martes, 28 de agosto de 2012

El primero en la Fila.


por Santiago Santana.

Alguna vez, el sueño americano fue aquel objeto de deseo en las personas de conseguir la vida perfecta, en un país libre y con mucho futuro por delante, donde las decisiones que ellos tomen con respecto a su vida los llevarían por el camino de la prosperidad, el triunfo personal y la trascendencia familiar. Miles de personas han cruzado las fronteras de Estados Unidos por conseguir un pedazo de esa tierra bendita llena de oportunidades, de hecho, Estados Unidos en sí fue creado por inmigrantes tratando de salir de la ecuación.

Si se pudiera resumir el actual panorama de lo que llaman todos “el sueño americano”, se podría resumir en una palabra: Poder. Cuando el ser humano descubrió que uno sólo podía tener control sobre otras personas o sus situaciones para crear un espectro de éxito alrededor de él, el poder nació, y el hombre lo acogió en sus brazos, cuidando de él y alimentándolo cada vez más, sin saber que ese nacimiento llevaría a cualquier persona a los rincones más oscuros de su humanidad.

En cualquier historia donde hay poder sin considerar cualquier cuestión moral o ética, encontramos situaciones muy peculiares donde una persona comienza con lo que podemos llamar el efecto “de la vista gorda”.

Wall Street comenzó con solidez y llegó a ahogarse en la especulación, el gran problema fue cuando olvidaron que todo lo que se hace ahí dentro es para la sociedad en la que viven, y no para su beneficio personal; el efecto “vista gorda” transformó la manera de pensar de todas las personas más importantes dentro del desarrollo de las transacciones financieras, desde los académicos que enseñaban a economistas en desarrollo hasta aquellos que fueron instituidos para darle un supuesto sentimiento de seguridad a las personas que se involucrarían económicamente con estos empresarios.

Todo cayó en crisis cuando descubrieron la oportunidad de re-contextualizar aquel poder que creció con ellos; la ambición de unos pocos y su latente necesidad de poder nubló su juicio a tal punto que ni siquiera sabían que contestar cuando se les preguntaba ¿porqué cometieron fraude, porqué robaron? El economista tiene la responsabilidad de tener el poder del dinero en sus hombros, y no solamente su dinero, sino el sistema financiero que mantiene a flote cualquier nación; Etzioni* escribe cómo incluso la gente que tiene el poder del convencimiento (Marketing) podría estar en problemas si se aplicaran cursos de ética que controlaran esas prácticas laborales, ¿Qué nos dice eso? Vivimos en un mundo diseñado para engañar y redistribuir riquezas únicamente en los que tienen mayor flujo de bienes, y se juega con la sociedad como números o elementos de probabilidad que pueden ser alcanzados si manejados correctamente.

La política y La economía se han convertido en una meta-entidad que rige las reglas de un juego que la mayoría tiene que jugar, mientras sólo unos pocos observan, esperando aquella oportunidad de sacudir el juego para que las piezas caigan de su lado para una vez más, redistribuir las piezas a su gusto sobre el tablero; sin embargo nosotros tenemos la responsabilidad de agarrarnos bien en el juego, y de también observar detenidamente a dónde nos movemos, y porqué; y aunque hay opiniones cómo la de Wallerstein* donde nos define aquel juego como un círculo vicioso del cual no podemos escaparnos y donde nos imponen las leyes del mismo, también nos susurran nuestros derechos, y si ninguna pieza se mueve ellos no tendrán a dónde mirar.

El primero en la fila gana antes y mejor, sólo hace falta un giro de 180 grados a nuestra forma de ver los negocios y los demás factores en la vida para cambiar la dirección de la fila, y la perspectiva hacia donde miramos.

Etzioni, Amitai, (2002) When it comes to ethics, B-schools get an F, The Washington Post.
Wallerstein, Immanuel, (2012) La recuperación económica que no está ocurriendo, La Jornada.

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