Manuel Chávez Hernández
A01365652
Key Word: Cuarta Revolución Industrial, Industria 4.0, automatización, costo-beneficio, utilitarismo, dignidad, felicidad.
La Automatización, ¿el riesgo del futuro?
Este
ensayo se escribió con la intención de analizar los efectos de la Cuarta
Revolución Industrial en torno al desplazamiento y reemplazo de los
trabajadores por parte de máquinas automatizadas. Es decir, este ensayo se
centrará en las consecuencias a corto y largo plazo de la automatización
de procesos y el desarrollo de inteligencia artificial en el ámbito laboral,
para posteriormente tomar una postura a favor o en contra del desarrollo e
implementación de sistemas inteligentes y automatizados en el sector
laboral.
"Estamos
al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma
en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y
complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género
humano haya experimentado antes" (Perasso, 2016). El anterior comentario
fue hecho por Klaus Schwab (fundador y director ejecutivo del Foro Económico
Mundial) en el año 2016 cuando acuño el concepto de Cuarta Revolución
Industrial. Pero ¿qué es la Cuarta Revolución Industrial? Según
Schwab (2017), la Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0 es
la fabricación inteligente, caracterizada por la interconexión de máquinas y de
sistemas en la producción, y caracterizada por un fluido intercambio de
información con el exterior. En palabras más sencillas, esta revolución sé
caracteriza por contar con sistemas de producción automatizados y sistemas de
inteligencia artificial, que hacen a la producción más ágil, rápida y
eficiente, y desligado de la mano de obra humana.
Esto
último, desligar la mano de obra humana de los sistemas de producción es lo
que, a causado controversia e incertidumbre en los últimos años, pues la automatización
de procesos causa la reducción de plazas de trabajo e incluso la total
desaparición de ciertos empleos. La principal pregunta es, ¿hasta qué punto es
prudente llegar en el desarrollo de tecnologías de automatización en el
sector laboral? ¿Es justo sustituir trabajadores por máquinas para aumentar las
ganancias y disminuir los gastos (costo-beneficio)? ¿Acaso los
trabajadores son solo piezas del sector laboral de fácil reemplazo?
Estamos
acostumbrados a ver en series y películas de ciencia ficción, escenarios
futurísticos donde las máquinas, los robots y la inteligencia artificial han
llegado a un grado de desarrollo muy avanzado que les permite realizar
actividades humanas con facilidad y mayor destreza que un humano, interactuar
con seres humanos y otras máquinas. Por el hecho de ver el desarrollo
tecnológico de los robots y las máquinas en temas de ciencia ficción, las
personas piensan que es un tema futurista y alejado de nuestra realidad, cuando
los robots ya son parte de nuestra realidad y comienzan a tomar más fuerza en
el sector laboral (principalmente industrial). Es cierto que los robots
industriales, la inteligencia artificial y las máquinas automatizadas no tienen
las características y habilidades que tiene un robot ficticio como “Terminator”,
pero ¿sabías que las máquinas automatizadas y los robots, de mano de la Cuarta
Revolución Industrial, desplazarán más de 140 millones de trabajadores para
el 2025 (Forbes, 2017)?
Después
del último dato, la automatización y los robots en el sector laboral ya
no suenan como un problema exclusivo de ciencia ficción. De hecho, es un
problema de actualidad, que concierne tanto a trabajadores, empleadores
(empresas principalmente del ámbito industrial), así como a gobiernos y
organismos internacionales especializados en la protección al trabajador (por ejemplo,
la Organización Internacional del Trabajo). La migración de las industrias a la
Industria 4.0 trae consigo mejoras a la calidad de los productos, incremento
en la producción, reducción de costos y como consecuencia incremento en
las ganancias, pero se pone en riesgo el factor humano laboral, el cual será
reducido o totalmente reemplazado por máquinas. “Se estima que todas aquellas
industrias que requerían de mano de obra intensiva y de bajo costo irán
migrando relativamente rápido a sistemas automatizados basados en robótica cada
vez más estructurada. Se prevé que la industria automotriz, electrónica, bienes
de consumo, electrodomésticos y otras similares serán las primeras en migrar
completamente a mayores y mejores ambientes automatizados” (Becerra, 2017,
p.92).
La Cuarta
Revolución Industrial no solo traerá consigo desempleo causado por el
reemplazo de trabajadores por máquinas o incremento en la calidad y en la
producción de las empresas, sino también traerá consigo la creación de nuevos
empleos. Se estima que se crearán aproximadamente 2.1 millones de puestos de
trabajo relacionados con nuevas capacidades y habilidades digitales, propias de
carreras relacionadas con ingeniería e informática (Pérez, 2016, p.18).
Retomando la pregunta planteada previamente, ¿es justo sustituir trabajadores
por máquinas?
El utilitarismo clásico, la teoría de
Bentham y Mill, propone que las acciones se juzgan como correctas o incorrectas
solamente en virtud de sus consecuencias. El objetivo del utilitarismo
no es más que buscar realizar las acciones correctas, que nos lleven a las
mejores consecuencias. Esto implica que nuestras acciones serán consideradas
correctas en virtud de la cantidad de felicidad que se crea (Rachels,
2006, 164). Por lo tanto, es pertinente analizar las consecuencias de nuestras
acciones para poder determinar si estas fueron correctas o incorrectas, y una
de las herramientas para catalogar a nuestras acciones es el análisis costo-beneficio.
A diferencia del análisis costo-beneficio
utilizado por los expertos en negocios y finanzas, este análisis define a un
beneficio como todo aquello que cause la mayor cantidad de felicidad,
mientras que a un costo lo define como aquello que causa la infelicidad.
Ahora, el termino de felicidad es algo ambiguo y subjetivo, cada persona
dependiendo de su situación y necesidades, definirá a la felicidad de
manera distinta. No sé puede definir una constante o parámetro para determinar
que es motivo o no de felicidad, pero si podemos establecer que la felicidad
de una persona cuenta por igual que la felicidad de otra (Rachels, 2006,
164).
Las empresas se rigen por un principio
básico, maximizar las ganancias y disminuir los gastos. Trasladándolo al caso
de la automatización en el sector laboral, las empresas buscan aumentar
su capacidad de producción, la calidad de sus productos y reducir sus gastos
operativos, algo que se obtiene al implementar máquinas automáticas en sus
procesos de producción. Por consecuente, esos serían los beneficios que se
obtendrían al migrar a nuevos sistemas de producción, y el costo de ello
sería reducir el número de empleados en la nómina de las empresas.
Traduciendo a términos de felicidad,
el que existan mayores ganancias derivadas del incremento de la producción
haría más felices a los inversionistas, directivos y dueños de las empresas,
pues el éxito empresarial y el incremento en sus ganancias son motivo de felicidad
para este grupo de personas. Mientras que el incremento a la calidad de los
productos y disminución de costos de venta haría más felices a los
consumidores. Por último, los trabajadores que fueran reemplazados por máquinas
evidentemente no serían felices, al contrario, infelices, pues al perder su
empleo, también perderían su estabilidad económica y comprometerían la calidad
de vida de sus familias.
Con los costos y beneficios en
términos de felicidad ya establecidos, procedemos a determinar si la
acción de automatizar es correcta, y para ello debemos determinar cuántas
personas son felices y cuantas infelices. Recordemos que, según Mill, la felicidad
de una persona cuenta por igual que la otra, así que la felicidad de un
directivo cuenta igual que la felicidad de un empleado o cliente. Para
hacer este caso más realista, tomaré como referencia una planta de embotellamiento
de la empresa Coca Cola FEMSA S.A.B. de C.V., una empresa multinacional
mexicana que participa en la industria de las bebidas (empresa encargada de
embotellar y comercializar los productos de “The Coca Cola Company ®” en
México).
Coca Cola FEMSA como cualquier empresa multinacional
cuenta con un grupo de inversionistas y directivos, la mesa directiva está
compuesta por 21 miembros elegidos por los inversionistas (FEMSA, 2019). En
México, el 98.5% de los hogares consume productos de Coca Cola (Ochoa, 2019),
lo cual según cifras del INEGI (2015) esto se traduciría a 116,475,859
personas. Por último, según un estudio un robot quita entre 1.8 y 3.4 trabajos
(Vega, 2017). Suponiendo que el empleado afectado viva en un hogar promedio
mexicano, su desempleo afectaría a 2.7 personas más (INEGI, 2015). Asumiendo el
peor de los escenarios, cada robot afectaría a 9 personas. Para concluir, las
más de 116 millones de personas que serían felices gracias a las consecuencias
de la automatización superan enormemente a las menos de 10 personas que
serían infelices, por lo tanto, la decisión de migrar a
sistemas automáticos y reemplazar personas es completamente justificable desde
un punto de vista utilitarista, y la decisión más acertada debido a que
los beneficios son mayores que los costos.
Si la
respuesta es afirmativa, las empresas están cometiendo un gran error al
considerar a sus empleados como objetos reemplazables. La ética Kantiana
defiende a toda costa la dignidad humana, y la define como un valor
intrínseco de la persona moral, la cual no admite equivalentes. La dignidad
no debe ser confundida con ninguna cosa, la persona con ninguna mercancía, dado
que no se trata de nada útil ni intercambiable o provechoso. Lo que puede ser
reemplazado y sustituido no posee dignidad, sino precio. Cuando a una
persona se le asigna un “precio” se le trata como a una mercancía o como un
objeto (Kant, 1989, 30). Lo anterior llevó a Kant a formular el concepto de “siempre
tratar a una persona como un fin nunca como un medio”. Esto significa, que
tenemos un estricto deber de beneficencia hacia otras personas: debemos
esforzarnos por promover su bienestar; debemos respetar sus derechos, evitar
dañarlos, y de modo general “esforzarnos, en lo que se pueda, por fomentar los
fines ajenos” (Rachels, 2006, 207). Las empresas al considerar a sus empleados
como elementos reemplazables están atentando contra la dignidad de sus
empleados al tratarlos como objetos, verlos como un medio para un fin, y no
como un fin en sí mismos, por lo tanto, el reemplazar trabajadores por
máquinas, desde un punto de vista Kantiano, es una acción completamente
incorrecta.
Retomando
el tema de la felicidad, según utilitaristas la acción correcta
será aquella que conlleve a la mayor cantidad de felicidad, pero que
sucede si esta “cantidad de felicidad” se obtiene al pisotear la
libertad y derechos de otras personas. Un ejemplo del autor James Rachels
(2004, 172) dice que, si una persona toma fotografías de otra persona
completamente desnuda, sin que esta se de cuenta, y sin publicarlas, solo con
la intención de conservar las fotografías para sí mismo ya que esto le causa felicidad,
al no dañar a nadie ¿esta es una acción correcta? La respuesta por sentido
común es no, porque, aunque la persona que esta siendo fotografiada no lo sabe,
se esta violando su privacidad, libertad y sus derechos. Por lo tanto, aunque
una acción nos cause felicidad, no será correcta si esta viola los
derechos de otra persona. Algo similar sucede en el caso de la automatización,
a pesar de que automatizar probablemente produzca la mayor cantidad de felicidad,
esta acción no puede considerarse correcta si se violan los derechos de los
trabajadores que serán reemplazados por las nuevas máquinas. Es por eso, que al
automatizar hay que tener siempre presente los derechos de los afectados, así
como las leyes y tratados internacionales que los protegen (Declaración
Universal de los Derechos Humanos o la Ley Federal del Trabajo), si ninguna es
violada al momento de realizar la acción entonces es correcto automatizar.
Hasta
este punto hemos contestado dos de las tres preguntas que se plantearon al
inicio, y al contestar estas preguntas se expusieron dos puntos de vista
totalmente contrapuestos, por un lado, el que defiende la automatización
argumentando que los beneficios son mayores al costo y por otro lado el
que está en contra argumentando que no se piensa en las consecuencias de
despedir a un empleado y que solo se le trata como una pieza reemplazable de la
empresa. De igual forma se expuso un tercer punto de vista, que está a favor
siempre y cuando se tengan en cuenta a las personas, y que no se violen sus
derechos en el proceso. Yo comparto una visión similar al tercer punto de
vista, pues estoy en pro de la automatización, pero sin olvidar a las
personas afectadas, que se les respete en todo momento y además que se les
trate de brindar algún tipo de ayuda o solución a aquellos empleados que corren
riesgo de perder sus empleos.
La
manera más sencilla de solucionar el despido de empleados por causa de la automatización
es capacitarlos para realizar algún otro tipo de actividad dentro de la misma empresa,
por ejemplo, darle mantenimiento a la nueva maquinaria. Retomando un dato
anteriormente mencionado, se estima que se crearán aproximadamente 2.1 millones
de puestos nuevos de trabajo debido a la automatización de las industrias,
y principalmente estos trabajos estarán relacionados con el desarrollo y
mantenimiento de la nueva maquinaria. De esta manera, las empresas podrían
automatizar para aumentar sus ganancias, y de igual manera respetar la dignidad
y los derechos de sus empleados, ofreciéndoles nuevas oportunidades de
trabajo.
Aunque
es cierto que se crearán más de dos millones de empleos, no son suficientes
contra los más de 140 millones de empleos que se perderán para el 2025
(Villafranco, 2017). Apoyándome de la teoría ética del contrato social, la cual
tiene como esencia lograr vivir en sociedad mediante un acuerdo social (leyes y
reglas) entre el Estado y las personas, en este caso en específico el Estado
regularía la relación empleado-empleador, así como la migración a sistemas
automatizados de las empresas (Cortina, 1996). Concretamente, mi sugerencia es
que organismos internacionales y gobiernos trabajen en conjunto para desacelerar
en cierta medida la automatización de las industrias, que obliguen a las
empresas a contar con un mínimo de personal y que les restrinjan el número de
empleados despedidos por año a causa de la migración a sistemas automáticos. Una
de las maneras más sencillas para frenar la automatización es crear un
impuesto a los robots, un impuesto similar a lo que pagan las empresas por
tener a un empleado. El fundador de Microsoft, Bill Gates, en una entrevista
explicó “si un robot viene a hacer lo mismo que un humano, se podría pensar en
que pueda tributar a un nivel similar” (BBC News, 2019).
De
igual forma, los gobiernos y organismos internacionales deberán buscar soluciones
para aumentar las vacantes de trabajo y reducir el riesgo de posterior
desempleo por desplazo por máquinas, una de las maneras es fomentando el emprendimiento,
pero la más importante es la educación. Si se mejora la calidad educativa y se
diversifica y actualizan los planes de estudios actuales, las nuevas
generaciones contarán con herramientas y habilidades adecuadas para competir en
el ámbito laboral futuro y no correr el riesgo de ser reemplazados por máquinas
en algún punto.
La automatización
es una de las características de la Cuarta Revolución Industrial, un
fenómeno contemporáneo que irá desarrollándose y tomando fuerza a lo largo de
los próximos años hasta llegar al ápice de su desarrollo a finales de la
siguiente década (2029-2030). El proceso de desarrollo de la Industria 4.0
será un proceso vertiginoso caracterizado por la innovación tecnológica,
enfocado a la automatización de los procesos humanos en diversos campos
laborales de la actualidad. Este fenómeno es algo que la humanidad jamás ha
enfrentado, el mismo Schwab (2017) en su libro menciona que la humanidad nunca
había experimentado un cambio y crecimiento tan acelerado en su historia.
Gracias
a la velocidad con la que nuestro mundo está cambiando, las políticas mundiales
se están quedando rezagadas en comparación al dinámico desarrollo de esta revolución,
dando lugar a leyes insuficientes, obsoletas e incluso vacíos legales que
afectan el desarrollo de los países y de su población. Una consecuencia de ello
será el fugaz incremento del desempleo a causa del desplazamiento de
trabajadores por máquinas. Por lo tanto, es importante priorizar el tema en las
agendas de los gobiernos, para poder controlar la situación y poder obtener los
mejores beneficios de la Industria 4.0, y al mismo tiempo evitar el
mayor número de riesgos, como el creciente desempleo a causa de la automatización
o el agotamiento de recursos naturales por la alta producción y demanda.
A
pesar de que se espera que la Industria 4.0 traiga consigo la creación
de nuevos puestos de trabajo, estos serán insuficientes para los más de 140 millones
de empleos que se perderán. Es por ello por lo que se tienen que tomar cartas
en el asunto lo antes posible. Una de las soluciones a este problema es mitigar
en cierto grado el avance y desarrollo tecnológico para ampliar el tiempo de
respuesta por parte de los gobiernos, para la creación de nuevas leyes, normas
e impuestos que regulen la migración de las empresas a sistemas automáticos y así
aumentar la protección de los trabajadores ante este nuevo fenómeno.
Por
otra parte, una solución más inteligente es preparar a nuestros empleados y
futuras generaciones para este nuevo reto. La educación, además de ser de
calidad y versátil, debe poseer la capacidad de evolucionar al mismo ritmo que
la Industria 4.0 para poder cumplir con las demandas y exigencias del
mundo laboral actual. Por lo tanto, la educación será parte fundamental para
que el factor humano en las industrias pueda competir ante los robots y los
nuevos retos que trae consigo esta revolución.
Los
gobiernos, organismos internacionales competentes (por ejemplo, la OIT o la
ONU) e incluso el sector privado deben de unir esfuerzos para buscar el
bienestar de la ciudadanía, y contrarrestar la creciente preocupación de la
población a la llegada de la automatización de procesos y el reemplazo
de la fuerza humana de trabajo por robots. El buen criterio del sector privado
y público, respaldado de fuertes valores éticos, se convertirán en papel
fundamental para equilibrar la balanza entre el bienestar, desarrollo
tecnológico y beneficios económicos, y el reemplazo laboral.
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