miércoles, 8 de septiembre de 2010

No hay nada más cómodo para un gobierno que la ignorancia de su pueblo.

Por Johanna Barba Vázquez A01222976, grupo 9

La educación es central para el éxito de la sociedad y de los individuos. Es el proceso necesario para la concienciación cultural, moral y conductual. Gracias a ella, la persona puede desarrollar sus aptitudes de la mejor manera posible para ejercer un rol en la sociedad, contribuyendo al funcionamiento de los sectores de la comunidad como la economía, política, investigación, etc.

Lamentablemente, ese es uno de los sectores en los que el país es más deficiente: a nivel mundial, es de los países con peor sistema de educación. En una encuesta de entre 42 países, México quedó en el número 33 en lo que a la preparación de maestros respecta. Nuestro promedio de educación como país es de primero de secundaria.

Entre los problemas que causan la mediocridad del sistema, está la inversión destinada a la enseñanza. Para someterlo a una comparación, en el país se destinan 32 mil pesos anuales por alumno, mientras que en los Estados Unidos se invierten 170 mil, en España 93 mil, y en Lituania 42 mil. Estamos por encima de países como Rumania, Bulgaria y las Filipinas de acuerdo con el Compendio Mundial de la Educación de 2008 hecho por la UNESCO.

Los índices de deserción escolar son altísimos: de cada 100 niños que entran a la primaria, sólo 13 de ellos se gradúan de una universidad. 12 millones de niños de entre 6 y 12 años no estudian, mientras que el 22% de los alumnos que entran a primaria no la terminan y a su vez, del porcentaje restante, 32% no termina la secundaria.

Las causas principales por la que se da este fenómeno son la falta de acceso equitativo, sobre todo en las comunidades rurales; y la pobreza de la mayor parte de la población, es decir, los niños dejan la escuela para trabajar y así poder contribuir económicamente a su familia. Esto empuja al sector desfavorecido a buscar una fuente de ingresos en la economía formal, lo cual a su vez genera crimen y violencia.

Para que un país pueda garantizar bienestar, estabilidad, genere empleos y tenga un crecimiento económico favorable, es necesario que sus ciudadanos estén bien preparados para ello con un buen sistema de educación íntegro, gratuito y de igual acceso para todos. Es nuestro deber y derecho como ciudadanos exigir y obtener la preparación necesaria para enfrentar los retos que se presentan al formar un país próspero, todo esto de manera ética, buscando el bien común. Si no nos exigimos a nosotros mismos ser lo mejor que podemos, ¿realmente tenemos el derecho de quejarnos?

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