jueves, 9 de septiembre de 2010

¿Máximas Universales?

La homosexualidad es la unión afectiva, corporal y/o, últimamente, civil entre dos personas del mismo sexo. Dicha unión es motivada por la elección personal, y no, como antes se creía, por influencia del padre de la psicología moderna, Freud, por una predeterminación genética. El deseo de estar ligado con una persona es un acto voluntario, porque como lo dice la misma palabra, la existencia del deseo requiere que el individuo ejerza un acto de volición, negando así la teoría de que la atracción a una persona del mismo sexo sea involuntaria.

El matrimonio entre homosexuales es naturalmente incorrecto, ya que una de las causas primeras del matrimonio es que el producto de la procreación entre el hombre y la mujer nazca en un ambiente de protección, óptimo para el desarrollo integral de esa futura persona. Por lo tanto, si se considera la unión legal entre homosexuales, la institución del matrimonio pierde su razón de ser, ya que evidentemente a dos individuos del mismo sexo les es imposible la procreación, siendo así totalmente absurda la idea del matrimonio entre hombre-hombre y mujer-mujer.

Fundamentar como valida dicha unión en la relación sentimental y amorosa entre dos individuos, sería permitir que la misma fundamentación sea extendida a cualquier relación afectiva entre cualquier ser. Siguiendo dicha idea, debería entonces estar permitida la poligamia, el matrimonio entre humano-animal, humano-cosa, humano-idea (¿Dios?) o consigo mismo. No es necesario señalar la irracionalidad de este concepto.

Desde el punto de vista de la naturaleza de la persona es igual de deplorable. Inclinándonos hacía el Iusnaturalismo, aceptamos la idea de que hay ciertas leyes determinadas, como dijo Justiniano, inscritas en el corazón de cada ser, que no han sido escritas por un ser físico y han existido intemporalmente, y que tienen que ser seguidas por los que existen para su desarrollo armónico y la consecución de su último fin, que es la verdad. En otras palabras, se habla del funcionamiento natural de las cosas. El funcionamiento natural de las relaciones entre cualquier especie y preservación de las mismas se da gracias a la unión de seres del sexo opuesto, ya que ¿cómo sería posible que exista el mundo como es conocido sin los evidentes beneficios de la unión heterosexual? Si la valoración antinatural que se le da a la homosexualidad en el mundo contemporáneo hubiera ocurrido desde la antigüedad, la ya débil existencia antropológica hubiera visto su ocaso desde hace mucho tiempo. En la utopía de un mundo homosexual, en el que no hubiera heterosexuales ¿qué sucedería cuando se terminara el acervo de adopción? Lo dejo a su consideración.

La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sido un acto demagógico puro. La dominante idea globalizada de la aceptación de la unión homosexual, con todos los derechos del matrimonio, presionó socialmente e internacionalmente de tal manera a estas once personas que acabó con someterlas, haciéndolos tomar la decisión menos conflictiva. Estoy de acuerdo que un gobierno ejerza una ideología teleológica, ya que resulta de lo más eficiente para el manejo de los gobernados y hacer prosperar al Estado. Sin embargo, dejar a un lado ciertos principios que han sido el fundamento natural de cualquier sociedad a través de la historia, únicamente conlleva a un subjetivismo en donde cualquier idea puede llevar el nombre de verdad, cimentando débilmente con ella a una nación, que con cualquier izquierdazo acabará en el piso.


Jesús Jiménez

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