sábado, 4 de julio de 2015

María Isabel Zendejas López
A01226592
Sostenibilidad como Arquitecto Social
La concepción de una sociedad integral, autosuficiente y progresista no es un tema nuevo para los individuos que la anhelan, y de cierta manera pareciera una meta universal a la cual todas las sociedades desean llegar. Deficientes tanto en los cimientos como en la estructura de las sociedades actuales, nos alejan de estas metas, y nos hacen pensar que la concepción de una sociedad, como se planteo al principio, es meramente utópica. Afortunadamente, la implementación de la sostenibilidad como apoyo para atender a estos déficits, nos encamina de nuevo a lo integral, autosuficiente y progresista. Lo último tiene lugar debido a que la sostenibilidad tiene una visión multidisciplinaria (política, económica, ecológica…) que le permite contraatacar con amplitud y diversidad la naturaleza de las fallas de las estructuras sociales de una manera eficiente, proporcionando a la vez nuevos y mejores esquemas para la evolución y desarrollo de las mismas.
En términos particulares, el tipo de estructura social actual de la cual estamos siendo parte en México, lamentablemente tiene cimientos quebradizos y direccionados a partir de una actitud antropocentrista, en donde estamos dejando de lado el bienestar general del planeta con el fin de satisfacer únicamente nuestras necesidades básicas humanas (alimentación, salud, etc) y en un caso extremo, llevar una vida más únicamente cómoda. Irónicamente, esta actitud nos esta arrastrando a un combate con nuevos tipos crisis, ya que aunque es un hecho que aunque es vital satisfacer la necesidades básicas anteriores (dignidad humana), no es justificable hacerlo de una forma que provoque destrucción, agotamiento de recursos, y en el peor de los casos aumento en los factores relacionados con la insatisfacción de las necesidades básicas (nuevas crisis). Este planteamiento no esta nada alejado de la realidad, y se puede aterrizar fácilmente con un ejemplo; vivimos en un país que basa gran parte de su economía en la generación y consumo de fuentes energéticas fósiles, esto conlleva un aumento en el efecto invernadero del planeta; teniendo como entre sus consecuencias y además del calentamiento global, incremento de enfermedades en humanos y complicaciones en cuanto a la producción de alimentos por temporal presenta; lo cual se traduce en pérdidas económicas, permitiéndonos así analizar como nuestras decisiones trascienden en más de un momento, y como estas están interconectadas con ámbitos tanto económicos, políticos, culturales y medio ambientales. 
Haciendo énfasis en la última interconexión señalada en el párrafo anterior, es necesario exponer que la razón de ser que el hombre le otorga a la naturaleza (recursos naturales), ha dependido  de las concepciones onto-teológicas de cada momento y cada lugar en la historia. Si bien ha existido una reflexión sobre los actos morales que determinan el aprovechamiento de nuestros recursos naturales, éstos disfrazan su eficiencia a costa de la prudencia. Es decir, satisfacen necesidades que podríamos llamar básicas, pero sin contemplar un panorama más amplio en relación al impacto sus decisiones y acciones generan en nuestra calidad de vida y de la de nuestros sucesores. Siendo más específicos, hablando particularmente de nuestro modelo económico en México, el capitalismo, ha puesto en peligro la existencia de la naturaleza y por ende la de hombre, ya que este modelo presenta una tendencia a concebir la naturaleza como “arsenal de recursos”. En otras palabras, depredación y contaminación son consubstanciales a la dinámica de producción de mercancías para la acumulación de capital (CES, 2011, 95).
Las necesidades básicas deben cubrirse de manera primordial como se presento anteriormente, pero cómo cumplir con está misión cuando el modelo de nuestra estructura social ha quedado más que obsoleto,  esto no sólo porque la búsqueda del cumplimiento de esta misión perjudican a generaciones futuras, sino porque también la atención a estas necesidades en la actualidad no es equitativa en lo absoluto. Es por ello, que debemos de aportar a la construcción de un nuevo marco teórico, partiendo del hecho de que tenemos que resolver simultáneamente los problemas de pobreza, escases de alimentos, distribución de los mismo, energía, movilidad, etc., de la actualidad; junto con un plano ecológico para el mañana. En otras palabras, debemos de comenzar a contemplar e implementar un sistema que pueda contrarrestar los deficientes en el cumplimiento de la satisfacción equitativa de las necesidades básicas de actualidad, sin afectar de manera negativa el bienestar de nuestros sucesores (López, 2014, 8).
Sustituir nuestro modelo político-económico-medio ambiental actual por uno con carácter sostenible nos brindaría la oportunidad de progresar hacia una sociedad en la que se forjen ciclos de producción y generación de recursos económicos más amigables con el ambiente, en donde las pérdidas fuera del ciclo sustentable se canalicen para lograr el mayor beneficio posible, y en conjunto se nos brinden una mejor calidad de vida.
Para hacer eficiente una sustentabilidad socio-ambiental auténtica y eficaz, sobre todo en países capitalistas occidentales como el nuestro, es necesaria la creación de una nueva cultura civilizatoria, en la que el hombre no se considerado como el dueño y centro del universo, sino tan sólo una más de las expresiones del poder creativo y del carácter sacro de la vida universal. Defendiendo ésta idea, la bioética, permite a desarrollar mediante la concientización el equilibrio entre intereses ecológicos, económicos y políticos (Interciencia, 2003, 5).
Por otro lado, y en contraste con los intereses ecológicos, económicos y políticos el crecimiento sustentable también se debe llevar a cabo desde una perspetiva más cultural, una que ayude a vislumbrar entre cada uno de los miembros de la sociedad nuevas formas de desarrollo y convivencia social a partir de valores, actitudes, habilidades y conociminentos que fomenten a través de la reflexión, toma de decisiones y participación ciudadana; el cuidado ambiental y procuren más que el bienestar propio, el común. La verdadera transición a una realidad sustentable en nuestra sociedad es la que se logran en conjunto con las personas que queremos impulsarla, formar parte de ella y presentarla a otras personas para lograr una mejor calidad de vida y bienestar en común. Tal vez podamos influir en cuestiones politicas o economicas de manera individual, pero con el apoyo de más personas esto adquiere un mayor impacto en los mismo ámbitos, de ahí la importancia de una perspectiva cultural (Enfoques, 2006, 140-145).
Sin embargo, sistemas y esquemas sociales actuales buscan un equilibrio utilitarista basado únicamente en términos económicos y políticos, es ahí donde la reflexión y el desarrollo de nuevas maneras de pensar, tomar decisiones, actuar y emitir juicios convergen para formular nuevas alternativas que brinden más y mejores elementos al balance, procurando así una mejor calidad de vida y bienestar social. De lo anterior, se desprende un enfoque de la ética llamado: ética para la sustentabilidad, el cual alimenta a una política diversa. Una ética radical porque va hasta la raíz de la crisis ambiental para remover todos los cimientos filosóficos, culturales, políticos y sociales de esta civilización homogeneizante y excluyente; una ética de la vida para la vida, donde el deseo de la misma reafirma una nueva capacidad humana para trasgredir irracionalidades represivas, indagar en lo desconocido, avanzar hacia el pluralismo y la armonía en la diversidad. Aquella que es capaz de comprender las complejas interacciones entre naturaleza y hombre, pero también entre hombre y hombre, en un mundo interconectado de procesos ecológicos, culturales, tecnológicos, económicos y sociales. Es decir, cambia la percepción de un mundo basado en un pensamiento único y unidimensional utilitarista a uno más complejo que promueve la construcción de una mejor condición humana que trasciende (A.S,2002,7).
La sostenibilidad es el arquitecto que contempla estrategias multidisciplinarias, en conjunto con las aportaciones de la ética, para lograr una nueva reestructuración social, no solo para resultados traducidos en partes económicas y políticas sino también con los de una revolución con bandera y esencia cultural y medio ambiental; la cual nos trasporta verdaderamente a un horizonte cada vez más iluminado con la luz de un verdadero progreso integral, es decir que procura el bienestar de la humanidad presente y futura,  en equilibrio con las partes mencionadas anteriormente.

Referencias
Ciencia Ergo Sum . (2011). La Sustentabilidad Ambiental como Sustentabilidad del Régimen Capitalista. México: Ciencia Ergo Sum.
López, Osvaldo. (2014). La Sustentabilidad Urbana. Colombia: Bitácora Urbano Territorial.
Elizalde, Antonio. (2003). Desde el "Desarrollo Sustentable" hasta Sociedades Sustentables. Polis, 1, 57.
Interciencia. (2003). Sustentabilidad sin Bioética No se Sustenta. Interciencia, 1, 5.

Ambiente y Sociedad. (2002). Manifiesto por la Vida para una Ética para la Sustentabilidad. Ambiente y Sociedades, 10, 14.


García, Cruz. (2006). El Problema de la Sustentabilidad. Enfoques , XVIII, 145-158.

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