados es una lucha por la igualdad y por la humanidad, el sistema, llámesele capitalismo neoliberal o máquina devora-hombres, sigue impulsando el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres, cada día se convierte en un sueño más inalcanzable para los mexicanos que viven en la pobreza el alcanzar un mejor nivel de vida. Pero a pesar del grandísimo esfuerzo, el camino para los indignados se antoja largo y plagado de obstáculos, ¿Cómo obligar a los poderosos a considerar ceder terreno? ¿Cómo luchar contra el conformismo? ¿Qué se debe hacer para impartir justicia? ¿Qué sería lo justo?

Para iniciar el debate es preciso fijarnos en los distintos sentidos de la justicia. En el momento en que un grupo de personas se comenzaron a rebelar contra el sistema, más y más personas se fueron dando cuenta de las “injusticias” en las que convivían y comenzaron a tener un sentido psicológico de justicia, es decir, comenzaron a crecer las aspiraciones de justicia, justicia en el sentido sociológico (igualdad de oportunidades), antropológico (vivir en relación de iguales) y ético (con equidad y dignidad), todo a través del mismo sistema jurídico. Los indignados demandan una re-planeación del sistema por medio de las leyes y las instituciones existentes, lo cual representa un muy gran problema, porque las instituciones están conformadas por seres humanos, personas con intereses personales. El rescate económico de bancos, países y empresas que están realizando los gobiernos con fondos públicos alrededor del mundo, no son unas decisiones que se tomen a la ligera, implican demasiados factores como para poder juzgarse simplemente como correctos o incorrectos, cada decisión implica muchísimas consecuencias, y se ha tenido que hacer un análisis a fondo de dichas consecuencias, considero personalmente que si se ha decidido rescatar a algún banco, país o empresa ha sido porque esa acción traería una mayor utilidad a la población en general. Lo que es inaceptable e indignante es que millones de personas caigan en pobreza extrema anualmente y miles más mueran alrededor del mundo, a causa de las especulaciones en cuestión de futuros de alimentos y más instrumentos financieros en los mercados; Esta es una muestra de la alienación de la naturaleza humana, una verdadera muestra de que el capitalismo nos ha llevado demasiado lejos y señal de que es necesario detenernos a hacer reflexión y actuar en consecuencia.

Los indignados no son ni socialistas, ni comunistas, como algunos los han catalogado, el mismo Zizek nos recuerda que al día de hoy en china existe un capitalismo que es aun más dinámico que el americano (EU), pero que no goza de democracia. Por eso Zizek nos menciona que no nos dejemos chantajear con la idea de que las críticas al capitalismo son hechas por personas anti-democráticas. El problema principal radica en la justicia distributiva, que consiste en la justicia que debe de existir entre beneficios y cargas impuestas a una sociedad, es decir, la distribución del trabajo y los beneficios que éste produce.

Actualmente existe un enorme debate entre las distintas clasificaciones de justicia distributiva que deben imperar en una sociedad que se jacta de ser democrática y justa. Por un lado los capitalistas defienden la idea de que los beneficios deben de distribuirse de acuerdo con el valor de una contribución que hace un individuo a una sociedad, una tarea, un grupo o un intercambio; Y en el papel este sistema parece muy imparcial y justo, si yo hago un esfuerzo mayor que el de mis compañeros, yo me veré mayormente beneficiado. Pero después de tantos años, apreciamos que el sistema carece de una visión a largo plazo, ya que actualmente las cosas han cambiado, existen personas que gozan de grandes beneficios producto de generaciones pasadas y no de trabajo y esfuerzo, o simplemente al momento de nacer gozaban de un mayor número de oportunidades de desarrollo que la otra gran mayoría.
Los indignados sugieren un cambio radical, una concepción igualitaria de la justicia, que consistiría en la repartición en igual medida de cargas y beneficios de una sociedad, así como igualdad de oportunidades, sugieren un cambio que se antoja utópico; Una igualdad política donde exista una participación igual en los medios para controlar y dirigir el sistema político; Una igualdad económica principalmente, que se preocupe y ocupe de llevar a cabo una repartición igualitaria del ingreso y la riqueza, así como de una igualdad de oportunidades. Los capitalistas critican al igualitarismo por que dicen olvida la concepción de las diferencias entre habilidades – esfuerzo – necesidad, que por ellas mismas justifican las desigualdades. Habría que remarcar que a pesar de ser ello cierto, actualmente vivimos un abismo enorme de desigualdad, más allá de lo aceptable y comprensible que podrían llegar a parecernos las desigualdades “justas”, fruto de nuestras diferencias.

La pregunta ahora es, ¿Y qué debemos hacer? ¿Cómo se cambia un sistema que sigue trayendo beneficios a la clase media que continúa en su conformismo y a los poderosos que controlan dicho sistema?

Al igual que sucedió en Egipto, Libia y Túnez, se necesita la unión de los ciudadanos. En la zona árabe los movimientos a favor de la libertad se desarrollaron en un ambiente de violencia, ya que este fue el método más efectivo que tuvieron al alcance los habitantes de dichos países para buscar la añorada libertad. En el mundo moderno, no se puede ni debe utilizar la violencia para lograr los cambios, se debe de permanecer reacios a abandonar el movimiento, se deben proponer cambios a las instituciones y regulaciones jurídicas. Debemos tratar de utilizar los medios democráticos, no importa que tan corruptos estos se encuentren, para producir un verdadero cambio, solo a través de las instituciones se logrará un cambio de raíz. Pero para lograr el cambio, primero se debe de dar a conocer a la sociedad la desigualdad en la que se vive, debemos de despertar de un largo sueño en el que nos han mantenido los medios masivos de comunicación y las grandes corporaciones a fin de seguirse extendiendo, debemos deshacernos de la hegemonía a la que hemos sido sometidos inconscientemente, debemos tomar conciencia de nuestra condición para exigir un cambio. Es necesario que la clase media, o en México la llamada por el CONEVAL “población con pobreza moderada” y “población vulnerable por carencias sociales”, reparare en el sentido psicológico de justicia, que comiencen a crecer las aspiraciones y deseos de igualdad. Solamente cuando la sociedad en su conjunto se demuestre inconforme y reacia hacia el conformismo y el sistema, se podrán comenzar a fraguar los cambios que necesita el mundo y nuestro país.

Bibliografía
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