Erik Antonio Galindo Villa - 1133801
El humano recién nacido es una criatura frágil por naturaleza, pero hay algunos casos en que esa fragilidad inclusive se ve aumentada por una enfermedad congénita, que viene desde la gestación. En varios casos el rocíen nacido pasara por un gran sufrimiento y con poca esperanza de prevalecer. Entonces surge el dilema ético sobre como juzgar la vida de otro ser humano: continuarla a pesar de la mínima esperanza y el alto grado de dolor que sufre o terminarla de manera pacífica para dar un descanso a una vida que se creería no estaba destinada más que a una vida de dolor y obstáculos difíciles. Aquí todos los participantes tienen una gran voz y voto con excepción del recién nacido a la falta de habilidades comunicativas por lo que son seres humanos tomando decisiones de la vida de alguien más, que aunque mantiene una cercana relación con ellos, no es lo mismo decidir sobre uno mismo que sobre alguien más.
Dilema Ético: Vivir o Dejar Morir
A lo largo de la existencia, uno se ve involucrado en tomas de decisiones en todo momento, ciertas decisiones más complicadas y con mayores consecuencias que otras. Hay ocasiones en que un individuo se ve forzado a jugar un papel que no le corresponde en cuanto a la vida de los demás. Generalmente esta clase de decisiones tan complicadas llevan un dilema ético que se debe desarrollar para poder entonces obtener la mejor respuesta a la elección en turno. En la mayoría de estos casos estas decisiones aquél que está en la línea es capaz de comunicar sus deseos y sentimientos que deben ser respetados pues es su vida. Pero ¿qué sucede cuando hay que decidir sobre la vida de alguien incapaz de comunicarse con uno? Eso resulta especialmente difícil cuando ese alguien más es un bebé recién nacido con una enfermedad congénita. El bebé es incapaz de comunicar su sufrimiento de una manera objetiva al mismo tiempo que no puede expresar sus deseos de mantenerse con vida y en sufrimiento o si terminar antes de que le cause más del mismo. Esto coloca a todos los participantes de la situación en un dilema ético directamente involucrado con la vida de otro ser humano. Existen dos opciones generales como posible respuesta a este dilema; las cuales son: continuar con el uso de medicamentos para prolongar una vida con mínimas esperanzas de supervivencia o terminar dicha vida de manera pacífica y sin sufrimiento.
El motivo de este ensayo es llevar a cabo una reflexión que pueda ayudar a formular argumentos y tomar un postura de si prolongar o terminar con la vida de un recién nacido que padezca de una enfermedad congénita. Se debe de analizar todas las posibilidades que hay en juego, el contexto de la situación que varía en cada una específica además de las consecuencias que tendría cualquiera de las dos decisiones que fuese la elegida.
Esta situación es directamente un caso de eutanasia pasiva la cual de acuerdo a la Secretaria de Salud del Distrito Federal es la omisión de un tratamiento para prolongar la vida que conduce a una muerte pacífica y sin dolor a los pacientes (García, 2007: 2). La decisión tan importante a tomar en este caso no sólo debe estar basada en la postura ética y la emoción de aquellos involucrados sino que también debe de tener razonamiento científico incluido. Aquí es donde entra el proceso de la prognosis. La prognosis es un proceso mediante el cual se puede tener un aproximado de la esperanza de supervivencia y de vida para un paciente con una condición médica desfavorable. No sólo esto, sino que la prognosis será también vagamente capaz de determinar las condiciones de vida y de desarrollo que tendría el neonato en este caso. Desde este momento es donde los valores éticos toman parte de la decisión, un punto en que dicha decisión está lejos de ser tomada. ¿Por qué? Como dijo Antanas Mockus “La vida es sagrada” sin embargo, que sería de una persona si la única vida que le puede ser otorgada es aquella en que será una persona en estado semi-terminal durante el tiempo que la lleve a cabo y no tendrá oportunidad de desarrollarse ni de una existencia digna. Para muchos filósofos y éticos la dignidad es lo más importante en la vida humana. De acuerdo con Kant: “En su opinión, los seres humanos tienen “un valor intrínseco, esto es, dignidad”, que los hace valiosos “sobre cualquier precio” (Rachels, 2009:204). Entonces por el simple hecho de nacer un ser humano ya cuenta con dignidad y merece ser tratado con respeto y no ser utilizado por los demás. No obstante, el hecho de que un ser humano cuente con la dignidad de ser tal no lo llevara a vivir una vida digna en la cual pueda desarrollarse: sus capacidades, sus oportunidades, sus ideas, sus sueños y sus talentos.
En el caso de un neonato en estado terminal incapaz de decidir incluso sobre su propia supervivencia la prognosis jugará un papel muy importante puesto que aclarará el panorama en cuanto a si el recién nacido sobrevive, cuáles son sus posibilidades también para poder llevar una vida plena. Esto no hay que verlo como un obstáculo o una carga sino como una fuente de inspiración pues simplemente con sobrevivir ese pequeño recién nacido está realizando un mayor esfuerzo que la gran mayoría de los humanos comunes. Sin embargo también hay que verlo por el otro lado que si la prognosis no muestra indicios positivos a futuro y las posibilidades de una vida digna o de supervivencia son bajas con un tratamiento doloroso puede considerarse dejar la vida ir y ahorrarle sufrimiento al recién nacido. Esto ya que si no hay una calidad mínima de vida, entonces se puede considerar aún como “vida” o simplemente es un ente con signos vitales constantes pero sin la capacidad de operar una conciencia propia y controlar su cuerpo que inclusive es incapaz de tomar una decisión en cuanto a su propia existencia. Debido a que en este ensayo se trata de un recién nacido, aunque fuese capaz de tomar dicha decisión a final de cuentas son otros de los participantes en esta situación y dilema los que deben decidir.
Serán los padres o el médico aquellos forzados a tomar una decisión que no les corresponde, la de continuar o terminar con la vida de un hijo que no les puede comunicar sus deseos ni sus condiciones y que es en base solamente de estudios hipotéticos y basados en experiencia previa las información de posibilidades que tendrá el pequeño de desarrollarse a plenitud. Viéndolo de manera objetiva se refiere a uno o más seres humanos tomando una decisión por otro ser humano que es incapaz de tomar dicha decisión por sí mismo. Aquí la postura ética que sobresale vuelve a venir de parte de Kant y el respeto a las personas; pues es como ya se menciono solo por ser humano se es acreedor a un respeto más grande de lo ordinario. “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal” (Rachels, 2006: 205). Esto llevaría a una actitud de completa empatía con el recién nacido de persona a persona y ubicaría a cualquier individuo en considerar si fuese él quien está en manos de alguien más que decisión esperaría que se tomase.
Ahora bien, este dilema debe ser visto desde distintas perspectivas ya que cada participante en él tendrá una diferente pues su posición en este tan complicado dilema ético es distinta. Hipotéticamente hablando se puede concluir que el recién nacido esperaría la máxima empatía posible por parte de los demás ya que tanto él como los demás son personas. En el caso de la madre lo más factible es que su postura sea dominada por la ética del cuidado establecida por Gilligan. Esto porque ella es quien tiene el nexo más fuerte con el recién nacido, a quien le afecta más la situación ya que ella cargo a ese ser dentro de sí por un largo periodo de gestación y ahora es forzada a verlo sufrir y a tener que tomar la decisión de si prolongar esta vida de sufrimiento con una mínima esperanza de salir adelante o si de terminar de manera pacífica una vida que ya inició dentro de ella misma. De acuerdo con Gilligan y su teoría ética del cuidado las mujeres podrían estar naturalmente equipadas para la tarea de la maternidad, tanto psicológica como físicamente (Rachels, 2009: 254) por lo cual buscarán la preservación de sus descendientes con más fervor que cualquiera, incluso el padre. Esto lleva a concluir que entonces la madre será quien más busque que se mantenga la vida del recién nacido puesto que siempre habrá una esperanza, por mínima que sea es válida para ella, de que salga adelante con capacidades para una vida y un desarrollo a plenitud.
Mientras que la madre y el padre buscarán preservar a toda costa la vida del recién nacido en una decisión más que nada emocional. Es el rol del médico actuar como un mediador entre el recién nacido y sus padres además de proporcionar un juicio ético que si bien no es la última palabra en el asunto debe ser uno bien preparado y fundamentado para ayudar a los padres, los últimos responsables, en su contienda de prolongar o terminar una vida que no es la suya. Por principios éticos el médico lo que debe buscar es devolverle toda su integridad al recién nacido. “Por integridad de la persona se entiende el equilibrio y la armonía entre las diversas dimensiones de la existencia humana necesarios para el buen funcionamiento de todo el organismo… Se expresa en una relación equilibrada entre los elementos corporales, psicosociales e intelectuales” (Pellegrino: 6). Esto significa que el médico deberá hacer todo el esfuerzo posible para devolverle al recién nacido su capacidad para crecer y continuar viviendo con plenitud. Sin embargo no en todos los casos le será posible al médico cumplir con esta misión. Cuando esto sucede es entonces que él debe de analizar todas las posibilidades y así ayudar a la fundamentación de tan crítica decisión sobre la vida de alguien más. Entonces bajo la ética del respeto de las personas el mismo médico será capaz de tener una empatía mayor pues entiende completamente las circunstancias por las que atraviesa el recién nacido ya que el médico es quien esta estudiándolas y buscándoles una solución. También entiende los procesos y las posibilidades de crecimiento y de supervivencia de una manera más objetiva y racional que los padres, quienes posiblemente estén muy guiados por la emoción que provoca en ellos la situación.
Entonces el médico si jugará un papel crucial en la situación puesto que es la conexión directa entre un recién nacido en estado terminal y sus padres. Será él quien entienda completamente todas las posibilidades o la falta de ellas en las circunstancias del pequeño y deberá informarle a los padres quienes son las que deberán tomar un rol de algo mayor que un ser humano capaz de juzgar la vida o la muerte de uno de sus semejantes.
Conclusiones
Para mí la vida es lo más valioso y aquello sobre lo cual creo que no tenemos el poder de decidir. Sin embargo en estas situaciones no siempre lo que se espera para el futuro del recién nacido es una vida de “calidad”. Es decir, que este ser humano debido a su condición no tendrá capacidades de desarrollarse en plenitud. Aunque esto es algo que la prognosis será capaz de predecir con un alto grado de precisión no es una respuesta absoluta. En cuanto a una vida humana creo que la esperanza muere al último, se va con la misma vida, entonces hay que pelear todo lo posible para ganar la batalla.
Referencias
García Gómez, Jesús. (2007). Avalan sicólogos eutanasia pasiva. Monterrey, Mexico: Retrieved fromhttp://search.proquest.com/docview/307972954?accountid=11643
Pellegrino, E. D. (n.d.). La relación entre la autonomía y la integridad en la ética médica. Bibliomed. Retrieved May 2, 2011, from www.bibliomed.com/biblioteca/paho/bioetica/Cap02.pdf
Rachels, James. (2009) Introducción a la filosofía moral. México: FCE.
Espacio creado con la finalidad de publicar las reflexiones y acciones ciudadanas extramuros realizados por el alumnado en la clase: Ética, Persona y Sociedad. Cada alumn@ subirá artículos mensuales y el reporte -con video y fotografías- de las acciones ciudadanas realizadas desde el primer día de inicio de periodo, hasta el día del examen parcial o semestral. Fecha límite para subir post: día y hora del examen correspondiente. Dra. Alicia Ocampo Jiménez (www.generalaequidad.blogspot.com)
martes, 3 de mayo de 2011
Vivir o Dejar Morir
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