por Santiago Santana.
Alguna vez, el sueño americano fue aquel objeto de deseo en
las personas de conseguir la vida perfecta, en un país libre y con mucho futuro
por delante, donde las decisiones que ellos tomen con respecto a su vida los llevarían
por el camino de la prosperidad, el triunfo personal y la trascendencia
familiar. Miles de personas han cruzado las fronteras de Estados Unidos por
conseguir un pedazo de esa tierra bendita llena de oportunidades, de hecho,
Estados Unidos en sí fue creado por inmigrantes tratando de salir de la
ecuación.
Si se pudiera resumir el actual panorama de lo que llaman
todos “el sueño americano”, se podría resumir en una palabra: Poder. Cuando el
ser humano descubrió que uno sólo podía tener control sobre otras personas o
sus situaciones para crear un espectro de éxito alrededor de él, el poder
nació, y el hombre lo acogió en sus brazos, cuidando de él y alimentándolo cada
vez más, sin saber que ese nacimiento llevaría a cualquier persona a los
rincones más oscuros de su humanidad.
En cualquier historia donde hay poder sin considerar
cualquier cuestión moral o ética, encontramos situaciones muy peculiares donde
una persona comienza con lo que podemos llamar el efecto “de la vista gorda”.
Wall Street comenzó con solidez y llegó a ahogarse en la
especulación, el gran problema fue cuando olvidaron que todo lo que se hace ahí
dentro es para la sociedad en la que viven, y no para su beneficio personal; el
efecto “vista gorda” transformó la manera de pensar de todas las personas más
importantes dentro del desarrollo de las transacciones financieras, desde los
académicos que enseñaban a economistas en desarrollo hasta aquellos que fueron
instituidos para darle un supuesto sentimiento de seguridad a las personas que
se involucrarían económicamente con estos empresarios.
Todo cayó en crisis cuando descubrieron la oportunidad de
re-contextualizar aquel poder que creció con ellos; la ambición de unos pocos y
su latente necesidad de poder nubló su juicio a tal punto que ni siquiera sabían
que contestar cuando se les preguntaba ¿porqué cometieron fraude, porqué
robaron? El economista tiene la responsabilidad de tener el poder del dinero en
sus hombros, y no solamente su dinero, sino el sistema financiero que mantiene
a flote cualquier nación; Etzioni* escribe cómo incluso la gente que tiene el
poder del convencimiento (Marketing) podría estar en problemas si se aplicaran
cursos de ética que controlaran esas prácticas laborales, ¿Qué nos dice eso? Vivimos
en un mundo diseñado para engañar y redistribuir riquezas únicamente en los que
tienen mayor flujo de bienes, y se juega con la sociedad como números o
elementos de probabilidad que pueden ser alcanzados si manejados correctamente.
La política y La economía se han convertido en una
meta-entidad que rige las reglas de un juego que la mayoría tiene que jugar,
mientras sólo unos pocos observan, esperando aquella oportunidad de sacudir el
juego para que las piezas caigan de su lado para una vez más, redistribuir las
piezas a su gusto sobre el tablero; sin embargo nosotros tenemos la responsabilidad
de agarrarnos bien en el juego, y de también observar detenidamente a dónde nos
movemos, y porqué; y aunque hay opiniones cómo la de Wallerstein* donde nos
define aquel juego como un círculo vicioso del cual no podemos escaparnos y
donde nos imponen las leyes del mismo, también nos susurran nuestros derechos,
y si ninguna pieza se mueve ellos no tendrán a dónde mirar.
El primero en la fila gana antes y mejor, sólo hace falta
un giro de 180 grados a nuestra forma de ver los negocios y los demás factores
en la vida para cambiar la dirección de la fila, y la perspectiva hacia donde
miramos.
Etzioni, Amitai,
(2002) When it comes to ethics, B-schools
get an F, The Washington Post.
Wallerstein, Immanuel, (2012) La recuperación económica que no está
ocurriendo, La Jornada.
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