Daniela Xcaret Guadalupe Ruesga Montes
A01632042
La amenaza de familiaridad en la carrera del auditor
La
profesión contable ha acompañado al desarrollo de las actuales civilizaciones
desde tiempos históricos; se tienen registros que datan de por lo menos tres
milenios antes de Cristo, en donde la cultura sumeria, valiéndose de tablas de
arcilla, realizaban anotaciones de saldos deudores y acreedores (Torras, 2018).
Con el paso del tiempo, estos procesos fueron modernizándose hasta llegar a
formarse en una profesión compleja, especializada en distintos ramos y vital
para el mundo de los negocios.
Una de
estas innovaciones, dio paso a lo que ahora conocemos como auditoría, la cual
se define como aquel proceso que, mediante sistemas, pretende obtener y evaluar
a un agente económico con la finalidad de verificar su estado financiero
(Alcívar, Brito & Guerrero, 2016). Para poder realizar esta tarea, el
auditor deberá valerse de la razonabilidad y la integridad para poder
determinar la autenticidad de los Estados Financieros con el objetivo de
corregir errores, anormalidades y fraudes, así como expresar mejoras y
sugerencias a la compañía auditada (Alcívar, Brito & Guerrero, 2016).
Si bien,
hay propósitos que el profesionista persigue, en la práctica, el licenciado en
contaduría pública puede desviarse de estos debido a diversas causas, como
materiales, económicas o políticas (Sánchez, 2006). En los años de 2007 a 2008
las principales firmas auditoras en el mundo se vieron comprometidas en algunos
de los mayores escándalos del siglo, que produjeron la desaparición de grandes
compañías y sistemas financieros completos (Sanz, 2014, p. 3).
Como
consecuencia de los lamentables acontecimientos, las autoridades y el mundo en
general, se cuestionaron el papel del auditor y evidenciaron las deficiencias
que existen en la relación contractual con sus clientes y la responsabilidad
civil del profesionista. El objetivo de este ensayo es presentar la importancia
de la visión ética que debe tener el profesionista en contaduría que se
desempeña como auditor, para evitar amenazas de su carrera, como lo es la
familiaridad con un agente económico.
Una marca distintiva de la profesión contable
consiste en que su responsabilidad es servir al interés público y no solo
satisfacer las necesidades de un cliente, por lo que al servir al interés
público el contador debe de observar y cumplir con un código de ética que le
permita ejercer su profesión y cumplir con los lineamientos de la normatividad
mexicana. Afortunadamente, en México el profesionista cuenta con un Código de
Ética, que además de proporcionarle principios fundamentales, le permite
identificar las amenazas más comunes de su profesión y salvaguardas para
reducir tales amenazas (IMCP, 2015).Este mismo Código, cataloga a la familiaridad
como una amenaza, y la describe de la siguiente manera: que exista una relación
larga o cercana entre el contador y una entidad, por la que el profesionista
coincida demasiado con los intereses de esta o sea demasiado tolerante con su
trabajo. Son muchos los casos que existen en los que el contador se puede ver
comprometido con la familiaridad y su profesión, uno de los más comunes es que
“que un miembro del equipo del trabajo tenga un familiar cercano o inmediato
que sea un empleado del cliente y esté en posición de ejercer una influencia
importante sobre la materia objeto del trabajo” o bien, “que el Contador
Público acepte obsequios o trato preferencial de un cliente, a menos que el
valor sea trivial o insignificante” (IMCP, 2015).Las funciones principales del auditor, según
las Normas Internacionales de Auditoría, son obtener “seguridad razonable” de
que los estados financieros de una compañía estén libres de error, ya sea por
fraude u omisión, de tal manera, que, si hubiese errores, este deberá expresar si
dicha información financiera se elaboró conforme al marco de referencia
aplicable y, por último, dictaminar los Estados (NIA 200, 2009). Tales
objetivos se verían completamente defraudado si el auditor tuviera un lazo de
familiaridad con la empresa auditada, presentando información incorrecta a
aquellos usuarios interesados en ella, ya sean directivos, accionistas,
posibles inversionistas y otros stakeholders. Las consecuencias podrían
ir desde menores, hasta catástrofes del tamaño de Enron y su compañía
auditora Arthur Andersen (Sánchez, 2006). El caos se suscitó cuando el directivo
principal de Arthur Andersen, destruyó evidencia de auditoría que se le
había practicado a Enron una vez que las autoridades se dieron cuenta de
las actividades fraudulentas que realizaba esta empresa. Se encontró que,
durante mucho tiempo, la firma se había “hecho de la vista gorda” al no
presentar las irregularidades de la compañía. Una buena cantidad de empleados
de la firma habían invertido sus ahorros en acciones de la compañía, por lo que
tales pensiones, así como miles de empleos desaparecieron. Por causa de este y
otros sucesos similares, se originó la Ley Sarbanes Oxley, que a pesar
de que solo rige a las empresas públicas estadounidenses, es un marco de
referencia internacional para muchas compañías. En ella, establece que la firma
auditada y auditora, deberán terminar sus lazos profesionales cada cinco años,
para ser revisada por otra compañía (Díaz, 2005, p.108).Tras tener conocimiento de la información
anterior, podría parecer que la carrera del contador auditor se desenvuelve en
un ambiente hostil donde se castiga hasta el más mínimo detalle. Sin embargo,
las Normas se han establecido debido al importante papel que el auditor juega
en la sociedad. Tal responsabilidad converge en un término conocido como “Fe
Pública”, es decir, que el auditor brinda cierta confianza al momento de la
dictaminación de la información financiera y emite “una garantía personal
basada en sus cualidades profesionales”, y hace visible el estado real de un
asunto de interés general, avalando que esta información será correcta (Montilla
y Herrera, 2006, p. 85 y 86). Existen, posiblemente, cientos de razones por las
cuales el auditor pudiera llegar a modificar o pasar por alto errores en la
información financiera, ignorando su deber aún mayor de considerar a los demás
interesados en la información de una compañía y atender a intereses
particulares.Amenazar al auditor con ser sancionado quizás
no es suficiente, es algo que va más allá de una sola persona, y tiene que ver
más con el profesionalismo de quienes están involucrados en una relación de
familiaridad. Estas relaciones pueden nacer a partir de incrementar la
dependencia económica del cliente, a través de la prestación conjunta de
distintos servicios (Pérez y López, 2004, p. 30 y 31), como lo fue el caso de Enron
con la firma Arthur Andersen, al cual no solamente prestaba auditoría
externa, sino también interna (Sánchez, 2006). Los efectos negativos de este
servicio conjunto son el “deterioro real y/o aparente de la independencia del
auditor y la pérdida en la calidad de su auditoría” (Pérez y López, 2004, p. 31).
El profesionista debe ser consciente de las consecuencias que pueden ocurrir al
comprometer su independencia.La reflexión del contador, antes de
comprometerse, debería ser en orden de su libertad al ejercer su profesión, no
reducirla al “automatismo normativo”, ya sea de los Códigos de Ética (que
siguen siendo de gran ayuda) o de otra fuerza que ejerza coerción, sino que su
razonamiento ético debe provenir del compromiso que adquirió al ser instruido
con conocimientos y competencias, que solo adquieren sentido cuando presta sus
servicios profesionales (Ibarra, 2009, p. 49). Las organizaciones son las
principales en darse cuenta de esta situación, dado que se tienen dos enfoques
para el cumplimiento de la ética. Uno se hace llamar el enfoque del cumplimiento,
el cual consiste en “establecer un sistema de incentivos y castigos, de tal
forma que consigamos que las personas cumplan con las normas”. Por otro lado,
se encuentra el enfoque de la integridad, que busca el compromiso voluntario
con los valores que se comparten en la organización, los cuales han surgido a
través del consenso (Lozano, 2007, p. 227).Conforme mi punto de vista, opino que es de
mayor importancia que el mismo auditor, ayudado por sus colegas y la organización
misma, se dé cuenta del alcance que tienen sus actos más que de la libertad que
podría perder al cometer actos fraudulentos. Es evidente que el contador se
desempeñará dentro de instituciones, donde se podrá poner en juego su
compromiso ético, por lo que el plan de acción del profesionista es ejercer su
capacidad de elegir en cuáles organizaciones implicarse y hasta donde (Hirsch,
2003, p. 13), entendiendo la profesión como la responsabilidad ante sí mismo
por la obra bien hecha (Etxeberria, 2002, en Hirsch 2003, p. 13).
Conclusiones
Las amenazas a la integridad de un profesionista
existen en todas las carreras y no solo en esta época, ya que podemos observar
que durante el siglo anterior se establecieron distintas normas para evitar que
las empresas tanto como los profesionistas cometieran fraudes que llegaran a
afectar a muchas personas. Como había mencionado con anterioridad, el egresado
de la carrera de contaduría tiene un sinfín de elementos que le ayudan a no
comprometer su ética profesional con asuntos de interés personal, ya sean los
códigos de ética, salvaguardas o la norma aplicable a cada país. Sin embargo,
el individuo tiene más consciencia de su deber con su carrera al saber que
existen personas que pueden ser afectadas por sus actos ya que no siempre conoce
el alcance que estos puedan tener.
Los escándalos financieros de las
empresas durante el siglo pasado nos recuerdan que el deber del profesionista
es a favor de la sociedad y que el objetivo de haber sido instruido bajo
ciertos conocimientos se logra al ejercer la profesión, por lo que participar
de actos fraudulentos conlleva a actuar en contra de la profesión en sí misma y
en perjuicio de las demás personas. Es posible que aquél auditor de Arthur
Andersen que aceptó ocultar la información de la empresa Enron, no
haya medido el alcance de las repercusiones que tendrían sus actos, que a final
de cuentas él mismo se vería negativamente impactado, así como miles de
personas al perder sus empleos y ahorros. Hace falta que más profesionistas y
futuros egresados, conozcamos desde ahora la libertad que tenemos para actuar
conforme nuestros principios, así como que las empresas auditoras procuren
tener una visión de transparencia y sentido ético.
Referencias básicasHirsch, A. (2003). Elementos
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