miércoles, 26 de noviembre de 2014

Thania Yanelly Rivera López
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Obsolescencia Programada
¿Alguna vez haz pensado a donde van las cosas que desechas y que pasa con ellas?
Resulta que hemos estado propiciando un deterioro ambiental y una de las causas principales es la obsolecencia programada :“El deseo del consumidor de poseer algo un poco más nuevo, un poco mejor, un poco antes de lo necesario.”

La obsolescencia programada es una tendencia cada vez más creciente en el mundo de la comercialización de productos, una expresión latente del materialismo y del consumismo en un mundo donde las necesidades de los seres humanos son reinventadas todos los días por agresivas campañas publicitarias que nos dicen qué y cuándo debemos comprar.
La obsolescencia programada se puede definir como la determinación de la vida útil de un producto o servicio y el tiempo es calculado de antemano por el fabricante durante la fase de diseño para que se vuelva obsoleto, no funcional o inútil para su consumidor.
Existen diferentes tipos de obsolescencia según Vance Packard autor del libro The Waste Wakers, quien considera las siguientes clasificaciones de obsolescencia:

·      Obsolescencia de función; cuando se sustituye un producto por otro debido a la funcionalidad superior.
·      Obsolescencia de calidad; cuando se sustituye un producto debido a  un mal funcionamiento programado.
·      Obsolescencia de deseo; sucede cuando la funcionalidad y calidad no ven comprometido su sustitución, sino más bien cuando son cuestiones de moda  o estilo los que imprimen valores peyorativos que disminuyen su deseo de compra e incentivan la sustitución del producto.

Así podríamos concluir que tenemos tres tipos de obsolescencia: la incorporada, que es aquella que viene incluida o programada dentro del producto, como la es la vida útil cada vez más reducida de los aparatos electrodomésticos, por ejemplo; la obsolescencia psicológica, aquella que va más del lado de hacerle creer al consumidor que es algo pasado de moda o sin estilo, la moda es el ejemplo perfecto de esto; y por último la obsolescencia tecnológica, que va de la mano con las actualizaciones cada vez más periódicas de las nuevas versiones de los productos.

La obsolescencia ha generado un fenómeno de producción que se mueve en forma de esquema lineal extraer-fabricar-eliminar. Y en el caso del consumo sigue la misma trayectoria Comprar-usar-Tirar. Esto lleva a la pérdida del sentido de responsabilidad con el medio ambiente y genera grandes cantidades de desperdicio y una práctica no sustentable de consumo, ya que se consume a una velocidad que los recursos naturales no se pueden regenerar, sin tomar en cuenta además que son recursos limitados. Por lo tanto, generaciones futuras se verìan afectadas por nuestro actual comportamiento. Los recursos naturales podrìan ser escasos y el medio ambiente estarìa mas contaminado y la calidad de vida se disminuirìa. Ellos tienen los mismos derechos que nosotros, sin importar la diferencia de generaciòn.

Consumismo vs Sustentabilidad.

Dentro de los pros y los contras que esta práctica o tendencia en el mundo, debe primero delimitarse los agentes  involucrados en el proceso y analizarlos.

 En primer plano tenemos los recursos naturales. En la actualidad generamos un promedio de 50 millones de toneladas de basura electrónica al año, de la cual solo el 24% de ella se recicla, en los últimos 20 años los recursos naturales se han visto seriamente comprometidos debido a la creciente industrialización que tiene como objetivo proveernos de  todas esas “necesidades” de la actualidad, que cada vez van en aumento. Por lo tanto, las necesidades de las generaciones futuras se verìan afectadas por nuestros hàbitos de consumo actuales. Tendrìan que comprometerse a adoptar nuevos hàbitos con los recursos naturales escasos. Incluso, algunos sectores de la sociedad no tendrìan acceso a èstos recursos debido a la escasez.

Por otro lado tenemos el comercio, mismo que a poca escala no representa algo muy significativo, pero que sin embargo a grande escala, es decir, un comercio nacional, multinacional e internacional, la diferencia entre vender cada 3 años y vender cada 6 meses, puede significar no solo el ingreso de una familia completa, sino la estabilidad económico-social y política de un país, de una región o de todo el planeta.

En una sociedad mayormente capitalista y dependiente de las grandes transnacionales, el flujo del comercio es tan vital como respirar, una caída en las ventas a niveles macro simplemente podría significar el derrumbe de una economía completa, es por ello, que las empresas debían encontrar una forma de asegurar la compra de sus productos y en sí la estabilidad del estatus quo en el que el sistema internacional se encuentra en este momento. Cierto sector de la sociedad queda marginada sin acceso a los mismos recursos naturales que tienen otros. No se toma en cuenta que la vida de todos los seres humanos vale por igual.

Para los ciudadanos, los consumidores de estos productos, podría decirse que no tiene muchas ventajas, pues además de comprometer nuestros ingresos en “necesidades” impuestas, nos hacen dependientes de modas para sentir que poseemos identidad y/o pertenencia a ciertos círculos socio-económicos. Sin embargo sin producciones, ventas y compras a esas magnitudes, quizá más de la mitad de nosotros nos encontraríamos dentro de larga fila de desempleados y nuestros ingresos no serían los mismos. Por lo que el capitalismo ha afectado nuestros estilos de vida y ha creado un sistema en el que cada vez màs se incremente la brecha social; los ricos se hacen màs ricos y los pobres se hacen màs pobres.

Pero la incógnita viene enseguida ¿acaso está peleada la producción con el desarrollo económico sostenible?

“El logro de un desarrollo sostenible exigirá una producción eficiente y cambios del consumo a fin de utilizar los recursos en forma óptima y de reducir la creación de desperdicios al mínimo.

Esto hará necesario que se reorienten las modalidades de desarrollo en las sociedades industrializadas, las que han sido imitadas en gran parte del mundo en desarrollo.” Al desechar tantos productos en tiempos tan cortos generamos cantidades gigantescas de  desperdicio y por consiguiente agravamos la pobreza y creamos mayor deterioro ambiental.

“Un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios” Consumir es parte de la esencia humana, y lo hemos convertido en un sinónimo necesidad, satisfacción y felicidad, y lo podemos considerar como una manera de ejercer nuestra libertad. Cortina, 2002, 21-24

Conclusiones.
La publicidad y el marketing, cada vez más elaborado y personalizado, han hecho del consumismo una cultura, algo que sin darnos cuenta, creemos parte de nuestra esencia natural como seres humanos, el problema es que aun conscientes de que comprometemos no solo los recursos naturales de nuestro presente sino también de nuestro futuro, la necesidad generada de consumir lo más nuevo, lo mejor y lo más pronto posible dejan de lado esa responsabilidad hacía con el planeta y hacía la supervivencia de nuestra propia raza.  “Los individuos pueden sentirse felices al satisfacer este tipo de necesidades pero les están siendo impuestas por fuerzas sociales que, como inmensos sujetos elípticos, las provocan para aumentar el consumo, con él, la producción, y continuar con esa perversa cadena de esclavitud, fraguada por el afán de acumulación.”  (Cortina, 1999, 1) Èstas fuerzas atentan contra la autonomìa de las personas, se busca imponer un sistema en el que las personas actùan segùn los ideales de otros.
La posibilidad de implementar un consumismo sostenible, es una responsabilidad que las naciones así como las multinacionales deben contemplar dentro de los objetivos futuros como pilar de la sostenibilidad de un desarrollo económico sostenible a nivel mundial. Sin embargo ello no supone el objeto primordial de dicha problemática, puesto que sostenible o no, es una práctica que en algunas de sus vertientes se aleja por completo de la ética profesional y atenta, muchas veces, contra el valor de la persona, del ser humano y del medio ambiente. Existen ya movimientos que impulsan campañas contra la obsolescencia programada. La sociedad actualmente tiene un comportamiento muy egoìsta, valoran su vida màs que la de otros. Se debe cambiar nuestros hàbitos de consumo, empezar a ser autònomos y ver por las generaciones futuras para que tengan el mismo desarrollo que nosotros. Tienen el derecho a una vida digna y son igual de valiosos que nosotros.
Referencias

Vance Packard. (1960). The waste makers. Estados Unidos: Vance Packard Inc.

Úbeda, J.(Productor) Donnoritzer, C .(Director). (2010). Comprar, tirar, comprar. La historia de la obsolescencia programada. DVD.

Adela Cortina. (2002). Por una ética del consumo. Madrid: Santillana.

Agenda 21 Naciones Unidas. Recuperado http://www.un.org/spanish/esa/sustdev/ag

enda21/

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