En la actualidad y desde hace ya muchos años podemos observar que en la mayoría de las empresas se trabaja arduamente día a día para generar estrategias de venta, producción y ventajas competitivas para generar un producto, este desarrollo busca impactar como medio en la sociedad con el objetivo de lograr la maximización de ganancias para la empresa.
Y mi pregunta es, ¿Qué se hace con todo ese dinero que se genera de la capacidad del hombre? ¿Qué utilidad se le da a ese artefacto que da poder a la persona que lo posee? ¿Cuántas personas se ven beneficiadas con dichos ingresos? ¿Tendrá sentido tener dinero para ser utilizado en seguir generando ingresos cíclicamente?
Si analizamos este contexto desde el punto de vista del imperativo categórico nos damos cuenta que la economía mundial se ha centralizado en tratar al ser humano como medio y no como un fin. Las empresas buscan el consumismo, sin importar si se entrega un valor agregado que pueda aportar de manera significativa a la sociedad.
Desafortunadamente aquí entran dos vertientes, el negocio es un medio de vida, y es el sustento de personas inversionistas que han tenido la visión de generar recursos a través del esfuerzo de un grupo de personas. Al mismo tiempo estas organizaciones generan empleos que significan el medio por el cual se da el sustento al mayor parte de la población. Sin embargo las grandes ganancias obtenidas por la minoría (Dueños y grandes directivos de las mismas, personalidades de gobierno, etc.) solo generan riqueza un pequeño sector de la sociedad. Esos ingresos sobran y cubren la totalidad de necesidades y lujos que puedan darse, ¿y con lo demás qué se hace? ¿Por qué no se puede invertir en la educación? ¿Porque no se puede invertir en la comunidad? ¿Qué pasaría si las grandes empresas nos preocupáramos por aumentar la calidad de vida de las personas a través de programas que garanticen la autonomía de los ciudadanos?
Desde mi particular punto de vista generaríamos mayor competencia, generaríamos más y mejores empleos, la autonomía se vería reflejada en el dinero que circula a través de la sociedad teniendo un mejor reparto del poder, ¿y a quien perjudicamos?, a nadie absolutamente a nadie. Las empresas seguirán siendo líderes y la confianza que hemos perdido como seres humanos regresaría de tal manera que la sociedad tomaría como ejemplo a la empresa líder, a tal grado que se seguirían regenerando esos ingresos, ¿por qué? Porque el ciudadano se sentiría parte fundamental del desarrollo de su comunidad al comprar o consumir un producto. Y si ya logramos este objetivo, en poco tiempo generaríamos más empresas, más entidades que bajo este mismo régimen seguirían reinvirtiendo en el mismo proceso y más personas a través del consumo estarían aportando y aportando a la sociedad.
Al final de cuentas estos ingresos cíclicos de los que hablábamos al principio volverían al lugar de donde siempre han sido, solo que al momento de regresar, ese dinero, ese poder, ese artefacto ya habrá recorrido y aportado a otros sectores de la sociedad, y como decimos en México, ¿si el dinero hablara? nos contaría un mundo de experiencias.
Y esto se volvería una cadena sin fin, se lograría la igualdad que tanto anhelamos y se resolverían las preguntas que se generaron en el Foro Económico Mundial de Davos: ¿cómo asegurar la sustentabilidad?, ¿cómo aumentar la seguridad?, ¿cómo crear un marco de valores? y ¿cómo construir instituciones efectivas?”… Aquí encontramos la respuesta. Actuemos.
Edson Alberto González Hernández
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