jueves, 5 de mayo de 2011

Consumismo. Un problema ético y social. Ilse Spangler

Consumismo. Un problema ético y social.

Abstract

El consumismo representa hoy en día uno de los factores que ha conducido y sigue conduciendo al mundo hacia un escenario poco sustentable donde la supervivencia de la especie pende de un hilo dadas las condiciones precarias en que el planeta puede terminar por la sobreexplotación de recursos y la contaminación. Pero además de ser un gran problema ambiental y económico, el consumismo representa también un problema social que divide a los pueblos y los polariza y frente a esta situación, la filósofa española Adela Cortina hace una propuesta con 4 perspectivas éticas, una de ellas de su propia autoría. En el presente ensayo se pretende contrastar y comparar las diferentes perspectivas con el contexto de lo que se ha vivido y se podría vivir de seguir consumiendo de manera tan desmesurada.

Desarrollo

El consumismo puede ser definido como el “Afán por comprar bienes indiscriminadamente, aún sin ser necesario adquirirlos”. [1] Hoy en día el consumo juega un papel sumamente importante en las sociedades contemporáneas cuyos valores giran en torno a un modelo económico capitalista que por alguna razón sigue rigiendo al mundo globalizado. El caso es que el consumismo ha llevado de la mano al planeta hasta el filo de un abismo ecológico, social y económico que cada día se vuelve más evidente, y por el cual es necesario luchar. Pero naturalmente, ir en contra de un proceso que se ha vuelto tan cotidiano en la vida diaria de las personas no es cosa fácil y cabe preguntarse en lo que sería necesario hacer para frenar esta súper tendencia que viene arrastrando al mundo desde el siglo pasado, con el fin de conducir al mundo por un sendero mucho más sustentable y hasta cierto punto ético.

Si bien las injerencias del consumismo en el medio ambiente y la frágil economía mundial resultan por demás notorias y obvias no es tan sencillo comprender cómo el consumismo ha impactado la sociedad no solamente del mundo occidental sino que de todo el planeta; y para esto es necesario analizar las posturas éticas que lo rodean así como la historia. Y asimismo es menester preguntarse ¿si es realmente necesario ir en contra del consumismo? En este ensayo se plantea abordar el tema con un enfoque meramente social que se base en el impacto económico y ecológico para así poder justificar la postura ética y que al tiempo tome en consideración el tipo de sociedad que resultaría de la misma.

Marvin Harris señala en su libro “Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de la cultura” que el consumismo comienza a surgir cuando el capitalismo inicia una carrera por acumular riquezas generadas por el trabajo. Estas riquezas comenzaron a generar un despilfarro en bienes materiales que fueran ostentosos y notorios para de esta manera demostrar el estatus social al que pertenecían (Harris, 1974, p.118-119). Hoy en día la situación mundial es cada vez más bipolar entre los ricos que pueden adquirir bienes y la gente que vive en la pobreza cuyos salarios e ingresos son bajos y por lo tanto los privan de aquellos bienes de consumo. Harris asimismo habla de un cambio social en la idiosincrasia de las clases media y baja quienes idealizaban al hombre ahorrador que se oponía al despilfarro, señala en esa misma secuencia de ideas que conforme el consumismo fue ganando popularidad “La publicidad y los medios de comunicación de masas aunaron sus fuerzas para inducir a la clase media y baja a dejar de ahorrar y a comprar, consumir, despilfarrar o gastar cantidades de bienes y servicios cada vez mayores. De ahí que los buscadores de status de la clase media confirieran el prestigio más alto al consumidor más importante y más conspicuo” (Harris, 1974. P. 119). De la misma manera en un artículo publicado por Adela Cortina en 1999 para el periódico El País, la autora cita a Veblen al hablar de cómo el consumismo se apodera de las clases media y baja por temor a la exclusión social y por un anhelo de asemejarse a las clases altas (Cortina, 1999).

En ese mismo artículo Adela Cortina señala las diferentes posturas que orbitan alrededor del consumismo y que tanto lo defienden como lo condenan. Cortina habla de 4 posturas éticas básicas. La primera se refiere al círculo viciado que va de consumo a producción y de producción a esclavitud, y que ataca al consumismo por ser ilusorio puesto que es difícil para las personas distinguir entre necesidades vitales verdaderas y falsas. Éstas últimas son de carácter social que existen solamente por la fuerza que la sociedad ejerce sobre el individuo y que lo llevan a creer que con la adquisición de bienes materiales alcanza la felicidad. La postura anti-hedonista que Cortina describe habla de la inocuidad de considerar los bienes materiales tan básicos como lo son la alimentación, el vestido y la vivienda para alcanzar la felicidad. La segunda es justamente opuesta; llamada ética del capitalismo la cual consagra al consumismo como la “democracia económica” en la cual el consumidor decide y exige lo que quiere mediante lo que Cortina llama “voto-peseta”. Esta segunda ética, sustentada en el liberalismo, fomenta la libertad que es el “valor supremo de una sociedad moderna” (Cortina, 1999).

Por otra parte la tercera postura ética descrita en el artículo se relaciona directamente con el utilitarismo en el que se consume lo que genere mayor provecho al mayor número de personas. Esta postura encuentra oposición en que es imposible universalizarla y que por lo tanto no hay justicia en el mundo consumista puesto que la justicia es para todos no sólo para las mayorías. Y por último Adela Cortina propone su propio modelo ético al que llama “ética de consumo” en el cual el consumo es regulado por una especie de justicia distributiva al tiempo que el conocimiento sobre los bienes materiales se institucionaliza; una ética que se incline más hacia alcanzar una buena calidad de vida mediante el consumismo que a acumular una copiosa cantidad de bienes. (Cortina, 1999)

Una ética anti-hedonista, una deontológica que defiende el liberalismo, una utilitarista con indiferencia hacia la universalidad, o una ética de consumo con carácter de justicia distributiva; cada una de ellas con diferentes concepciones sobre el consumo ¿pero cuál de ellas es más acertada? Es necesario considerar los alcances del consumismo como una tendencia global para poder responder a la pregunta anterior.

Primero que nada uno de los efectos que tuvo el consumismo sobre el mundo fue toda la revolución ocurrida en pleno siglo XIX que culminó con la industrialización de los países europeos que abarató los precios como consecuencia de la creciente demanda. Esta misma industrialización condujo a las sociedades inglesa y francesa, por ejemplo, a endurecerse con la clase trabajadora cuyas condiciones de vida empeoraron considerablemente. Si aunado a esto se toma en cuenta la incrementada contaminación de aire, suelos y agua ocasionada por las fábricas y la industria, y que a su vez trajo consigo una ola de epidemias y enfermedades, se tendrá entonces uno de los escenarios más inhumanos que la humanidad haya visto. Esto lo menciona el economista Jeffrey Sachs en su ensayo “Economía para un planeta abarrotado” refiriéndose al problema de crear una sociedad global que luchara por combatir este tipo de escenarios. (Sachs 2008. P. 19)

Francisco José César menciona en su artículo “Cómo el consumismo afecta el medio ambiente” sobre la cadena que va de la demanda de productos a la producción de los mismos la cual requiere de servicios y recursos energéticos que para generarse utilizan los recursos naturales que rápidamente se están agotando. Sachs afirma que esa necesidad de hacer un planeta sustentable terminará dando un gran giro en la sociedad mundial que bien podría devastar a la humanidad o reestructurarla (Sachs, 2008.18). Y es precisamente el consumismo quien ha orillado a este planeta a esa necesidad por la sustentabilidad.

Entonces bien ambos argumentos fácilmente refutan la ética deontológica que toma como referencia a la libertad de consumo como la máxima de la autonomía individual puesto que de seguir con un modelo consumista las consecuencias serían catastróficas y por demás altamente indeseables, además de que, siguiendo el patrón de que mediante el consumo se manifiestan las exigencias de la sociedad, las personas que por motivos económicos no participan de este consumo no tienen voz ni voto en estas exigencias, generando desigualdad. Pero eso no necesariamente significa que las demás estén correctas.

La postura utilitarista resulta arbitraria y poco plausible. En una parte por esta imposibilidad de lograr la universalidad y por lo tanto la justicia, anteriormente descrita, y en segunda instancia porque resulta muy difícil comprender ¿qué resultaría más provechoso para la mayoría de la gente? El consumo tiene como fin satisfacer necesidades pero éstas suelen ser muy variables dependiendo del contexto social e idiosincrático por lo tanto, de aceptarse esta postura ética, todas las naciones e incluso todas las ciudades tendrían necesidades consumistas diferentes que a final de cuentas conduciría al mundo hacia explotar aún más los recursos naturales para satisfacer las necesidades específicas. Esto se resuelve con la ética de consumo de Cortina, aunque ésta última tiende a ser someramente socialista en su intento por unificar y restringir las necesidades humanas para de esa manera limitar el consumo. Nadie puede obligar a alguien a consumir, o mejor dicho, a no consumir aquello que podría satisfacer una necesidad, por banal que ésta sea.

Todo tiende a apuntar que la postura que critica el materialismo y que tiene tintes hedonistas es la mejor solución para enfrentar al creciente problema del consumismo. Adela Cortina habla de la dificultad que representa para las masas discernir entre una necesidad verdadera y una necesidad falsa impuesta por la presión social y hasta cierto punto un complejo esnobista. La autora menciona que sólo un grupo de intelectuales es verdaderamente capaz de comprender esta diferencia y que por diversas razones las masas se sienten apartadas de este grupo de intelectuales. Cortina en su propuesta de la ética de consumo propone una solución que perfectamente se adapta con esta postura de eliminar la relación entre bienes materiales y felicidad: la institucionalización del consumo. Si dejamos de lado estas regulaciones sobre la restricción de consumo de bienes materiales y tomamos esta idea de dotar a los consumidores con la información necesaria de cómo sus compras afectan al panorama ambiental, social y económico para que de esta manera el consumo sea autorregulado e informado. La autora menciona lo siguiente:

El consumidor necesita que le asesoren sobre la naturaleza de los productos, sobre la relación calidad-precio y sobre las consecuencias para él, pero también sobre las consecuencias que tiene el consumo de determinados productos en el conjunto de la sociedad y en el medio ambiente. Por eso, de la misma forma que existen organizaciones preocupadas por el "comercio justo", urge crear y fomentar organizaciones preocupadas por el "consumo justo" (Cortina 1999)

Conclusión

Así, tomar una postura donde el hedonismo y los bienes materiales sean reducidos a las necesidades básicas y quizá una que otra secundaria complementado con una buena información sobre los productos que se compran, por qué se compran, cómo se fabrican, cuánto contaminan, qué hacer con los residuos, etcétera; puede llevar al mundo a finalmente dejar de lado todas estas pretensiones sociales donde las cosas otorgan estatus para de esta manera frenar el gigantesco consumismo de que nuestra sociedad es presa y que hoy en día amenaza grandemente la integridad mundial, para así vivir en un mundo verdaderamente más sustentable y sano que vaya por un buen camino hacia el futuro.

BIBLIOGRAFÍA.

Cesar, F. J. Hidroecología - Portal sobre la Problemática del Agua.Hidroecología - Portal sobre la Problemática del Agua. Retrieved May 5, 2011, from http://www.hidroecologia.com.ar/index.php?accion=articulo&id_categoria=12&id_tema=51&id_subtema=63&id_articulo=409&esping=esp}

Cortina, A. (1999, January 21). Ética del Consumo. El Pais, p. 3.

Harris, M. (1974). Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de la cultura. Madrid: Alianza.

Sachs, J. (2008). Economía para un planeta abarrotado. Mexico D.F.: Random House Mondadori.

Teleología y Deontología - Ética de la Responsabilidad y Ética Extensionista. .Fabiola Leyton. Retrieved May 5, 2011, from http://www.fabiola.cl/2005/tesi



[1]http://wiki.gleducar.org.ar/index.php/Glosario_Nueva_Mirada_hacia_las_Cs._Sociales

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