domingo, 6 de febrero de 2011

Juan Pablo Martinez Gonzalez ¿Y dónde quedaron los buenos?

¿Y dónde quedaron los buenos?

Todos los días, cada semana, a todas horas, sin importar que llueva, o sea un día soleado, nos encontramos o escuchamos de casos de impunidad. En algunos de ellos, las autoridades se hacen de la vista gorda y simplemente deciden no intervenir ni siquiera en el inicio de proceso de investigación, y muchas otras veces, por desgracias, son las mismas autoridades los que terminan por dañar nuestra integridad pidiéndonos soborno, agravando o inventando faltas.

México, por desgracia, se distingue por una característica peculiar con respecto a l trato y respeto a sus autoridades. En nuestro país, ya no le tenemos ninguna clase de admiración o estima a los policías (esto dicho de manera generalizada a partir de los comentarios de un gran sector social), bueno en realidad no es solo a los policías, esto también ocurre con una gran parte de los servidores públicos, ya sean oficiales de tránsito, burócratas y demás.

Si hacemos una comparación entre lo que representa la figura de un policía en Estados Unidos y lo que hoy en día impone uno en México, podemos encontrar que en el vecino país del norte es un trabajo por demás admirado. En situaciones de adversidad, la presencia de un oficial es señal de orden y solución a un problema, mientras que en México, la llegada de un oficial policiaco o de transito representa miedo y angustia.

Una gran parte de los oficiales en nuestro país (no digo todos ya que se debe aclarar que existe aún una gran parte de la autoridad que en realidad si está interesada en realizar de muy efectiva forma si labor) olvidan las clases de ética básica ciudadana, o civismo, que recibieron a lo largo de su vida como estudiantes. Olvidan los principios morales instruidos en casa. Prefieren dejar de lado todos los preceptos al momento de portar el uniforme, y la placa se convierte en su insignia de impunidad y autoritarismo colérico.

No creo que sea tan complicado actuar con responsabilidad, con honestidad. No estoy hablando de ponerse en medio de cada bala disparada por un criminal, simplemente como ciudadanos esperamos que el oficial no se acerque a nosotros solo para inventar una serie de “faltas” para que por último nos diga “ayúdeme a ayudarle” retirándonos como mínimo “una Sor Juanita” de nuestra cartera. Me pregunto ¿cómo le hacen para olvidar la más mínima ética ciudadana?

También esperamos que cuando un ciudadano en realidad falló con el cumplimiento de las reglas se le multe, pero eso debe suceder, debe ser multado con un folio, y que se pague la multa, no una mordida.

Para que el país de verdad avance, se necesitan figuras que no reflejen un poder torcido; deben representarnos autoridad gracias a que nosotros los respetamos y admiramos. Necesitamos figuras que nos den confianza y esperanza. El acto del soborno debe de quedar en el pasado como un oscuro pasaje de nuestras vidas. Así como no es ético recibir un soborno, mucho menos lo es ofrecerlo.

Recordemos nuestros valores éticos, recordemos lo que nos dicta la moral. No olvidemos lo importante que es pensar en los efectos de nuestras acciones. Una buena acción a conciencia siempre debe de tener consecuencias positivas para los que están a nuestro alrededor, y son estas mismas acciones las que nos harán crecer como sociedad. Una sociedad fiel a sus raíces, que estará en una búsqueda constante de la mejora colectiva, en búsqueda de ser una sociedad modelo para otros paises y todo gracias a la simple practica de la honestidad. Simplemente enseñemos desde la base familiar y escolar a los niños que tenemos una conciencia moral y no solo debe de salir en navidad, o en otras fechas; es el mejor de los inicios.

Hoy en día, estamos alimentando un vicio que poco a poco terminará por consumirnos a nivel particular, y general. Cavamos nuestra propia tumba. En un futuro no muy lejano, si no actuamos pronto, no habrá diferencia entre “los buenos y los malos”, y en esos días de incertidumbre, simplemente no sabremos y nos preguntaremos ¿dónde quedaron los buenos?

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