Thania Yanelly Rivera López
A01227321
Obsolescencia
Programada
¿Alguna vez haz pensado a donde van las
cosas que desechas y que pasa con ellas?
Resulta que hemos estado propiciando un
deterioro ambiental y una de las causas principales es la obsolecencia
programada :“El deseo del consumidor de poseer algo un poco más nuevo, un poco
mejor, un poco antes de lo necesario.”
La obsolescencia
programada es una tendencia cada vez más creciente en el mundo de la
comercialización de productos, una expresión latente del materialismo y del
consumismo en un mundo donde las necesidades de los seres humanos son
reinventadas todos los días por agresivas campañas publicitarias que nos dicen
qué y cuándo debemos comprar.
La obsolescencia
programada se puede definir como la determinación de la vida útil de un
producto o servicio y el tiempo es calculado de antemano por el fabricante
durante la fase de diseño para que se vuelva obsoleto, no funcional o inútil
para su consumidor.
Existen diferentes tipos
de obsolescencia según Vance Packard autor del libro The Waste Wakers, quien considera las siguientes clasificaciones de
obsolescencia:
· Obsolescencia
de función; cuando se sustituye un producto por otro debido a la funcionalidad
superior.
· Obsolescencia
de calidad; cuando se sustituye un producto debido a un mal funcionamiento programado.
· Obsolescencia
de deseo; sucede cuando la funcionalidad y calidad no ven comprometido su
sustitución, sino más bien cuando son cuestiones de moda o estilo los que imprimen valores peyorativos
que disminuyen su deseo de compra e incentivan la sustitución del producto.
Así podríamos concluir
que tenemos tres tipos de obsolescencia: la incorporada, que es aquella que
viene incluida o programada dentro del producto, como la es la vida útil cada
vez más reducida de los aparatos electrodomésticos, por ejemplo; la
obsolescencia psicológica, aquella que va más del lado de hacerle creer al
consumidor que es algo pasado de moda o sin estilo, la moda es el ejemplo
perfecto de esto; y por último la obsolescencia tecnológica, que va de la mano
con las actualizaciones cada vez más periódicas de las nuevas versiones de los
productos.
La obsolescencia ha
generado un fenómeno de producción que se mueve en forma de esquema lineal
extraer-fabricar-eliminar. Y en el caso del consumo sigue la misma trayectoria
Comprar-usar-Tirar. Esto lleva a la pérdida del sentido de responsabilidad con
el medio ambiente y genera grandes cantidades de desperdicio y una práctica no
sustentable de consumo, ya que se consume a una velocidad que los recursos
naturales no se pueden regenerar, sin tomar en cuenta además que son recursos
limitados. Por lo tanto, generaciones futuras se verìan afectadas por nuestro
actual comportamiento. Los recursos naturales podrìan ser escasos y el medio
ambiente estarìa mas contaminado y la calidad de vida se disminuirìa. Ellos
tienen los mismos derechos que nosotros, sin importar la diferencia de generaciòn.
Consumismo
vs Sustentabilidad.
Dentro de los pros y los
contras que esta práctica o tendencia en el mundo, debe primero delimitarse los
agentes involucrados en el proceso y
analizarlos.
En primer plano tenemos los recursos
naturales. En la actualidad generamos un promedio de 50 millones de toneladas
de basura electrónica al año, de la cual solo el 24% de ella se recicla, en los
últimos 20 años los recursos naturales se han visto seriamente comprometidos
debido a la creciente industrialización que tiene como objetivo proveernos
de todas esas “necesidades” de la
actualidad, que cada vez van en aumento. Por lo tanto, las necesidades de las
generaciones futuras se verìan afectadas por nuestros hàbitos de consumo
actuales. Tendrìan que comprometerse a adoptar nuevos hàbitos con los recursos
naturales escasos. Incluso, algunos sectores de la sociedad no tendrìan acceso
a èstos recursos debido a la escasez.
Por otro lado tenemos el
comercio, mismo que a poca escala no representa algo muy significativo, pero
que sin embargo a grande escala, es decir, un comercio nacional, multinacional
e internacional, la diferencia entre vender cada 3 años y vender cada 6 meses,
puede significar no solo el ingreso de una familia completa, sino la
estabilidad económico-social y política de un país, de una región o de todo el
planeta.
En una sociedad
mayormente capitalista y dependiente de las grandes transnacionales, el flujo
del comercio es tan vital como respirar, una caída en las ventas a niveles
macro simplemente podría significar el derrumbe de una economía completa, es
por ello, que las empresas debían encontrar una forma de asegurar la compra de
sus productos y en sí la estabilidad del estatus quo en el que el sistema
internacional se encuentra en este momento. Cierto sector de la sociedad queda
marginada sin acceso a los mismos recursos naturales que tienen otros. No se
toma en cuenta que la vida de todos los seres humanos vale por igual.
Para los ciudadanos, los
consumidores de estos productos, podría decirse que no tiene muchas ventajas,
pues además de comprometer nuestros ingresos en “necesidades” impuestas, nos
hacen dependientes de modas para sentir que poseemos identidad y/o pertenencia
a ciertos círculos socio-económicos. Sin embargo sin producciones, ventas y
compras a esas magnitudes, quizá más de la mitad de nosotros nos encontraríamos
dentro de larga fila de desempleados y nuestros ingresos no serían los mismos. Por
lo que el capitalismo ha afectado nuestros estilos de vida y ha creado un
sistema en el que cada vez màs se incremente la brecha social; los ricos se
hacen màs ricos y los pobres se hacen màs pobres.
Pero la incógnita viene enseguida ¿acaso
está peleada la producción con el desarrollo económico sostenible?
“El logro de
un desarrollo sostenible exigirá una producción eficiente y cambios del consumo
a fin de utilizar los recursos en forma óptima y de reducir la creación de
desperdicios al mínimo.
Esto
hará necesario que se reorienten las modalidades de desarrollo en las
sociedades industrializadas, las que han sido imitadas en gran parte del mundo
en desarrollo.” Al desechar tantos productos en tiempos tan cortos generamos
cantidades gigantescas de desperdicio y
por consiguiente agravamos la pobreza y creamos mayor deterioro ambiental.
“Un artículo
que no se desgasta es una tragedia para los negocios” Consumir es parte de la
esencia humana, y lo hemos convertido en un sinónimo necesidad, satisfacción y
felicidad, y lo podemos considerar como una manera de ejercer nuestra libertad.
Cortina, 2002, 21-24
Conclusiones.
La
publicidad y el marketing, cada vez más elaborado y personalizado, han hecho
del consumismo una cultura, algo que sin darnos cuenta, creemos parte de
nuestra esencia natural como seres humanos, el problema es que aun conscientes
de que comprometemos no solo los recursos naturales de nuestro presente sino
también de nuestro futuro, la necesidad generada de consumir lo más nuevo, lo
mejor y lo más pronto posible dejan de lado esa responsabilidad hacía con el
planeta y hacía la supervivencia de nuestra propia raza. “Los individuos pueden sentirse felices al
satisfacer este tipo de necesidades pero les están siendo impuestas por fuerzas
sociales que, como inmensos sujetos elípticos, las provocan para aumentar el
consumo, con él, la producción, y continuar con esa perversa cadena de
esclavitud, fraguada por el afán de acumulación.” (Cortina, 1999, 1) Èstas fuerzas atentan
contra la autonomìa de las personas, se busca imponer un sistema en el que las
personas actùan segùn los ideales de otros.
La
posibilidad de implementar un consumismo sostenible, es una responsabilidad que
las naciones así como las multinacionales deben contemplar dentro de los
objetivos futuros como pilar de la sostenibilidad de un desarrollo económico
sostenible a nivel mundial. Sin embargo ello no supone el objeto primordial de
dicha problemática, puesto que sostenible o no, es una práctica que en algunas
de sus vertientes se aleja por completo de la ética profesional y atenta,
muchas veces, contra el valor de la persona, del ser humano y del medio ambiente.
Existen ya movimientos que impulsan campañas contra la obsolescencia
programada. La sociedad actualmente tiene un comportamiento muy egoìsta,
valoran su vida màs que la de otros. Se debe cambiar nuestros hàbitos de
consumo, empezar a ser autònomos y ver por las generaciones futuras para que
tengan el mismo desarrollo que nosotros. Tienen el derecho a una vida digna y
son igual de valiosos que nosotros.
Referencias
Vance Packard. (1960). The waste
makers. Estados Unidos: Vance Packard Inc.
Úbeda, J.(Productor) Donnoritzer, C .(Director). (2010).
Comprar, tirar, comprar. La historia de la obsolescencia programada. DVD.
Adela Cortina. (2002). Por una ética del consumo.
Madrid: Santillana.
Agenda 21 Naciones Unidas. Recuperado
http://www.un.org/spanish/esa/sustdev/ag
enda21/
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