María Isabel Zendejas López
A01226592
Sostenibilidad
como Arquitecto Social
La concepción de una
sociedad integral, autosuficiente y progresista no es un tema nuevo para los
individuos que la anhelan, y de cierta manera pareciera una meta universal a la
cual todas las sociedades desean llegar. Deficientes tanto en los cimientos
como en la estructura de las sociedades actuales, nos alejan de estas metas, y
nos hacen pensar que la concepción de una sociedad, como se planteo al
principio, es meramente utópica. Afortunadamente, la implementación de la
sostenibilidad como apoyo para atender a estos déficits, nos encamina de nuevo
a lo integral, autosuficiente y progresista. Lo último tiene lugar debido a que
la sostenibilidad tiene una visión multidisciplinaria (política, económica,
ecológica…) que le permite contraatacar con amplitud y diversidad la naturaleza
de las fallas de las estructuras sociales de una manera eficiente,
proporcionando a la vez nuevos y mejores esquemas para la evolución y
desarrollo de las mismas.
En términos
particulares, el tipo de estructura social actual de la cual estamos siendo
parte en México, lamentablemente tiene cimientos quebradizos y direccionados a
partir de una actitud antropocentrista, en donde estamos dejando de lado el bienestar
general del planeta con el fin de satisfacer únicamente nuestras necesidades
básicas humanas (alimentación, salud, etc) y en un caso extremo, llevar una
vida más únicamente cómoda. Irónicamente, esta actitud nos esta arrastrando a
un combate con nuevos tipos crisis, ya que aunque es un hecho que aunque es
vital satisfacer la necesidades básicas anteriores (dignidad humana), no es
justificable hacerlo de una forma que provoque destrucción, agotamiento de
recursos, y en el peor de los casos aumento en los factores relacionados con la
insatisfacción de las necesidades básicas (nuevas crisis). Este planteamiento
no esta nada alejado de la realidad, y se puede aterrizar fácilmente con un
ejemplo; vivimos en un país que basa gran parte de su economía en la generación
y consumo de fuentes energéticas fósiles, esto conlleva un aumento en el efecto
invernadero del planeta; teniendo como entre sus consecuencias y además del
calentamiento global, incremento de enfermedades en humanos y complicaciones en
cuanto a la producción de alimentos por temporal presenta; lo cual se traduce
en pérdidas económicas, permitiéndonos así analizar como nuestras decisiones
trascienden en más de un momento, y como estas están interconectadas con
ámbitos tanto económicos, políticos, culturales y medio ambientales.
Haciendo énfasis en
la última interconexión señalada en el párrafo anterior, es necesario exponer
que la razón de ser que el hombre le otorga a la naturaleza (recursos
naturales), ha dependido de las
concepciones onto-teológicas de cada momento y cada lugar en la historia. Si
bien ha existido una reflexión sobre los actos morales que determinan el
aprovechamiento de nuestros recursos naturales, éstos disfrazan su eficiencia a
costa de la prudencia. Es decir, satisfacen necesidades que podríamos llamar
básicas, pero sin contemplar un panorama más amplio en relación al impacto sus
decisiones y acciones generan en nuestra calidad de vida y de la de nuestros
sucesores. Siendo más específicos, hablando particularmente de nuestro modelo
económico en México, el capitalismo, ha puesto en peligro la existencia de la
naturaleza y por ende la de hombre, ya que este modelo presenta una tendencia a
concebir la naturaleza como “arsenal de recursos”. En otras palabras,
depredación y contaminación son consubstanciales a la dinámica de producción de
mercancías para la acumulación de capital (CES, 2011, 95).
Las necesidades
básicas deben cubrirse de manera primordial como se presento anteriormente,
pero cómo cumplir con está misión cuando el modelo de nuestra estructura social
ha quedado más que obsoleto, esto no
sólo porque la búsqueda del cumplimiento de esta misión perjudican a
generaciones futuras, sino porque también la atención a estas necesidades en la
actualidad no es equitativa en lo absoluto. Es por ello, que debemos de aportar
a la construcción de un nuevo marco teórico, partiendo del hecho de que tenemos
que resolver simultáneamente los problemas de pobreza, escases de alimentos,
distribución de los mismo, energía, movilidad, etc., de la actualidad; junto
con un plano ecológico para el mañana. En otras palabras, debemos de comenzar a
contemplar e implementar un sistema que pueda contrarrestar los deficientes en
el cumplimiento de la satisfacción equitativa de las necesidades básicas de
actualidad, sin afectar de manera negativa el bienestar de nuestros sucesores
(López, 2014, 8).
Sustituir nuestro modelo
político-económico-medio ambiental actual por uno con carácter sostenible nos
brindaría la oportunidad de progresar hacia una sociedad en la que se forjen
ciclos de producción y generación de recursos económicos más amigables con el
ambiente, en donde las pérdidas fuera del ciclo sustentable se canalicen para
lograr el mayor beneficio posible, y en conjunto se nos brinden una mejor calidad
de vida.
Para hacer eficiente
una sustentabilidad socio-ambiental auténtica y eficaz, sobre todo en países
capitalistas occidentales como el nuestro, es necesaria la creación de una
nueva cultura civilizatoria, en la que el hombre no se considerado como el
dueño y centro del universo, sino tan sólo una más de las expresiones del poder
creativo y del carácter sacro de la vida universal. Defendiendo ésta idea, la
bioética, permite a desarrollar mediante la concientización el equilibrio entre
intereses ecológicos, económicos y políticos (Interciencia, 2003, 5).
Por otro
lado, y en contraste con los intereses ecológicos, económicos y
políticos el crecimiento sustentable también se debe llevar a cabo desde una
perspetiva más cultural, una que ayude a vislumbrar entre cada uno de los
miembros de la sociedad nuevas formas de desarrollo y convivencia social a partir
de valores, actitudes, habilidades y conociminentos que fomenten a través de la
reflexión, toma de decisiones y participación ciudadana; el cuidado ambiental y
procuren más que el bienestar propio, el común. La verdadera transición a una
realidad sustentable en nuestra sociedad es la que se logran en conjunto con
las personas que queremos impulsarla, formar parte de ella y presentarla a
otras personas para lograr una mejor calidad de vida y bienestar en común. Tal
vez podamos influir en cuestiones politicas o economicas de manera individual,
pero con el apoyo de más personas esto adquiere un mayor impacto en los mismo
ámbitos, de ahí la importancia de una perspectiva cultural (Enfoques, 2006,
140-145).
Sin embargo,
sistemas y esquemas sociales actuales buscan un equilibrio utilitarista basado
únicamente en términos económicos y políticos, es ahí donde la reflexión y el
desarrollo de nuevas maneras de pensar, tomar decisiones, actuar y emitir
juicios convergen para formular nuevas alternativas que brinden más y mejores
elementos al balance, procurando así una mejor calidad de vida y bienestar
social. De lo anterior, se desprende un enfoque de la ética llamado: ética para
la sustentabilidad, el cual alimenta a una política diversa. Una ética radical
porque va hasta la raíz de la crisis ambiental para remover todos los cimientos
filosóficos, culturales, políticos y sociales de esta civilización homogeneizante
y excluyente; una ética de la vida para la vida, donde el deseo de la misma
reafirma una nueva capacidad humana para trasgredir irracionalidades
represivas, indagar en lo desconocido, avanzar hacia el pluralismo y la armonía
en la diversidad. Aquella que es capaz de comprender las complejas
interacciones entre naturaleza y hombre, pero también entre hombre y hombre, en
un mundo interconectado de procesos ecológicos, culturales, tecnológicos,
económicos y sociales. Es decir, cambia la percepción de un mundo basado en un
pensamiento único y unidimensional utilitarista a uno más complejo que promueve
la construcción de una mejor condición humana que trasciende (A.S,2002,7).
La sostenibilidad es
el arquitecto que contempla estrategias multidisciplinarias, en conjunto con
las aportaciones de la ética, para lograr una nueva reestructuración social, no
solo para resultados traducidos en partes económicas y políticas sino también
con los de una revolución con bandera y esencia cultural y medio ambiental; la
cual nos trasporta verdaderamente a un horizonte cada vez más iluminado con la
luz de un verdadero progreso integral, es decir que procura el bienestar de la
humanidad presente y futura, en equilibrio
con las partes mencionadas anteriormente.
Referencias
Ciencia Ergo Sum . (2011). La Sustentabilidad Ambiental como
Sustentabilidad del Régimen Capitalista. México: Ciencia Ergo Sum.
López, Osvaldo. (2014). La Sustentabilidad Urbana. Colombia: Bitácora
Urbano Territorial.
Elizalde, Antonio. (2003). Desde el "Desarrollo Sustentable"
hasta Sociedades Sustentables. Polis, 1, 57.
Interciencia. (2003). Sustentabilidad sin Bioética No se Sustenta.
Interciencia, 1, 5.
Ambiente y Sociedad. (2002). Manifiesto por la Vida para una Ética para la
Sustentabilidad. Ambiente y Sociedades, 10, 14.
García,
Cruz. (2006). El Problema de la Sustentabilidad. Enfoques , XVIII, 145-158.
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