Todavía
palpable los efectos que la crisis de 2008 tiene en el mundo. Mucho se ha
hablado y estudiado respecto de las causas que la originaron: también, mucho se
previó acerca de las posibles consecuencias que podría llegar a generar. No
obstante lo mucho o poco que se estudio lo cierto es que la crisis ha
revolucionado el modo de cómo se ven los negocios en nuestra actualidad.
En
efecto, es posible atribuir en resumen, a una sola causa: la falta de ética en
los negocios. Sin lugar a dudas una de las causas que acarreó el problema que
en 2008 aquejó (y aun hoy nos aqueja) es la desregularización del mercado
financiero. Así es, en 1980 con la naciente tendencia neoliberal el gobierno
norteamericano inicio una campaña cuyo principal objetivo era el libre mercado
en su máxima expresión. Poco a poco las leyes que controlaban al mercado
financiero y sus instituciones fueron despareciendo; finalmente el mercado
colapso.
Pero
a qué se debió dicha desregularización, definitivamente no fue cuestión de moda
o tendencia gubernamental, fue cuestión de poder y dinero. Poder y dinero pos
sí solos no generan un gran problema social, lo que lo genera es la ambición
desmedida de aquellos que por obtenerlos están dispuestos a hacer cualquier
cosa. Ahí es donde la ética en los negocios cobra un papel importante, más aún
que una rígida regulación en la materia.
En
primer término nadie puede asegurarnos que los grandes capitales respetaran las
normas que se establezcan, o más aún si serán castigados cuando infrinjan las
leyes. Llega un punto en el que la autoridad gubernamental deja de surtir
efectos, un punto en el que la ética debe prevalecer; un punto en el que no se
deben acatar las normas por miedo a ser castigado, sino que su respeto se debe
a ese deber superior.
Después,
tenemos que en nuestra actualidad que entre la mayoría de los altos
funcionarios encargados de regular la banca existe un conflicto de intereses;
éstos deben a los grandes capitales su formación. Luego entonces, aun
existiendo normas que limiten el mercado, no existen órganos capaces de vigilar
su cumplimiento.
Finalmente,
y abonando a lo ya narrado, tenemos que el sistema mediante el cual las grandes
instituciones financieras operan, no les genera ninguna pérdida ni afectación,
aun cuando manejen capitales de alto riesgo. En palabras de Frank Partnoy: “You're gonna make an
extra $2 million a year, or $10 million a year for putting your financial
institution at risk. Someone else pays the bill, you don't”.
Así
pues, tomando en consideración lo anterior, podemos concluir que la crisis
financiera del 2008 se vio generada por: a) una regularización del mercado; b)
un sistema rapaz controlado por unos pocos; y c) que estos pocos no vieron
mermado su patrimonio y mucho menos fueron responsables por sus consecuencias.
Efectivamente, dichos problemas no tienen como base fundamental el error de un
gobierno o de la ciudadanía; pues aun existiendo una fuerte regulación o un
interés ciudadano los efectos podrían preverse de la misma manera. Es de
concluir entonces que la raíz del problema es una constante y profunda falta de
ética en todas las esferas sociales.
En
definitiva, si es deseo de esta actual sociedad prevenir una catástrofe como la
vivida en 2008, tenemos que apostar al valor y conciencia humanos, apostar por una
sólida ética en los negocios. Lógico es que si las autoridades regulatorias,
los ciudadanos, y primordialmente las grandes corporaciones se legaren a regir
por un sistema de mercado basado en la ética, la consecuencia natural es un
mercado financiero íntegro y sano.
Bibliografía:
Ferguson, Charles (2010) Inside
Job. Catálogo en línea. 25 de Agosto de 2012. Recuperado de: http://vimeo.com/27292661
Amitai Etzioni. The Washington Post. 4 de Agosto de 2002
recuperado de: http://www2.iadb.org/Etica/SP4321-i/DocHit-i.cfm?DocIndex=345
Wallerstein, Immanuel. La
jornada. 25 de Agosto de 2012. Recuperado de: http://www.jornada.unam.mx/2012/08/19/opinion/026a1mun
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