Ana Cristina Ramos Morales
El papel de los médicos en la eutanasia
¿Qué
es la eutanasia? Para entender esto, podemos comenzar analizando los diferentes
conceptos y formas de la misma. Se le llama eutanasia activa a la realización
de un acto concreto que resulta en la muerte de una persona. En cambio, la
eutanasia pasiva ocurre cuando se inicia o se interrumpen los medios que
mantienen la vida del paciente. De igual manera, la eutanasia se puede
clasificar en voluntaria y no voluntaria, cuando una persona expresa el deseo
de morir y cuando el paciente no puede dar su consentimiento, respectivamente
(Francisconi, 2007). Algunas personas, por ejemplo personas con enfermedades
terminales piden al personal médico a su cargo el terminar con su vida y sobre
todo con su sufrimiento, lo cual representa un dilema para muchos de ellos.
En este ensayo se pretende
hacer una revisión acerca de las implicaciones y el papel que juegan los
profesionales de la salud en la eutanasia, así como de los puntos en contra y a
favor del mimo tema. Como punto importante cabe resaltar que en este ensayo se
trata el tema de la eutanasia activa, descrita anteriormente.
Palabras
clave
Eutanasia
activa, ética médica, muerte digna, acto médico, autonomía
Se ha planteado la práctica
de la eutanasia por parte de los médicos como un dilema entre los mismos. Son
muchos los médicos que piensan y rechazan la práctica de la misma, sea por sus
creencias o por su punto de vista ético del asunto. Algunos otros presentan
puntos a favor, es decir, piensan que la práctica de la misma es válida. Pero
¿por qué entones son bastantes los médicos que se niegan a hacerlo?
Entre los puntos que se
presentan a favor de la eutanasia, se argumenta que ésta es un acto de
benevolencia, que la vida es un derecho y no un deber, entre otras cosas. Hay
también quien ha planteado como un punto a favor de la eutanasia, que la
práctica de la misma puede ayudar a reducir los costos en la atención de la
salud, claro que, muchos otros piensan que este ni siquiera es un argumento
válido.
Por su parte, los puntos que
se han planteado en contra de que los médicos practiquen la eutanasia, van
encaminados a los propósitos de la medicina misma y de las personas que ejercen
esta profesión.
Empezando por el último
punto, se ha planteado que: “el fin de la medicina es la prevención de
enfermedades y lesiones, así como la
promoción y la conservación de la salud” (Echeverría, 2011), por tanto, como
primer argumento en contra de la
práctica médica de la eutanasia es que ayudar a una persona a “morir
bien” no está dentro de los fines que la medicina persigue, pues esto no se
relaciona con el diagnóstico, la promoción y la conservación de la salud. Por
esto, entonces, el fin que persigue la eutanasia no se relaciona con el fin que
persigue la medicina, y entonces no hay razón para los médicos de practicarla.
Después de haber visto el
primer punto, podemos ver que la eutanasia excede los principios de un acto
médico, puesto que, como ya se mencionó, las acciones que llevan a cabo los
médicos son el diagnóstico, tratamiento y pronóstico de la enfermedad. Además
de educar a los pacientes sobre las medidas preventivas que deben llevar a cabo
para que los pacientes no recaigan en su enfermedad (Echeverría, 2011). De
nuevo tenemos, que la eutanasia no persigue diagnosticar, tratar ni prevenir
una enfermedad, sino que es una acción ejecutada por el propósito intencionado
de causar la muerte de una persona para evitar el dolor y/o sufrimiento, lo que
excede la naturaleza y objetivos de un acto médico (Echeverría, 2011). Así entonces,
al terminar con la vida de un paciente, el médico no está poniendo en práctica
los conocimientos médicos que le permiten llevar a cabo su labor y por tanto la
eutanasia no tiene relación son la medicina o con lo que en ella se persigue.
Respecto al argumento
planteado antes en este ensayo, se dice que la práctica de la eutanasia podría
ayudar a reducir los costos en la atención de la salud. Sin embargo, el no
hacerse cargo del enfermo vulnera el propósito de la profesión médica. Además,
dar término a la vida de un paciente, con intenciones de reducir costos
económicos, es utilizar a esta persona meramente como un medio, y no como un
fin. Agregando a esto, el valor de una vida humana no es cuantificable, pues
como menciona Kant en su teoría sobre el respeto a las personas “los seres
humanos tienen un valor intrínseco, que es la dignidad” (Rachels, 2007,
pp.211), y quitarle su dignidad a una persona para lograr un fin es, de nuevo,
utilizarla como un medio.
Hay quien argumenta que la
vida es un derecho y por tanto es renunciable, así cada persona es libre de
decidir en cualquier momento si quieren renunciar a ella. Desde un punto de
vista religioso la eutanasia estaría prohibida, pues la religión enseña que la
vida es un regalo y es sagrada ante los ojos de Dios. Dios es quien le da la
vida a cada persona, y únicamente Él puede decidir cuándo quitársela (Carrie,
2002).
Además del punto de vista
religioso, el hecho de que la vida sea un derecho y por lo tanto, renunciable,
va ligado a la capacidad de cada persona de decidir libremente y tomar sus
decisiones, es decir, su autonomía. Se debe respetar la autonomía del paciente,
y por tanto, respetar las decisiones que tome. Sin embargo, se piensa que la
autonomía tiene un límite. El valor de la autonomía no radica en hacer
cualquier elección, sino en hacer elecciones coherentes con marco de valores
moralmente sólidos (Carrie, 2002).
Por otra parte, una persona
como médico en ciertas ocasiones no podría estar seguro de qué tan fiable y
auténtica es la autonomía del paciente, puesto que podría verse influenciado
por la depresión de su estado o por la soledad, por tanto sus decisiones en ese
momento podrían reconsiderarse. “Los
argumentos sobre los costos y mostrar piedad a los enfermos pueden tener un
potencial elevado de abuso. Muchos creen que las familias de pacientes
terminales presionan al paciente para que pida un suicidio asistido y tratan de
convencer al médico de que es lo mejor para el paciente, cuando la motivación
real de la familia es económica” (Marzilli, 2004, pp-83-86).
No se sabe realmente la
libertad con la que el paciente está tomando las decisiones, pues estas también
puede verse influenciadas por otros factores: presión, familia, etc. Aunque
también existe la posibilidad de que esto no suceda. En este caso, es derecho
del paciente ejercer su autonomía y “después de estar correctamente informado
para poder tomar una decisión […] no se debe negar al paciente su deseo de
morir” (Francisconi, 2007, pp.113).
Quienes promueven la
eutanasia se apoyan en justificar la autonomía de la persona, que cada quien es
libre de elegir. Sin embargo, para otros la autonomía de las personas tiene
límites, sin estos la eutanasia sería un problema cada vez que se trate de
bienes, como la vida, que poseen un valor jerárquicamente superior y anterior
al de la autonomía (Carrie, 2002).
Dada
la creciente conciencia contemporánea sobre el valor de la autonomía personal,
cada vez son más numerosas las personas que invocan el derecho a terminar con
su vida del modo más eficaz y menos
molesto. Para ello se apela a los médicos para que utilicen sus conocimientos y
recursos con el fin de acabar con la vida de quien libremente lo solicite
(Francisconi, 2007, p. 4).
La eutanasia se justifica
por el derecho de decidir del paciente. Pero entonces podemos ver también si
hay una decisión correcta en esta situación. Se ha planteado como ejemplo la
pedofilia y el maltrato a los animales. “La cuestión de que una persona quiera
maltratar animales o abusar sexualmente de niños ¿tiene algún peso moral?”
(Carrie, 2002, pp. 69). Si al decidir si una acción es correcta se buscaran los
deseos de una persona, esto sería correcto, pero en realidad se considera como
algo que no es correcto, lo que nos dice que el deseo o la voluntad de realizar
una acción no hacen de ella una acción correcta. Sin embargo, en este ejemplo
podemos ver fácilmente que este punto no es aplicable en el caso de la
eutanasia, pues en la mayor parte de los casos, esta no involucra o no daña a
terceras personas, un punto que vale la pena subrayar.
La eutanasia activa es la
acción deliberada para acortar la vida de una persona con una enfermedad
terminal con el fin de finalizar su sufrimiento o permitirle morir con
dignidad; también se le conoce como asesinato por compasión (Papalia, 2010). Es
lo mismo intentar aliviar el dolor sin la intención de matar, aunque como
efecto secundario se acelere la muerte, que matar por compasión (Behar, 2007).
“La eutanasia es un acto de
compasión, caridad, benevolencia”, es lo que han dicho algunas personas. Según
la teoría del egoísmo ético (que dice que cada persona tiene deberes solo
consigo misma), hacer a otras personas objetos de nuestra caridad es
degradarlas; les roba su dignidad individual y su respeto propio. Dejan de ser
independientes, y pasivamente se vuelven dependientes de otros (Rachels, 2007,
pp. 133). Además esta teoría menciona que velar por los intereses de otros, es
contraproducente y que el mundo estaría mejor si cada quien viera únicamente
por sí mismo. Menciona Ayn Rand que el altruismo es una idea destructiva que
conduce a la negación del valor individual (Rachels, 2007, pp. 135).
Por último, tenemos el
argumento de la pendiente resbaladiza, que podemos poner de la siguiente
manera: si aceptamos cualquier clase de muerte por piedad, habremos entrado en
una pendiente resbaladiza por la que inevitablemente avanzaremos, y al final
cualquier vida será considerada de poco valor (Rachels, 2007, pp. 29). Al caer
en una pendiente resbaladiza será imposible mantener la línea y evitar la
extensión a situaciones menos justificables. En otras palabras, algo que podría
ser justificable en una situación A puede parecer horrible en una situación B
(Tulloch, 2005, p.32). Si parece justificable terminar con una vida porque esta
no se considera “digna”, después podrá parecer justificable hacer lo mismo con
la vida de otras personas, por ejemplo, personas con discapacidades. Como en el
caso de Holanda, donde la eutanasia se legalizó inicialmente para pacientes
terminales y después se extendió hacia personas con otras alteraciones físicas
y malformaciones (Carrie, 2002).
Al
practicar la eutanasia no se está protegiendo la vida de una persona. Al no
valorar la vida de una persona con el valor que ésta realmente tiene y que es
igual al valor de la vida de otras personas se corre el riesgo de quitarle su
valor a la vida no solo de una, sino de todas las personas, y si la vida no se
considera valiosa se perderá el respeto por la misma.
Conclusiones
En una opinión personal,
considero que es tarea de cada médico decidir el cómo ejercer su profesión, qué
acciones realiza y cuáles no dependiendo de sus creencias y razones personales.
De esta manera, la práctica de la eutanasia no es algo que se pueda imponer a
una persona o hacer de ella algo que
debería hacer cualquiera que se dedique a la medicina, ni tampoco algo que, en
caso de que todas las partes involucradas estén de acuerdo, sea penalizado o
juzgado de mala manera por otras personas, pues en este caso ninguna de las
partes involucradas se considera afectada.
También creo que hasta no
estar frente a una situación real, como médicos o como pacientes, no podemos
ver la realidad de un caso como este y no podemos ponernos en una postura tan
seria, pues posiblemente desconocemos el peso de las razones que llevan a cada
persona a pensar y decidir sobre qué es lo que quiere hacer.
Los médicos estamos para
servir y ayudar a la sociedad, dentro de nuestras posibilidades, aunque claro,
como seres autónomos y capaces de decidir estamos en el derecho de hacer lo que
de acuerdo a nuestros principios, creencias y valores consideremos correcto,
pues de otra manera, por ayudar a los demás, nos estaríamos negando a nosotros
mismos.
Referencias
Básicas
Francisconi, C. (2007).
Eutanasia: una reflexión desde la mirada bioética. Revista Latinoamericana
de Bioética, Vol, (7), 110-115. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=127020800009
Echeverría B. et al. (2011).
Eutanasia y acto médico. Revista médica
de Chile, Vol, (139), 642-654.
Recuperado de http://www.scielo.cl/pdf/rmc/v139n5/art13.pdf
Rachels, J. (2007). Introducción a la filosofía moral. México:
CFE.
Carrie, L. (2002). Euthanasia. Estados Unidos: Thomson.
Marzilli, A. (2004). Physician-Assited Suicide. Estados Unidos
de América: Chelsea House.
Complementarias
Papalia, D. (2010). Desarrollo humano. México:McGrawHill.
Behar, D. (2007). Cuando la vida ya no es vida. ¿Eutanasia?
México DF: Pax México.
Tulloch, G. (2005). Euthanasia-choice
and death. Gran Bretaña: Edinburgh University
Press.
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