sábado, 7 de mayo de 2011

Sistema Opresivo: Mujer rural

Maria Fernanda Medina García

Introducción

Las mujeres desde hace muchas décadas han sido condicionadas a un régimen opresivo por el cual ha sido imposible el desarrollo de estas en ámbitos desligados al hogar. La mujer se encuentra en continua lucha por la defensa de sus derechos y su autonomía. Para analizar la situación actual de la mujer rural en México se abordara la problemática desde un punto de vista ético respaldado por la justicia de la teoría Kantiana y por la teoría del Contrato Social de Hobbes.

Desarrollo

Sistema Opresivo: Mujer rural

Desde la antigüedad la mujer fue asignada a las labores del hogar y fue considerada en una posición social inferior a la de los hombres. La lucha de la mujer por su emancipación se considera que tuvo su inicio a raíz de la Revolución Industrial, cuando se desarrollo el capitalismo y este trajo consigo a la razón y la ciencia; la separación previamente asignada fue más notoria ya que los hombres tomaron el liderazgo en las decisiones de la industria y la participación civil. Filósofos como Kant y Aristóteles dieron paso a una mentalidad en la que se establecía que las mujeres no eran tan racionales como los hombres y estas carecían de participación civil. Dichos argumentos dieron paso a movimientos feministas que florecieron en los años sesentas y setentas. Los ideales feministas rechazaron la idea de que la mujer era inferior al hombre y se enfocaron a la lucha por sus derechos como seres humanos autónomos. Más tarde en los años setenta y ochenta se muestra en Centroamérica una continua lucha de la mujeres por tener una “voz” civil, por lo que se dio paso a revoluciones que marcaron el inicio del siglo XX y quedaron como esfuerzos para marcar un cambio social para lograr la equidad de géneros y poder considerar a la mujer como parte importante en las decisiones de la sociedad y con esto poder terminar con la dependencia y la opresión.

Durante el siglo XIX la mujer rural en México jugó un papel indispensable tanto en la sociedad como en la economía, ya que esta fue asignada al mantenimiento de la casa y la producción de la comida, sin embargo su labor a pesar de ser requerida fue discriminada. En 1860 la huelga de Río Blanco le concede a la mujer comenzar la mano de obra femenina. En 1915 se realiza el Primer Congreso Feminista y se pide el voto de las mujeres. Esta demanda fue considerada entre los años 1916 y 1917, sin embargo la mujer no logra todavía adquirir el voto, sino hasta 1952. Al término de la Revolución y con la promulgación de la Constitución se reconocen los nuevos derechos económicos sociales y laborales de la mujer. Con esto se logró incrementar la participación social y con la llegada de Cárdenas al poder, la mujer logra participar un poco más en el ámbito institucional educativo y cultural. Para 1940 las estadísticas mostraban que 1 mujer de cada 10 hombres, era alfabetizada. A raíz de la continua lucha de la mujer por tomar un papel importante de la sociedad, hoy en día cerca del 40% de la población económicamente activa en México, es femenina (Martínez, 2003:1). Sin embargo todavía es muy notaria la desigualdad de salarios de la mujer en comparación con los del hombre, en trabajos similares. En la actualidad la mujer mexicana se encuentra en una lucha constante por destacar en la sociedad y lograr la equidad de géneros.

Uno de los sectores más afectados por este sistema opresivo masculino en México, ha sido el sector rural, en el que las mujeres han sido menospreciadas y privadas de sus derechos. Núria Costa establece en su análisis de La mujer rural en México que la población rural vive en condiciones de pobreza superiores a la población urbana. “Las entidades federativas con mayores índices de marginalidad coinciden con las de mayor porcentaje de población rural lo cual repercute directamente en las condiciones de vida de la mujer campesina y singularmente en las de la mujer indígena” (Costa, 1995:1). Costa también analizó basándose en la estadísticas del INEGI, que para 1990, la población rural femenina representaba el 49.8% de la población rural y esta ascendía a 11, 598, 382 mujeres de las cuales 3, 214, 894 eran mujeres indígenas en condiciones de marginación. Esto quiere decir que la discriminación de la mujer rural en México ha dado paso a muchos problemas para que este sector de la población, pueda adquirir capacitación y llegar a posiciones en las que se les permita tomar decisiones dentro de su comunidad. La científica social Emma Zapata estableció que las mujeres de este sector nunca han sido reconocidas como ciudadanas que poseen todos los derechos. En los últimos años las mujeres rurales han logrado un avance, al crear ellas mismas organizaciones que las han ayudado a su integración en los procesos de decisión dentro de su comunidad. En el tema de posesión de tierras, las estadísticas comprueban los argumentos de que las mujeres desempeñan un rol social en el cual se les priva de su desarrollo en ámbitos fuera del hogar. La Procuraduría Agraria del 2010 indicó que en el país hay un total de 512,240 mujeres ejidatarias, mientras que los hombres poseen una parcela ejidal de 21, 564,150. “Como se puede ver las mujeres tiene una proporción muchísimo menor y a pesar de la lucha que desde los estudios de género se ha dado para que logren tener posesión de la tierra esta es la realidad.” (Zapata, 2011:1). Como nos podemos dar cuenta las mujeres tiene un papel muy limitado en las decisiones de la comunidad y estas no poseen casi puestos de reconocimiento. Desde hace mucho tiempo los hombres han sido lo que tiene la voz de la decisión.

Analizando todos los problemas a los cuales se ha enfrentado el sector femenino de la población nos podemos dar cuenta que este problema podría ser resuelto desde una perspectiva de la ética de Kant, en la que la justicia tome un papel fundamental para respetar la dignidad de la mujer. A pesar de que Kant fue uno de los filósofos que estuvo de acuerdo con la ideología de que las mujeres no son tan racionales y carecen de participación civil. Se puede usar su modelo de los imperativos categóricos y el valor intrínseco de una persona, para demostrar lo fundamental que es el respeto a la mujer y la otorgación de derechos iguales a los de los hombres. Rachels desarrolla en su libro Introducción a la filosofía moral, la teoría de Kant en la que este establece que “los seres humanos tienen “un valor intrínseco, es decir, dignidad”, porque son agentes racionales: esto es, agentes libres, capaces de tomar sus propias decisiones, establecer sus propias metas y guiar su conducta por la razón” (Rachels, 2006:209). Esto nos muestra como la mujer rural en México no ha sido tratada como ser meramente racional, ya que se le ha condicionado a un patrón de conducta preestablecido y ha sido sometida a un régimen masculino que le ha impedido tanto desarrollarse en el ámbito profesional para demostrar sus capacidades de liderazgo, como el derecho a la voz de la decisión.

Partiendo del modelo de Kant del imperativo categórico (mandato incondicionado que fundamenta una regla moral absoluta) podría establecerse como regla moral absoluta: Las mujeres deben de ser respetadas y merecen los mismos derechos que se les otorgan a los hombres. Es universalizable ya que cualquier persona estaría dispuesta a aceptar esto, puesto que no es ninguna acción perjudicial sino que por el contrario solo establece el buen trato a un grupo privado de derechos. Esta regla se enfoca al respeto del ser humano ya que establece que no se use a las mujeres como medios sino que se les respete otorgándoles sus derechos que las llevaran a desarrollarse como fines, respetando directamente la teoría de Kant en la que establece que “la moral nos pide que tratemos a las personas “siempre como un fin y nunca solamente como un medio” (Rachels, 2006:211), es decir considerar a la mujer como ser racional único que sea tomado en cuenta para las decisiones de la sociedad al igual que los hombres, y nunca utilizado como un medio. Por último esta regla les otorga a las mujeres la autonomía que las haría capaces de tomar decisiones de la comunidad. Los hombres desde una perspectiva Kantista están obligados a obedecer esta regla moral absoluta ya que cumple con todos los requisitos para volverse una máxima que se torne ley universal.

En un estado “ideal” de la sociedad, se podría partir desde la teoría del Contrato Social de Hobbes para analizar también el problema al que se encuentras la mujer rural actual en México. Thomas Hobbes fue un filósofo británico del siglo XVII que estableció que se puede resumir “la concepción de la moral del contrato social de la siguiente manera: La moral consiste en el conjunto de reglas que gobiernan cómo las personas deben tratarse unas a otras, que la gente racional estará de acuerdo en aceptar, para su mutuo beneficio, a condición de que los demás también sigan esas reglas” (Rachels, 2006:231). En resumen el contrato social es aquel acuerdo que está implícito en el momento en que las personas forman parte de una sociedad y estas están de acuerdo en cumplir las leyes para su beneficio. Desde ésta teoría las mujeres han entrado a este contrato por el hecho de ser parte de la sociedad, pero han sido tratadas de manera injusta ya que al oprimir sus derechos se les ha privado de desarrollarse en la sociedad como cualquier persona. Si analizamos esta situación desde un punto de vista ideal, en un Contrato Social Satisfactorio, las mujeres deberían de ser tratadas al igual que los hombres ya que estas son tan parte del contrato social como los hombres son. Hobbes en su teoría explicó que “la idea clave es que las reglas moralmente obligatorias son aquellas que son necesarias para la convivencia social” (Rachels, 2006:238), es decir que en esta situación, la opresión masculina hacia la mujer está violando este principio de las reglas morales, ya que no están respetando aquellas reglas morales que fomentan la convivencia social. En esto casos la teoría respalda que cuando en la sociedad un grupo no respeta los derechos de otro, es decir rompe con una parte del contrato social, el grupo afectado queda excluido de cualquier obligación hacia el otro grupo, “La idea clave aquí es la idea de reciprocidad: acordamos obedecer las reglas a condición de que otros también las obedezcan. De este modo, cuando alguien viola la condición de reciprocidad, nos libera (por lo menos hasta cierto punto) de nuestra obligación hacia él” (Rachels, 2006:239). En este caso la mujer rural que se encuentra bajo la opresión de los hombres queda hasta cierto punto excluida de cualquier obligación hacia ese grupo y por lo tanto en un sistema ideal podría revelarse y establecer leyes justas que pudieran beneficiar de nuevo un contrato social satisfactorio. Por lo tanto podemos concluir que para lograr una sociedad de nuevo justa es necesario que la mujer siga luchando por sus derechos y por un lugar justo en la sociedad.

Conclusión

En conclusión la mujer ha sido parte de un sistema defectuoso, que ha permitido la opresión de la mujer en términos tanto laborales como sociales. Es necesario que la lucha de la mujer por sus derechos continúe, para así poder alcanzar un estado ideal de sociedad ética, en la que se respeten los derechos de las personas por igual y cada quien pueda desarrollarse al máximo como persona.

Bibliografía:

Rachels, James. (2006) Introducción a la Filosofía Moral. México: Fondo de Cultura Económica.

Martínez, Gastón. (2003) La mujer en la lucha por la unidad de nuestra América: La Mujer, Fuente de la Historia. México: Centro Mexicano de Estudios Sociales.

Núria Costa Leonardo. La mujer rural en México. [Internet]. Procuraduría Agraria. http://www.pa.gob.mx/publica/pa070306.htm [1995]

Academia Mexicana de Ciencias. La mujer rural mexicana con poco o nada que festejar en el día internacional de la mujer. [Internet]. Academia Mexicana de Ciencias.http://www.comunicacion.amc.edu.mx/comunicados/la-mujer-rural-mexicana-con-poco-o-nada-que-festejar-en-el-dia-internacional-de-la-mujer/ [2011, Marzo 05].

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