Mariajosé Plasencia González- Rubio
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México bajo La Ley de Herodes
Mordida, trampa, “comprar”, soborno, extorsión, mentira, corrupción, fraude; todas estas palabras forman parte del vocabulario y de la vida cotidiana de cualquier mexicano, desde niños de cinco años hasta personas adultas.
Hay varios países en donde estas actividades las relacionan y las identifican como parte de la cultura mexicana y de América Latina. Se cree que es algo con lo que nacemos y se nos inculca desde chicos, a tal grado que si uno revisa una guía turística aparecen varias advertencias dirigidas a extranjeros sobre la cultura en México y las precauciones que se deben tomar, respecto al soborno y corrupción.
Ha habido varios intentos por parte del gobierno para terminar con la corrupción, que es de los problemas más latentes. Se han creado nuevas leyes como: Ley de Acceso a la Información y la Ley del Servicio Civil, otro ejemplo es la campaña que lanzo CANACINE en contra la piratería.
En mi opinión son buenas iniciativas, es un comienzo, pero creo que el problema tiene un origen más profundo, es un problema que se vive día a día en la vida cotidiana de cada persona, en el seno de cada familia, en el trabajo, en los colegios o en la calle; es el reflejo de una moral deficiente y de una falta de valores como responsabilidad, honestidad, lealtad y respeto. México desgraciadamente no se distingue por ser un país democrático en vías de progreso, pues vivimos ante un espejismo de progreso pero lo que de verdad se vive detrás del telón se puede resumir con una frase de la película mexicana “La Ley de Herodes”, de Luis Estrada: “¡…la ley de Herodes, o te ch&!*% o te jodes!”.
Si se espera cambiar y disminuir la corrupción, no creo que la solución venga de arreglar los sectores públicos, se debe de trabajar en la raíz del problema, se debe de cambiar y reeducar a las personas desde el seno familiar y dentro de las escuelas y universidades. No es algo fácil y no creo que se pueda hacer de un año a otro, como proponen muchos políticos, es un problema ya tan instalado en los cimientos del país, que va tardar muchos, muchos años en cambiar. Pero se debe de mantener la esperanza de que si hacemos algo al respecto ahora, y empezamos educando desde las familias, valores morales y cívicos, algún día no muy lejano nos vamos a sentir orgullosos de ser mexicanos.
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