jueves, 4 de julio de 2013

Sólo pasa en las películas… ¿Cierto?


Raúl González Rodríguez



            En la controversial película de Gattaca, lanzada en el año de 1997, la historia toma lugar en un futuro no muy lejano, donde el campo de la ingeniería genética toma un amplio rol en la sociedad a nivel mundial. Esta tecnología modifica los genes adecuados para un buen desarrollo como persona, el ADN entonces,  se convierte en  el indicador del rol como persona en la sociedad, ya no es el nivel económico, sino que todo se encuentra en los genes. El personaje principal, Vincent, una persona concebida sin el uso de esta tecnología – o sea de manera natural, o “hijo de dios” – sufre de enfermedades que ya casi se logran erradicar por completo, gracias a la manipulación de genes, como la miopía y otras enfermedades del corazón, por lo que su esperanza de vida, indicada por los especialistas al nacer, era de aproximadamente 30 años.  
            El problema se centra en que las personas carecían de derechos en muchos sentidos, de manera laboral, les eran otorgados los trabajos en los que no se era necesario tener mucha habilidad y no podían aspirar a nada más, usualmente eran los conserjes, ayudantes y mandaderos. En una sociedad donde el ADN lo es todo, es casi imposible para ellos poder cumplir sus sueños y metas personales, como las de nuestro amigo Vincent, quien siempre soñó con ser un astronauta, pero debido a que no era una persona “válida” le era imposible ingresar a la Corporación Aeroespacial de Gattaca, donde el único requisito para entrar, o el modo de selección de los estudiantes, es por medio de un examen de orina, pues ahí se ve reflejado el perfil de la persona, según su ADN, donde era claro que Vincent, no podía aplicar, ya que era un “in-válido”.

             La discriminación hacia las personas que nacieron sin la ayuda de dicha tecnología, o sea, de manera natural, sigue tomando lugar, aun cuando se vive en una ciudad avanzada, o como ellos la llaman “súper civilizada”. Es incongruente que en una ciudad donde presumen de su alto nivel de calidad de vida y de avances tecnológicos, sigan padeciendo los mismos problemas de manera más marcada que en la actualidad.
                        La discriminación es una conducta, culturalmente fundada, sistemática y                                 socialmente extendida, de desprecio contra una persona o grupo de                                personas sobre la base de un prejuicio negativo o un estigma relacionado                            con una desventaja inmerecida, y que tiene por efecto (intencional o no)                              dañar sus derechos y libertades fundamentales (Rodríguez, 2005, p. 23).
            Tal y como lo dice Jesús Rodríguez en la cita anterior, el grupo afectado es el de los llamados “in-válidos” o “de-gene-rados”, a quienes se les llama así de manera despectiva. Sin embargo, ¿Es justo tratar a este grupo de personas, sólo por no tener los genes “perfectos”?
Todas las personas tienen uso de la razón, con genes modificados o no, por lo tanto las personas tienen autonomía y a su vez el “valor intrínseco” de la dignidad. La autonomía y la libertad van de la mano con el ser racional, quien es capaz de discernir entre lo bueno y lo malo, para poder sobrellevar sus decisiones y autogobernarse (Gordillo, 2008, p. 237), siguiendo esta lógica, originalmente presentada por el filósofo alemán Immanuel Kant, todas las personas tienen igual valor, aunque no hay que confundir valor con precio, ya que éstas no se encuentran a la venta.
El valor de las personas se toma en cuenta en que ellas tienen deseos, metas y otras cosas que tienen valor para ellas, y son esos fines humanos los que le dan valor (Rachels, 2009, p 207), “all persons are to be treated as ends in themselves, and never as means only” (Scruton, 2001, p. 119), en este mismo enfoque, si no se respeta la racionalidad de la persona, se puede considerar una manipulación hacia la misma, a quien se le usa para obtener fines propios, pasando por encima de su autonomía.
            Desde el punto de vista de la sociedad, ésta considera que sus acciones se justifican, pues el objetivo principal por el cual realiza la ingeniería genética, es para poder erradicar las enfermedades congénitas, como las ya mencionadas anteriormente, así la humanidad se limpiaría de estas enfermedades que lo han estado limitando; así pues, aquellas personas que nacen de manera natural, dejan al azar este tipo de problemas y atrasarían el intento de purificar a la raza humana.


Lo que las personas no se dan cuenta es que aquellas que fueron concebidas con genes adecuados (por elección de los padres), al momento de nacer según sus habilidades físicas y mentales, son clasificadas para cierto tipo de trabajos, donde desde pequeños se les va inculcando sobre lo que se convertirán una vez que alcancen la edad adulta y se vuelvan productivos. A ellos no se les da la oportunidad de elegir libremente lo que quieren hacer con su vida, pues ya lo hicieron por ellos.
            La ciudad, que evidentemente cuenta con una mentalidad utilitarista, cuyo principio de utilidad “aprueba o desaprueba cualquier acción, según la tendencia que tenga para aumentar o disminuir la felicidad” (Rachels, 2009, p.149), debido a que se tiene esta ideología, los hechos y decisiones tomadas por la sociedad son vistas como correctas, ya que lo único que se toma en cuenta son las consecuencias, el fin de las acciones, vistas en qué tanta felicidad se obtuvo o se perdió, ellos toman en cuenta que es necesario que se erradique la práctica de los nacimientos naturales y debido a esto, el mal trato que obtienen los que nacieron de esta manera, es justificado, pues su infelicidad no se compara con los altos niveles de felicidad que le traería al resto de la humanidad.
Mientras el utilitarismo defiende la postura de la ciudad y de las organizaciones e instituciones que la operan, Kant entra al juego con su imperativo categórico, haciendo reflexionar a las personas que actúan de manera injusta y discriminatoria hacia otros, haciéndoles la pregunta ¿Te gustaría que te hicieran lo mismo a ti?, si logran contestar con un sí, entonces hazlo, de otra manera ¿por qué yo sí puedo hacerlo y los demás no? Kant establece que hay que obrar con respecto a que nuestras acciones se conviertan en leyes universales y esta manera de actuar aplica para todos los seres racionales y no es posible deslindarse de ella; además Kant defiende el respeto hacia las personas, pues considera que “los seres humanos ocupamos un lugar especial en la creación” (Rachels, 2009, p. 205). Ambos tipos de personas mencionados, tienen la capacidad de hacer uso de la razón, por lo tanto, ambas tienen el mismo valor como personas, tienen autonomía, pueden poner sus propias reglas para actuar y no dejarse llevar por las que otros les impongan.


En el tema de los Derechos Humanos, las organizaciones atentan contra los derechos de Segunda Generación – son aquellos que apelan al principio de igualdad, y se basan en los derechos económicos, sociales y culturales (Fernández, 1997, p. 684) – pues se les prohíbe que se desenvuelvan de la manera en que ellos quisieran de manera laboral y económicamente para cumplir así sus metas.
            Los hechos que envuelven la vida en sociedad del grupo de los “no-válidos”, son completamente lo contrario a lo dice la justicia desde una perspectiva sociológica, que defiende la igualdad de oportunidades y la liberación de situaciones humillantes (Gil, 1999, p.151); las oportunidades como se ha mencionado anteriormente, no son iguales o están ausentes y son tratados de manera denigrante, son objeto de constantes burlas y malos tratos por parte del otro grupo social.

            En suma de lo anterior, se llega a la conclusión de que todos los humanos tenemos derecho a ciertas cosas – por el simple hecho de estar vivos – y que no se nos pueden quitar a cambio del beneficio de unos cuantos. Mientras más se eviten este tipo de problemas y se trate con mayor igualdad a las personas dentro de una misma sociedad, mejor será la calidad de vida de la misma, pues ya no se ven al resto de los grupos sociales/culturales como una carga, sino como un complemento y así tenga lugar un desarrollo más equilibrado a nivel personal como en sociedad.


Referencias

DeVito, D. & Niccol, A. (1997). Gattaca. Estados Unidos de América: Columbia Pictures.

Fernández, E. (1997). Derechos humanos: ¿Yuxtaposición o integración? Madrid.

Gil Martínez, R. (1999). Valores humanos y desarrollo personal. Madrid: Escuela Española.

Gordillo,  L. (2008). ¿La autonomía, fundamento de la dignidad humana? En             Cuadernos de Bioética (pp. 237-253). Recuperado de             http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32513404

Rachels, J. (2009). Introducción a la filosofía moral. México: FCE.

 Rodríguez, J. (2005). Definición y concepto de la no discriminación. El Cotidiano,             noviembre-diciembre, 23-29.

Scruton. R. (2001). Kant. A very short introduction. New York: Oxford.



No hay comentarios:

Publicar un comentario