¿Crueldad o valentía?
Osvaldo
Ponto Alcaraz
Resumen
El siguiente ensayo tiene la labor de dar
a conocer diferentes argumentos, con base en temas éticos, para poder justificar
la oposición ante las corridas de toros por parte del autor. Se hace uso de
postulados de eticistas y filósofos como Peter Singer y Gustavo Ortiz Millán,
para promover el postulado de la apertura del dominio de las consideraciones morales.
Además, se habla de lo inmoral que es impartir sufrimiento a un ser vivo con
base en los postulados del utilitarismo. Por último, se trata el argumento de
lo incorrecto de hacer prevalecer tradiciones que atentan contra el bienestar
de algún ser vivo. Bajo este panorama se logra hacer una reflexión sobre la
pobreza moral en la que se vive al tratar de justificar actividades como éstas,
además de plantear una propuesta para la búsqueda de la regeneración del
conjunto de valores.
Palabras Clave:
consideración moral, tradición, sufrimiento, utilitarismo, justicia social,
dignidad del individuo.
1. Introducción
El
hombre y el animal, seres que han sido parte de la evolución, tienen una larga
historia juntos. Para efectos de este ensayo nos enfocaremos en la relación
entre el hombre y el toro. A través del descubrimiento de civilizaciones y sus
representaciones artísticas, se ha logrado vincular al hombre y a la
tauromaquia con gran certeza. Según el diccionario de la Real Academia
Española, tauromaquia se define como el arte de lidiar toros. Para desmenuzar
ese concepto aún más, podemos regresar a la prehistoria, donde las
representaciones pictóricas de las primeras civilizaciones españolas usualmente
representaban al toro y al hombre juntos. Comúnmente, el toro se encontraba
“muerto, como objeto de valor material o como símbolo preciado de un logro
victoriosos de lucha a muerte entre él y el hombre” (“Los orígenes de la
tauromaquia en España, s.f.). De esta manera podemos inferir que a lo largo del
tiempo esto no ha cambiado; actualmente, las corridas de toros siguen teniendo
la misma función, encontrar al hombre y al toro en un combate a muerte.
El
dilema moral de las corridas de toros, en la actualidad, ha escalado a un nivel
bastante alto que nos permite considerar una amplia gama de argumentación a
favor y en contra. Para aquellos amantes y defensores, son aceptables los
conceptos de la permanencia de un legado prehistórico, de que el toro de lidia
es una especie que existe con el único fin de que se llegue el momento de estar
expuesto en el ruedo y enfrentarse a muerte con el torero, de que si se
prohibieran se acabaría la misma especie y que el animal es un ser inferior al
humano, por lo tanto se puede disponer de su cuerpo e integridad como a uno le
plazca. Sin embargo, existen muchos argumentos que están en contra de dichos
postulados y que serán presentados a continuación.
2. Consideración moral
La
consideración moral es un aspecto que abarca bastante temas, sin embargo, para
efectos de este ensayo se limitará a mencionar la capacidad racional de
establecer criterios de consideración moral por parte del humano y la mera
consideración moral del ser no humano. En primer lugar, podemos retomar los
postulados del antropocentrismo, los cuales determinan que la persona es un fin
en sí mismo; es decir, que somos seres absolutos relativos, el término absoluto
hace alusión a la capacidad de establecernos como seres únicos, irreducibles y
con una dignidad humana. Por otro lado, el término de relativo hace alusión al
respeto que debemos integrar a nuestro modus
operandi para con los demás individuos. “La actitud de respeto a las
personas estriba en el reconocimiento de su dignidad y en comportarse hacia las
personas de acuerdo con la altura de esta dignidad” (Yepes, 2003, p.71).
Claramente, Yepes específica sobre el respeto a las personas, pero ¿no podemos hacer trascender ese respeto para con todos
los seres vivos? Sin duda alguna, esa acción nos convierte en seres moralmente
más desarrollados, porque así estamos garantizando el cumplimiento de las
necesidades básicas, así como la persecución de felicidad y de la búsqueda de
placer por parte de las especies que puedan efectuar dichas acciones. Es aquí
donde entra la consideración moral del ser no humano, en consecuencia de la
suposición de nuestra capacidad para extender el mismo criterio a diversas
especies.
La capacidad racional, con tendencias
universales, para determinar una imparcialidad entre el cumplimiento de los
intereses de las especies es fundamental para el desarrollo de las
consideraciones morales. Para delinear dicha tendencia es necesario acudir a
ciertos postulados utilitaristas; Peter Singer, filósofo utilitarista, en su
trabajo Liberación Animal ya había
contemplado tal enunciado, puesto que “presenta una propuesta normativa de
mínimos adecuada a la moralidad del sentido común” (Horta, 2010, p.66). Se
habla de una propuesta de mínimos, es decir que garantice la convivencia
prudencial entre las especies y a la vez integrada a la moralidad del sentido
común, que hace referencia a ese dominio donde se encuentran las propuestas
para el curso de acción inmediato ante un dilema moral. Por lo tanto, nuestras
consideraciones morales cambian el centro de enfoque.
[…] lo que importa no es si un ser tiene alma, es
racional o lo demás. Todo lo que importa es si es capaz de experimentar
felicidad e infelicidad, placer o dolor. Si un ser es capaz de sufrir, entonces
tenemos el deber de tomar eso en cuenta al decidir qué hacer incluso si el ser
en cuestión no es humano (Rachels, 2007, p.157).
Lo escrito con anterioridad conecta
de manera inminente el progreso de las consideraciones morales, puesto que se
hace alusión a la moralidad del sentido común, en otras palabras, la moralidad
inmediata o aquella que está forjada con base en la experiencia. A esa
moralidad, es necesario integrarle ese concepto de imparcialidad de intereses
entre especies, aquel que haga posible la consideración de la felicidad e
infelicidad, placer o dolor, para así culminar con la integración de los seres
no humanos al dominio moral.
Es así como podemos concretar lo
postulado al caso específico de los toros. Muchos fanáticos y amantes del acto
de violencia en contra del toro, argumentan que estos animales tienen un fin y
ese fin es verse cara a cara con la muerte. Con respecto a eso, argumentan que
esa es la naturaleza de este animal, para eso ha sido creado, para ser usado
como víctima de la tortura. Claro está que todas las especies vivimos lapsos
relativamente efímeros de tiempo en este planeta y de alguna manera hemos de
culminar tal experiencia con la muerte. Sin embargo, aquellos medios que
agilicen el proceso de muerte, por medio de sufrimiento y dolor son meramente
inmorales. De esta manera “el valor de la vida, se asume habitualmente, radica
en los beneficios o daños que podamos recibir en ella. […] Por ello, el consumo
de animales ha de ser rechazado, no sólo porque les cause sufrimiento, sino
también porque ocasiona su muerte” (Horta, 2010, p. 76-77). Los toros así como
muchas especies, tienen la capacidad de sentir, experimentar y también sufrir;
por lo tanto, no se nos ha conferido la capacidad de determinar cómo han de
morir o cuáles son los medios que deben de utilizarse para culminar con su
vida. “Puesto que ambos, seres humanos y no humanos, pueden sufrir, tenemos la
misma razón para no maltratar a ninguno” (Rachels, 2003, p.158). He aquí la
base de nuestro comportamiento, vivir y dejar vivir, garantizar el bienestar de
las demás especies así como de la nuestra, es sinónimo de altura y desarrollo
moral, ideal que se persigue día con día para poder formar sociedades ricas en
valores y percepción de lo justo.
3. Sufrimiento animal
Otra
de las posturas que se presentan a favor de las corridas de toros argumenta que
el toro de lidia es una sub-especie bovina que ha desarrollado su sistema
nervioso para poder bloquear el dolor ante una ola de adrenalina la que es provocada
a lo largo de la contienda en el ruedo. De esta postura se desprenden dos
falacias, la primera recae en la categorización del toro de lidia. En su libro La consideración moral de los animales,
Jesús Mosterín argumenta que “el llamado toro bravo constituye una especie, ni
siquiera una sub-especie: pertenece a la misma especie y sub-especie que el
resto de los toros, bueyes y vacas, aunque conserva un aspecto relativamente
próximo al toro original” (Dorado, 2014, p. 167).
La
segunda falacia, abre un tema de investigación bastante complejo, pero es
necesario poner en claro que es lo que pasa con la capacidad nerviosa del toro
de lidia, con el fin de poder hacer válida la argumentación previa a esta
sección. A lo largo de un estudio realizado a 180 toros y 120 novillos se
analizaron diversos factores que se ven presentes antes y durante la faena, de
la misma manera se formularon varios postulados con respecto a la respuesta al
sufrimiento por parte del toro de lidia, sin embargo, existe una que llama más
la atención. “La betaendorfina – explica Illera – bloquea los receptores del
dolor hasta que llega un momento en que dolor y placer se equiparan y el
sufrimiento puede llegar a ser casi nulo” (Muñoz, 2007, p.2). Ahora bien, la autora
del artículo, con base en su experiencia como neuro-rehabilitadora por más de
17 años logra explicar que cuando se es parte de un accidente o de un trauma,
se activa un mecanismo el cual libera endorfinas para poder mitigar el dolor
momentáneamente, sin embargo, para que esto sea posible existen dos
condicionamientos.
El
primero nos dice que para que el bloqueo de dolor por endorfinas sea efectivo,
el sistema nervioso del animal debe de permanecer intacto y con mayor énfasis
en el área medular. Como ya se ha visto, en las corridas de toros las
banderillas y las espadas son situadas específicamente en esa área de la
anatomía del animal para poder debilitarlo; por lo tanto, se concluye que el
sistema nervioso del toro se ve comprometido de manera instantánea, dejando
fuera la posibilidad de un posible bloqueo de dolor. Además, las endorfinas se
sintetizan exclusivamente cuando hay ausencia de dolor, de otro modo, a nivel
cerebral se enfocan las acciones que comprometen la integridad del ser, por lo
tanto ante un dolor inmenso se siento dolor y no placer, es imposible equiparar
dos reacciones químicas de diferente magnitud. Es por eso que la Dra. Muñoz
deja muy en claro que nunca se puede equiparar el nivel de endorfinas con el
nivel de analgesia o ausencia de dolor momentáneo (2007, p.6).
Con
base en lo anterior, se reafirma el primer argumento de este ensayo, puesto que
ya se ha desmentido que el toro de lidia no es inmune al dolor, como ningún
mamífero lo es. Por lo tanto, se debe trascender al pensamiento utilitarista,
para no maltratar a ninguna especie y en todo caso debemos de actuar de un modo
en el que “nuestro deber de promover la felicidad conlleva un deber de promover
esos placeres especiales para ellos, así como de prevenir cualquier infelicidad
especial a la que sean vulnerables” (Rachels, 2003, p.159). Erradamente,
nosotros somos las criaturas que han posicionado al toro de lidia ante una
situación de vulnerabilidad; hecho que no puede ser categorizado de otra manera
más de que de inmoral. Si bien no podemos promover algún placer especial, sí
podemos garantizar una vida buena a un ser no humano al ser capaces de
garantizar sus necesidades básicas que desencadenarían un bienestar en su
existencia.
4. La tradición y la cultura
Las
sociedades modernas están construidas con base en diferentes elementos que las
hacen complejas, por consiguiente cada una de ellas es única e irreducible.
Dentro de los mismos conjuntos existe un concepto fundamental el cual permite
que cada una de las partes del amplio grupo sea capaz de llevar a cabo su plan
de vida, en ocasiones dicho plan de vida está formulado con base en la
preservación y el florecimiento de la cultura; para que esto sea posible, se
deben de garantizar el cumplimiento de las necesidades básicas legítimas de
cada parte. Dicho concepto es conocido como justicia
social. (Olivé, 2008, p.125). En concreto esto nos dice que cada grupo
multicultural, cada sociedad, está en constante promoción de su cultura y he
aquí cuando se logra abordar una de las teorías éticas más sonada a lo largo de
los años; el llamado relativismo
cultural.
A
groso modo el relativismo cultural aborda a lo largo de todas sus líneas de
pensamiento que “culturas diferentes tienen códigos morales diferentes […] lo
correcto y lo incorrecto difiere de cultura en cultura […] las costumbres de
diferentes sociedades son todo lo que existe. […]” (Rachels, 2007, p.41). Sin
duda alguna, ésta es la base argumentativa para todos aquellos amantes de la
faena, ellos aseguran que las corridas han prevalecido por muchos años y que
ellas nos hacen ser quien somos, nos hacen ser diferentes y si queremos
conservar nuestra identidad debemos de preservar dichas actividades. Dentro de
todo ese razonamiento se puede estar de acuerdo únicamente con una premisa, el
hecho de que es fundamental determinar y hacer prevalecer la identidad
cultural, sin embargo, el fin no justifica los medios. “El simple hecho de que
una práctica cultural sea tradicional no la justifica ni éticamente ni en otros
sentidos, y tampoco legitima nuestra conducta […] la antigüedad de un abuso no
es justificación para continuarlo” (Ortiz, 2014, p. 215). Con este postulado,
se logra contra argumentar de manera exitosa, es fundamental que todos nosotros
olvidemos aquel pensamiento o criterio retrograda que ha prevalecido dentro del
linaje cultural del occidente novohispano. El supuesto arte y la belleza que se
desprende de la violencia impartida a un animal no culminan más que en una
actividad inmoral. Debemos de trascender el plano racional actual, para poder
integrar a los animales al dominio de la consideración moral, puesto que eso es
lo correcto y lo moralmente alto. ¿Acaso dejamos de ser mexicanos si se
prohíben las corridas de toros?, definitivamente, eso es un no. El mexicano
debe de darse cuenta de aquellas actividades que solamente lo convierten en un
ser primitivo y con una mentalidad de “omnipotencia”. Es necesario ver más
allá, pensar en el futuro y convertirnos en una sociedad verdaderamente
progresiva y con la firme intención de avanzar en la búsqueda de valores
universales que logren concretar nuestra autonomía y que deje desarrollar la de
las demás especies.
5. Conclusión
Existe
una frase de un gran pensador y pacifista, Mahatma Gandhi, la cual estipula que
la grandeza de los pueblos así como su progreso moral puede ser considerada en
la manera en la que tratan a los animales. Sin lugar a dudad, esta frase
integra una idea bastante concreta de lo que postuló a lo largo de este ensayo.
La historia, la cultura y la vida nos han hecho desenvolvernos de una manera
única que nos ha hecho estar donde estamos. Se puede decir que somos la
generación que es producto de progreso y retroceso en muchas áreas, a dicho proceso
no se le ha escapado ni los valores ni la moral. Hemos estado cayendo y
tratando de retomar el vuelo, pero la verdad es una, hemos dejado mucho de qué
hablar y nuestra responsabilidad moral ante las cosas ha sido casi nula. Es por
todo eso, que debemos de reencontrar el camino, tratar de enmendar lo hecho
para garantizar un desarrollo del presente pleno, pero un advenimiento del
futuro aún mejor. Es momento de elevar nuestra moral, elevar la percepción de
la vida, elevar los estándares y la comprensión de los valores fundamentales
que deben de regir la convivencia entre todo ser vivo, humano y no humano, sin
distinción de ningún tipo.
Referencias
Primarias
Dorado,
D. (2014). La consideración moral de los
animales: Jesús Mosterín y la tauromaquia. Daimon, 61, 167-174. Recuperado
de http://search.proquest.com/docview/1674694864?accounitid=11643
Horta,
O. (2011). Singer's Argument in Animal Liberation: Normative
Views, Interest in Living and Aggregationism. Diánoia,
56(67), 65-85. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-24502011000200004&lng=en&tlng=en
Olivé,
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social. Autonomía e identidad en la era de la globalización. México: UNAM
Ortiz-Millán,
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http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-66492014000100008&lng=en&tlng=en
Rachels,
J. (2007). Introducción a la
filosofía moral. México: Fondo de Cultura Económica
Yepes, R.
(2003). Fundamentos de
Antropología. Pamplona: EUNSA
Referencias
Complementarias
Los
orígenes de la tauromaquia en España. Recuperado de http://www.elartetaurino.com/
Muñoz, S. (2007). Por qué pienso que el
toro sufre un dolor inmenso.
Recuperado de http://faada.org/userfiles/file/EL%20TORO%20SUFRE%20UN%20DOLOR%20INMENSO.pdf
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