Andrea Orozco Isais
A00343888
12 de Noviembre de 2014
Ética, persona y sociedad
A00343888
12 de Noviembre de 2014
Ética, persona y sociedad
Eutanasia
A lo largo de la vida, hemos estado en ciertas situaciones
donde tenemos que tomar decisiones difíciles o “de vida o muerte”. ¿Qué pasaría
al decidir acabar con la vida de una persona? Primero que nada, cabe aclarar
que en la eutanasia es el paciente quién decide por su vida. Nosotros como
seres queridos del paciente no tenemos derecho a decidir por él. Todos somos
seres humanos los suficientemente racionales como para decidir por nosotros,
sobre todo con nuestro cuerpo. Aunque este tema ha causado siempre mucha
controversia, gracias al avance tecnológico se han podido llevar a cabo casos
más seguros y eficaces en la eutanasia. Desde luego, acabar con la vida de una
persona no es algo bueno; no obstante, hay varias excepciones
Hay muchos pacientes que a pesar de los tratamientos no
sienten mejoría alguna o saben que no les queda mucho tiempo de vida y lo que
menos quieren es seguir sufriendo y seguir preocupando a sus seres queridos
siguiendo con tratamientos que saben que ya no les va a funcionar.
“Los pacientes en sus últimas semanas
de vida están más preocupados por morir dignamente que en prolongar su
existencia.” (Quevedo, 1997, P. 02). Sufrir
es una cosa individual y aunque por más que tratemos no podamos sentir el dolor
que siente el paciente, si tratamos de ponernos en su lugar entonces nuestra
perspectiva sería diferente. Pero si de lo contrario nos oponemos a siquiera
pensar qué está sintiendo realmente, seguiremos cerrados en la idea de que el
paciente puede aguantar más tiempo así cuando es todo lo contrario. Debemos de
establecer un acto de conciencia hacia la persona que padece esto, no sólo estaríamos
poniéndolos en su lugar, sobre todo entendiendo por lo que está pasando esa
persona. Si se legalizara la eutanasia, sobre todo en casos como éste, los
pacientes se sentirían más cómodos y más importantes de saber que ellos son los
que tienen derecho a decidir por sus vidas.
Los seres humanos son agentes racionales, libres de tomar
sus decisiones (Rachels, 2007, P.211). Kant dice que la dignidad humana es lo
que nos hace más valiosos y por tanto es crucial que esto se respete tanto
nuestros derechos autónomos como nuestras decisiones. En este caso se debe
respetar lo que desee hacer el paciente, pues como todo ser racional, es justo
que se respete su caso, el cual tiene importancia tanto como otros. Porque si no se respeta su autonomía o sus
derechos como paciente, entonces estamos haciendo menos su valor como ser
humano; es decir, por el hecho de no aprobar la decisión, estamos haciendo
menos su opinión, por lo tanto si él quiere morir con dignidad no podrá hacerlo
dado a que no estamos respetando eso. Por ejemplo, está la eutanasia cuando el
enfermo está consciente, cuando no está consciente, cuando ya no hay nada por hacer,
cuando aún hay algo por hacer, sin embargo el paciente desespera y decide ya no
continuar con vida, etc. Las leyes de la eutanasia están hechas de forma que
sea tan favorecedor para el paciente. Si no le damos al enfermo el derecho de
decidir sobre su autonomía, estamos suprimiéndolo de sus derechos, los cuales
todos los tenemos por igual.
Por un lado, la felicidad de las personas es lo más
importante debido a que a partir de ahí podemos mejoar como sociedad a partir
de promover la felicidad al mayor número posible de personas. En este caso, la
eutanasia es un acto el cual puede atentar con la felicidad de los familiares,
pues si es mayor el número de personas que saldrían felices, mejor.
Sin embargo, si este acto se legalizara, efectivamente
podría afectar a la felicidad de los familiares. No obstante, la felicidad del
enfermo es la más importante, puesto a que el enfermo es quien reamente está
sufriendo y es egoísta de su parte por aferrarse a tener a una persona que no
va a ser feliz y está sufriendo. Además de que es por esto que la eutanasia se
lleva a cabo por procesos legales, decisión autónoma de la persona,
estadísticas médicas y otras alternativas para decidir si esto se puede llevar
a cabo o no. Es decir, en la eutanasia no puedes terminar con la vida del
enfermo por piedad, aunque éste lo pida, si aún quedan posibilidades de
salvarlo. Desgraciadamente, muchos pacientes batallan en que se les cumplan sus
deseos de terminar con su vida sobre todo cuando ya se encuentran en un estado
terminal o un tratamiento doloroso y poco probable de curar, debido a los
familiares quienes dicen sufrir por la pérdida del paciente. Cuando en realidad
están siendo egoístas y prefieren poner sus intereses antes que los del
enfermo. Por ejemplo, en un caso, Matthew rogó a su hermano Harold que lo
mataran para que así este dejara de sufrir. Después se le juzgó a Harold como
asesino, insensible, etc. Por lo que le hizo a su hermano. Sin embargo esto fue
por pura petición de Matthew y Harold simplemente estaba haciendo lo que él que
creía que haría feliz a su hermano, que era dejar de sufrir. Con este ejemplo,
en muchos países podrían aplaudirle a Harold, por respetar la verdadera
decisión de su hermano y hacer todo lo que le fuese posible para que éste
dejara de sufrir y fuera “feliz” aunque esto acabara con su vida. Sin embargo,
en muchos países, en la mayoría de hecho, esto es visto como un acto
desagradable u homicidio y es por esto que sigue prohibida; no obstante, como
se mencionó anteriormente, es importante darle importancia a la decisión
autónoma al paciente, pues él decide qué será mejor para su bienestar y sobre
todo para su felicidad. Como lo menciona el autor Rachels en su libro: “en el
caso de la eutanasia, no debería prohibirse pues no se daña a nadie más y no es
asunto de nadie más que del enfermo”.
(Rachels, 2007, P. 158).
Otra punto importante de la eutanasia es el asesinato: si
esta se prohíbe, ni hay porqué realizarla entonces. Así lo pida quien lo pida,
sin importar en qué situación se encuentre, hay cosas que siempre serán
incorrectas y no hay porqué hacer alguna excepción. El derecho a la vida no lo
decidimos nosotros, simplemente lo obtenemos, y así como lo obtenemos no
podemos quitárnoslo, mucho menos quitárselo a otra persona. Estas reglas no
pueden tener excepciones por el simple hecho de que deben respetarse y nunca
será bueno quitarle la vida a alguien esta quiera (en caso de ser eutanasia
voluntaria) o no (eutanasia involuntaria).
“Hay ciertas cosas que están prohibidas
cuales quiera que sean las consecuencias […] como escoger matar a un inocente
con cualquier propósito por bueno que sea” (Rachels, 2007. P. 193). Porque por
más noble que se vea este acto de finalizar el sufrimiento de una persona, con
esto podemos seguir con más casos a tal grado que ya matar a alguien va a ser
demasiado fácil y bien visto por la sociedad, lo cual debe evitarse a toda
costa.
La eutanasia no es un asesinato con malas intenciones, sino
que es un acto en el cual se lleva a cabo un estudio médico de la persona y se
evalúan las posibilidades de que este sobreviva con las mejores condiciones de
vida. No es justo dejar que una persona sobreviva con sufrimiento corporal o
psicológico y menos si ya no hay nada por hacer para curar tal enfermedad. Así
mismo, poniéndolo con otra situación: en Holanda ya se legalizó la eutanasia
aproximadamente en el año 2000, es decir, ya se hizo la excepción de la regla.
Sin embargo, se legalizó de tal forma que el médico es estricamente vigilado
por la fiscalía, que si algún acto relacionado a esto no se lleva bien a cabo,
entonces es el médico quien paga las consecuencias. De este modo, podemos ver
la eutanasia en el país holandés como algo más “seguro” pues es tanta la
seriedad hacia este problema que en cualquier momento las autoridades pueden
meter mano en caso de que los asuntos médicos no se lleven a cabo
adecuadamente.
Otro aspecto utilitarista es que los enfermos temen morir
sufriendo o aislados de sus seres queridos. Y es por esto que muchos centros
han tomado medidas como hablar con los familiares acerca de cómo les gustaría
que muriera el paciente o cuál sería una muerte digna que éstos consideren. “Muchos
centros han sido reconocidos por su habilidad de desarrollar medidas de confort
para los moribundos”. (Quevedo, 1997, P.03). Cuando se sabe que ya no hay nada
que hacer, lo mejor que se puede hacer ahora es que el paciente esté lo más
cómodo y con el mayor apoyo posible para que sus últimos días de su vida no se
conviertan en alguna tortura o mal momento para él. De esta forma, el paciente
muere “en paz” y los familiares quedan más tranquilos y así habrá menos agonías
entorno a estas situaciones difíciles. Debido a que muchos quieren “ayudar” al
enfermo manteniéndolo con vida a pesar de que éste ya no quiera, es un grave
error. Nosotros debemos ponernos en su situación y lo menos que podemos hacer
es apoyarlo con esta decisión y hacerlo pasar por los mejores momentos
posibles, ayudarlo con cualquier cosa desde arreglar la habitación de manera
que el paciente se sienta más tranquilo, hasta estar con él todo el tiempo para
que este no se sienta solo o tenga el temor de que en algún momento se pueda ir
sin ninguna persona a su alrededor. En este caso, ayudar a otros es algo que
debemos hacer en todas las situaciones posibles. Es por esto que no solo hay
que ayudar a facilitar esto, sino también tomar en cuenta los derechos de los
demás y respetar sus decisiones. Por algo existen las leyes y es por esto que
la eutanasia no es cualquier acto, por lo que lo esencial y lo más importante,
es el cuidado del enfermo. En cambio, si no se legalizara esto, emprenderíamos
más una actitud de egoísmo, pues no estaríamos ayudando realmente al enfermo
cuando más lo necesita.
Hay que ponernos a pensar si realmente es bueno impedir a
otros hacer lo que ellos crean conveniente para ellos mismos. En el caso de la
eutanasia, si el enfermo quiere terminar con su vida debido al sufrimiento,
nosotros al privarle el decidir autónomamente sobre su vida lo haríamos sentir con menos valor dado a que
estaríamos tomando decisiones por él. Si el enfermo siente que su opinión no
tiene valor, estaríamos suprimiendo su valor como persona . En cambio sí es
escuchado tanto por los médicos como los familiares respecto a sus decisiones,
entonces se va a sentir importante y que sí lo toman en cuenta, a diferencia
que si todos ignoraran lo que éste en realidad quiere. Podemos deducir ante
esto que hasta sería casi discriminatorio decir que solo porque la persona está
en muy mal estado de salud, significa que no puede decidir por ella misma.
Como conclusión, el concepto de la eutanasia
desgraciadamente está mal interpretado y aunque sí es un tema difícil de tratar
y también de realizar, se han comprobado numerosos estudios acerca de su
eficacia y también que no se realiza con cualquier caso, sino que es un proceso
médico y legal. Se entiende la razón por la que muchos estén en contra; no
obstante, la eutanasia es una decisión solo del enfermo y lo menos que se debe
hacer en estos casos es respetar su decisión autónoma, en el caso de que ya no
se pueda hacer nada por salvar la vida de la persona. También caben destacar
las teorías éticas que engloban este proceso tales como utilitarismo, egoísmo
ético, kantiano, entre otros. Es un hecho que al momento de acabar con la vida
de la persona si pueda causar controversia, pero por otro lado, a fin de
cuentas, debemos reconocer que al final la persona es la que realmente sufre y
no nosotros. Es un asunto que corresponde únicamente al paciente y su
autonomía.
Referencias
Básicas:
Quevedo
C., J. (1997). Eutanasia vs El derecho a
morir feliz. Colombia: Colombia Médica. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28328309
Rachels, J. (2006).
Introducción a la filosofía moral. México: Fondo de cultura económica.
Scheffler,
S. (2005). Rawls y el Utilitarismo.
Araucaria: España. Obtenido de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28271405
Serrano
R, J. (2013). Sobre la injusticia de la
eutanasia, el uso de la compasión como máscara moral, referencia a nuevos
documentos bioéticos europeos. Colombia: Persona y Bioética Vol 17.
Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/832/83230691003.pdf
Vega G,
J. y Ortega, I. (2007). La “pendiente
resbaladiza” en la eutanasia en Holanda. España: Asociación Española de
Bioética y Ética Médica. Recuperado de:
http://www.redalyc.org/pdf/875/87506204.pdf
Zúniga F.,
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eutanasia en Chile. Chile: Revista de derecho (Valdivia) Universidad
Austral de Chile. Recuperado de:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=173714178005
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